[ctegory Política,
Economía]
Por Pedro Campos
Conscientes de que las ideas del cooperativismo y la autogestión no pertenecen a nadie en particular, vemos con satisfacción que las mismas empiezan a ser publicadas en Granma
El periódico Granma, órgano oficial del PCC, luego del discurso del Presidente Raúl Castro el 1ro de agosto en la Asamblea Nacional del Poder Popular, ha venido publicando una serie de artículos incisivos contra el burocratismo, a favor de la participación de los trabajadores en las decisiones y hasta en las utilidades y apoyando el cooperativismo.
Felicitamos estos primeros artículos en la prensa del partido y esperamos que sea el preludio de una más amplia difusión de estas ideas en todos los medios del país, con vistas a tomar otras decisiones que desbrocen el camino de la socialización y democratización del poder económico y político en la conferencia del partido, dispuesta para enero próximo.
Siempre hemos creído que los cambios necesarios deben realizarse sin traumas, logrados en el diálogo y que existen reservas revolucionarias en el seno del partido/gobierno, capaces de dar ese golpe de timón que vienen demandando muchos trabajadores, buena parte del pueblo y toda la izquierda democrática, a pesar de la oposición de un tradicional sector neoestalinista que no está dispuesto a realizar transformaciones. De ahí nuestro tradicional apoyo crítico, que algunos no entienden en la izquierda internacional.
La participación de los trabajadores en la propiedad, las decisiones y en las utilidades, constituye el núcleo duro de las relaciones de producción que primarán en la sociedad post-capitalista. Han estado presentes en el socialismo, desde los primeros utópicos, pasando por Marx, Lenin, Bakunin y muchos otros más recientes, cuya lista sería muy larga, para enunciar aquí.
Antes del triunfo de la revolución de 1959, en nuestro país existía un movimiento cooperativo de alguna significación en el transporte público; en la medicina, con las clínicas mutuales y gremiales y algunas organizaciones del movimiento obrero manejaba sus cajas de retiro y ahorro, clubes sociales, casas de descanso y otras formas de cooperación. El Hotel Habana Hilton, hoy Habana Libre, fue construido con los dineros del sindicato de los gastronómicos de La Habana, el que contrató con la cadena internacional Hilton la administración y la gestión internacional de venta. Otros sindicatos y asociaciones mutualistas y regionales construyeron emblemáticos edificios, teatros, escuelas, centros de salud y socio culturales en La Habana. En otras esferas también existían formas diversas de cooperación entre los trabajadores.
En La Historia me absolverá, se planteaban como leyes a introducir por la revolución, la repartición del 30 por ciento de las utilidades de las empresas entre los trabajadores y el desarrollo de cooperativas agropecuarias como parte de la reforma agraria. En algunas de las primeras medidas tomadas en los inicios del proceso revolucionario para desarrollar la agricultura, las ideas del cooperativismo estaban presentes. También se crearon cooperativas pesqueras, para la producción de henequén y de consumo entre otras.
Sin embargo, la ausencia de una clara conciencia sobre el significado de las formas cooperativas para el socialismo y el paulatino predominio de las concepciones neoestalinistas del socialismo como el monopolio estatal de la economía y el mercado, llevaron a la supresión de las experiencias de tipo cooperativo previamente existentes y al excesivo tutelaje del estado sobre las que se fueron creadas por éste.
No obstante muchos revolucionarios, algunos de origen anarquista, y trabajadores de las cooperativas, siguieron defendiendo esta forma socialista de producción y asociación, pero siempre en un medio que la subestimaba y la consideraba solo para la agricultura, la cual debía ser muy bien controlada, para evitar se fuera de las manos estatales.
La propaganda neo estalinista contra la Yugoslavia autogestionaria, también jugo un importante papel en el rechazo a esas formas socialistas de producción.
En el Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias, un pequeño grupo de científicos sociales venía defendiendo desde mediados de los años 80 el cooperativismo y la autogestión como ejes de la construcción económica socialista. Algunos de aquellos compañeros sufrieron represiones en diversa forma y no faltaron los aplastados políticamente. Desde entonces, aunque desde fuera del Instituto, colaborábamos ya con algunos de ellos en estos temas. De una u otra forma el asunto siguió vivo entre muchos académicos, profesionales y trabajadores, aunque siempre en un medio hostil.
Cuando el IV Congreso del PCC, muchos militantes en las bases plantearon la necesidad imprescindible del cooperativismo y la participación de los trabajadores en las decisiones y las utilidades, para el socialismo. Luego de la caída de la URSS y el campo socialista, varios compañeros, por diferentes vías, siguieron investigando sobre estos temas y, dentro de sus posibilidades, hicieron llegar a la dirección del partido sus trabajos, sin ningún tipo de aceptación.
Las cooperativas de producción agropecuarias (CPA), las de créditos y servicios (CCS) desarrolladas en los años 60-80 y las Unidades Básicas de Producción Cooperativas (UBPC) surgidas en el llamado Período Especial, siempre han estado bajo control y tutela estatal. Sus planes de siembra, sus ventas a Acopio, sus entradas y salarios y hasta sus dirigentes, en muchos casos, eran determinados centralmente.
