Y no es la Amazonia

Por Erasmo Calzadilla

“Me decía: cuando se haya construido el comunismo habrá desaparecido la etapa de las revoluciones sociales, pero entonces quedará una inmensa, grande, infinita revolución que hacer, y es la revolución contra las fuerzas de la naturaleza. ¡Y la revolución de la naturaleza no terminará nunca!”.
Fidel Castro
Charla con estudiantes de la Universidad Lomonosov, Extinta Unión Soviética
“Y que cada año sean más y más los ríos que ustedes represen, hasta que no quede ni un arroyito sin represar, hasta que no se cumpla el propósito de que ni una sola gota de agua se vaya al mar, que esa es la gran meta de esta organización, ese es el objetivo final”
Fidel Castro, Segundo Aniversario del Instituto de Recursos Hidráulicos

HAVANA TIMES — Las presas suelen trastornar y dañar el medio ambiente natural y humano; La presa Ejercito Rebelde, el más grande espejo de agua de la capital, no es rezagada en este aspecto.

Para su construcción fueron desplazados los habitantes de un viejo pueblo llamado La Chorrera, se despilfarraron recursos levantando una megamuralla, quedó dañada para siempre la salud del Almendares (principal río de la ciudad) y de la franja forestal que lo acompaña hasta la desembocadura.

Además, en época de lluvia la presa se desborda y obstaculiza el tránsito de una importante avenida capitalina: calle 100.

En fin, un desastre y una chapucería (no las he contado todas), pero ya está hecha y según los hidrólogos cumple una función como apoyo a la muy deteriorada* cuenca Vento-Almendares que abastece de agua potable a casi la mitad de la población capitalina.

Y si ya está hecha y su función es vital, lo que corresponde entonces es cuidarla ¿Alguien, algún ministerio o institución se está encargando de esa tarea? En papeles sí, claro, yo me refiero a la concreta. Continue reading

Pagando con "besos": el ascenso de las monedas sociales en Brasil?

Por Manuel Toledo

Vitoria, Brasil, viernes, 4 de enero de 2013 – Heraldo Rodrigues da Silva, de 55 años, tiene una pequeña tienda en Sao Benedito, uno de los barrios más pobres de Vitoria, la capital del estado brasileño de Espirito Santo.

En la pared detrás de su mostrador, un cartel anuncia que, además del real, la moneda oficial de Brasil, él acepta el “bem”, una moneda alternativa de un banco comunitario de desarrollo, Banco Bem.

El banco fue establecido en 2005 por una asociación de costureras de Sao Benedito que decidieron prestar lo que habían ganado como beneficio en una feria a un grupo de ebanistas para que ellos también pudieran formar un colectivo.

En el país hay unos cien bancos de microcrédito similares, así como varias iniciativas de trueque en las que también se intercambian monedas sociales. Todos tienen por objetivo promover los principios de una “economía solidaria” que, según ellos, es más justa y sostenible que el modelo capitalista dominante.

Sus clientes pueden pagar con coloridos billetes llamados, por ejemplo, “palmas”, “castañas”, “girasoles” y “besos”.

Incluso Ciudade de Deus, la favela de Río de Janeiro conocida mundialmente a través de la película de Fernando Meirelles, tiene su propia moneda, el CDD.

En Sao Benedito, como en Ciudade de Deus, hasta hace poco reinaban el narcotráfico y la violencia. Pero ahora que esta favela de Vitoria ha sido prácticamente ocupada por la policía militar, como sucedió con varios barrios pobres de Río, muchos de sus residentes dicen que se sienten más seguros.

Los habitantes de Sao Benedito también dicen que la vida ha mejorado en los últimos años gracias a las políticas sociales de los gobiernos del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva y su sucesora, Dilma Rousseff, y al trabajo de proyectos locales, como el Banco Bem.

“A través del Banco Bem, comenzaron a estimularme, a ayudarme, a apoyarme”, dijo Rodrigues da Silva, quien antes era albañil.

Él tomó dos préstamos del banco: el primero para construir su tienda y el segundo para ampliarla.

