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La Fuerza del arte. Siete tesis
Christoph Menke
1.
En la era moderna nunca había habido tanto arte como ahora, ni había tenido este tanta visibilidad, presencia e influencia en la sociedad. Hasta ahora, el arte nunca había sido hasta tal punto un elemento del proceso social, una pieza más de entre las muchas formas de comunicación que constituyen la sociedad: una mercancía, una opinión, un conocimiento, un juicio, una acción.
Nunca antes en la era moderna ha sido la categoría de lo estético tan central para la concepción cultural propia como en la época contemporánea, aquella que en su ardor inicial se dio el nombre de «posmoderna» y que ha ido evolucionando, cada vez más, hacia la idea de una «sociedad de control» posdisciplinaria (Deleuze). Del mismo modo, nunca hasta ahora había sido lo estético, hasta tal punto, un simple instrumento para el incremento de la productividad.
La ubicua presencia del arte y la importancia central de lo estético en la sociedad van unidas a la pérdida de lo que propongo denominar como su fuerza. Es decir, a la pérdida del arte y de lo estético como fuerza.
2.
No es posible eludir esta situación tratando de plantear el arte y lo estético como medios de conocimiento, política o crítica opuestos a su absorción social. La concepción del arte o de lo estético como conocimiento, como política o como crítica solo contribuye a hacer de ellos un simple elemento de comunicación social. La fuerza del arte no consiste en ser conocimiento, política o crítica.
3.
En su diálogo con el rapsoda Ion, Sócrates definía el arte como una excitación y una transmisión de fuerza: la fuerza de la exaltación, del entusiasmo. En primer lugar, la musa aviva esa fuerza en los artistas, y después estos la transmiten a través de sus obras a los espectadores y críticos, igual que un imán que «no solamente atrae los anillos de hierro, sino que les comunica la fuerza para que estos actúen como la propia piedra magnética y atraigan otros anillos». «Así, la musa inspira primero a unos, y a estos se les añaden otros en serie, inspirados por los primeros.» La totalidad del arte es un conjunto de transmisión de fuerzas. La fuerza de la inspiración, del estar fuera de sí, se transmite al artista, al espectador, al crítico, «hasta que este se siente inspirado, alcanza la inconsciencia y la razón deja de habitar en él».
4.
De esta percepción de la fuerza del arte deduce Sócrates que el arte debe ser desterrado de la ciudad, pues esta última se funda en la razón. Desde un comienzo han existido dos maneras opuestas de defender el arte frente a esa conclusión. Una defensa proclama que el arte es una práctica social. Afirma, frente a Sócrates, que no es cierto que en el arte actúe una fuerza que exalta de tal manera que hace perder la conciencia. Antes bien, en el arte –en su arranque, acogida y valoración– actúa una capacidad adquirida socialmente; el arte es un acto de subjetividad práctica. Ese es el sentido de la «poética» concebida por Aristóteles como poïétique (Valéry): una teoría del arte como realización, como ejercicio de una capacidad que el sujeto ha adquirido mediante la educación, es decir, mediante su socialización (o disciplinamiento), y que entonces está en disposición de ejercer conscientemente. Frente a ella se halla, desde el inicio, otra manera de pensar el arte, que el siglo xviii bautizará con el nombre de «estética». Esa reflexión «estética » del arte se basa en la idea de que en el arte se despliega una fuerza que conduce al sujeto fuera de sí, tanto hacia atrás como más allá de él; una fuerza que es, en definitiva, inconsciente: una fuerza «oscura» (Herder).
5.
¿Qué es la fuerza? La fuerza es el concepto estético opuesto a la capacidad («poiética»). «Fuerza» y «capacidad» son los nombres de dos formas contrapuestas de entender la actividad artística. Una actividad es la realización de un principio. La fuerza y la capacidad son dos formas opuestas de entender el principio y la realización de este.
Tener capacidad significa ser un sujeto; ser sujeto significa poder hacer algo. Lo que puede el sujeto es lograr algo, llevar a cabo alguna meta. Tener capacidad o ser un sujeto quiere decir poder lograr que una acción tenga éxito mediante la práctica y el aprendizaje. Poder lograr una acción quiere decir, a su vez, poder repetir una forma general en una situación nueva y particular. La capacidad implica repetir la forma general, que es la forma de una praxis social. Entender la actividad artística como ejercicio de una capacidad significa, por tanto, entender esa actividad como una acción en la cual un sujeto realiza la forma general, reflejo de una praxis social; significa entender el arte como praxis social y el sujeto como participante en ella.
