Un nuevo número de Movimiento, revista de la Agencia Cubana de Rap, será presentado próximamente en el espacio de promoción de las publicaciones periódicas cubanas Revisteando, que coordina el Instituto Cubano del Libro.
Movimiento, no. 9 retoma ciertos aspectos del debate que, en el seno de la sociedad cubana, se tiene acerca del tema racial, a partir del discurso que ha promovido el hip hop cubano sobre dicha temática.
Históricamente los exponentes del género en la isla, en especial el rap y el spoken word, han abordado distintos aspectos de la problemática racial: la identidad, la afroreligiosidad, la negritud, el racismo y la discriminación, entre otros.
Los trabajos que aquí se encuentran revelan la complejidad del tema y las múltiples perspectivas desde las cuales es posible examinar la cuestión racial en Cuba. Sirva este número para visibilizar las contribuciones del movimiento de hip hop cubano a la lucha contra el racismo y la discriminación racial.
La presentación de la revista Movimiento no. 9, a cargo del investigador y antropólogo Mario Castillo, tendrá lugar el jueves 15 de diciembre, a las 4:00 p.m., en la Librería Fayad Jamís, sita en Obispo entre Cuba y Aguiar, La Habana Vieja.
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Walterio Carbonell, un hito en la historiografía nacional
Por Madeleine Sautié Rodríguez
¿Quién podría dudar que cuando se le invoca vuelve a estar entre la gente el que ha dado su adiós definitivo? ¿Quién negaría que el único modo de no partir totalmente está en el valor de lo sembrado? Por estas razones fue posible el mágico encuentro que tuvo en el Instituto Cubano de Antropología (ICAN) la figura de Walterio Carbonell (1920-2008) con un grupo de intelectuales que asistieron al celebrarse medio siglo de su obra Cómo surgió la cultura nacional.
Una de las principales actividades que a propósito del Año de los Afrodescendientes ha estado celebrando la institución fue justamente este coloquio, ubicado dentro de la sesiones tituladas Descolonizando la Historia de Cuba y dedicado a quien nos legara una de las más puntuales joyas de la historiografía nacional al concebir una obra a la que sus diez lustros no le disminuyen su raigal valor como arma mordaz contra el racismo. Su vigencia no solo permanece incólume, sino que sigue siendo un texto imprescindible para asumir de manera orgánica y desprejuiciada el papel de África en la cultura nacional.
Convertido en letra de imprenta por Ediciones Yaka, costeado con los propios ahorros de su autor y dictado a su secretaria en apenas dos noches, el libro tiene el temblor del hombre, la espontaneidad de lo que ya no puede acallarse y el fragor de la vindicación concebida en un contexto en el que ha triunfado la Revolución Cubana y, con ella, una estrategia radical para desterrar de la Isla los atavismos racistas que comenzaron con la llegada de los esclavos y echaron raíces en el período neocolonial.
“Cuando lo lees —explica Tato Quiñones, escritor y destacado activista antirracista, refiriéndose al texto— te das cuenta de que el libro te salta en las manos, hay una voluntad de que ninguna idea se quede fuera, uno jadea con esa lectura que constituye un clásico de la historiografía revolucionaria como también lo es Azúcar y abolición, el primer ensayo marxista cubano de Raúl Cepero Bonilla a quien Walterio le sigue los pasos con esta obra.”
Pero no solo el incuestionable valor de este ensayo fue objeto de análisis de los ponentes —entre los que estaban, además, los investigadores Mario Castillo y Dimitri Prieto, el historiógrafo Tomás Fernández Robaina y el crítico Roberto Zurbano. La anécdota y las memorias expresas trajeron de vuelta a Walterio Carbonell para protagonizar al polemista, al marxista, al revolucionario que izó la bandera del 26 de Julio en la Torre Eiffel, al jaranero inolvidable, al profundo estudioso del negro dentro de la cultura y la sociedad cubanas, al insobornable amigo de Fidel a quien dedicó, en primera instancia, estas encendidas páginas.
Publicado en Periódico Granma.
