Alan Gross: Por una solucion negociada

Por Arturo López-Levy, Profesor Adjunto, Josef Korbel School of International Studies, University of Denver.

En la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos el pasado año, el representante David Rivera (R-FL) exigió que Wendy Sherman, subsecretaria de Estado para asuntos políticos, revelara si Estados Unidos trató de negociar con La Habana, de alguna manera, una liberación de Alan Gross. Rivera dijo: “Es indignante que la Administración Obama podría estar negociando con un régimen terrorista para liberar a un rehén estadounidense”.

Esa política es correcta: Estados Unidos no debe ceder a las demandas de los terroristas pues solo incentivaría a los mismos a secuestrar otros rehenes. Pero nada de esto tiene que ver con Gross o con Cuba.

Si hubiese una lista de países no democráticos, Cuba debería figurar, pero las referencias de Rivera al terrorismo son una manipulación. El Departamento de Estado no ha registrado una sola acción terrorista patrocinada por Cuba en dos décadas. La semana pasada, La Habana fue sede de otra ronda de negociaciones entre la guerrilla de las FARC y el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos, quien no solo agradeció la facilitación sino también demandó la inclusión cubana en la próxima Cumbre de las Américas. En España, el otro país supuestamente víctima de grupos protegidos por Cuba, ETA se ha desmovilizado y los sucesivos gobiernos socialistas y populares han agradecido a La Habana por recibir a comandos liberados de la organización vasca.

Gross fue detenido en Cuba, no secuestrado. Trabajaba bajo los auspicios de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) bajo la sección 109 de la ley Helms-Burton, una ley que ha sido condenada por las Naciones Unidas por violar la soberanía cubana. No es un rehén; Gross es una víctima de cinco décadas de conflicto, atrapado debido a nuestra política de cambio de régimen. Si Washington accediera a negociar con Cuba la libertad de Alan Gross, tal acción no crearía ningún riesgo de secuestro de otros estadounidenses. Cuba no secuestra a turistas norteamericanos, como Hamas y Hezbolá hacen con ciudadanos israelíes con el fin de provocar nuevas negociaciones.

La administración de Obama, repitiendo públicamente que la única opción para resolver el caso Gross es que Cuba le otorgue la libertad “incondicionalmente”, ha rendido la iniciativa política a la derecha cubana. Esas fuerzas, a las que el presidente Obama no les debe nada, pues trataron de evitar su reelección al presentarlo como asociado con Hugo Chávez y Mariela Castro, siguen sin reconocer su propia responsabilidad en el calvario de Gross. La detención de Gross fue una tragedia anunciada en la larga historia de conflictos de Washington con la soberanía cubana, provocada en gran medida por la insistencia de algunos grupos exiliados en mantener la política estadounidense de embargo contra Cuba e imposición de cambio de régimen desde el exterior.

Después de su reelección, el presidente tiene la flexibilidad de la que carecía antes de noviembre. Es tiempo de exigir una negociación que traiga a Alan Gross de vuelta. La acusación de Judy y Alan Gross contra el gobierno estadounidense es una interpelación contra los programas mal diseñados de USAID en Cuba. Si Gross fue desinformado sobre los riesgos que corrió y no se le preparó para enfrentarlos, ¿qué podría decirse de la irresponsabilidad de USAID al imponer riesgos a ciudadanos cubanos, que son usados en esos programas sin dar su consentimiento informado? Es importante pensar con creatividad posibles alternativas, como la transferencia de esos fondos millonarios de la USAID hacia iniciativas menos provocadoras e intrusivas. ¿No sería mejor brindar becas universitarias, o programas orientados al desarrollo económico y la ayuda humanitaria, fuera de toda conexión con la ley Helms-Burton?

Toda solución negociada tiene sus costos pero lo lógico es compararla con las alternativas. En Washington y Miami, el debate es incompleto si los intransigentes no asumen el costo de proponer que el gobierno estadounidense abdique de sus responsabilidades morales y legales con alguien que trabajaba para sus programas de la USAID bajo la ley Helms-Burton. Los sectores opuestos a una negociación han prevalecido sin siquiera explicar los beneficios, costos e incertidumbres del curso de acción que proponen. Es tiempo que expliquen a Judy Gross que su propuesta equivale a dejar a su marido tras las rejas por cuatro años y más.

