¡Abajo el amor romántico!

Por: Redacción BBC Mundo

Ya lo dijo Shakespeare: el romance es una tragedia…

Nuestra noción idealizada del amor es en realidad el mayor enemigo de las relaciones duraderas, dice Mark Vernon, escritor y periodista, especializado en libros de amistad y filosofía. Vernon es el autor del libro "Amor: todo lo que importa".

El amor romántico es celebrado como la cúspide del amor. Se lo mercadea como una experiencia cumbre, sin la cual uno no puede decir que ha vivido. Los signos de su atractivo están por todas partes, no sólo el día de San Valentín. Considérese, por ejemplo, el costo de una boda promedio. Se ha disparado en años recientes. En países como el Reino Unido puede alcanzar las 20.000 libras (unos US$30.000). Pareciera que para las parejas hubiera una relación directa entre valor romántico y valor monetario. O piénsese en el cine, donde las comedias románticas son grandes éxitos de taquilla. Si uno logra acertar con la fórmula, y ofrecer un final en el que los amantes se entregan a los brazos del otro, uno se embolsilla cientos de millones de dólares. Del mismo modo, hay agencias por internet a prueba de recesión. El año pasado solamente, crecieron un 60%, de acuerdo con informes.

Dice el dicho que el amor es ciego, pero sería más exacto decir que estamos siendo enceguecidos por una hiperversión del amor romántico, y estamos perdiendo como resultado. Para ir al grano: creo que el mito romántico es uno de los más perniciosos de nuestro tiempo. Según ese mito, hay alguien ahí afuera que lo completa a uno, y sin el cual nuestra vida es apenas una media vida. El mayor reto de la vida moderna, en consecuencia, es encontrar a esa persona y enamorarse. Dejar de ser dos y convertirse en uno.

Aunque es muy difícil de comprobar, me pregunto si esta visión del romance se ha vuelto tan monstruosa -en tanto y en cuanto pone una enorme presión sobre las parejas para lograr la satisfacción del otro-, al punto de que realmente está afectando más relaciones de las que está ayudando. Se trata de una idea socialmente corrosiva porque idealiza el amor, en vez de entender que el amor se hace, no se encuentra. El amor se hace con las altas y bajas de estar con alguien que es tan imperfecto como uno mismo.

El poder del mito queda demostrado por el hecho de que muchas personas dicen no creer en él. Estas personas se quejan de que la historia encaja bien en las novelas y películas románticas, en la publicidad de los sitios de internet para buscar pareja, pero que no se corresponde con la vida real.

¿Y no es precisamente este sueño el que atrae a las personas a las revistas, al cine, a internet? Es revelador el hecho de que la pregunta más común en Google el año pasado fuera "¿Qué es el amor?". Los mitos malignos son más poderosos cuando creemos que no nos dominan. Me pregunto si esa idea del romance no explica, en parte, el incremento en las cifras de divorcio.

Llama la atención que a las personas que se casan por segunda vez parece irles mejor cuando han superado la etapa del hiper-romance. Un estudio reciente concluyó que hay tres factores principales para el éxito de un matrimonio: el consenso de pareja, el apoyo social y la estabilidad financiera. Estas parejas, quizás habiendo aprendido por las malas, ahora pueden hablar racionalmente de sus problemas, apoyarse en el amor de familiares y amigos y sentirse asentados materialmente. Si el romance es lo primero que impulsa a las personas, las relaciones sólo tienen una oportunidad verdadera de florecer cuando el factor crucial no es precisamente el romance.

En "Romeo y Julieta" el romance se roba el corazón de la pareja… con trágicos resultados.

Poniéndonos un poco más espesos, ¿alguna vez se ha preguntado por qué el romance está tan directamente asociado con la muerte?

Piense en Romeo y Julieta. Pareciera que la historia quisiera enseñarnos que es mejor casarse apurado, sin pensarlo mucho, porque eso es estar enamorado, ser apasionado, ser auténtico.

Sin embargo, nóteses que cuando Shakespeare la escribió, la llamó tragedia. Shakespeare vio una verdad más profunda en aquella trama: el hecho de que cuando la perniciosa acción del romance toma los corazones de los jóvenes enamorados la cosa termina mal.

Hay señales de que cada vez más individuos están rechazando el mito romántico. El número de personas que viven solas se ha incrementado un 50% desde mediados de los 90. Muchos dicen que la soltería representa mayor libertad y más tiempo para otras relaciones, como la amistad.