“El comercio ha aumentado muchísimo recientemente. Cada vez son más quienes vienen a gastar aquí su dinero y muchos de ellos pagan con bem”, añadió, con una gran sonrisa.

Comprando en el barrio

Banco Bem se inspiró en Banco Palmas, el primer banco comunitario de Brasil, fundado hace 15 años en la ciudad de Fortaleza.

“El objetivo de tener una moneda social es estimular a la gente a que use su dinero en la comunidad y contribuya al desarrollo de la economía local”, le dijo a la BBC la directora de Banco Bem, Leonora Mol, una psicóloga con un largo historial como trabajadora social.

“Nuestro sistema de préstamos es muy sencillo. Son los vecinos quienes deciden a quién se le otorga créditos. Les preguntamos algo muy simple: ¿si este dinero fuera suyo, se lo prestaría a esta persona?”, explicó.

El banco ahora está animando a los minoristas de la zona a unir sus fuerzas para que puedan negociar mejores precios con los grandes abastecedores y supermercados.

Además, Banco Bem está ayudando a transformar áreas que eran usadas como basureros en atractivos espacios sociales, como parques y teatros.

En el vecino municipio de Vila Velha, unido a Vitoria por un puente, otro banco comunitario también le ha declarado la guerra a la basura.

El Banco Verde Vida paga con su “moeda verde” por materiales reciclables, como botellas de plástico, latas y aceite de cocina usado.

Dos veces por semana, hay un constante flujo de personas sobre todo mujeres con carretillas repletas de desechos que han recogido en la zona.

Junto a la entrada del banco, hay una pequeña tienda donde se puede comprar alimentos y materiales de limpieza, a muy bajos precios, con los billetes verdes. Alternativamente, es posible pagar con ellos en otros negocios locales.

“Empezamos cuando nos dimos cuenta de que teníamos que hacer algo antes de que la basura destruyera completamente nuestro medio ambiente”, dijo el director del banco, Joao Manoel Ribeiro dos Santos, quien también era albañil.

“Tenemos un río, el Aribiri, donde la gente iba a pescar los peces se veían incluso desde el puente y los niños nadaban. El plástico acabó con todo eso. Durante la estación de lluvias, comenzamos a sufrir inundaciones. El agua entraba hasta por las ventanas”.

Aunque al río todavía le falta mucho por recuperarse, los vecinos están orgullosos de lo que han logrado hasta ahora.

“Ésta es la tercera carretilla llena de botellas que mi mamá y yo traemos hoy. Ella es quien las recoge. Esto nos ayuda financieramente pero también hay que ver lo limpias que están nuestras calles ahora”, dijo una joven.

Confianza comunitaria

Los bancos comunitarios de Brasil cuentan en la actualidad con el apoyo del gobierno, en especial a través de la Secretaría Nacional de Economía Solidaria (Senaes), vinculada al ministerio de Trabajo y Empleo.

“El Banco Central no estaba muy contento con nuestras monedas sociales pero se dio cuenta de la importancia de nuestro trabajo y las aceptó, en parte gracias a Senaes, que fue establecida por Lula”, dijo Ribeiro dos Santos.

Según él, la sociedad brasileña ha experimentado un cambio fundamental.

“Hemos perdido el miedo a negociar con el gobierno. Antes no podíamos ni acercarnos a las autoridades locales, ni qué hablar del Banco Central”, señaló.

“Ahora tenemos confianza en lo que podemos lograr con pocos recursos pero con mucha buena voluntad, paso a paso”.

Unos de los pasos más importantes que los 11 bancos comunitarios de Espirito Santo ahora tienen que dar es, según la directora de Banco Bem, adoptar un sistema único para tener una mejor idea de las diferentes formas en que se está utilizando el dinero que prestan.

“Pero esperamos que, dentro de unos años, nuestras monedas alternativas no sean necesarias porque la mayoría de los vecinos estará comprando localmente y ayudando a sus comunidades a crecer”, dijo Leonora Mol.

Tomado de BBC Mundo