En el núcleo espiritual de la nación. ¡loor y gloria!

Por Félix Sautié Mederos.

El 400 aniversario del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad flotando sobre las aguas de la Bahía de Nipe, ha tenido a lo largo y ancho del país un momento culminante durante las tradicionales celebraciones litúrgicas populares del 8 de septiembre, porque la Virgen de la Caridad del Cobre es un signo y un símbolo sembrado en el núcleo espiritual de la nación cubana, que en el transcurso del tiempo se mantiene latente en el corazón del pueblo, por más que se trate de menospreciar o borrar, desde diversas posiciones políticas e ideológicas que se mueven en nuestro entorno nacional e internacional. Ante la fe que le da origen, hay quienes expresan un ateísmo muchas veces profano de sus 400 años de historia y tratan, infructuosamente, de imponer el desconocimiento simplista e inculto así como la negación, porque la Virgen de la Caridad es un lazo de unión de los cubanos como ha expresado el Cardenal Jaime Ortega.

No obstante debo decir que estas voces discordantes que tuvieron su máximo auge en los tiempos en que el Ateísmo Científico era una política refrendada por el Estado, cada vez encuentran menos eco y la verdad sobre la historia y las tradiciones de la Virgen mestiza de todos los cubanos, ha resurgido a los primeros planos incluso oficiales de la vida social, política y económica de nuestra país, en lo que pudiera significarse como un verdadero torrente de espiritualidad cubana de un pueblo que resiste y lucha por su subsistencia en medio de los grandes desafíos que se presentan ante todos los cubanos de adentro y de afuera del país.

La identidad de cualquier nación tiene fundamentos esenciales de índole espiritual y cultural que de ser negados debilitan y ponen en cuestionamiento el núcleo básico que la origina. Ser y sentirse cubano además de haber nacido en Cuba, parte de una determinada identificación espiritual y cultural que va más allá de las concepciones ateas o religiosas que se posean. Ser cubano significa reconocer como suyo el territorio dentro del cual se ha nacido, así como su historia, sus símbolos nacionales, sus tradiciones, sus costumbres, su idiosincrasia y todo un conjunto espiritual que nos identifica. Pienso que quienes no lo reconozcan así, entran en una contradicción insalvable con su identidad y con las esencias de nuestra nacionalidad en el tiempo.

La Virgen de la Caridad, que en los cultos propios de la religiosidad popular cubana se representa a partir de la deidad yoruba OSHUM, diosa del amor y de la belleza ha sido inmemorialmente, desde el hallazgo de su imagen en 1612, un signo de identificación y unidad de los cubanos, asentado en la espiritualidad de los pobladores de nuestro archipiélago caribeño cuando aún no éramos un país independiente. Y, aunque haya quienes lo desestimen, ese símbolo nos ha acompañado por 400 años en nuestras angustias y alegrías así como en nuestras luchas y esfuerzos por la vida, la justicia, el desarrollo y la paz. La Cuba de hoy no es una excepción y multitudinariamente los cubanos volvemos nuestros ojos hacia la Madre de todos implorando amor y paz. El lema central del año Jubilar por los 400 años del hallazgo de su imagen bendita: “A Jesús por María, la Caridad nos Une” sintetiza un deseo y un signo viviente de amor y unidad entre todos los cubanos. Esta es mi percepción personal y quiero dejar constancia y testimonio de mis sentimientos al respecto.

El pueblo masivamente así lo ha ratificado en las explosiones de espiritualidad y de amor que se manifestaron durante la Peregrinación Nacional (2010- 2011) de Oriente a Occidente de una de sus más antiguas imágenes, que es atesorada en la iglesia de Santo Tomás en Santiago de Cuba, conocida como la Virgen Mambisa debido a las versiones que le atribuyen haber sido compañía del los mambises en nuestros campos y maniguas durante las guerras de independencia. En la historia de Cuba son múltiples los relatos que testimonian la presencia activa de la devoción por la Virgen de la Caridad entre los luchadores por nuestra independencia nacional, lo que tuvo su clímax en 1915 con la carta que dirigieran al entonces Papa Benedicto XV los veteranos de la Guerra de Independencia, cuyo documento es una prueba innegable de su respeto hacia la Caridad del Cobre, solicitándole que fuera declarada Patrona de Cuba. Este es un hecho histórico que en mi criterio requiere del máximo respeto.
Ante quienes desdeñan estas expresiones populares, tendría que repetir aquello que los extremos se tocan coincidiendo unos y otros en sus prejuicios, sus rencores e incluso sus odios hacia las creencias religiosas del pueblo y hacia las religiones, especialmente la Iglesia Católica Cubana, que no deberían ser identificadas únicamente con los errores puntuales de las personas que han hablado y actuado en su nombre a lo largo de la historia, sin tomar en consideración la fe y las creencias populares que forman parte esencial del sustento del núcleo espiritual de la nación cubana. El sentido de elite y el sectarismo de quienes se consideran demiurgos con derechos a negar, repudiar y reeducar al pueblo en su espiritualidad, dañan los sentimientos y las esencias de la nación.