Observar críticamente: AHS, OC, investigación, educación, movimientos populares.
A unos días de la fecha en que se conmemora el 25 aniversario de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y a punto de llegar a las 20000 visitas al blog del Observatorio Crítico (OC), consideramos útil re-publicar esta entrevista de Mario Castillo que hace año y medio apareció en la fraterna revista Esquife. Mario aborda temas relacionados con la nueva polémica en torno al rol de la AHS y las instituciones culturales dentro de la sociedad cubana, así como da un testimonio sobre la historia de OC y el devenir reciente de la investigación socio-cultural y la educación en Cuba. En que tiempo que pasó desde que Duanee lo entrevistara, OC realizó su V encuentro en formato de Foro Social, esta vez sin auspicios de la AHS pero con la cordialidad siempre presente, de colectivos amigos dentro y fuera de Cuba.
Por: Duanee Suárez García
Desde hace varios años el mes de marzo da amparo al evento Observatorio Crítico. Auspiciado por la AHS de Provincia Habana y coordinado por Mario Castillo (jefe de la sección de crítica e investigación, coordinador de la Cátedra Haydee Santamaría, investigador del Instituto Cubano de Antropología). En vísperas de una nueva edición, conversamos con Mario:
¿Cuál fue el origen del nombre de este evento?
A partir de la necesidad de intervenir un vacío que tenía la AHS de provincia Habana y en sentido general la AHS, respecto a un espacio de análisis sociocultural del entorno creativo y la creación joven misma, entendiendo esta última en un sentido más allá de lo artístico. La creación joven como poiesis, en su sentido originario, totalizador. Por otro lado, la Cátedra Haydee Santamaría venía articulando una serie de espacios y encuentros con líneas temáticas que tenían la potencialidad de ser un nodo transhabanero y transdisciplinario en sus análisis socioculturales. El nombre se lo pusieron Dmitri Prieto y Pavel Alemán, fundadores de la Cátedra, tomándolo parcialmente de otro evento que organizó el deletéreo Ignacio Ramonet, un intelectual de moda en los mass medias cubanos a principios de los años 2000.
La mayoría de los trabajos expuestos en el evento pudieran calificarse de “críticas sociales alternativas” no tanto por el tema que tratan sino por la lupa “diferente” con la que son observados, ¿es intencional esta selección de textos y cuál es el motivo que impulsa esta selección?
Por supuesto que son intencionales. En relación a lo de “alternativo”, es un término que algunos dentro de la Cátedra hemos discutido, porque el alternativismo siempre esta definiéndose frente al espejo de lo común, a lo dominante y por ahí se llega a convertir en otra mercancía intelectual, en un deporte hueco por distinguirte como una élite original que al final nada genera, mas allá de viajes y doctorados; espurias etiquetas generacionales, etc. Creo que un propósito común en los Observatorios que hemos convocado, más que cultivar ese alternativismo ha sido generar un espacio horizontal de construcción no solo de conocimientos, sino de interacciones, de formas de relacionarnos colectivamente y entonces, desde ahí, ver los conocimientos y perspectivas de análisis que se generan. Interacciones que han sido más o menos eficientes, y en eso deberemos trabajar mejor en lo adelante, pero así lo hemos ido prefigurando: un espacio donde tiene tanto valor analítico una obra plástica, un proyecto comunitario, una investigación monográfica, un ensayo de crítica sociocultural, o un documental. Eso lo logramos con creces en este último Observatorio. Abandonamos definitivamente la práctica funesta de invitar a personalidades para “realzar el nivel del evento”, las “conferencias magistrales”, la lectura de ponencias. En la medida de las posibilidades de los participantes y para el próximo Observatorio queremos trabajar mejor con los participantes en el esparcimiento y la organización general, de forma tal que sea coherente con todo lo demás. El mundo que queremos, no jerárquico y protagónico debemos hacerlo desde ahora. En este sentido es muy revelador el diálogo que tuvimos con las compañeras que vinieron desde Guantánamo. Ellas nos confesaron su sorpresa y, por momentos desconcierto, que vivieron en las sesiones del Observatorio. Acostumbradas a un eventismo académico ritualizado, que la mayoría de los jóvenes intelectuales asumimos sin conflicto alguno, incluso lo reproducimos entusiastamente, desde la vestimenta hasta la gestión de las sesiones, pasando por los temas, aquello terminó para ellas en una experiencia inédita, a la cual se sumaron activamente, y eso tiene efectos muy frágiles y a la vez muy poderosos, de ida y vuelta, por que a ellas antes las conocimos en un espacio bien establecido dentro del circuito de eventos académicos como el Festival de la Nacionalidad en Bayamo y mira por donde floreció ese pequeño árbol…
Crees que este tipo de análisis define a la joven crítica cubana actual? ¿Cuáles consideras son los principales elementos que la caracterizan?
