Por Rogelio M. Díaz Moreno
Este domingo 27 de mayo terminó la última sesión formal de la sexta edición del Foro que organiza, con carácter anual, la Red Protagónica Observatorio Crítico. Hacemos hincapié en el carácter formal de esta clausura, porque las esperanzas de los participantes descansan en que las motivaciones y propósitos templados al calor de estas jornadas de intercambio, traspasen los límites de un recinto y unas fechas para seguir enriqueciendo el aporte que nos sentimos capaces de ofrecer a la sociedad de la que formamos parte.
De hecho, el recinto ya fue trascendido pues, inesperadamente, a mitad de las actividades del domingo recibimos noticia de otras reuniones hasta el momento desconocidas, pero que debían celebrarse inevitablemente allí en el centro comunitario de La Ceiba, del municipio habanero de Marianao, donde estábamos sesionando hasta el momento. Con todo el entusiasmo del mundo nos trasladamos al cercano parque de los Mártires del Moncada, anteriormente Martí, y bajo la sombra de una Ceiba y en la inmediatez de los monumentos que honran a las eximias figuras mencionadas, culminamos las sesiones del Foro.
Representantes de tradiciones culturales y religiosas y de auto organización social en Cuba habían aprovechado el intervalo matutino bajo techo, para exponer sus opiniones acerca de la contribución que esas tradiciones pueden aportar a la gestión autónoma de las convivencias, en el país de hoy y el del mañana. Jorge L. Alemán, Ramón Torres, Mario Castillo, Tato Quiñones, Verónica Vega y Wolette Tsehay expusieron sentidas lecciones de fraternidad, libertad y solidaridad engendradas bajo distintas sensibilidades espirituales y de gremios de trabajadores.
Cuando varios artistas daban fe de un arte comprometido, nos llegó la necesidad de la mudanza, que se efectuó sin mayores contratiempos, no antes de tomarnos coloridas fotos en la artística fachada y agradecer a los anfitriones por la acogida que nos dieron en esos días en la medida de sus posibilidades.
De esta forma, bajo el simbólico árbol referido más arriba y compartiendo el espacio con los ocasionales y curiosos transeúntes, terminamos de disertar a nuestra forma sobre Constitución y Derechos. El antropólogo Dmitri Prieto, el profesor de filosofía Juan Valdés Paz, un servidor y, en general, el montón de participantes, opinamos a la medida de nuestras posibilidades y conocimiento sobre esos temas que atañen a todos, y en los que justamente es imprescindible que todos tengamos un decir. Acá, las contradicciones entre las distintas opiniones particulares ejercían el paradójico y benéfico efecto de ratificar la necesidad de la participación democrática, transparente, y en condiciones de igualdad, en un círculo donde todos se hacen oir y escuchan responsablemente, para que no se manejen asuntos a espaldas de nadie ni se impongan en su nombre, pero sin su consentimiento.
La sesión casi final fue una amalgama apasionada de esperanzas, críticas a problemas no resueltos de la sociedad contemporánea como el racismo, la discriminación, y la confirmación del propósito de mantenernos dando el aporte que seamos capaces, por la concreción de un mundo con mayor justicia, paz, amor, sin egoísmos, sin explotaciones, camino por el que aspiramos modestamente avanzar.