Las fuerzas, como las capacidades, son principios que se hacen realidad en las actividades. Pero las fuerzas son la otra cara de la capacidad:
— Mientras que las capacidades se adquieren mediante la práctica social, los seres humanos ya disponen de fuerzas antes de ser adiestrados como sujetos. Las fuerzas son humanas, pero presubjetivas.
— Mientras que las capacidades de los sujetos se ejercen mediante un autocontrol consciente, las fuerzas operan por sí mismas; su funcionamiento no está dirigido por el sujeto, y este no es, por lo tanto, consciente de ellas.
— Mientras que las capacidades hacen realidad una forma general predefinida socialmente, las fuerzas son formadoras, y, por lo tanto, carecen de forma. Las fuerzas modelan formas y remodelan nuevamente cada una de las formas que han modelado.
— Mientras que las capacidades están orientadas a lograr algo, las fuerzas no tienen ni meta ni medida. Las fuerzas operan en el juego, en la generación de algo que ellas ya han superado.
Las capacidades hacen de nosotros sujetos que pueden participar eficazmente en las prácticas sociales y reproducir la forma general de las mismas. En el juego de las fuerzas, somos presubjetivos y suprasubjetivos: agentes que no son sujetos, seres activos no conscientes, seres inventivos sin finalidad.
6.
El pensamiento estético describe el arte, como Sócrates, como un territorio de despliegue y transmisión de fuerzas. Pero el pensamiento estético no solo valora esto de forma distinta a Sócrates, también lo entiende de otra manera. Según Sócrates, el arte es simplemente la estimulación y la transmisión de fuerza. Pero así no existe arte. El arte es más bien el tránsito entre capacidad y fuerza, entre fuerza y capacidad. El arte consiste en la divergencia entre fuerza y capacidad. El arte consiste en un poder paradójico: poder, no poder; ser capaz, ser incapaz. El arte no es ni siquiera solo la razón (Vernunft) de las capacidades, ni el mero juego de la fuerza. El arte es el instante y el lugar del retorno desde la capacidad a la fuerza, del surgimiento de la capacidad desde la fuerza.
7.
Por eso el arte no es un aspecto de la sociedad. No es una praxis social, porque la participación en una praxis social tiene la estructura de la acción, de la realización de una forma general. Y por eso en el arte, en la producción o en la recepción del arte, no somos sujetos. Porque ser sujeto quiere decir realizar la forma de una praxis social. El arte es más bien el territorio de una libertad, no en lo social, sino de lo social; la libertad de lo social en lo social. Cuando lo estético se convierte en una fuerza productiva del capitalismo posdisciplinario se lo despoja de su fuerza; porque lo estético es activo y tiene efectos, pero no es productivo. Sin embargo, lo estético es asimismo desposeído de su fuerza cuando ha de dar forma a la praxis social opuesta a la productividad desenfrenada del capitalismo; porque lo estético es liberador y transformador, pero no es práctico. Lo estético como «desencadenamiento total de todas las fuerzas simbólicas» (Nietzsche) ni es productivo ni práctico, ni capitalista ni crítico. En la fuerza del arte está en juego nuestra fuerza. Se trata de la libertad de la figura social de la subjetividad, ya sea de la subjetividad productiva o de la práctica. En la fuerza del arte está en juego la libertad.
Este artículo es un extracto del libro de Christoph Menke, Kraft. Ein Grundbegriff ästhetischer Anthropologie, 2008. Fuerza: Un concepto fundamental de la antropología estética interpreta la estética moderna como una teoría de la «fuerza». Para ello, demuestra que la filosofía moderna arranca de la estética por partida doble, de dos formas diferentes e incluso opuestas: en cuanto estética del sujeto y de sus «capacidades», y en cuanto experiencia y teoría de la fuerza, que concibe la estética como un juego de la imaginación. La fuerza distingue la naturaleza estética del ser humano respecto del elemento cultural de las prácticas adquiridas socialmente. «Fuerza» es el concepto de una diferencia −diferencia entre naturaleza y cultura, entre humanidad y subjetividad, entre juego y práctica−, diferencia que posibilita la libertad. «La última palabra de la estética es la libertad humana.» Tomado de Índex, nº 0, otoño 2010. Cortesía Centro Teórico-Cultural Criterios.