En muchos aspectos la joven crítica cubana actual se diferencia poco de la vieja crítica cubana actual. En cuanto a los procedimientos críticos se ha producido una actualización, a partir de una discreta incorporación de los inmensos aportes de Pierre Bordieu, Néstor García Canclini, Edward Said, Jesús Martín Barbero, Beatriz Sarlo, Cornelius Castoriadis, Michel Foucault entre otros muchos, pero en el mejor de los casos se han tomado como actualización de la moda académica y no como herramientas para construir senderos analíticos propios, a partir de los problemas legados por la historia cultural nacional, lo que le ha restado potencia a esas renovaciones, cuando ocurren. Es que como dijo hace un tiempo Pedro de Oraa a la generación de artistas plásticos de los 80, “lo actual no es solo lo presente, es lo actuante”, tanto lo que del pasado aun permanece irresuelto, como los problemas y necesidades que genera la acción misma, la práctica político-intelectual en el presente. Creo, por otro lado, que existe una atomización muy grande entre los que practican la joven crítica cubana actual, tanto entre nosotros, como con el resto de los creadores, excepto entre los artistas plásticos, donde ha emergido el personaje del curador y entre los musicólogos que cada vez mas tienen una presencia mas sana y prometedora a la hora de analizar los procesos culturales del país. Recientemente vinimos de Sancti Spiritus donde organizamos el video debate itinerante América Profunda, un espacio que se nos ocurrió en la Cátedra Haydeé Santamaría para interactuar con otros creadores dentro de la AHS, con materiales que documentaban experiencias de autoorganización de jóvenes en América Latina hoy, para debatirlas, analizarlas etc. Otros jóvenes fueron, pero ¡nadie! de la sección de crítica e investigación de la AHS de la provincia asistió a ese encuentro, excepto Yasmine León la presidenta de la sección, que tanto esfuerzo desarrolló para hacerlo. Eso tiene que ver con procesos más amplios que superan a la Asociación y ante los cuales ella ha tenido que ubicarse. La crítica y la investigación han ido perdiendo terreno en todos los niveles de enseñanza cubana, frente al predominio de la instrucción, con un sistema de enseñanza estatal, que no falla por lo masivo, sino por lo uniformizante y centralista, en el que todos, maestros y alumnos, queremos huir, porque somos objetualizados. Es un sistema educativo que le ha dado la espalda a los mas potentes proyectos pedagógicos revolucionarios de los siglos XIX y XX, desde la pedagogía libertaria de Francisco Ferrer, Sebastián Faure, etc., hasta la educación popular de Paulo Freire, entre otras propuestas, no permitiendo empoderar a alumnos, padres y comunidades en una cuestión tan estratégica como la educación. La insistencia estatal más bien se ha dirigido a perfeccionar el modelo positivista que introdujo Enrique José Varona en la época de la intervención norteamericana, orientado a crear profesionales adiestrados, listos para la explotación asalariada ante el mejor postor. Por otro lado a los jóvenes cubanos se nos viene convocando desde hace decenios a ejecutar objetivos históricos, nunca a formularlos. Todo eso da por resultado el fenómeno sociológico del abelardito, el joven graduado estudioso que no está en na´, y que luego entra en la Asociación para ver qué saca de ella… De ahí sale el vacío de la crítica, aunque por suerte, según Rubén Blades, la vida siempre da sorpresas…
¿Cómo clasificarías el evento desde la institución (AHS)? ¿Existen otros espacios de la institución que tenga esta línea?
