Lunes enVenegasdo re mi

Por Luis Rondón Paz

Este lunes pasado, estaba medianamente embullado de ir al Teatro Nacional a ver el concierto de Julieta Venegas, contaba con un pase vip -digo contaba- porque luego me enteré que me había quedado quemado con la gestión de la entrada, pero bueno, tenía el día planificado, trabajo en oficina, trabajo en la radio, universidad y después para el Teatro.

Termino la rutina del día, salgo de las clases de Filosofía que estaban muy interesantes, -bueno que remedio, tengo que crear en mi subconsciente esta idea para poder aprobar, si no, me voy del aire, -literalmente como Matías Perez- :).

Terminan las clases y a por mi P16 o P2 o lo que pase para el Teatro Nacional. Hago unos minutos, espero pacientemente , pasan dos ómnibus, pero yo realmente no tenía ganas de que me arrugaran mi camisa y pisotearan mis zapatos -ya me quedé descalzo en el vedado hace poco por aventurero-
Esperé unos 15 minutos, vi unas cuantas caras conocidas, desconocidas y hasta etc, abordé el siguiente P, me bajé en la plaza y a
socializar.

Al llegar estaba eso lleno de gente, -como siempre aglomeración por gusto-, ya que a las 9 PM es que abriría para entrar el público, hice mi observación científica tanteé el terreno, recibí mi póster de Julieta Venegas y me dediqué a buscar caras conocidas, que siempre aparecieron, hablé con una amiga que además de actriz vende caramelos y dulces, ella me dice -mijo hay que luchar que el arte está difícil- , al instante que decía ella yo me eché a reír porque es una realidad que el arte es mal pagado en Cuba, sobre todo la radio por lo difícil que es de hacer, sin contar que para entrar hay que hacer banco más que la lista de espera interprovincial por allá por los años 90. Pero bueno, amenizaba la charla y me enteraba de las entradas que desde el pasado martes estaban a la venta, cosa que nunca me enteré, -nada, yo de ingenio como siempre- pensándome que era libre la entrada, que iluso el niño -me decía a mi mismo-.

Por otro lado la colega con quien charlaba me decía -Luisi, están vendiendo las entradas entre 10 y 15 CUC- Resultaba escandaloso para mi pagar una suma tan alta por mucho que me gustara Julieta Venegas, el trovador Filiú y la Cantante Rochi, ¡no es para tanto! Ella me contaba cómo logró comprarse un juego de muebles con el dinero que hizo con la venta de entradas para los Premios Lucas, -¡Ño!-, hay gente con dinero en la Habana, le decía, aunque internamente una vez mas en mi imaginario se cocinaba la tesis que decía:

Bueno, 11 millones de cubanos, 300 personas pueden pagar 15 CUC para un teatro, realmente no es significativo, teniendo en cuenta que la mayoría son personas de un nivel adquisitivo moderadamente alto.

Bien, logré adquirir una entrada en CUP(sin mucho apuro agarré primera fila de la Sala Avellaneda, al menos en pantalla la veo, en vivo, pero en pantalla). Me despedí de la amiga con quien charlaba e hice otra “observación científica” -sonó como una investigación indicada por el profesor de Metodología de la Investigación-, en fin, buscar mas gente conocida ya que no es muy agradable ir a un lugar solo, -aunque mejor solo, que mal acompañado.

A los veinte minutos entablo charla con un viejo amigo, el personaje parecía un ventilador en la entrada mirando para todos lados buscando, luego me explicó que esperaba a su “amigo”(varones no heterosexuales conservadores suelen decir así a su novio/a).

El me reprimía de la siguiente forma:

-¿Pero Luisito tu estás loco?, Qué es eso de que estás hablando de democracia y derechos humanos?, disidencia y todas esas cosas, hasta tuve que quitarte de mi lista de amigos…-

No le culpo por expresar su inquietud ante mi posicionamiento político, me estima y bueno, para mi es una persona especial, está claro que tenemos pensamientos distintos, comentaba fuera de ese tema y dentro, que ya estaba muy viejo y no puede correr el riesgo de que lo expulsen de su trabajo por tener un amigo en las redes sociales tan “conflictivo”, si en su muro sale de casualidad un texto de los que yo escribo o reproduzco de otra persona, automáticamente mi socio sale por el techo.

En parte es razonable su comportamiento, típico de paranoias y constante invocaciones de resentimientos producto de creencias irracionales que terminan destruyendo el sistema nervioso de las personas.

