La central sindical, el turismo y otras maledicencias nuestras

Por Rogelio M. Díaz Moreno

Me encuentro con una socita mía, una que escribió un artículo hace poco sobre la eximia central sindical que tenemos por acá, y empezamos con nuestra maledicencia. Mira tal nota, le comento apegado a mi capacidad de relacionar la gimnasia con la magnesia, dijo hoy Cubadebate que había tantos millones de cubanos que fueron de turistas el año pasado. Qué bien que estamos, y eso que ya el sindicato no le da reservaciones a los trabajadores. Por mucho que se inmolen en su puesto de trabajo, por ejemplo un médico o un maestro, con su sueldito de 20 cuc mensuales, no podrán ir al hotel; en cambio, seguro se consolarán con los compatriotas que sí pueden ir. Así, concordamos, todavía se pueden pensar más maravillas de la CTC y de las buenas decisiones que toma sobre el lado del que se va a poner.

Cabe también recordar otras noticias interesantes de nuestros diarios nacionales sí, porque aquí no leemos esa malvada prensa internacional, y no digamos ya la pérfidaInternet. Como aquellas noticias que hablan del trabajo por cuenta propia, y cómo la categoría de los trabajadores empleados por los pequeños y medianos empresarios o hacendados, es ya la más poblada. ¿Pasarán por la mente de la organización sindical cubana, la idea de facilitarle a estos proletarios, maneras organizativas o cualquier otro apoyo, frente a la perspectiva de ser explotados todo lo posible por la nueva clase empresarial? Digo yo, esto sería preferible a que se alinearan con los patrones, pero quién sabe. Imagino en mis pesadillas que en la élite de la nueva clase empresarial, seguramente, va a haber más de un exdirigente o gerente u oficial, de los que llevan ya tiempo orientando amistosamente a la CTC.

Esto de apoyar a los trabajadores del capitalismo está muy bien, seguramente, pero para los países extranjeros. Uno se pregunta lo que no tiene que preguntarse, porque los capitalistas resulta que desembarcan luego aquí. Con las nuevas zonas francas, como las del puerto del Mariel, y las flamantes maquilas que se instalan en ellas, tendremos una vitrina inmejorable para apreciar la reproducción del capital a cuenta del trabajo producido, pero no totalmente remunerado: o sea, la explotación clásica Continue reading

Pagando con "besos": el ascenso de las monedas sociales en Brasil?

Por Manuel Toledo

Vitoria, Brasil, viernes, 4 de enero de 2013 – Heraldo Rodrigues da Silva, de 55 años, tiene una pequeña tienda en Sao Benedito, uno de los barrios más pobres de Vitoria, la capital del estado brasileño de Espirito Santo.

En la pared detrás de su mostrador, un cartel anuncia que, además del real, la moneda oficial de Brasil, él acepta el “bem”, una moneda alternativa de un banco comunitario de desarrollo, Banco Bem.

El banco fue establecido en 2005 por una asociación de costureras de Sao Benedito que decidieron prestar lo que habían ganado como beneficio en una feria a un grupo de ebanistas para que ellos también pudieran formar un colectivo.

En el país hay unos cien bancos de microcrédito similares, así como varias iniciativas de trueque en las que también se intercambian monedas sociales. Todos tienen por objetivo promover los principios de una “economía solidaria” que, según ellos, es más justa y sostenible que el modelo capitalista dominante.

Sus clientes pueden pagar con coloridos billetes llamados, por ejemplo, “palmas”, “castañas”, “girasoles” y “besos”.

Incluso Ciudade de Deus, la favela de Río de Janeiro conocida mundialmente a través de la película de Fernando Meirelles, tiene su propia moneda, el CDD.

En Sao Benedito, como en Ciudade de Deus, hasta hace poco reinaban el narcotráfico y la violencia. Pero ahora que esta favela de Vitoria ha sido prácticamente ocupada por la policía militar, como sucedió con varios barrios pobres de Río, muchos de sus residentes dicen que se sienten más seguros.

Los habitantes de Sao Benedito también dicen que la vida ha mejorado en los últimos años gracias a las políticas sociales de los gobiernos del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva y su sucesora, Dilma Rousseff, y al trabajo de proyectos locales, como el Banco Bem.

