El Consejo de Laicos de la Arquidiócesis de La Habana, entidad que agrupa a todos los movimientos y organizaciones laicales de la diócesis, reunido en sesión extraordinaria el sábado 9 de junio de 2012, en su sede de la Casa Laical Padre Julio Morales Gómez, ante los ataques que en los últimos meses, de modo peyorativo y continuo, se han dirigido a la persona de nuestro arzobispo, cardenal Jaime Ortega Alamino, quiere:
* dejar constancia del dolor que nos causan tales ataques, en razón de nuestro profundo cariño por el cardenal Ortega y nuestro amor por la Iglesia, a la que también se dirigen esas ofensas;
* expresar nuestro aprecio por los pronunciamientos de personas de diferentes credos e ideologías, que han manifestado de variadas formas su defensa a la persona de nuestro cardenal.
Hace dos años, cuando el gobierno cubano solicitó a la Iglesia católica la gestión mediadora con relación a los presos de conciencia encarcelados desde marzo de 2003, el arzobispo de La Habana convocó una reunión del Consejo de Laicos para explicar las características de las relaciones Iglesia-Estado, que en ese momento adquirían nuevos rasgos. En aquella reunión se percibieron de manera clara las motivaciones de amor a la Iglesia y a Cuba que inspiraban esta actuación eclesial. En todos los momentos posteriores a aquella reunión de junio de 2010, y hasta el presente, la participación del cardenal en este diálogo ha traslucido de modo evidente su amor a la Patria y a la Iglesia.
Asimismo observamos que los empeños del cardenal Ortega siempre se han encaminado a procurar el progreso de las libertades individuales, sociales y religiosas en Cuba, así como a promover los valores espirituales y morales de la nación. Esto sólo podrá lograrse eficazmente mediante el diálogo, la concertación y el consenso, y nunca mediante el antagonismo tanto dentro como fuera de la Iglesia.
El cardenal ha sido voz, no sólo en este último tiempo, sino durante los 33 años de su episcopado, de muchos que han acudido a él en busca de ayuda y comprensión. Personas y familias de diferentes formas de pensar agradecen el quehacer solícito de nuestro arzobispo. En estos 33 años de lúcido magisterio, prácticamente todo ámbito y acontecimiento de la vida nacional ha sido objeto de su enseñanza esmerada, crítica, certera, y siempre paternal.
Finalmente, el Consejo quiere expresarle a nuestro arzobispo su profunda gratitud a nombre de esta Iglesia diocesana que él recibió encerrada en los templos y prácticamente ausente de la vida de la sociedad, y que tiene hoy una presencia y una voz reconocida y apreciada en todos los ámbitos del quehacer habanero.