¿Por qué el romance parece distorsionarlo todo?

Sospechoso que el deseo de alcanzar esa experiencia cumbre del amor ha eclipsado el hecho de que el amor se trata principalmente del otro. Paradójicamente, si todos actuáramos por las reglas del mito romántico, nos enamoraríamos del amor, en vez de enamorarnos del otro. Este amor retorcido nos susurra en la oreja que no importa de quién te enamoras, sino simplemente enamorarse.

Hay una dimensión espiritual a esta adicción romántica. El filósofo Simon May ha propuesto que mientras muchos han abandonado a Dios en Occidente, todavía añoran el amor incondicional que Dios solía ofrecer.

Sin Dios, buscamos como compensación el amor incondicional en los seres humanos. Los convertimos en dioses, y por supuesto nos fallan. Y entonces el amor se convierte en odio. Es un deseo que, por excesivo, destruye el amor. Las personas matan aquello que aman, se lamentaba Oscar Wilde.

El verdadero arte de amar es navegar la transición entre enamorarse y mantenerse amando. Enamorarse, que es cosa de romance, es el sentido intoxicante de poseer a alguien o de ser poseído. Y no puede durar, porque "poseer" aplasta "vivir". El riesgo que entonces sientes que el amor ha muerto porque, siguiendo el mito romántico, mides el amor por la intensidad que te hace sentir.

Mantenerse amando, en cambio, es la capacidad de estar con alguien y ser libre con alguien. También se siente muy bien, pero por otras razones. Puede permitir que cualidades más sutiles pasen a un primer plano, como el compromiso y la generosidad, la honestidad y la apertura. Le abre las puertas a la vida.

Mantenerse amando es, quizás, una noción sanadora, en momentos en que presenciamos la masacre romántica en otro día de San Valentín.

Marxismo–Leninismo y Cultura Tributaria en Cuba

Por Yenisel Rodríguez Pérez

HAVANA TIMES — Hoy cuando el burocratismo trasnochado da paso al neoliberalismo más convencional, vemos como se desecha en el basurero las peroratas fuertemente ideologizadas de hace unas décadas.

El gobierno reaparece con ansias de practicidad. La cuestión política se hace escueta y sensacionalista: trabajar, consumir y pagar impuestos.

Pero aun así la transición se desangra en sus propias incongruencias. Los tiburones olvidaron deshacerse de su aleta dorsal al disfrazarse de ratoncito Mike.

Insisten en recurrir a las arengas comunistas, al estilo del Marxismo-Leninismo más ortodoxo, para fundamentar las políticas neoliberales aprobadas.

Todo como parte del mismo pastel. La cultura tributaria como virtud del Socialismo del siglo XXI.

Argumentos fácilmente rebatibles por el más simplón de los opositores, resonando a modo de grandes verdades en los medios de comunicación nacionales.

Sólo aquellos que conozcan del ambiente de opresión política que impera en el país, podrán entender cómo logra el gobierno cubano mantener tales argumentos. Afirmar, por ejemplo, que la voluntad de protección social del gobierno explica la “esencia” Socialista del sistema. “El Estado protegerá al trabajador”.

¿Proteger de qué? Una interrogante que los desenmascararía al instante.

¡Acaso lo protegen de un Neoliberalismo interno!

Pero esta es una pregunta que ellos aseguran no participe de sus falsos debates televisivos. En la mirada solemne de sus periodistas se descubre un miedo de Rey Midas.

Ahora apuntan que en el año 2012 se profundizaron las políticas socialistas en el país. No obstante, las primeras cooperativas no estatales de producción y servicio se esperan para el presente año 2013. Si el trabajo cooperativo está en la base de cualquier Socialismo, qué fue, entonces, lo que nos hizo más Socialistas en el 2012?

¿Quizás el Marxismo-Leninismo sea de la misma forma reconsiderado como un aporte socialista a la teoría y práctica del Golf?

¿Quién duda que en este año los más renombrados golfistas del patio puedan colectivizar entre familiares y amigos, los palos con los que lanzan a la sociedad cubana al más profundo de los hoyos?