Es un logro de la AHS y nuestro. El Observatorio Crítico es una pequeña maqueta de cuales podrían salir las relaciones mas sanas entre las colectividades y el Estado en una sociedad en transición al comunismo libertario, que es en lo que debería haber estado hace tiempo Cuba: en proceso de transferencia de las funciones estatales internas hacia los colectivos laborales y sociales. Es decir, nosotros nos organizamos para preparar un evento y nuestra organización nos asigna un presupuesto, junto a lo que ya disponemos, y que ahora bajo el concepto de la Asociación como ONG, esa concepción se profundiza y amplía. Eso nos confirma la tesis de que la AHS, a pesar de todo lo que podamos señalarle es de las pocas organizaciones del país que funciona a partir de lo que organicen los asociados de base, con su concepción de la organización y sus contenidos propios. Eso es lo que se busca con que cada provincia desarrolle un programa de eventos propios e identificables en el conjunto nacional, con perfiles propios. Eso es algo muy valioso en un contexto institucional verticalizado en extremo como el de nuestro país. Ese funcionamiento de abajo hacia arriba nadie lo pidió, no es una conquista de nadie, ni siquiera eso forma parte del discurso oficial de la AHS, simplemente fue inevitable no organizarla de esa manera, de lo contrario moría el niño antes de nacer. Una organización de creadores que conciba la creación como un hecho administrativamente dosificable desde la cúspide dirigente, está condenada a morir. Lo que nosotros consideramos útil de todo esto es que éste mismo enfoque es imprescindible llevarlo a la sociedad cubana entera, si queremos retomar el camino de la Revolución, más allá de la consigna que sirve para maquillar los específicos intereses estatales de su auto reproducción, disfrazándolos con un concepto prestigioso. Una revolución social es un hecho de creación colectiva, donde los colectivos soberanos autoorganizados, son el artista. Hace muchos años que debimos pasar de los “Comités de Defensa…” a los “Comités de Desarrollo de la Revolución” y en esto el bloqueo no ha sido un obstáculo, sino una oportunidad práctica tremenda, secuestrada por los mismos que desde 1982 formularon la “doctrina de la guerra de todo el pueblo”, en la cual, con otras palabras, reconocen que las colectividades organizadas de manera local y descentralizada, son la mejor defensa a la agresión imperialista, a lo que agregaríamos nosotros, y para la creación de una auténtica, plural y rica cultura socialista, nacida desde las necesidades mas primarias de defensa militar, de la alimentación y la vida en colectivo. La “nueva sociedad” comienza aquí, ahora y en cada momento, sino nunca nacerá, y en eso la contribución que puede hacer la experiencia de la AHS no es poca.
¿A partir de las coordenadas que has descrito, donde ubicarías tus trabajos investigativos y por qué?
Mis trabajos investigativos van dirigidos a develar las huellas de las luchas de clases en el proceso cultural cubano, a analizar la cultura como el escenario silencioso, pero duradero donde se han planteado los grandes conflictos que luego las políticas formales han intentado resolver en el marco de esas mismas luchas de clases. Un enfoque clasista de la cultura es una potente herramienta para plantearse la comprensión de los fenómenos sociales que están ocurriendo en Cuba hoy, sobre todo porque los diferentes sectores sociales que se están articulando con identidad propia hoy en Cuba, no pueden organizarse formal y explícitamente. Las tensiones entre “mikis” y “repas”, por ejemplo, traduce un conflicto entre la juventud de clase media y alta del Vedado, La Víbora, Nuevo Vedado y los de San Miguel del Padrón, Marianao, Centro Habana…, la cultura “miki” y “repa” son dos formas juveniles de articular su propia filosofía política del mundo, a partir de una misma situación de alienación ante la historia y la cultura cubana precedente. Mi propósito investigativo trata de desarrollar las herramientas para abordar la realidad cubana contemporánea y una relectura de la historia de Cuba a partir de ese futuro que ya tenemos encima.