Conferencia de Hervé Fischer en el Instituto Marinello
El ICIC Juan Marinello convoca a todos los interesados a participar en la conferencia
EL IMPACTO DE LOS MEDIOS DIGITALES SOBRE NUESTRAS SOCIEDADES: DESAFÍOS, VIRTUDES Y CARENCIAS
Fecha: Martes 6 de diciembre 2011. Hora: 10:00 am. Lugar: ICIC Juan Marinello.
HERVÉ FISCHER (París, 1941)… Es artista multimedia y filosofo. Fundador de la Ciudad de las Artes y las Nuevas Tecnologías de Montreal, del Festival Teleciencia (1990), del Café Electrónico (1995), de la Federación Internacional de Asociaciones de Multimedia (1997), de La alianza de Québec Ciencia para Todos (1997). Es autor de unos veinte libros entre estos: El choque digital (2001), CiberPrometeo (2002), El planeta hyper (2003), El declino del imperio hollywoodense (2004), El futuro del arte (2010). Hervé Fischer es considerado el padre del multimedia en Québec y calificado por Le Monde de «agitador de ideas interactivas» en 1996.
INSTITUTO CUBANO DE INVESTIGACIÓN CULTURAL JUAN MARINELLO
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Teléfonos: 861-9466, 861-9479 ext. 109. Email: comunicacion@icic.cult.cu
Observar críticamente: AHS, OC, investigación, educación, movimientos populares.
A unos días de la fecha en que se conmemora el 25 aniversario de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y a punto de llegar a las 20000 visitas al blog del Observatorio Crítico (OC), consideramos útil re-publicar esta entrevista de Mario Castillo que hace año y medio apareció en la fraterna revista Esquife. Mario aborda temas relacionados con la nueva polémica en torno al rol de la AHS y las instituciones culturales dentro de la sociedad cubana, así como da un testimonio sobre la historia de OC y el devenir reciente de la investigación socio-cultural y la educación en Cuba. En que tiempo que pasó desde que Duanee lo entrevistara, OC realizó su V encuentro en formato de Foro Social, esta vez sin auspicios de la AHS pero con la cordialidad siempre presente, de colectivos amigos dentro y fuera de Cuba.
Por: Duanee Suárez García
Desde hace varios años el mes de marzo da amparo al evento Observatorio Crítico. Auspiciado por la AHS de Provincia Habana y coordinado por Mario Castillo (jefe de la sección de crítica e investigación, coordinador de la Cátedra Haydee Santamaría, investigador del Instituto Cubano de Antropología). En vísperas de una nueva edición, conversamos con Mario:
¿Cuál fue el origen del nombre de este evento?
A partir de la necesidad de intervenir un vacío que tenía la AHS de provincia Habana y en sentido general la AHS, respecto a un espacio de análisis sociocultural del entorno creativo y la creación joven misma, entendiendo esta última en un sentido más allá de lo artístico. La creación joven como poiesis, en su sentido originario, totalizador. Por otro lado, la Cátedra Haydee Santamaría venía articulando una serie de espacios y encuentros con líneas temáticas que tenían la potencialidad de ser un nodo transhabanero y transdisciplinario en sus análisis socioculturales. El nombre se lo pusieron Dmitri Prieto y Pavel Alemán, fundadores de la Cátedra, tomándolo parcialmente de otro evento que organizó el deletéreo Ignacio Ramonet, un intelectual de moda en los mass medias cubanos a principios de los años 2000.
La mayoría de los trabajos expuestos en el evento pudieran calificarse de “críticas sociales alternativas” no tanto por el tema que tratan sino por la lupa “diferente” con la que son observados, ¿es intencional esta selección de textos y cuál es el motivo que impulsa esta selección?