El fracaso paulatino del estatalismo, generó movimientos insospechados en el propio seno de la economía estatal y en la informal. En muchos centros de producción y de servicios, con los propios recursos estatales y con otros de su propiedad, los trabajadores empezaron a organizar sistemas de producción y comercialización ilegales, en muchos de los cuales han estado presentes algunos de los principios del cooperativismo, como la propiedad o usufructo colectivo, la gestión común y la repartición de las utilidades.
Para el gobierno/partido se trataba de robos o desvíos de recursos del estado. Solo un enfoque científico y objetivo salido de la práctica misma, podría interpretar estos movimientos económicos, como nuevos tipos de relaciones de producción que auto-organizaban los trabajadores, para romper las asfixiantes relaciones estatales asalariadas impuestas burocráticamente.
Las fuerzas productivas creadas por el propio proceso revolucionario, sobre todo el gran potencial científico humano, generado por la revolución cultural y educacional, no cabían, no caben en el esquema burocrático estatal asalariado del neo estalinismo.
Luego del discurso de Fidel en la Universidad de la Habana, en noviembre del 2005, algunos decidimos salir a la palestra internacional a defender el cooperativismo y la autogestión, ya que nacionalmente no se nos brindaba ninguna oportunidad de publicar esas ideas, dada la natural resistencia de la burocracia a esas formas de producción genéricamente socialistas.
La lucha ha sido difícil. Nada se nos publica, aunque todo lo enviamos al Comité Central, a Granma, Juventud Rebelde y Trabajadores; se nos impide desfilar los 1ros de Mayos con un cartel que expresa, simplemente, autogestión socialistas, no se nos invita a evento económico alguno, se trató de impedir nuestra participación en algunos espacios donde pudiéramos expresar algún criterio y el mundo académico e intelectual oficial ha sido orientado a ignorarnos.
En esta batalla han tratado de desprestigiarnos, hemos sido acusados de pro-capitalistas, de agentes del imperialismo y de cuanta basura se le ha ocurrido a los neoestalinistas que han estado controlando los medios y tratando de evitar que estas ideas cobren fuerza en el seno de la revolución. Hemos tenido paciencia para soportar injurias. Nuestra activa y comprometida participación en el proceso revolucionario, ha impedido -hasta hoy- otras acciones contra nosotros.
Pero nada nos amilanó. Como pudimos, hicimos circular distintos escritos sobre cooperativismo y autogestión, por todas las vías posibles. Nada impidió que en muchos centros de producción y servicios los propios trabajadores y comunistas de base, hayan estado proponiendo aumentar su participación en la dirección, la gestión y las utilidades y que muchos profesionales revolucionarios de la Ciencias Sociales hayan ido asumiendo posiciones iguales o similares a las nuestras.
Los defensores del modelo neo estalinista, con sus ataques a nuestras posiciones, su intransigencia, su empecinamiento y obstinación, contribuyen a fortalecer los enfoques restauradores del capitalismo. Junto a la denominada mafia de Miami, son los mejores propugnadores de la destrucción de la nación cubana y su eventual anexión real o virtual.
Hay que decir con toda claridad, que el compañero Raúl Castro ha permitido este iniciado proceso de concientización con sus llamados a los debates, a permitir las diferencias y las contradicciones. Sabemos que ha heredado la presidencia de un país casi en ruinas, que su tarea es ardua y que enfrenta una formidable y sutil oposición burocrática. Pero si desea, como le creo, no caer en el abismo que bordeamos, además de escuchar a los trabajadores, tendrá que darles participación en todas las decisiones y, especialmente, en la dirección, la gestión y en parte de las utilidades en cada centro de producción o servicios. Si no se apoya para ello en el pueblo trabajador, más allá de sus estructuras afines, la crisis podría desbordarse.
Ya lo habíamos escrito: las políticas económicas neoestalinistas fueron derrotadas por la práctica. Ideológicamente el neo estalinismos ha sido derrotado por las diversas ideas de la nueva izquierda cubana de pensamiento socialista participativo y democrático, las que no tienen siquiera cómo responder, que no sea con diatribas. Hoy la tarea es derrotar políticamente al neo estalinismo: neutralizar lo que de él queda en el gobierno/partido: tarea de todos los cubanos que aman esta tierra.
Conscientes de que estas ideas no pertenecen a nadie en particular, vemos con satisfacción que, al fin, las mismas empiezan a ser publicadas en Cuba por el propio periódico del PCC.
Felicitamos a Granma y esperamos que estas ideas se conviertan en el centro, no las únicas, de los planes del partido gobierno para consolidar la economía del proyecto socialista cubano.
Como sabemos que el cooperativismo y la autogestión no pueden ir, sino a contrapelo del monopolio estatal y de manos de la democratización de la vida económica y política del país, esperamos que en la medida en que estas ideas de promuevan y divulguen, se vayan abriendo, también, otros horizontes democráticos para el pueblo cubano, pues sin democratización, como sin socialización, no hay socialismo posible.
Socialismo por la vida. La Habana, 5 de septiembre de 2011