Por Yasmín S. Portales Machado
Desde el martes tenía un tic nervioso en el ojo izquierdo, del nerviosismo: el martes echamos a rodar la bola la Besada. Claro, dentro del desastre que significa que te surja un tic, es mejor en el lado izquierdo, porque yo en casi todo le voy a la izquierda, ¡fíjense que soy zurda!
La cosa iba bien, dentro de los planes, hasta que mi jefe me llamó el miércoles en la noche para que le hiciera un informe. Yo pensé que no había problema con eso, pero el jueves a la mañana descubrí que la mayoría de las informaciones para ese informe se habían perdido con la PC de mi oficina. ¡De madre! A rastrear la red, pasito a pasito.
Después lluvia y tormenta eléctrica, con el consiguiente alto en el informe, porque nadie me pagará otra PC.
Total, que salí a la calle casi a las 4 30 p.m., la hora en que debía encontrarme con el resto del grupo para estar coherentes y serenos.
Llegué a las 5 03 p.m., y la prensa me calló encima:
¿Tú eres la directora? No ¿Entonces eres la vocera? Esta vez, si.
¿Quién organizó la besada? Todo el grupo hizo algo: Sandra en FB, Luis con los MSM, yo en el blog, Samuel con el espacio y el concepto, Isbel en los diseños. Esto es trabajo horizontal y cooperativo.
¿Qué relación hay con el Observatorio Crítico? Varios de los integrantes somos miembros.
¿Sufrieron alguna presión para impedir el evento? No, llegué tarde porque el transporte está malo.
¿Por qué están aquí? Porque es el 43ro aniversario de las protestas de Stonewall y eso se considera el inicio del Movimiento del Liberación Homosexual Contemporáneo, aunque no hay que olvidar que la cosa empezó en Alemania en el XIX. Entonces, estamos aquí para celebrar nuestra diversidad como comunidad LGBT, para ocupar el espacio público como ejercicio de derecho.
Por suerte Sandra y Samuel me sacaron del círculo mediático y pudimos hacer lo planeado: leer el Comunicado y besarnos.
Hubo cosas no muy felices que se explican por la falta de experiencia: La primera dejarme detener por la prensa en lugar de mantenerme centrada en la acción. ¡La prensa no puede ser la que marque la agenda! La segunda que me esperaran para besarse. Eran las 5 p.m. y las personas se miraban las caras, inseguras de qué hacer. Tiene que ver, coincidimos al valorar nuestro trabajo, en la falta de tradición con las flashmob en Cuba, que se opone a la lógica vertical: hay que estar a la espera de una señal.
La tercera, y más indicativa de cuanto queda por hacer, fue la asistencia. ¡Por supuesto que el resultado fue excelente! Había gente que no era del OC, ni de Bloggers Cuba, y sumamos más de veinte. Esa modesta cantidad se logró a través de mensajes de texto, correos electrónicos, invitaciones de FB y llamadas por teléfono. Se logró saltando sobre el obstinado silencio institucional que no puede -¿por naturaleza o falta de deseos? reconocer que las sexualidades no son monopolio del Estado, sino tema que corresponde a la sociedad toda (y eso incluye a las iglesias, grrrr). La cosa perturbadora está en quienes sabían y no fueron.
Luis y yo comentamos luego que ahí hay de todo:
Gente que es muy OK por teléfono, pero no en la concreta.
Gente que no lee su correo electrónico y luego se queja de que no sabe nada.
Gente que no puede entender que organicemos acciones públicas sin permiso, que necesitan saber ¿por quién está amparado el Proyecto Arcoiris? y el miedo a lo desconocido les paraliza. Así que se hacen cómplices del silencio: no se atreven a dar un corta y pega y la red de activistas se va al teatro el fin de semana, sin saber que podían elegir asistir a una acción política contra la homofobia.
Gente que se asustó porque circuló un mail afirmando que somos un grupo opositor al CENESEX y que circular la invitación o asistir podría traer problemas (típica actitud difamatoria y opaca de la política estalinista). Se dejaron amedrentar si usar la cabeza, porque si un grupo anticapitalista es opositor del CENESEX, el problema es del CENESEX ¿o no?
Gente que simplemente se complicó.
De cierto modo, hicimos la besada justamente para la gente que no se decidió a salir del armario de lo autorizado y coordinado, de lo amparado por las instancias superiores que todo lo saben y todo lo definen. Aprendieron que la calle no era suya, sino de una entelequia llamada los revolucionarios que nadie por fin sabe cómo lucen o qué creen.
Salimos a la calle ¿y qué?
Hablamos de política, identidades, derechos, legalidad, diversidad social, ¿y qué?
Exigimos nuestros derechos en Cuba y los derechos de quienes en el resto del mundo comparten la discriminación ¿y qué?
Enfrentamos a la prensa internacional ¿y qué?
Pues si, colega, la calle es nuestra. ¿No sabías que lo dice la Ley? La calle es de toda la nación con sus colores, sus religiones, sus ideologías, sus elecciones estéticas, dietéticas, éticas o extradiegéticas.
Lo que les quita el aire es que nos demos cuenta y actuemos. ¿Vienes a la próxima?