“A través del Banco Bem, comenzaron a estimularme, a ayudarme, a apoyarme”, dijo Rodrigues da Silva, quien antes era albañil.

Él tomó dos préstamos del banco: el primero para construir su tienda y el segundo para ampliarla.

“El comercio ha aumentado muchísimo recientemente. Cada vez son más quienes vienen a gastar aquí su dinero y muchos de ellos pagan con bem”, añadió, con una gran sonrisa.

Comprando en el barrio

Banco Bem se inspiró en Banco Palmas, el primer banco comunitario de Brasil, fundado hace 15 años en la ciudad de Fortaleza.

“El objetivo de tener una moneda social es estimular a la gente a que use su dinero en la comunidad y contribuya al desarrollo de la economía local”, le dijo a la BBC la directora de Banco Bem, Leonora Mol, una psicóloga con un largo historial como trabajadora social.

“Nuestro sistema de préstamos es muy sencillo. Son los vecinos quienes deciden a quién se le otorga créditos. Les preguntamos algo muy simple: ¿si este dinero fuera suyo, se lo prestaría a esta persona?”, explicó.

El banco ahora está animando a los minoristas de la zona a unir sus fuerzas para que puedan negociar mejores precios con los grandes abastecedores y supermercados.

Además, Banco Bem está ayudando a transformar áreas que eran usadas como basureros en atractivos espacios sociales, como parques y teatros.

En el vecino municipio de Vila Velha, unido a Vitoria por un puente, otro banco comunitario también le ha declarado la guerra a la basura.

El Banco Verde Vida paga con su “moeda verde” por materiales reciclables, como botellas de plástico, latas y aceite de cocina usado.

Dos veces por semana, hay un constante flujo de personas sobre todo mujeres con carretillas repletas de desechos que han recogido en la zona.

Junto a la entrada del banco, hay una pequeña tienda donde se puede comprar alimentos y materiales de limpieza, a muy bajos precios, con los billetes verdes. Alternativamente, es posible pagar con ellos en otros negocios locales.

“Empezamos cuando nos dimos cuenta de que teníamos que hacer algo antes de que la basura destruyera completamente nuestro medio ambiente”, dijo el director del banco, Joao Manoel Ribeiro dos Santos, quien también era albañil.

“Tenemos un río, el Aribiri, donde la gente iba a pescar los peces se veían incluso desde el puente y los niños nadaban. El plástico acabó con todo eso. Durante la estación de lluvias, comenzamos a sufrir inundaciones. El agua entraba hasta por las ventanas”.

Aunque al río todavía le falta mucho por recuperarse, los vecinos están orgullosos de lo que han logrado hasta ahora.

“Ésta es la tercera carretilla llena de botellas que mi mamá y yo traemos hoy. Ella es quien las recoge. Esto nos ayuda financieramente pero también hay que ver lo limpias que están nuestras calles ahora”, dijo una joven.

Confianza comunitaria

Los bancos comunitarios de Brasil cuentan en la actualidad con el apoyo del gobierno, en especial a través de la Secretaría Nacional de Economía Solidaria (Senaes), vinculada al ministerio de Trabajo y Empleo.

“El Banco Central no estaba muy contento con nuestras monedas sociales pero se dio cuenta de la importancia de nuestro trabajo y las aceptó, en parte gracias a Senaes, que fue establecida por Lula”, dijo Ribeiro dos Santos.

Según él, la sociedad brasileña ha experimentado un cambio fundamental.

“Hemos perdido el miedo a negociar con el gobierno. Antes no podíamos ni acercarnos a las autoridades locales, ni qué hablar del Banco Central”, señaló.

“Ahora tenemos confianza en lo que podemos lograr con pocos recursos pero con mucha buena voluntad, paso a paso”.

Unos de los pasos más importantes que los 11 bancos comunitarios de Espirito Santo ahora tienen que dar es, según la directora de Banco Bem, adoptar un sistema único para tener una mejor idea de las diferentes formas en que se está utilizando el dinero que prestan.

