A puertas cerradas y con oídos sordos

Por Rogelio Manuel Díaz Moreno

Un amigo me ha contado que a un amigo suyo, le contó otro amigo, que cuando los trabajadores del Censo de población que está por realizarse en nuestro país pasen por su vivienda, no va a declarar que posee X artículos ni que se gana cuatro pesos chapeando el jardín de una anciana que vive en su cuadra. Pareciera que el amigo del amigo de mi amigo desconfía de las buenas intenciones y teme que, a los que revelen detalles levemente salidos del tiesto de lo centralmente autorizado y administrado, le vaya a apretar las tuercas.

Un periodista se muestra indignado y pide mano dura contra esos inconscientes que no cooperan lo suficiente en la lucha contra el mosquito aedes aegypti, trasmisor de enfermedades como el dengue. Pareciera que las personas son tan irresponsables que son capaces de arriesgar su salud con tal de evitarse una leve molestia, por lo que necesitan que papá Estado las regañe a ver si se educan.

Estos botones dan fe de una actitud que se resiste, hoy en día, a tener confianza en el estado y sus instituciones, y no digamos ya a cooperar cuando las mismas convocan a empeños de bien común. Y yo me pregunto por qué será.

Se asume que la confianza engendra confianza y que, para esperar sinceridad, se debe ofrecer sinceridad. Pero las fuerzas del orden estatal gustan de solicitar que los ciudadanos se vigilen entre sí y le reporten, a las autoridades superiores, cualquier asunto que constituya una irregularidad. Esto podría ser loable, en todo caso, si se circunscribiera al combate contra crímenes como el narcotráfico o el terrorismo, pero constituye una insoportable violación de la privacidad del individuo en demasiadas otras esferas de la vida, como pueden ser la decisión de acoger o no huéspedes, y otras actividades económicas honradas y de supervivencia básica ante la incapacidad de ganarse una vida decorosa trabajando para el Estado por un salario en moneda nacional ¡por no hablar de la compra de alguna mercancía en el inexorable mercado negro!. Bastante tenemos, piensan algunos, conque lean nuestros correos y escuchen nuestros teléfonos, para creer también que la mano estatal, encargada de perseguir irregularidades, no va a alimentarse con lo que cuantifique la mano censal para quién sabe qué propósitos marrulleros. Para colmo, el estado-gobierno no es nada transparente con sus gestiones y la administración de los recursos provenientes del sudor de los trabajadores, ni gusta de revelar muchas informaciones y datos trascendentales del tipo socio económico, ni a investigadores ni a ciudadanos de a pie, como tuvimos un ejemplo fehaciente en el último censo realizado, a finales de la pasada década.

Por otra parte, para que le abran la puerta a los fumigadores y otros activistas institucionales de la salud, ayudaría que el estado reconociera en los medios de prensa oficiales, con todas sus letras, las situaciones epidemiológicas que haya o no en el país. Si hay dengue, que no se limiten a explicarlo, casi que a sottovoce, en corrillos discretos donde se cita a los vecinos por el CDR y apenas van tres viejitas apuradas porque va a empezar la novela. Que el Granma y demás reconozcan, HAY DENGUE, ES PELIGROSO, HAY QUE ENFRENTARLO. Si hay cólera, que el periódico diga desde que aparece, HAY CÓLERA, en vez de esas notas crípticas que hablan y para eso, con retraso- de un brote de enfermedades diarreicas agudas con lo que el despistado puede pensar que en un cumpleaños repartieron cake en mal estado; luego, con gran reluctancia, reconocen la existencia de un raro bicho, Vibrio cholerae, y no le ponen el nombre en griego porque las prensas no tienen los caracteres del alfabeto helénico. El contraste que existe entre el desganado reconocimiento de situaciones internas y el morbo conque se exaltan las desgracias en el exterior resulta un marco desfavorable para ganar en capacidad de convocatoria, pensamos muchos.

