Este texto fue escrito por Czeslaw Milosz como introducción al libro Exilio de Joseph Koudelka.
Mientras escribía este ensayo tenía ante mis ojos las fotografías de Joseph Koudelka. Dejaré que sean mis palabras un tributo a su arte de contar historias sin palabras. (CM)
El ritmo está en la base de la vida humana. Es, ante todo, el ritmo del organismo, gobernado por el latido del corazón y la circulación de la sangre. Como si viviéramos en un mundo de pulsaciones, en un mundo que vibra. Respondemos a él y alternadamente estamos limitados a su ritmo. Sin detener nuestras reflexiones en la dependencia que existe entre las sístoles y las diástoles del tiempo. Tiempo que fluye entre los amaneceres y atardeceres, y en secuencias de cuatro estaciones. La repetición nos permite formar hábitos y aceptar el mundo a manera de un “quizás” muy familiar; la necesidad de una rutina está profundamente arraigada en la propia estructura de nuestros cuerpos.
En una ciudad o una aldea que conocemos desde nuestra niñez nos movemos en un espacio domesticado, nuestras ocupaciones encuentran por todas partes señales que favorecen la rutina. Trasplantados a un espacio extranjero, nos oprime la ansiedad, debido a la indeterminación, a la inseguridad. Existe ahí una enorme cantidad de nuevas formas que fluyen, porque el principio de su orden, de su rutina, no puede ser descubierto. Lo que digo es posiblemente una generalización de mi propia experiencia, pero tengo la esperanza que se entienda como la experiencia que ha sido compartida por muchos, especialmente en este siglo. Continue reading