Los que se fueron y mis descubrimientos tardíos del periodismo en Cuba

Por Rafael González Escalona

Y uno cree que no, que fueron decisiones tomadas por ellos mismos, sin más presión que sus convicciones propias (por lo demás bastante respetables), pero de repente se encuentra uno sumergido en las páginas de una de tantas tesis de la facultad y descubre que Miguel Ángel Quevedo, Lino Novás Calvo, Francisco Ichaso, Jorge Mañach y Gastón Baquero fueron expulsados del Colegio de Periodistas y de la Asociación de Repórters de La Habana. Y uno piensa en las vindicaciones extempóreas, y las rectificaciones post-morten, y uno quiere decir algo pero todo le suena a disculpa inútil y a balbuceo. Y entonces uno calla y le dedica (también a ellos) todas las palabras posibles. Y que más puede hacer uno si es cubano y quiere hacer periodismo.

Publicado en El Microwave

La nueva política migratoria o Pronóstico para mi hijo Javier

Por Francisco Rodríguez Cruz

Por más que lo intento no logro determinar con exactitud cuándo fue que asumí como un hecho completamente natural la posibilidad de que las personas emigren de un Estado a otro, y sospecho que a la mayoría de las generaciones que nacimos en Cuba después de 1959 tal vez les suceda igual.

La nueva política migratoria que entra en vigor a partir del 14 de enero y elimina restricciones innecesarias para viajar fuera del país y regresar, es quizás el inicio del completamiento de un ciclo de madurez colectiva que, en lugar de debilitarnos como algunos pudieran pensar, casi seguramente nos hará más fuertes como nación.

Cuando yo tuve uso de razón hacía tiempo que muchos integrantes de mi familia materna y paterna vivían en los Estados Unidos, y aunque nunca cesó del todo la comunicación, ya aquella parte no mantenía vínculos regulares con quienes decidieron, no sin vacilaciones, hacer su vida en Cuba.

Digo esto último, porque hasta hace muy poco andaban por las gavetas de la casa los pasaportes que en algún momento mi madre y mi padre solicitaron allá por los años 60, sin que al final decidieran seguir el camino de algunos de sus hermanos y hermanas, para permanecer en el país junto con mis abuelas y sus restantes hijas e hijos.

En mi infancia en los 70 poco o nada hablábamos en casa de la numerosa parentela que vivía en Miami, o al menos yo no lo recuerdo. Mi primera remembranza sobre “el otro lado del charco” data de finales de aquella década, con el inicio de los viajes que supongo que por alguno de esos eufemismos tan cotidianos en el discurso revolucionario, llamaron “de la comunidad”.

Fue en 1979, bajo una relativa distensión de las relaciones con los Estados Unidos durante el gobierno de James Carter, cuando vino a Cuba mi tía Amparo, la hermana de mi papá, quien a su vez era la esposa del hermano de mi mamá. Pampa, como le decían, fue el único miembro de la familia que tuvo el valor de retornar a Cuba en aquellos primeros años, en franco desafío a su marido —el tío Pedro—, luego de once años de ausencia.

A ella, por cierto, la recibieron en casa de mi abuela paterna con todos los honores y también con cierto desparpajo por parte de parientes que mostraron de pronto un inusitado deslumbramiento y hasta cierta avaricia ante la repartición de los regalos que mi tía trajo en aquellas enormes maletas que les decían gusanos. Cada una de las prendas u objetos traían un papelito con el nombre del remitente —si lo enviaba otra persona allegada— y del destinatario.

No lo puedo olvidar, porque como yo nací luego de la estampida familiar, para mí no venía ningún presente. Niño al fin, empecé a llorar discretamente en un rincón hasta que alguien descubrió mi tristeza y apareció alguna chuchería para consolarme. Todavía me causa gran contrariedad aquella reacción infantil, y hago el cuento ahora para exorcizarla, por lo vergonzosa que me resultó siempre.

Pero mi tía Amparo murió repentinamente pocos años después de aquella visita, y las relaciones entre los parientes volvieron al distanciamiento de antes, al menos en la relación con mis padres, y en consecuencia, conmigo y mis hermanos.

Lo más lamentable es que no creo que entre la mayoría de los miembros de mi familia hubiera esas grandes discrepancias ideológicas que justificaran la persistencia de rencillas insuperables de principios —salvo muy contadas posiciones extremas de ambas partes por sinceras convicciones políticas u orígenes de clase tal vez—, además de que siempre hemos sido lo bastante pobres en los dos lados del Estrecho de la Florida como para ni siquiera imaginar la posible ocurrencia de conflictos por razones económicas.

Han sido las barreras objetivas en las vías y medios para comunicarnos, la rutina de los problemas cotidianos —a veces terribles— en cualquiera de las orillas, y posiblemente algunos resquemores sentimentales por sucesos del pasado que en cierta medida también heredamos los más jóvenes, lo que casi anuló el vínculo familiar entre quienes vivimos en Cuba y los que residen en los Estados Unidos.