Aunque señalo también esta realidad; fácilmente te “tumban del caballo” por una “palabra” mal interpretada por el oportunista que sabe a cual buró depositar la bala para otorgar el “tiro de gracia”, eso, no se puede dejar pasar por alto. Eso me hace recordar rasgos similares de algunos capitalistas:

-O te callas y obedeces o ya sabes que hay todo una lista esperando por ocupar tu puesto por un salario más bajo del que te estoy pagando, a ver, estoy siendo un poco cínico aquí culpando solo al capitalista, también las miserias humanas son parte de este estilo de vida, -¿pero acaso el carácter fetichista del sistema no esconde todos estos males?

En fin, después de la descarga de palabras coincidimos en que la doble moral está incrustada en lo mas profundo del imaginario de los cubanos, -bueno no es tan así- hay personas que no les queda otra que agarrar las sobras de la croqueta, razón por la que a cada rato estoy introduciendo el dedo en la llaga. Para recordar que lo que está mal está mal y se debe llamar por su nombre.

En el dialogo el me decía; -Cada edad es para su momento, yo ya tengo más de 50, estoy en cuenta regresiva, ya mi época de luchar se terminó, al momento que decía esas palabras llegaba su “amigo” y bueno, el siguió con su vida y yo la mía, digo, camino al teatro, ellos entraron por el frente y yo por detrás.

Por lo pronto la cola para entrar era abismal -!que cantidad de personas!- , lo cómico de todo esto es que la puerta estaba cerrada, yo como siempre lejos del tumulto, no es lo mío. Pienso que el momento de estar pegado así es bailando con alguien, durmiendo o haciendo el amor :-).

Se demoró medianamente unas dos horas que abrieran las puertas, y yo pacientemente me tomé mi estate tranquilo en la esquina, -total- yo tengo mi asiento asegurado en primera fila.

Fue muy divertido el concierto, por un lado hubo un que otro problema con el audio(eso pasa siempre en los conciertos en vivo), Santiago Feliú se puso a afinar la guitarra en pleno concierto -!que cómico!, realmente me simpatizó mucho el gesto que hizo hacia el público, por otro lado mientras se preparaba escenario para que Julieta hiciera su gran entrada, algunos se entretenía haciendo chistes e imitaciones de animales. Hubo uno que dijo en voz baja:

-Vendo pan con moringa a cinco pesos-, para que fue aquello, mira que contenerme era imposible al punto que tuve dejar salir la riza que como una epidemia contagió el teatro completo, aunque la mayoría de la gente no conocía realmente por qué tanta celebración humorística.

Finalmente la anfitriona hizo su entrada, cantó nos dejó con lágrimas de alegría recuerdos de momentos inolvidables, y mas con ganas de seguir adelante con nuestras vidas, hubo un momento que estaba yo encantado con el penúltimo tema que tocaba la artista mientras una pareja detrás de mi hablaba de chismes de pasillo, -como si el teatro fuera para hablar de temas tan fuera de…- ,mejor no lo escribo. Terminó el concierto, salí con un frío tremendo, ahí dentro creo que se podían hacer cubitos de hielo, pero bueno, mejor frío que calor. Salí a buscar mi ómnibus destino a Santiago de Las Vegas y a dormir para continuar la rutina diaria.

Queda decir que me hacía tremenda ilusión conocer personalmente a la cantante mexicana Julieta Venegas, -vamos, me hace tremenda ilusión aún-, pero no se dieron las circunstancias adecuadas para que se hiciera realidad, lo que queda para mi y llena de satisfacción y alegría mi alma, es el haber presenciado un concierto en vivo, de una cantante que escribe temas tan cargados de espiritualidad y delicadeza como “limón y sal”, canción que me sirvió de herramienta para reconquistar un viejo amor y “me voy”, tema que señala el autoestima y para tomar la decisión de terminar una relación.

Realmente deseo mucha salud y éxito para Julieta Venegas y su banda, son magníficos músicos.

Unas cosas piensa el elector y otras cosas piensa el elegido

Por Rogelio M. Díaz Moreno

Ahí está el flamante Parlamento cubano, reunido en la última sesión que van a celebrar los diputados en funciones. Y aprovechan para discutir una serie de cuestiones que esclarecen muy bien a cuáles intereses responden y a cuáles no.