El día que exista voluntad política en Washington y La Habana para resolver los problemas estructurales de la relación bilateral entre los dos países, resolverán con creatividad el caso Gross. Por eso el peor escenario es la ausencia de conversaciones sobre temas de interés mutuo. En La Habana también deben pensar. Nada sería peor que perder cuatro años de un segundo mandato de Obama, sin promover una relación menos conflictiva de Cuba con EEUU. No ayudaría al interés nacional cubano ni a la situación de los agentes que queden sin expirar sus condenas en 2016.

Tomado de El Nuevo Herald

Las complejidades de Miami

Por Haroldo Dilla Alfonso

miañiMi anterior artículo sobre un excelente libro de Jan Nijman tuvo la virtud de atraer la atención de numerosos lectores, algunos de los cuales opinaron sobre Miami. No faltaron los que lo hicieron con el corazón en la mano, porque Miami es sin lugar a dudas un tema de gran emotividad para los cubanos: unos porque la aman, otros porque la odian y también quienes simplemente le temen.

Debo confesar que Miami no es el tipo de ciudad que me atrae, posiblemente porque estoy en la última categoría. Como cubano, y por haber estado en ella muchas veces, no me hubiera sido difícil colocar allí mi laptop. Hubiera sido una oportunidad para vivir una intensidad que uno siempre sospecha de esa ciudad y tener más cerca a amigos y familiares. Pero su formato espacial y la polarización política que la recorre en cuanto al tema cubano siempre me sugieren guardar distancia, desde los ya lejanos tiempos en que la inolvidable María Cristina organizaba unas tertulias concurridas y explosivas en su casa de Coral Gable.

Digo esto para prevenir al lector de que no soy un analista imparcial, aunque reconozco que es probable que mi reticencia a Miami haya sido un error que pague más adelante, teniendo en cuenta que vivo en una ciudad que no es exactamente una meca cultural. Pero creo que el tema de Miami —como el de La Habana— merece una reflexión pausada y fría.

Miami es una ciudad de una dinámica económica sin comparación en la propia Unión Americana. Por ello es la ciudad que tiene una dinámica demográfica más intensa, a diferencia de La Habana que está muriendo demográficamente por desangramiento. Entre 1995 y 2000 la mancha metropolitana de Miami recibió 338 mil migrantes domésticos, y expelió hacia otros lugares de la Unión a 423 mil habitantes. El déficit migratorio se cubrió con la recepción de 230 mil personas de otros países, principalmente América Latina. Continue reading

John Lennon

Por Simon Frith[1]

“I read the news today, oh boy…”

lennon“La muerte de un héroe”, se leía en grandes letras negritas en la página inicial del Daily Mirror, y si no hubiera sabido de antemano hubiera esperado una historia sobre algún policía o un soldado en Irlanda del Norte. La reacción de los medios ante la muerte de John Lennon fue arrolladora y lo que comenzó como una serie de aflicciones privadas fue convertido en un acontecimiento nacional por los disckjockeys y editores; sin embargo, era muy difícil de entrever el significado de tanto luto. Los medios específicamente parecían menos raudos que lo normal, encontrándose a sí mismos confundidos en sus esfuerzos por responder a los reclamos de un genuino shock popular. Lo que se vino no fue una nostalgia sobre Los Beatles, sino una particular tristeza por la pérdida de las características beatle de Lennon –las cuales nunca encajaron fácilmente en la ideología de Fleet Street[2].

“La idea no es –como el mismo Lennon dijo una vez al Red Mole– reconfortar a la gente, hacerla sentir mejor, sino hacer que se sienta peor”.