Pero pedir sinceridad y transparencia al aparato estatal es como pedirle peras al olmo. Pareciera que el trabajo de los miembros de aquel consiste en mantener sanas las páginas de los diarios y no nuestros barrios; adjudicarse los méritos de las cosas que salgan bien como dirigentes modelo y culpar al corrupto, apichonado e indisciplinado Liborio por los problemas que existan. De tal suerte, parece poco probable que ambos extremos vayan a intimar el uno con el otro, y que las actividades que dependan de esa confianza mutua vayan a llegar a buen puerto.

Cambian bosque por casas para el MININT (II)

Por Isbel Díaz Torres

No ha quedado un solo árbol en pie

HAVANA TIMES, 3 oct. — En el parque ubicado en Quinta Avenida, entre 256 y 258, Santa Fe, no ha quedado un solo árbol en pie. El pasado mes de julio una tala sorpresiva abrió espacio para un complejo habitacional destinado a oficiales del Ministerio del Interior (MININT).

En el poblado de Santa Fe existen restricciones urbanísticas debido a las dificultades de acceso al agua potable y a la electricidad, según nos informó la arquitecta de la comunidad. Además, el espacio es uno de los de mayor vulnerabilidad a causa del ascenso del nivel del mar, y de la consecuente penetración marina.

No obstante, existe un área disponible para emplazamientos al final del pueblo. El lugar, conocido como El Roble, posee un suelo firme, a diferencia del sitio que ocupaba la arboleda de casuarinas, que es terreno pantanoso además de estar ubicado en un ‘túnel de viento’ por donde entran los frentes del norte.

El Roble, por supuesto, no es lo suficientemente céntrico como tener vivienda en plena Quinta Avenida.

El delegado no sabía nada

Lázaro E. Delgado, el joven delegado de la circunscripción 64 a la que pertenece el parque, no fue informado, ni antes, ni después de la tala.

“Ellos no cuentan con ningún factor dentro de la comunidad” dijo el Delegado

“La Ley 91 establece que el delegado debe tener conocimiento de todo lo que sucede dentro de su área de atención, sin embargo, en este caso, como son del MININT, y tienen esa libertad. . . o se la toman. . . o alguien se la da. . . entonces ellos no cuentan con ningún factor dentro de la comunidad,” declaró.
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Cambian bosque por casas para el MININT (I)

Por Isbel Díaz Torres

“Cuando yo llegue el fin de semana y vi esto, me dieron ganas de llorar”, confeso Patricia Alonso

Un bosquecillo de casuarinas fue totalmente talado el pasado 11 de julio, en la costera localidad de Santa Fe, al oeste de la capital cubana. La acción, llevada a cabo por una brigada del Ministerio del Interior (MININT), ha dejado consternados a los vecinos del lugar, quienes manifestaron su impotencia para evitar tal depredación.

La diseñadora Patricia Alonso y su familia tratan actualmente de denunciar lo acontecido, aún cuando no les queda claro a dónde deben dirigirse. Por tal razón informaron de los hechos al colectivo ecologista El Guardabosques, con la esperanza de encontrar eco a sus demandas.

“Cuando yo llegué el fin de semana y vi esto, me dieron ganas de llorar”, confesó la joven, quien junto a familiares y amigos ha trabajado en el diseño de campañas de bien público para la localidad de Santa Fe.

La cubierta forestal que se encontraba en la depresión impactada era uno de los elementos verdes más significativos de la Quinta Avenida en la porción de Barlovento, y constituía un símbolo característico del eje vial y urbanístico de la zona.

Al fondo, una caseta metálica de color azul, revela la presencia del guardián del lugar.

Los activistas de El Guardabosques, junto a Patricia, acudimos al lugar buscando información y tratando de cuantificar el impacto real de la depredación.

Ninguna señal queda de lo que fue ese bosque urbano de casuarinas. Un amplio terraplén amarillo ocupa la totalidad de la manzana que da a la céntrica Quinta Avenida. Al fondo, una caseta metálica de color azul, revela la presencia del guardián del lugar.

“Esto serán casas para militares. . . para guardafronteras. Serán edificios biplantas del MININT”, declaro resuelto el joven custodio, que vestía uniforme militar. Su información fue corroborada por los vecinos quienes, a escasos metros del sitio, han sido las personas más vulneradas.
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