Apenas un año después del recibimiento a la tía Amparo, otra experiencia infantil marcaría en mi memoria lo traumático que podía resultar en esa época el fenómeno de la emigración para Cuba: fue la imagen de una puerta o una pared —no preciso el detalle— con las manchas ominosas de los huevos que le lanzaron a la casa de una familia que residía muy cerca de la escuela donde yo cursaba la primaria, durante la crisis del Mariel en 1980, cuando a quienes abandonaban el país los estigmatizaban como “escorias” y recibían el “repudio” del vecindario.

Es cierto también que a aquellos tristes, excesivos, erróneos e imperdonables acontecimientos les precedió y luego les sucedió un ambiente de gran tensión política, que arreció con la administración estadounidense del presidente Ronald Reagan, las maniobras militares norteamericanas en el área del Caribe y no sé cuántas amenazas de guerra que parecían inminentes hasta para un niño de once o doce años como era yo.

Sin embargo, durante la segunda mitad de los ochenta y los principios de los 90 y hasta la crisis de los balseros, tuve que aprender a convivir después de una iniciación política bastante inmoderada, con las expresiones y decisiones de otros familiares que abandonaron el país o decían querer hacerlo.

Resulta curioso, por ejemplo, que el mayor de mis hermanos desde su juventud siempre aspiró a emigrar a los Estados Unidos, pero al final nunca lo hizo, no sé si porque no tuvo la oportunidad o sencillamente porque no le puso suficiente empeño. Hoy tiene casi 54 años, tres hijos, va para tres nietos y ya no habla del asunto.

Pero si tuviera que arriesgarme a definir la coyuntura que me hizo evolucionar hacia la comprensión y apoyo absolutos de ese tipo de decisión personal, atribuiría esa enseñanza a muchas de mis amistades que un día tomaron ese camino.

Colegas de estudio en la adolescencia y la juventud, periodistas y demás profesionales de mi generación que optaron por la emigración definitiva por razones diversas, las cuales iban desde el amor y la familia hasta legítimas aspiraciones de superación, incluyendo quizás también otras motivaciones más prosaicas pero igual de válidas, como las políticas o ideológicas.

Con muchas de esas amistades entrañables, con pensamientos y puntos de vista diversos y hasta muy diferentes a los míos, mantengo hoy un diálogo cariñoso, comprensivo y crítico. A varias incluso les pude saludar o visitar alguna vez fuera de Cuba y recibir su hospitalidad, afecto y respeto por mis ideas y decisiones. Esa es una actitud elemental en la que les soy recíproco siempre que vienen al país y me entero. Procuro, en fin, entender sus motivos para emigrar, aunque yo no siempre los comparta, y trato de ponerme en su lugar y apoyarles en lo que pueda con la familia —casi siempre los padres— que dejaron detrás.

Pienso, por ejemplo, que una parte de quienes emigraron quizás no lo hubieran hecho de existir la posibilidad más expedita que ahora tendremos de ir, mirar, aprender, regresar o no, decidir con conocimiento de causa dónde queremos realizarnos como personas y por qué causa vale la pena permanecer o no en un lugar.

Por supuesto que la sola enunciación de este flujo natural irrita a las facciones extremistas, y encontrará obstáculos externos a Cuba y también prejuicios internos, porque hay intereses no tan nobles ni generosos que mercadean con nuestras crispaciones históricas.

Pero tengo la esperanza y la convicción de que esa será la realidad de mi hijo, quien desde muy pequeño tiene una “antigua” enamorada del preescolar que emigró a España, más varios amigos de la primaria que viven en los Estados Unidos, e intercambian correos electrónicos y comparten cuando vienen de vacaciones a la Isla.

Quizás algún día hasta Javier obtendrá un pasaporte ordinario —espero que sea más barato para esa fecha, por cierto— e irá a recorrer el mundo lejos de mí y de su madre. Me gustaría que pudiera hacerlo con entera libertad, sin que en otras sociedades lo traten como a un ciudadano de segunda categoría por ser un inmigrante latinoamericano y sin que tampoco nadie en su tierra natal le recrimine ni le ponga trabas ni ponga en duda sus valores como ser humano por esa decisión.

Y más aún, adoraría que si lo siente y lo desea, pudiera traer de regreso a casa lo mejor que halle en ese mundo ancho y ajeno, para contribuir a hacer próspera su patria y vivir en Cuba como un hombre pleno y feliz.

