Por Yenisel Rodríguez Pérez
Cuando el gobierno cubano potenció la industria turística por la década del noventa del pasado siglo, fue el turismo sexual el que hizo despegar la iniciativa.
A doce años de iniciado el siglo XXI, se logran consolidar otras modalidades turísticas más convencionales. El turismo de naturaleza, el turismo de familia y el de alto nivel, van ocupando un lugar relevante en la industria.
Según algunos, el éxito de dichas modalidades frente al turismo sexual responde a la negativa gubernamental de legalizar la prostitución en Cuba.
Dicho de este modo pareciera una ingenuidad. ¿Cuántas cosas están prohibidas en este país, como para que nos sorprenda el estatus de ilegalidad del más antiguo de los oficios? Pero dado el caso, el comentario toma mucho sentido.
En conversaciones informales con camareras de hoteles, he conocido que muchos turistas viajan a Cuba con el fin exclusivo de tener sexo con cubanos y/o cubanas. Cerca de un tercio de los clientes que se hospedan en los hoteles de estas camareras son hombres solteros que viajan con grupos de amigos. No vienen con mucho equipaje ni se interesan por la naturaleza o la sociedad cubana. Les aclaran su distancia con respecto a estos temas cuando tienen la primera oportunidad.
La repercusión internacional que generó el auge del turismo sexual en Cuba en los años noventa, tuvo más connotación política que económica.
Hoy cuando la burocracia autoritaria que gobierna el país, es cuestionada por asuntos de derechos humanos y respeto a la libertad de pensamiento, el interés de los medios internacionales por el turismo sexual en Cuba no se distingue del que se dirige a cualquier otra isla del Caribe.
Ya no es una exclusiva que socave al gobierno cubano.
Sin embargo, el turismo sexual continúa mostrando la relevancia que posee lo extranjero desarrollado en el imaginario cubano. Cuestión de la cual se pudieran radiografiar muchas realidades sociales, políticas y económicas tan explosivas como aquellas que “conmovieron” a la opinión pública internacional en los noventa.
Si hoy pervive en el anonimato lo que antes era tema de debate, es porque el turismo sexual en Cuba se va instituyendo como modalidad económica legítima.
Por eso no me sorprende ese reclamo por la legalización de la prostitución en Cuba que hacen suyo las camareras entrevistadas. En un futuro cercano, puede que tal reclamo reciba su impulso político determinante en las intendencias del Ministerio del Turismo.