Por Dmitri Prieto Samsónov
El 19 de mayo se conmemoró otro aniversario de la caída de José Martí en Dos Ríos (Cuba, 1895). El apóstol cubano acababa de arribar a la isla después del largo destierro, y –a pesar de que nunca antes había participado en acciones de guerra, aunque fue un gran estudioso de la historia militar- se involucró en el primer combate que tuvo cerca, resultando muerto por balas españolas en meros minutos.
Horas antes, los líderes militares de la guerra anticolonial le habían otorgado a Martí los grados de Mayor General.
La TV cubana transmitió un interesante documental sobre la muerte de Martí. Es un asunto que siempre fue algo misterioso, además de trágico y fatídico para la historia nacional. Resulta poco comprensible cómo un hombre de inteligencia excepcional, gran pensamiento estratégico, compromiso absoluto con la causa cubana y dotado de tremenda capacidad para lo que hoy llamamos relaciones públicas, se decidiera a arriesgar su vida de manera tan extraña.
Sabemos que muchos intelectuales y ciudadanos comunes aún hoy lamentan esa rara muerte, casi acusando en sus adentros a Martí de irresponsable. ´Debería haberse quedado ese día en el campamento´ -piensan- ´y quizás después incluso salir nuevamente del país, para continuar haciendo política a favor de Cuba´. Pero Martí, evidentemente, tenía otros criterios sobre lo que significa ser un político responsable. Continue reading