Publicado en Paquito el de Cuba

Fábricas recuperadas y autogestión en la nueva realidad de España

Por José Luis Carretero Miramar

102104.jpgHace apenas cinco o seis años, hablar de empresas recuperadas o de cooperativismo en España hubiera sido manejar conceptos no sólo marginales, sino profundamente ajenos a los intereses y vivencias de la gran mayoría de la población. En el marco de la sociedad de la burbuja, el consumo desenfrenado y la “fiesta” juvenil, nadie se planteaba –o sólo lo hacían grupos en extremo reducidos o muy localizados geográficamente– la necesidad de trabajar para uno mismo desde perspectivas horizontales o ajenas al mando capitalista.

Marinaleda o Mondragón eran experiencias autogestionarias de dimensión global, pero lo cierto es que la generalidad de la población hispánica permanecía profundamente ajena a los valores que las sustentaban.

Sin embargo, no siempre fue así. Sin tener que viajar tan lejos como a las colectivizaciones surgidas en el marco de la Guerra Civil de 1936-39 (que abarcaban gran parte de la industria, servicios y el agro de la zona republicana), en el escenario de la llamada Transición española del franquismo a la democracia, en los 70, la experiencia de la recuperación de empresas por sus trabajadores jugó un papel trascendente.

Eran tiempos de crisis, fracturas y de grandes movimientos populares. Fue al calor de los mismos que se fraguaron iniciativas como la de Númax, una fábrica de electrodomésticos autogestionada por los operarios como respuesta a su intento de cierre irregular por parte de los dueños, cuya existencia quedó plasmada en dos documentales de Joaquím Jordá: Númax presenta y 20 años no es nada.

Algunas de las experiencias de aquellos años sobrevivieron, pese a todo, hasta la actualidad, como la barcelonesa Mol Matric, hoy responsable de realizar los chasis de una línea de Metro de Barcelona, el tren y cientos de máquinas industriales para empresas como General Motors; o la imprenta Gramagraf, ocupada hace 25 años, y en la actualidad parte del grupo editorial cooperativo Cultura 03.

Pero la Transición terminó. Y lo hizo como un gran fiasco. Las líneas esenciales del régimen franquista fueron mantenidas en lo que constituyó una simple reforma política que introdujo el país en el ámbito de la Unión Europea y la OTAN, y que concedió ciertas libertades públicas; pero que no tocó los mecanismos esenciales de reparto del poder económico y social. Los grandes movimientos populares se deshincharon, y a la experimentación y la lucha las sustituyó el “desencanto” y el cinismo. Las propuestas autogestionarias nunca desaparecieron, pero fueron relegadas a un espacio puramente marginal.

Y eso fue así mientras la sociedad de la burbuja y su consumo desaforado e irresponsable se mantuvo en plena vigencia. ¿Cómo?: fundamentado en el crédito y la sobreexplotación del trabajo migrante y juvenil, mediante la precarización de las condiciones laborales y la conformación de una legislación de extranjería que fomentaba (de hecho) la actividad sumergida y sin derechos.

Al llegar la crisis financiera y económica actual, las estructuras se modificaban y todo se movía: la escalada inmisericorde de la tasa de paro hasta extremos no vistos anteriormente en la sociedad española y la rápida degradación del tejido productivo y empresarial –al pincharse e implosionar la burbuja inmobiliaria– generaron una situación radicalmente nueva que implicó el inicio de grandes transformaciones económicas y también socioculturales.

El paro y una pobreza revisitada empujaban a amplias capas de la población hacia la economía sumergida y el cobro de los magros subsidios de un Estado del Bienestar que nunca se llegó a desarrollar en España hasta la magnitud alcanzada en los países centrales de Europa.

Los extremos (en puridad, extremistas) ajustes llevados a cabo por los poderes públicos ante el desencadenamiento de la crisis de la deuda externa generada por la socialización de las deudas privadas de las entidades financieras provocaron el efecto que era de esperar: el Estado Español devino un gigantesco páramo económico donde los cierres de empresas se sucedieron y amplios sectores de la población empezaron a quedar excluidos de la actividad productiva.

En ese marco se desataron los sucesos del 15 de mayo de 2011, e irrumpió con fuerza el llamado “Movimiento de los indignados”, que expresó las primeras tentativas masivas de resistencia al proceso de descomposición social impuesto por las dinámicas neoliberales de la UE y los gobiernos españoles.