“Pero esperamos que, dentro de unos años, nuestras monedas alternativas no sean necesarias porque la mayoría de los vecinos estará comprando localmente y ayudando a sus comunidades a crecer”, dijo Leonora Mol.

Tomado de BBC Mundo

Ni voté aquí ni firmé allá

Por Erasmo Calzadilla

De izquierda a derecha Yusimí Rodríguez, Erasmo Calzadilla, Isbel Díaz, e Irina Echarry, durante una acción ecologista en el Reparto Eléctrico

Ayer domingo fueron las elecciones y una vez más decidí no ejercer mi derecho al voto; no quiero apoyar el circo que ha montado el régimen para legitimarse.

Pero tampoco firmé el “Llamado urgente por una Cuba mejor y posible”, que corre a cargo del grupo Concordia. En este post quisiera explicar por qué.

El problema (para mí) no es, ni mucho menos, que se trate de un documento democrático liberal. Elecciones, democracia, división de poderes y el resto de los componentes que integran la murumba liberal me parecen grandiosos, y cuento con ellos para refrenar el siempre latente totalitarismo.

No tengo alergia alguna a la representatividad; si en la práctica se cumple lo que el nombre dice bienvenida sea. ¿Socialdemocracia? Tal vez el menor de los males posibles si estuviéramos en la Europa occidental de unas décadas atrás.

El problema es que todas esas bellezas precisan, para no ser mero maquillaje, de cierta equidad económica entre los actores que van a participar en el “juego”; pero la equidad era un hueso y se la llevó un perro en la boca.

Desde mi modesto punto de vista la inequidad global y la cercanía de los EE.UU. atentan terriblemente contra la posibilidad de construir, en la Cuba de hoy, país pobre y sin tradición civil, una democracia liberal. Continue reading

En una cuartilla de tierra: La Perestroika y el desastre del socialismo en la URSS (20 años después)

Por Socialismo Participativo y Democrático (SPD)

Diciembre 1991: segundos antes de firmar su renuncia, Mikhaíl Gorbachov todavía piensa “tener tiempo”, como tantos políticos…

Diciembre 1991: segundos antes de firmar su renuncia, Mikhaíl Gorbachov todavía piensa “tener tiempo”, como tantos políticos…

Es recurrente entre los neoestalinistas cubanos y sus repetidores desinformados, achacar a Gorbachov, la Perestroika y la Glasnost, el desastre del “socialismo soviético”. En sus análisis se olvida que aquel “socialismo real”, enfermó de estatalismo-burocrático desde la época del propio Lenin, quien al final de su vida y sin fuerzas físicas ni poder real en el seno del partido bolchevique y el gobierno ruso, denunció la corrupción burocrática y trató de promover el cooperativismo en toda la economía.

Pero especialmente, no mencionan el golpe de estado a Gorbachov dado por las fuerzas estalinistas del Partido y el Ejército, que se oponían a las transformaciones que impulsaba la Perestoika, las cuales ponían en peligro el tradicional poder de la burocracia. Fue aquella acción traicionera, oportunista y cobarde, la que tiró al pueblo ruso a las calles, movimiento capitalizado por Yeltsin, Alcalde Moscú y la que lo catapultó al gobierno de Rusia, circunstancias que decretaron la muerte de la Peretroika, la eliminación de la URSS y la consecuente supresión del cargo público de Gorbachov. Y fue gracias a ese golpe de estado de los estalinistas, que el gobierno de Yeltsin, con el apoyo de la mafia rusa y el capital internacional, restauraron el capitalismo privado en Rusia. Ya para entonces la Perestroika, la Glasnost y Gorbachov, se habían convertido en historia reciente, pero en historia al fin.

¿Pero no me sirvieron el té?

¿Pero no me sirvieron el té?

En el fondo de tal tergiversación de la historia y los hechos, está la oposición de los neoestalinistas del patio a cualquier tipo de reformas al modelo de “socialismo de estado”, sobre todo aquellas que puedan tender a la desestatización, descentralización, socialización y democratización de la economía y la política. Como en la antigua URSS, las acciones de los neoestalinistas pueden terminar con los intentos reformistas actuales y llevarnos, quien sabe dónde. Por eso una de las más importantes tareas, sino la primera, de los comunistas verdaderos, los socialistas, los demócratas y revolucionarios cubanos en general, es derrotar políticamente el neoestalinismo criollo.