El Mirror, con sus instintos populistas intensificados por el thatcherismo, entendió la situación correctamente. En realidad, John Lennon era lo más cercano que tuve a un héroe pero aunque sabía lo que ello quería decir según los puntos de vista de un fan (comprar los discos de Los Beatles en el mismo momento en que los sacaban a la venta, sonar con mi personal visión de una amistad con Lennon –“ya nunca podre conocerlo”, me dijo un amigo cuando supo de la noticia), nunca me detuve a pensar en que tenía que ver el heroísmo con el placer de oír su música. “¿Qué significa eso?”, me pregunto por teléfono otro viejo amigo al saber que compartíamos el mismo sentido de perdida. Colgó sin haber obtenido una respuesta y yo contemple los homenajes transmitidos por televisión, tratando de encontrar algún sentido a una tristeza que era real pero que, de acuerdo a las máximas culturales que siempre he perseguido, se asemejaba más a una vergonzosa autocomplacencia. ¿Por qué debía sentirme así por una estrella del pop?

La respuesta me empezó a llegar a través de los obituarios. John Lennon fue un héroe porque lucho contra los tradicionales sentidos del estrellato, porque se resistió a las frecuentes manipulaciones, y lucho continuamente en las editoriales de periódicos, en las entrevistas radiales, los suplementos especiales con fotos a todo color –todos lo consideraban como un amigo, su símbolo cultural. Tal y como Brian McAllister destaco en sus trabajos en el Guardian, “uno solo tiene que echar una mirada a las personas que decían que conocían a Lennon para comprender por qué se fue a vivir a Estados Unidos”. Como el mismo Lennon afirmo en 1971, “había que humillarse completamente para ser lo que fueron Los Beatles, y eso es lo que me molesta. No sabía, no pude ver más adelante. Sucedió poco a poco, gradualmente, hasta que esta locura total te rodea y estás haciendo exactamente lo que no quieres con gente que no soportas –la misma gente que odiabas cuando tenías 10 años de edad.” Continue reading

Ventana audiovisual de Cuba

Cubaplay Televisión, un canal estadounidense con más de 200 mil abonados interesados en los productos audiovisuales de la mayor de las Antillas, estuvo entre los participantes en la Expo-Feria comercial, realizada del 23 al 26 de octubre, como parte del Festival Nacional de Televisión Cuba 2012.

Por Maya Quiroga

www.cubanow.net, n. 3, viernes, 30 de noviembre de 2012

Desde que el 28 de septiembre de 2011 vio la luz Cubaplay Televisión, el primer y único canal con programación netamente cubana en la costa este de Estados Unidos, residentes de Nueva York, New Jersey y la Florida, han disfrutado, a través de Cablevisión, de varios espacios como la gustada serie juvenil Mucho ruido o la aventura Los tres Villalobos.

Cubaplay Televisión surgió a partir de una sociedad comercial con Olympusat, compañía norteamericana líder en materia de desarrollo y distribución de canales independientes de televisión.

Bajo el eslogan: “El espejo de la Televisión Cubana en los Estados Unidos” se presenta en su sitio web oficial. En estos momentos Cubaplay Televisión cuenta con más de 200 mil interesados en los productos audiovisuales de la mayor de las Antillas. En un futuro está previsto presentar el producto en Puerto Rico.

De visita en la nación antillana, Michel Martin, Presidente de Cubaplay Televisión, al calor de la Expo-Feria del Festival Nacional de Televisión Cuba 2012, en el Palacio de las Convenciones del 23 al 26 de octubre, durante los cuales delegados de Bolivia, Angola, Bélgica, Alemania y España debatieron sobre cooperación, comercialización de productos, procesos creativos y sus retos actuales.

El pabellón de Cubaplay Televisión sobresalía en la Expo-Feria por su ubicación privilegiada, a la entrada del recinto, y por su diseño original y cuidadoso, donde mostraba parte del quehacer desarrollado durante el primer año de trabajo.

En exclusiva para Cubanow conversamos con Michel Martin.

-¿Cómo es el proceso para la selección de los programas?

-Es un convenio con el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) mediante el cual adquirimos una mezcla de varios contenidos de la televisión, mensualmente, para confeccionar una parrilla de programación. A partir de ahí, se retransmiten directamente los programas en el territorio norteamericano con la estructura de un Canal de televisión que responde al nombre de Cubaplay. Continue reading