A partir de entonces, la arquitectura política de la sociedad volvió a ser un elemento debatido y discutido públicamente. La política recuperó una cierta centralidad en las conversaciones cotidianas y en las mentes de la generalidad de la población. Hablar, ahora, de movilizaciones, de resistencia o de transformación social (con la autogestión como elemento central) vuelve a ser posible.

Pero ya en los meses anteriores, al calor del desplegarse de la crisis, se habían ido expandiendo los gérmenes y las semillas de esta nueva situación. Y el recurso de la recuperación de empresas por los propios trabajadores había vuelto a ser pensable.

En ese sentido, ya en los primeros años de la crisis cerca de 40 empresas fueron recuperadas por los trabajadores y puestas a funcionar de forma cooperativa, como afirma la Confederación de Cooperativas de Trabajo Asociado (COCETA). Entre ellas podemos contar emprendimientos como la empresa de robotización Zero-Pro de Porriño (Pontevedra), o la de muebles de cocina Cuin Factory en Vilanova i la Geltrú (Barcelona), en la que el antiguo jefe participó activamente en la cooperativización y donde todos los recuperadores se impusieran un salario igualitario de 900 euros. También con apoyo del propietario, se autogestionó en Sabadell la metalúrgica Talleres Socar, reconvertida en la cooperativa Mec 2010.

Pero, quizás, la iniciativa más impactante y conocida sea la puesta en marcha por los ex empleados del periódico de tirada nacional Público, que dejó de editarse en papel el 23 de febrero de 2012 y dejó al 90 % de sus trabajadores en la calle. Fueron esos mismos trabajadores los que constituyeron la cooperativa Más Público, que trata de obtener apoyo social y financiero para seguir publicando el periódico en formato mensual.

Sin embargo, pese a estas experiencias, no puede decirse que la vía de la recuperación de empresas se haya vuelto algo habitual o extendido: los trabajadores, en las situaciones de cierre, siguen prefiriendo masivamente hacerse con las prestaciones que comporta un Estado del Bienestar cada vez más menguante y en discusión. Las dificultades de la figura jurídica de la cooperativa en el Derecho español, así como la casi ausencia de previsiones al respecto en la Ley Concursal, junto a cierta pasividad alimentada por las décadas de universo burbujil y conformista, probablemente fundamentan estas limitaciones de la estrategia recuperadora.

Lo que sí parece cada vez más común es el creciente recurso del cooperativismo de muchos desempleados que, ante la situación de anomia productiva y de falta de expectativas de volver a ser contratados, recurren a la posibilidad de capitalización de la prestación por desempleo para la conformación de emprendimientos autogestionarios. Los ejemplos son innumerables (como la cooperativa de electricidad renovable Som Energía, creada en diciembre de 2010) y, en algunos casos, muestran evidentes vínculos con los movimientos sociales (como los relativos a la conformación de experiencias a la imagen y semejanza de la Cooperativa Integral Catalana, o los del ámbito libertario, como la gráfica Tinta Negra). De hecho, de enero a marzo de 2012, se produjo la creación de unas 223 cooperativas nuevas en el Estado Español.

No hay duda. Nuevos caminos están siendo recorridos por la sociedad española, para bien y para mal. Y, entre ellos, el camino de la autogestión empieza a ser cada vez más común.

Del Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión (ICEA). Madrid, España

Documental sobre el Internet en Cuba

Por Yusimí Rodríguez

En Cuba, los alumnos reciben computación desde los primeros cursos de la primaria. ¿Pero qué pasará con esos pequeños cuando crezcan, en un país donde el acceso a Internet y a otras redes informáticas es prácticamente nulo? ¿Qué será de sus sueños y expectativas de superación profesional?

Esa es la pregunta que plantea el documental cubano Ojos que te miran: Entre redes, realizado en el año 2012 por el director Rigoberto Sanarega. Pero pienso que no necesitamos ir tan lejos en el tiempo para preguntarnos por el acceso a Internet en Cuba.

Ahora mismo, una buena parte de los cubanos nos preguntamos cuándo llegará el acceso a Internet para todos los ciudadanos del país, no como un privilegio especial o requerimiento del trabajo, sino como un derecho, como una necesidad, incluso.

En el documental, la joven que imparte clases de computación a un grupo de estudiantes de primaria, declara que necesita de la Internet para terminar su carrera, pero no tiene acceso.

Otro joven declara que tiene que pagar 6 CUC la hora, ciento veinticuatro pesos en moneda nacional, la mitad de muchos salarios, para acceder a la red de redes y realizar su tesis.