Última toma: quiebra fraudulenta de un sistema opresor, desigual y podrido. Una vez más “¡hay que derrotar a la reacción!” para que esto no vuelva a suceder.

Última toma: quiebra fraudulenta de un sistema opresor, desigual y podrido. Una vez más “¡hay que derrotar a la reacción!” para que esto no vuelva a suceder.

 

Publicado en Boletín SPD No. 79 (1/ año 4), enero-2012;
contacto: perucho1949@yahoo.es
(Imágenes de: Gorbachov – El fin de la URSS, documental de History Channel).

Otra mirada rebelde a la insurrección de la subclase inglesa

Por Takis Fotopoulos

"…los pueblos de España y Grecia están directa o indirectamente contra la globalización neoliberal en sí misma, y por tanto cualquier intento de engañarlos reemplazando los pseudo-socialistas, Papandreou y Zapatero, por otros miembros del personal político del sistema está condenado al fracaso, dada la larga experiencia de “democracia” representativa que estos pueblos han tenido."

Introducción: el significado del término “subclase”

El levantamiento espontáneo de la “subclase” británica fue, por supuesto, fácilmente aplastado por la enorme fuerza que el Estado acumuló contra ésta, ilustrando una vez más una de las principales lecciones de la historia: que los levantamientos espontáneos nunca pueden derrocar un sistema socio-económico (aunque sí su personal político) si no están respaldados por un movimiento político organizado con su propio proyecto antisistémico, su propia visión de la sociedad futura y una estrategia de transición para pasar de aquí a allí.

Sin embargo, es importante evaluar la importancia de esta insurrección –que no es la primera (véase, por ejemplo, las insurrecciones similares en Francia[1] y Grecia[2] hace un par de años) ni será, por supuesto, la última, como reconoce incluso una revista sistémica como Spiegel[3]- y, en el proceso, tratar de interpretar sus causas y efectos. De hecho, todas estas insurrecciones por parte de lo que podemos denominar la “subclase” representan, en mi opinión, la tardía reacción de las principales víctimas de la globalización neoliberal y particularmente de aquellas que aún no han sido integradas en esta, a pesar de los buenos esfuerzos de la izquierda reformista, o lo que yo denomino la “izquierda” degenerada[4].

Pero, primero, es necesario aclarar el significado de “subclase”, ya que aquí, obviamente, no es un término utilizado en el sentido peyorativo habitual de “pobres” o “Lumpen” (proletariado) –el significado que vemos tan a menudo en los diferentes análisis de los medios de comunicación sistémicos. En cambio, deberíamos entender por “subclase” las víctimas por excelencia de la globalización neoliberal, es decir, los desempleados y los marginados, aquellos que viven cerca del nivel de subsistencia y particularmente los jóvenes sin futuro: en una palabra, los sans culottes de hoy, que no pertenecen a ninguna de las clases sociales establecidas ya que no han sido integrados (aún) en el sistema social de la economía de mercado internacionalizada y su complemento político, la “democracia” representativa –a diferencia de la clase trabajadora, por ejemplo, que ha sido integrada en éste en diversos grados.

Así pues, la subclase es muy peligrosa para las élites, no porque pueda derrocar el sistema sino porque les fuerza a contraatacar inevitablemente para aplastar sus frecuentes insurrecciones, revelando así la verdadera naturaleza de lo que se hace pasar por “democracia” hoy en día –un sistema político basado en última instancia en la violencia física para reproducir la violencia económica sobre la que está fundado. Además, la reacción de las élites podría llevar a otros grupos sociales que actualmente sólo están parcialmente integrados en el sistema (personas con ingresos bajos, trabajadores temporales o a tiempo parcial, etc.) a participar en las insurrecciones del futuro y/o –aún peor para las élites- a organizarse “desde abajo” con el objetivo de trascender los sindicatos y partidos controlados por el sistema y crear un movimiento antisistémico.
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