Esto de los intereses, es cierto, se puede tachar de subjetivo. Sin embargo, yo desafío a cualquier interesado a salir a la calle en cualquier ciudad de Cuba y preguntar al azar; con seguridad, se va a demorar en reunir 10 personas que afirmen convencidas que no les interesa en lo absoluto el tema de la Reforma Migratoria. Solo le establezco una restricción: que no pregunte en la inmediatez del Palacio de las Convenciones, donde se reúne un grupo que, en el lenguaje de los investigadores, podríamos llamar sesgado. La abrumadora mayoría de las personas en el resto del país, o tiene parientes en el extranjero con los que le gustaría comunicarse con mayor fluidez; o tal vez podría trabajar un tiempo por allá afuera a cambio de un salario que sí alcance para cubrir las necesidades básicas de la familia, reunir algo y hasta tal vez regresar en mejores condiciones; o incluso pertenece a alguno de los grupos relativamente privilegiados, que pueden darse el lujo de salir un par de días a ver cómo es aquello por allá afuera… pero no pueden, pues tienen ante sí una odiosa barrera legalista que se los impide, bajo la exigencia de caros permisos de salida que el gobierno se arroga el derecho de otorgar o no.

Ya no se soporta más la charlita de quien te inculca lo malo que es el mundo exterior y la suerte de tener un papá-estado que te protege, una aristocracia que sabe qué es lo que más le conviene a la plebe ignorante. Ni menos que te exijan una fidelidad esclava por el resto de tus días, en pago por unos estudios o servicios médicos que uno pudiera retribuir con una cantidad razonable de trabajo propio. Las prohibiciones cubanas relativas a los viajes son simplemente violadoras de los derechos humanos, establecidos en varios documentos globales que nuestro gobierno, para mayor escarnio, se ha comprometido a respetar. Tanto se ha hablado de este asunto, tanto se ha aplazado, que alguna vez albergamos la esperanza de que en esta sesión del Parlamento que los cubanos elegimos, esta vez sí, se discutiera ese asunto y se adelantara aunque fuera un poquito. Pero no. Los elegidos no lo consideraron oportuno. En su lugar, decidieron apretar las tuercas en la Aduana a todas las personas que entren en el país con mercancías varias. Esto se explica por la preocupación del gobierno de combatir la industria de la reventa interna de estas mercancías en el país. Esto, a su vez, tendría sentido si se desea proteger a la industria nacional. Pero surge una duda, ¿cuál es y dónde está esa industria, a menos que se cuente la de la importación estatal de mercadería de mala calidad para revendérsela a la población con un IVA del 240%?

Justamente, muchos trabajadores cubanos desearían establecer una industria nacional. Pequeñas y medianas manufacturas podrían hacer florecer la deprimida economía del país con formas verdaderamente socialistas de producción, si tan solo se aprobara el mecanismo legal de formación de cooperativas de producción de bienes y servicios. Tanto se ha hablado de esto otro, se ha defendido tan vehementemente hasta en la prensa oficial, que se pudo llegar a creer que este era el momento en el que el Parlamento iba a escuchar el reclamo de los electores. Pero no. Los elegidos tampoco consideraron que esto fuera oportuno. En su lugar, se discute lo de discutir es una forma de llamarle al proceso previo a la aprobación unánime del documento la nueva Ley Tributaria. Al gobierno le interesa perfeccionar cada detalle del mecanismo de recogerle el dinero de los impuestos a los trabajadores del sector privado.

Otros electores que fueron dejados en la estacada fueron los del sector LGBT. Adiós esperanzas de aprobación del Código de la Familia, que contiene cláusulas reconocedoras de algunos derechos de estas personas. Como todos los demás ciudadanos en Cuba, los miembros de la comunidad LGBT son incitados fervorosamente a comportarse como buenos electores. Ah, pero ¿quién tiene la capacidad para incitar a los elegidos? Nadie la tiene, esto es, nadie con suficiente poder, y que además se sintiera predispuesto a terminar de asumir el principio de igualdad y de combate a las discriminaciones que debieran primar en una sociedad socialista. Parece que el gobierno ya sacó el suficiente crédito de las migajas que le otorgó a este sector y considera que ahora lo puede dejar en la cuneta. Más le interesa, a las autoridades, proseguir su enfrentamiento con los que le arrancan trocitos del pastel sin su permiso, y por eso arremete contra las ilegalidades y corruptelas de menor cuantía.

En fin, que pasó esta legislatura y dejó pasar la oportunidad de hacer historia. Los cambios de alguna trascendencia que ocurrieron en Cuba durante este quinquenio, partieron de ucasses del Consejo de Estado. El Parlamento, por su parte, se concentró en acápites esotéricos de un nuevo código de tránsito y sofismas semejantes en temas intrascendentes. La sociedad civil, sin organización ni representación pública fuerte, protagónica, democrática, no parece tener una manera de lograr que, aquello que ella piense, tenga un efecto diferente al del plañir de un borracho, al que le responde el bodeguero burlón: Hoy no fío, mañana… ¡tampoco!