Por Erasmo Calzadilla
El sexo moviliza una ingente cantidad de energía humana. Los guajiros cubanos expresan el enorme poder del sexo en dicharachos como: Un culo hala más que un mulo, un par de tetas halan más que una carreta (de bueyes).
Si la urbe fuera más dicharachera hubiera inventado algunos como: “un tolete es más potente que un cohete” o “culear entretiene más que un celular”.
Y semejante derroche de energía sexual ¿a qué vertedero va a parar? ¿Alguien saca provecho de ella o todo se disuelve en entropía?
La producción individual de energía sexual es aprovechada, en primer lugar, por LA MAQUINARIA (es decir, la sociedad en cuanto ente que gravita por encima de sus integrantes y se nutre de los afanes e intereses de estos).
Para conseguir semejante propósito LA MAQUINARIA, la Matrix, o como quiera llamársele, comienza creando una barrera aislante entre los polos sexuales. Eso lo logra con restricciones físicas (como baños separados para hembras y varones), ataduras morales, castigos a los infractores etc.
Como resultado se engendra una gran tensión o acumulación de carga sexual entre los polos, y ello a su vez provoca fenómenos psíquicos como fetichización, sobrevaloración y aumento de la atracción por el sexo opuesto.
Atracción que, por tener un basamento insustancial y ser artificialmente creada, decae rápidamente durante el encuentro sexual.
Una vez creada la barrera, LA MAQUINARIA premia un conjunto de vías por las que podrá canalizarse el deseo, y castiga otras. Premia aquellas que más impuestos pagarán (como el matrimonio, la prostitución), y castiga las que permiten un disfrute sexual libre de tributos.
Concedamos que en un principio el control social de la energía sexual pudo haber jugado un papel importante en el surgimiento de una civilización más compleja, estructurada, organizada; en evitar la endogamia etc.
Pero hoy somos demasiado listos para permitir que continúe estropeando lo que promete ser una fuente riquísima de placer y felicidad. Hay que hacer una dura crítica y un boicot a LA MAQUINARIA para ponerla a nuestro servicio.
No es lógico ni justo que ella continúe sacándonos el jugo y luego nos alimente con migajas.
En un próximo post contaré mi percepción de cómo se da todo este rollo en Cuba y cómo lo vivo yo.
Publicado en HAVANA TIMES