Por supuesto que son intencionales. En relación a lo de “alternativo”, es un término que algunos dentro de la Cátedra hemos discutido, porque el alternativismo siempre esta definiéndose frente al espejo de lo común, a lo dominante y por ahí se llega a convertir en otra mercancía intelectual, en un deporte hueco por distinguirte como una élite original que al final nada genera, mas allá de viajes y doctorados; espurias etiquetas generacionales, etc. Creo que un propósito común en los Observatorios que hemos convocado, más que cultivar ese alternativismo ha sido generar un espacio horizontal de construcción no solo de conocimientos, sino de interacciones, de formas de relacionarnos colectivamente y entonces, desde ahí, ver los conocimientos y perspectivas de análisis que se generan. Interacciones que han sido más o menos eficientes, y en eso deberemos trabajar mejor en lo adelante, pero así lo hemos ido prefigurando: un espacio donde tiene tanto valor analítico una obra plástica, un proyecto comunitario, una investigación monográfica, un ensayo de crítica sociocultural, o un documental. Eso lo logramos con creces en este último Observatorio. Abandonamos definitivamente la práctica funesta de invitar a personalidades para “realzar el nivel del evento”, las “conferencias magistrales”, la lectura de ponencias. En la medida de las posibilidades de los participantes y para el próximo Observatorio queremos trabajar mejor con los participantes en el esparcimiento y la organización general, de forma tal que sea coherente con todo lo demás. El mundo que queremos, no jerárquico y protagónico debemos hacerlo desde ahora. En este sentido es muy revelador el diálogo que tuvimos con las compañeras que vinieron desde Guantánamo. Ellas nos confesaron su sorpresa y, por momentos desconcierto, que vivieron en las sesiones del Observatorio. Acostumbradas a un eventismo académico ritualizado, que la mayoría de los jóvenes intelectuales asumimos sin conflicto alguno, incluso lo reproducimos entusiastamente, desde la vestimenta hasta la gestión de las sesiones, pasando por los temas, aquello terminó para ellas en una experiencia inédita, a la cual se sumaron activamente, y eso tiene efectos muy frágiles y a la vez muy poderosos, de ida y vuelta, por que a ellas antes las conocimos en un espacio bien establecido dentro del circuito de eventos académicos como el Festival de la Nacionalidad en Bayamo y mira por donde floreció ese pequeño árbol…
Crees que este tipo de análisis define a la joven crítica cubana actual? ¿Cuáles consideras son los principales elementos que la caracterizan?
En muchos aspectos la joven crítica cubana actual se diferencia poco de la vieja crítica cubana actual. En cuanto a los procedimientos críticos se ha producido una actualización, a partir de una discreta incorporación de los inmensos aportes de Pierre Bordieu, Néstor García Canclini, Edward Said, Jesús Martín Barbero, Beatriz Sarlo, Cornelius Castoriadis, Michel Foucault entre otros muchos, pero en el mejor de los casos se han tomado como actualización de la moda académica y no como herramientas para construir senderos analíticos propios, a partir de los problemas legados por la historia cultural nacional, lo que le ha restado potencia a esas renovaciones, cuando ocurren. Es que como dijo hace un tiempo Pedro de Oraa a la generación de artistas plásticos de los 80, “lo actual no es solo lo presente, es lo actuante”, tanto lo que del pasado aun permanece irresuelto, como los problemas y necesidades que genera la acción misma, la práctica político-intelectual en el presente. Creo, por otro lado, que existe una atomización muy grande entre los que practican la joven crítica cubana actual, tanto entre nosotros, como con el resto de los creadores, excepto entre los artistas plásticos, donde ha emergido el personaje del curador y entre los musicólogos que cada vez mas tienen una presencia mas sana y prometedora a la hora de analizar los procesos culturales del país. Recientemente vinimos de Sancti Spiritus donde organizamos el video debate itinerante América Profunda, un espacio que se nos ocurrió en la Cátedra Haydeé Santamaría para interactuar con otros creadores dentro de la AHS, con materiales que documentaban experiencias de autoorganización de jóvenes en América Latina hoy, para debatirlas, analizarlas etc. Otros jóvenes fueron, pero ¡nadie! de la sección de crítica e investigación de la AHS de la provincia asistió a ese encuentro, excepto Yasmine León la presidenta de la sección, que tanto esfuerzo desarrolló para hacerlo. Eso tiene que ver con procesos más amplios que superan a la Asociación y ante los cuales ella ha tenido que ubicarse. La crítica y la investigación han ido perdiendo terreno en todos los niveles de enseñanza cubana, frente al predominio de la instrucción, con un sistema de enseñanza estatal, que no falla por lo masivo, sino por lo uniformizante y centralista, en el que todos, maestros y alumnos, queremos huir, porque somos objetualizados. Es un sistema educativo que le ha dado la espalda a los mas potentes proyectos pedagógicos revolucionarios de los siglos XIX y XX, desde la pedagogía libertaria de Francisco Ferrer, Sebastián Faure, etc., hasta la educación popular de Paulo Freire, entre otras propuestas, no permitiendo empoderar a alumnos, padres y comunidades en una cuestión tan estratégica como la educación. La insistencia estatal más bien se ha dirigido a perfeccionar el modelo positivista que introdujo Enrique José Varona en la época de la intervención norteamericana, orientado a crear profesionales adiestrados, listos para la explotación asalariada ante el mejor postor. Por otro lado a los jóvenes cubanos se nos viene convocando desde hace decenios a ejecutar objetivos históricos, nunca a formularlos. Todo eso da por resultado el fenómeno sociológico del abelardito, el joven graduado estudioso que no está en na´, y que luego entra en la Asociación para ver qué saca de ella… De ahí sale el vacío de la crítica, aunque por suerte, según Rubén Blades, la vida siempre da sorpresas…
¿Cómo clasificarías el evento desde la institución (AHS)? ¿Existen otros espacios de la institución que tenga esta línea?