Ojos que te miran… no penetra en las causas que impiden a los cubanos el acceso a Internet. Los trece minutos de duración del documental están destinados a mostrar una realidad, más que a cuestionar las raíces del problema.

Podríamos enumerar un montón de motivos por los que muchos profesionales y estudiantes de pre grado, postgrado, maestrías y doctorados, necesitan el acceso a Internet. Pero caeríamos en una trampa.

La posibilidad de acceder a Internet estaría determinado por la necesidad real que usted tenga de ella, y enseguida aparecerían autoridades competentes para determinar quién necesita Internet y quién no.

Y si pueden determinar quién necesita Internet, también podrían determinar qué páginas necesita utilizar y cuáles no.

Si usted es personal de salud pública, con Infomed debe bastarle. A otros debe bastarles con Intranet. Ambos son redes internos controlados por el gobierno cubano.

El acceso a Internet, a cualquier página y cualquier sitio, es un derecho y punto.

En el documental aparece un trabajador de uno de los Joven Club de Computación creados en el país por el eterno líder de la Revolución, Fidel Castro, y cuenta que en los meses que ha trabajado allí, no ha podido entrar a Wikipedia.

Sin embargo, otro entrevistado nos habla de la creación de EcuRed, una enciclopedia cubana, que, paradójicamente la mayoría de los cubanos no conoce, ni sabe que existe.

El mayor número de usuarios de EcuRed no accede desde Cuba. Nuestro país está en el noveno, décimo o incluso onceno lugar, según el entrevistado. Se ubica detrás de España, México, Panamá, Colombia, Estados Unidos y otros países. ¿El motivo? El propio entrevistado lo dice: el poco acceso a Internet que existe en el país.

A algunos, como a un señor entrevistado en el documental, les sigue funcionando el pretexto de los norteamericanos. Los norteamericanos tienen la culpa de todo lo malo que sucede en Cuba.

En el documental, la joven que imparte clases de computación a un grupo de estudiantes de primaria, declara que necesita de la Internet para terminar su carrera, pero no tiene acceso.

Pero otro señor cuestiona qué sucedió con el cable que tendió Venezuela y del que no se le ha explicado nada a la gente. Quisiera recordar sus palabras textuales pero es imposible. Solo puedo decir que me sorprendió, de manera agradable.

Uno de los problemas de tener que vivir pensando en lo que vas a comer por la noche, el dinero para el jabón de baño que ya no te dan por la libreta, conseguir aceite extra porque el de la dieta (por receta médica) no te alcanza, es que te mantiene enfocado en los problemas de la supervivencia diaria y no te deja pensar en cuestiones elementales de libertad de acceso a la información.

¿Para qué quiero Internet con el estómago vacío? ¿Para qué quiero Internet si no tengo gas para cocinar, jabón para bañarme? Visto desde esa perspectiva parece que Internet es un lujo en el que muchos cubanos no piensan, ni saben que existe. Pero es alentador saber que cada vez hay un mayor número de compatriotas que se interesan por la red de redes.

Ojos que te miran… no penetra en las causas que impiden a los cubanos el acceso a Internet. Los trece minutos de duración del documental están destinados a mostrar una realidad, más que a cuestionar las raíces del problema. Quizás era esa la intención del director, u optó por la cautela en un tema tan complejo.

De todas formas, tal vez no es tan contradictorio el hecho de enseñar computación en las escuelas, crear los Joven Club de Computación, y luego negar el acceso a Internet a los ciudadanos.

Si miramos al pasado, el Gobierno Revolucionario realizó una campaña de alfabetización para enseñar al pueblo cubano a leer y escribir. Luego prohibió muchos libros e incluso tipos de música.

Internet llegará como nos llegaron otras cosas que estuvieron prohibidas: la música de los Beatles, los equipos de DVD, los teléfonos celulares, el hospedaje en hoteles.

El gobierno se quedará sin pretextos para restringir el acceso. Y como ha sucedido con la telefonía celular, Internet estará al alcance de todos… los que puedan pagar casi un ojo de la cara por usarlo.

Ya no podremos decir que nos restringen el acceso… solo que nos exprimen el bolsillo.

Pero mientras esos dorados tiempos llegan, qué bueno que un documental cubano ponga (al menos una parte) del tema sobre la mesa.

