Por Armando Chaguaceda
Desde que conocí hace algunas horas (primero por su propio testimonio y luego por publicación abierta) la separación de Gustavo Rodríguez del colectivo de colaboradores de Kaos tomé la misma decisión de aquella vez, en 2009, cuando se cernían sobre el compañero Miguel Arencibia las nubes de la calumnia: tomar partido. Pero existiendo muchas formas de hacerlo consideré que los compañeros de Kaos podían estar actuando de forma honesta al considerar a Gustavo (y el MLC) actores relacionados con el gobierno de EEUU. Pensé que podían obrar así en base a informaciones distorsionadas, procedentes de aquellos lebreles interesados en paralizar el debate de ideas en torno al presente y futuro de Cuba. Y aposté, exitosamente,por el diálogo privado.
Por ello sostuve un rápido y fructífero intercambio con los compañeros de Kaos, donde primó la honestidad y la transparencia. Concordamos en la existencia de dos dialécticas o planos de lucha de ideas, en la isla y el mundo, anticapitalista y antiautoritario, donde la lucha contra los monopolios de la información y del control sobre la vida humana y la naturaleza deben abonar el camino al socialismo. En mi caso ya había insistido anteriormente (http://www.nodulo.org/ec/2004/n026p18.htm), que aquellos que en Cuba defendamos una(s) salida(s) de izquierda(s) a la crisis del modelo vigente tenemos que luchar, a la vez y sin rangos de prioridad, contra las dominaciones y culturas hegemónicas del capitalismo global (que penetran a la isla con el modelo Made in Miami) y de aquella burocracia/tecnocracia que, al final, se convierte en su alabardera al garantizar la acumulación y gobernabilidad en el plano local.
En cuanto al “caso Gustavo” considero importante destacar algunas ideas. No soy anarquista, pues provengo de una tradición teórica marxista y comparto con otros compañeros una apuesta por un socialismo democrático y participativo, donde un estado reformado (y bajo control social) comparta la gestión de lo público con una creciente participación de sectores populares y medios. Defiendo la democratización de lo público (incluidos los predios de la economía) y la expansión de los espacios deliberativos en todas las esferas de la sociedad pero no imagino, al menos en el plazo que me es dable representar nuestras conquistas, un mundo sin estado.
Pero siempre he recibido de los camaradas libertarios críticas y análisis diferentes y oportunos, que nos llevan a debates fructíferos donde todos aprendemos de las experiencias ajenas. Ratifico mi admiración por sus actitudes humanas, altruistas y responsables, realmente escasas en nuestros medios de lucha y trabajo. Por todo ello se me hace imposible equiparar a los anarquistas con la ultraderecha miamense (que tampoco representa la totalidad de los cubanos emigrados) y cualquier “denuncia” de aquellos como “agentes de la CIA”, en nombre de la “pureza del socialismo cubano” me resulta, cuando menos, sospechosa. Continue reading