Es un logro de la AHS y nuestro. El Observatorio Crítico es una pequeña maqueta de cuales podrían salir las relaciones mas sanas entre las colectividades y el Estado en una sociedad en transición al comunismo libertario, que es en lo que debería haber estado hace tiempo Cuba: en proceso de transferencia de las funciones estatales internas hacia los colectivos laborales y sociales. Es decir, nosotros nos organizamos para preparar un evento y nuestra organización nos asigna un presupuesto, junto a lo que ya disponemos, y que ahora bajo el concepto de la Asociación como ONG, esa concepción se profundiza y amplía. Eso nos confirma la tesis de que la AHS, a pesar de todo lo que podamos señalarle es de las pocas organizaciones del país que funciona a partir de lo que organicen los asociados de base, con su concepción de la organización y sus contenidos propios. Eso es lo que se busca con que cada provincia desarrolle un programa de eventos propios e identificables en el conjunto nacional, con perfiles propios. Eso es algo muy valioso en un contexto institucional verticalizado en extremo como el de nuestro país. Ese funcionamiento de abajo hacia arriba nadie lo pidió, no es una conquista de nadie, ni siquiera eso forma parte del discurso oficial de la AHS, simplemente fue inevitable no organizarla de esa manera, de lo contrario moría el niño antes de nacer. Una organización de creadores que conciba la creación como un hecho administrativamente dosificable desde la cúspide dirigente, está condenada a morir. Lo que nosotros consideramos útil de todo esto es que éste mismo enfoque es imprescindible llevarlo a la sociedad cubana entera, si queremos retomar el camino de la Revolución, más allá de la consigna que sirve para maquillar los específicos intereses estatales de su auto reproducción, disfrazándolos con un concepto prestigioso. Una revolución social es un hecho de creación colectiva, donde los colectivos soberanos autoorganizados, son el artista. Hace muchos años que debimos pasar de los “Comités de Defensa…” a los “Comités de Desarrollo de la Revolución” y en esto el bloqueo no ha sido un obstáculo, sino una oportunidad práctica tremenda, secuestrada por los mismos que desde 1982 formularon la “doctrina de la guerra de todo el pueblo”, en la cual, con otras palabras, reconocen que las colectividades organizadas de manera local y descentralizada, son la mejor defensa a la agresión imperialista, a lo que agregaríamos nosotros, y para la creación de una auténtica, plural y rica cultura socialista, nacida desde las necesidades mas primarias de defensa militar, de la alimentación y la vida en colectivo. La “nueva sociedad” comienza aquí, ahora y en cada momento, sino nunca nacerá, y en eso la contribución que puede hacer la experiencia de la AHS no es poca.
¿A partir de las coordenadas que has descrito, donde ubicarías tus trabajos investigativos y por qué?
Mis trabajos investigativos van dirigidos a develar las huellas de las luchas de clases en el proceso cultural cubano, a analizar la cultura como el escenario silencioso, pero duradero donde se han planteado los grandes conflictos que luego las políticas formales han intentado resolver en el marco de esas mismas luchas de clases. Un enfoque clasista de la cultura es una potente herramienta para plantearse la comprensión de los fenómenos sociales que están ocurriendo en Cuba hoy, sobre todo porque los diferentes sectores sociales que se están articulando con identidad propia hoy en Cuba, no pueden organizarse formal y explícitamente. Las tensiones entre “mikis” y “repas”, por ejemplo, traduce un conflicto entre la juventud de clase media y alta del Vedado, La Víbora, Nuevo Vedado y los de San Miguel del Padrón, Marianao, Centro Habana…, la cultura “miki” y “repa” son dos formas juveniles de articular su propia filosofía política del mundo, a partir de una misma situación de alienación ante la historia y la cultura cubana precedente. Mi propósito investigativo trata de desarrollar las herramientas para abordar la realidad cubana contemporánea y una relectura de la historia de Cuba a partir de ese futuro que ya tenemos encima.