Publicado en HAVANA TIMES

Cuando un amigo se va

Por Isbel Díaz Torres

Jorge Diego e Isbel Díaz Torres, poco antes de que el primero saliera de Cuba

Jorge Diego e Isbel Díaz Torres, poco antes de que el primero saliera de Cuba

En Cuba, cuando un amigo se va, es como si hubiera muerto. Aquello que una vez se construyó en una parada de guagua, en un aula de clases, cae de golpe en el pasado, y nada más crece a partir del momento de su salida.

No importa ya que las nuevas tecnologías nos permitan saber de sus paseos en trineo en alguna montaña canadiense, o de sus álgidas jornadas laborales llevando tres empleos a la vez al sur de España. Lo único cierto es que muere.

Quienes logran regresar a la isla, al cabo de los años, verifican el deceso más fácilmente aún. Se descubre en esos raudos instantes (casi nunca hay tiempo para más) cómo las anclas se fueron zafando una a una.

Los de adentro parecemos ante los ojos del recién llegado pobres monos enjaulados, atados por permisos, pasaportes, visas, inaccesibles para nuestros bolsillos, y perdiéndonos la juerga universal del consumo.

Los que llegan de fuera, por su parte, se nos aparecen con la mirada distraída, con la cabeza llena de pensamientos extranjeros, haciendo cálculos de presupuestos a ver si es posible dar regalitos a todos, o hacer una fiesta que nunca es como las de antes.

Como les digo. Se mueren. Y nosotros también morimos ante su mirada que ya no nos entiende.

Todos los mejores amigos de mi vida se han ido. Al parecer no he tenido buena suerte, a pesar de que ahora tengo también amigos maravillosos. Pero no son aquellos del pre o la universidad, a quienes les contabas tu primer amor, tu miedo a ser descubierto, tus ingenuos planes para el futuro luminoso que nos esperaba.

Ayer supe que uno de ellos murió de un infarto, sin haber pasado los treinta añitos de vida aún. A pesar de que conoció el amor y logró ver un poco el mundo (algo que la mayoría de las personas no consiguen), he pensado en su soledad, en su búsqueda desesperada, en su desamparo.

Pero vuelvo acá y comprendo: había muerto antes, junto con los demás. Lo más triste es que, a pesar de la muerte, uno sigue amándolos, y esperando algo que no se sabe bien qué cosa es.

Publicado en Havana Times

Google Earth "destapa" instalaciones nucleares estadounidenses

El Sindicato de los Científicos Preocupados (Union of Concerned Scientists), que lucha por la ecología en todo el mundo, elaboró un mapa de las principales instalaciones estadounidenses involucradas en el desarrollo de armas nucleares.

El mapa muestra información detallada de las bases militares y del arsenal nuclear, así como de los centros científicos que se ocupan de su desarrollo y mantenimiento. Cada edificio señalado tiene una indicación que da cuenta de su disposición exacta y su funcionamiento.

La iniciativa fue apoyada por la compañía Google, que autorizó la publicación del mapa en Google Earth. El mapa es solo una parte de un proyecto mayor del sindicato, que tiene como objetivo la disminución del arsenal nuclear de EE.UU.

Los impulsores del proyecto planean seguir desarrollando el mapa. Para eso, proponen a los ciudadanos cooperar y ayudar a actualizarlo enviando más datos.

La información oficial no es tan secreta y ya fue publicada erróneamente en uno de los sitios web del Gobierno estadounidense. Un informe de 266 páginas fue preparado para el Organismo Internacional de Energía Atómica y remitido al Congreso en mayo de 2009 por el presidente de EE.UU., Barack Obama. En una carta adjunta el mandatario había indicado que la información no era secreta. Como resultado, los datos estuvieron disponibles durante un día en el portal gubernamental.

Publicado en Cubadebate con información de Russia Today

Abstención: mayoria clara en elecciones regionales del 16-D en Venezuela

La ausencia del electorado marcó de tal modo el evento que sólo en Amazonas -la circunscripción electoral con menos votantes- el candidato ganador pudo superar a la abstención. Incluso, en 13 entidades (Apure, Barinas, Bolívar, Carabobo, Delta Amacuro, Falcón, Guárico, Mérida, Monagas, Portuguesa, Sucre, Trujillo y Vargas) es mayor que la votación combinada del chavismo y la oposición de derecha y socialdemócrata.
En el cuadro anexo van los datos que evidencian este resultado que, por incómodo, será ignorado o minimizado por polítiqueros y opinadores del poder.

Publicado en http://periodicoellibertario.blogspot.com