Hablemos del Premio Calendario de Ensayo, ¿en tu opinión esta investigación es exponente de la crítica que promociona y protege la AHS?
Yo no sé qué tengan en común mi ensayo sobre el exotismo oriental cubano y el resto de los trabajos que han ganado este premio anteriormente, habría que hacer un análisis mas profundo sobre las relaciones existentes entre los trabajos premiados para entonces poder iniciar la respuesta a esa pregunta. Sería un trabajo interesante realmente hacerlo.
¿Cómo te imaginas un sistema educativo distinto en Cuba?
Creo que en primer lugar creando las condiciones para un conjunto de mesas redondas provinciales, municipales y por consejos populares; donde se involucren alumnos, padres, profesores y comunidades para discutir el tema de los tipos de enseñanzas –en plural– que queremos y que la prensa sea el medio por donde conocer las propuestas y discusiones. Para que no ocurra como con los debates de los intelectuales que se iniciaron en Casa de las Américas. El país esta profundamente organizado para todo esto, eso lo sabemos todos, el asunto es que solo se utiliza ese orden para bajar orientaciones estratégicas que mantengan todo como está. A estas alturas del juego ya vamos intuyendo que nadie, excepto nuestra capacidad de crear, errar y rectificar colectivamente, nos va a permitir salvarnos de los escenarios de futuro que hemos generado nosotros mismos con la tendencia a delegar responsabilidades en otros “que saben lo que hacen”. Específicamente en la universidad, que es algo que conozco más de cerca, apoyo la puesta en práctica del concepto de pluriversidad, que implica la creación de espacios de producción y socialización de conocimientos, donde se parta de que este proceso es multidireccional, de que coexisten múltiples saberes y que por tanto no basta con la triste y arrogante “extensión universitaria”, y más aun que ésta ya no esta cumpliendo su cometido como en los tiempos de Mella y Alfredo López, quien, por cierto, fue el que enamoró a Mella, y no al revés, con lo de la universidad popular que era una versión criolla de la escuela racionalista del pedagogo anarquista catalán Francisco Ferrer i Guardi.
Ya hacia el interior del ámbito docente universitario pienso, que la organización de las carreras por asignaturas es fatal, por lo menos en las llamadas “sociales”, (partiendo del falso presupuesto que las otras no son sociales también) ¿que pasaría si en vez de asistir a asignaturas en la universidad, asistiéramos a problemáticas? Por ejemplo, la energía nuclear como problema, no como realidad naturalizada, atraviesa un conjunto de especialidades constituidas y puede ser analizada desde miradas físicas, químicas, antropológicas, politológicas, sociológicas, estéticas, arquitectónicas, etc. Al revés de lo que ha ocurrido con las carreras hasta ahora en todos lados, que construyen delimitaciones y muros temáticos para sus especialidades, instituyendo fatales certezas disciplinarias, se trataría de crear líneas temáticas de existencia limitada, pero rigurosas, cuyo efecto sería dar a luz nuevos campos de problemas y perspectivas de análisis siempre renovadas, a partir de la interacción entre tradiciones disciplinarias, lenguajes y saberes. El cinismo del mundo académico es que cuando más habla de trans y multidisciplinariedad, es cuando menos se piensa en como propiciar este proceso en las instituciones docentes, porque allí donde se cuestiona la universidad neoliberal, orientada al mercado laboral, no se trasciende a la universidad estatal que opera bajo los mismos presupuestos académicos, con fines envueltos en la retórica del estado nacional, pero donde la sociedad tampoco tiene ninguna capacidad de intervención. La universidad debe organizarse en función de los intereses de toda la sociedad, si seguimos recocinando el modelo de universidad tecnocrática, modernizante, y en el fondo capitalista, que nos legó el ineludible Enrique José Varona estaremos reeditando la historia de un fracaso.
Publicado en: Revista EsquifeNo. 68, marzo del 2010 (sección Diálogos)