Hablemos del Premio Calendario de Ensayo, ¿en tu opinión esta investigación es exponente de la crítica que promociona y protege la AHS?
Yo no sé qué tengan en común mi ensayo sobre el exotismo oriental cubano y el resto de los trabajos que han ganado este premio anteriormente, habría que hacer un análisis mas profundo sobre las relaciones existentes entre los trabajos premiados para entonces poder iniciar la respuesta a esa pregunta. Sería un trabajo interesante realmente hacerlo.
¿Cómo te imaginas un sistema educativo distinto en Cuba?
Creo que en primer lugar creando las condiciones para un conjunto de mesas redondas provinciales, municipales y por consejos populares; donde se involucren alumnos, padres, profesores y comunidades para discutir el tema de los tipos de enseñanzas –en plural– que queremos y que la prensa sea el medio por donde conocer las propuestas y discusiones. Para que no ocurra como con los debates de los intelectuales que se iniciaron en Casa de las Américas. El país esta profundamente organizado para todo esto, eso lo sabemos todos, el asunto es que solo se utiliza ese orden para bajar orientaciones estratégicas que mantengan todo como está. A estas alturas del juego ya vamos intuyendo que nadie, excepto nuestra capacidad de crear, errar y rectificar colectivamente, nos va a permitir salvarnos de los escenarios de futuro que hemos generado nosotros mismos con la tendencia a delegar responsabilidades en otros “que saben lo que hacen”. Específicamente en la universidad, que es algo que conozco más de cerca, apoyo la puesta en práctica del concepto de pluriversidad, que implica la creación de espacios de producción y socialización de conocimientos, donde se parta de que este proceso es multidireccional, de que coexisten múltiples saberes y que por tanto no basta con la triste y arrogante “extensión universitaria”, y más aun que ésta ya no esta cumpliendo su cometido como en los tiempos de Mella y Alfredo López, quien, por cierto, fue el que enamoró a Mella, y no al revés, con lo de la universidad popular que era una versión criolla de la escuela racionalista del pedagogo anarquista catalán Francisco Ferrer i Guardi.
Ya hacia el interior del ámbito docente universitario pienso, que la organización de las carreras por asignaturas es fatal, por lo menos en las llamadas “sociales”, (partiendo del falso presupuesto que las otras no son sociales también) ¿que pasaría si en vez de asistir a asignaturas en la universidad, asistiéramos a problemáticas? Por ejemplo, la energía nuclear como problema, no como realidad naturalizada, atraviesa un conjunto de especialidades constituidas y puede ser analizada desde miradas físicas, químicas, antropológicas, politológicas, sociológicas, estéticas, arquitectónicas, etc. Al revés de lo que ha ocurrido con las carreras hasta ahora en todos lados, que construyen delimitaciones y muros temáticos para sus especialidades, instituyendo fatales certezas disciplinarias, se trataría de crear líneas temáticas de existencia limitada, pero rigurosas, cuyo efecto sería dar a luz nuevos campos de problemas y perspectivas de análisis siempre renovadas, a partir de la interacción entre tradiciones disciplinarias, lenguajes y saberes. El cinismo del mundo académico es que cuando más habla de trans y multidisciplinariedad, es cuando menos se piensa en como propiciar este proceso en las instituciones docentes, porque allí donde se cuestiona la universidad neoliberal, orientada al mercado laboral, no se trasciende a la universidad estatal que opera bajo los mismos presupuestos académicos, con fines envueltos en la retórica del estado nacional, pero donde la sociedad tampoco tiene ninguna capacidad de intervención. La universidad debe organizarse en función de los intereses de toda la sociedad, si seguimos recocinando el modelo de universidad tecnocrática, modernizante, y en el fondo capitalista, que nos legó el ineludible Enrique José Varona estaremos reeditando la historia de un fracaso.
Publicado en: Revista EsquifeNo. 68, marzo del 2010 (sección Diálogos)