La Virgen de la Caridad es acompañamiento y esperanza del pueblo cubano y en este 400 aniversario quiero afirmarme en la devoción popular que la considera Madre de todos los cubanos. Respeto a quienes así no la consideran, pero a su vez pido respeto para una inmemorial devoción popular. La fe de los pueblos está cuajada de misterios inescrutables que tienen mucho que ver con los sentimientos que bullen dentro de las personas. Me sumo finalmente a lo expresado por el Arzobispo de Santiago de Cuba, Dionisio García Ibáñez en su reciente homilía por el 8 de septiembre: “Debemos buscar unas relaciones humanas en que la gente pueda vivir y expresar lo que siente, una convivencia en el amor fraternal”, Así lo pienso y así lo afirmo como testimonio de vida, de mi fe y con mi respeto a quienes piensen diferente. ¡Loor y gloria a la Virgen mestiza de todos los cubanos!. fsautie@yahoo.com

Publicado en Por Esto! , sección de cultura, el martes 11 de septiembre del 2012.

http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=33&idTitulo=191109

También en Cuba menos del 1% deciden


Por Pedro Campos

Se ha convertido en una consigna movilizadora de las mayorías en EEUU y el mundo capitalista, que menos del 1 % de su población, compuesto por millonarios, es quien verdaderamente tienen el poder económico y político y deciden todo lo importante en esos países.

El VI Congreso del Partido Comunista de Cuba aprobó los Lineamientos para la política económica y social, que a su juicio deberán regir los destinos de Cuba. Dichos Lineamientos no fueron sometidos a votación de todo el Partido, ni desde luego a referendo popular. Los pocos cientos de delegados al Congreso, no llegaron ni al 0.05 % de la población.

Y esto se hace en nombre del artículo 5to de la Constitución, que reconoce el papel dirigente del Partido Comunista en la sociedad cubana; lo cual, en cambio, entra en contradicción flagrante y viola el espíritu de soberanía, democracia y republicanismo de toda la carta Magna y la letra específica de varios de sus artículos, tales como:

el artículo 1ro que establece: “Cuba es un Estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como República unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana”.

el artículo 3ro que señala. “En la República de Cuba la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado. Ese poder es ejercido directamente o por medio de las Asambleas del Poder Popular y demás órganos del Estado que de ellas se derivan, en la forma y según las normas fijadas por la Constitución y las leyes.”

Hoy todo el sistema político-económico-social actual se sustenta en “el papel dirigente del PCC”, el cual funciona de acuerdo con el Centralismo Democrático, donde lo primero determina sobre lo segundo, lo cual trae por consecuencia que sea una pequeña elite dirigente la que determine y decida todo, no solo en el partido, sino en la sociedad.

No por gusto quienes ocupan los cargos principales del gobierno y el consejo de estado, son a la vez, los mismos que ocupan los cargos centrales en el partido.

Es, desde ese centro dirigente, de donde salen todas las leyes, que vienen además en forma de decretos, discutidas y aprobadas luego por la Asamblea Nacional. Ninguna ley es sometida a referendo popular como debería ser en una democracia directa, verdadera.

¿Y el sistema representativo del Poder Popular y su Asamblea Nacional? La Asamblea Nacional está compuesta por menos de mil diputados, menos del 0,01 %. El 50 % de sus candidatos, son designados desde “arriba” y el otro 50 % desde las comisiones electorales controladas por el partido en las provincias y aunque tienen iniciativa legislativa reconocida, en la práctica solo están para aprobar lo arriba dispuesto.

Hoy, es esa Asamblea Nacional, con diputados cuasi designados, la que elige al Consejo de Estado y al Presidente del Consejo de Estado y de Ministros. No es el pueblo directamente quien lo hace.

De manera que puede afirmarse categóricamente, que también en Cuba, menos del 1 % de la población es el que está decidiendo los destinos de más de 11 millones de cubanos, el 99 y tanto % restante.

Es difícil, en las circunstancias actuales, establecer un camino para revertir esa situación. El que sea, tendría que ser pacífico y por medio del diálogo y la negociación. El sectarismo y la obcecación del partido-gobierno le impiden emprender esa ruta, a diferencia de la izquierda democrática y socialista que no está atada a dogmas, prejuicios ni exclusiones, partidaria y proponente de un diálogo nacional sin exclusiones.

Al respecto, recordamos que fue nuestro compañero Félix Guerra, poeta, escritor y periodista, comunista de siempre, quien en marzo del 2009 hizo un llamamiento al Congreso de la Nación y fue nuestro compañero Félix Sautié, periodista, economista, teólogo y comunista de siempre, también, quien escribió en el 2007 un libro con el título “Socialismo y reconciliación en Cuba. Una mirada desde adentro”.

Si queremos que ese 99 y tanto por ciento de la población participe de la decisión sobre sus destinos, si pretendemos que la socialización y democratización de la economía y la política, -el proceso revolucionario-, siga avanzando y se reduzcan las posibilidades de un retorno al régimen de oprobio y al capitalismo más vulgar y hediondo.

No queda más alternativa a la izquierda no dogmática, que promover, por ella misma, y llevar a vías de hecho, ese diálogo con todos y para el bien de todos, toda vez que el gobierno-partido no acepta el reto.

De ser la derecha la que encabece la crítica al modelo burocrático de corte neo-estalinista, la lucha por ese diálogo, por el respeto a los derechos de todos los cubanos, por la democratización del sistema político, por las libertades de expresión y asociación, por el libre acceso a internet, por la libertad de elección de los cubanos y por enfrentar las arbitrariedades del “socialismo de estado”, estarían garantizados la restauración del capitalismo privado, la democracia burguesa y el fin del intento socialista en Cuba.

Para quienes no lo entiendan: para evitar que eso pueda ocurrir, fue que algunos compañeros, participamos en la confección y firmamos el Llamamiento urgente por una Cuba mejor y posible”.

Publicado en Havana Times