Diversidad ajena y xenofobia propia

Por Dmitri Prieto

HAVANA TIMES — Turistas que llegan a Cuba obviamente traen estereotipos sobre la sociedad y la gente que se van a encontrar. Hace años, una italiana amiga me sorprendió agradablemente –después de su primer día en La Habana- diciéndome: “la gente de Cuba no tienen un aspecto típico”.

Efectivamente, nuestra diversidad –y no sólo la “racial”- forma una inmensísima gama de colores, rostros, complexiones, gestualidades y hasta formas de caminar.

Pero los estereotipos no son como los fenotipos, y en Cuba existen un montón de ellos, bien “típicos” y extendidos.

Recíprocamente, acá pensamos que sabemos cómo son las francesas y los franceses, las alemanas y los alemanes, las angolanas y los angolanos, las rusas y los rusos, las chinas y los chinos – etc.

Nada especial: en todas partes existen mitos del “carácter nacional” (propio y ajeno), pero lo funesto comienza cuando –recíprocamente- se construye un molde sobre CÓMO DEBEN SER habitantes de algún país, que quizás viajen a otro.

Emerge, entonces, la oreja peluda del prejuicio propio. Prejuicio que, gradualmente, puede asumir actitudes como mantenerse en estado de desconocimiento, o preconcepto, o ya racismo explícito, o hasta xenofobia oculta, o incluso de gestos institucionales de la más clara segregación racista.

Sunny Mann –un británico de origen indio, quien vive en Leicester- hace unas semanas vino a Cuba como turista. Obviamente, sabía que la sociedad de acá está hecha de gente diversa, y sabía también (incluso por experiencia propia) que la diversidad –no sólo la “racial”- es en el mundo actual un hecho reconocido y defendido por quienes presumen buena voluntad.

Porque tras el derrumbe de grandes imperios gentes de diversos orígenes conviven en muchos lugares del planeta, y en cada uno de tales sitios existe por ello una inmensísima gama de colores, rostros, complexiones, gestualidades y hasta formas de caminar.

Pero cuando Sunny Mann llegó del Reino Unido al Aeropuerto José Martí de La Habana (desde cuya fachada los visitantes son bienvenidos con la frase de nuestro Apóstol: “PATRIA ES HUMANIDAD”), resulta que los burócratas aeroportuarios en funciones lo separaron del resto del grupo. Continue reading