Chomsky: "En Siria se está masacrando"

Por: Al Jazeera

Esta es la traducción de una entrevista realizada a Noam Chomsky por el canal catarí Aljazeera que solamente se ha publicado doblada al árabe y que los medios informativos tradicionales quieren ocultar, grabada en EEUU el 24 de marzo de 2012 . Las preguntas están reformuladas para hacerlas más breves, mientras que las respuestas se han reproducido literalmente.

¿Cómo ves la situación en Siria?

Que está muy mal. Es una masacre y aún no he escuchado ninguna propuesta constructiva sobre lo que debe hacerse y parece que las opciones que se barajan ahora son, bien que la situación acabe en una guerra civil más cruel y salvaje y con resultados mucho más destructivos sobre la sociedad siria, bien que se produzca algún tipo de negociación que desemboque en una solución diplomática que pueda suponer el apartar a la familia Asad del poder de forma pacífica y permitir algún tipo de reconstrucción. Ahora bien, si hay una tercera alternativa, yo no he oído hablar de ella.

¿Qué opinas que fue lo que prendió la mecha de la revolución en Siria en primera instancia: causas internas o externas?

Creo que en primera instancia se trata de razones internas y por supuesto hay injerencia extranjera de Arabia Saudí, Occidente y otros. Pero según muestran los hechos, creo que es un levantamiento interno contra la dictadura, la situación de represión y la pobreza, como sucede en el resto de países de la región en gran medida

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El camino fácil

Por Rogelio M. Díaz Moreno

Entre los libros que he estado leyendo estos días, hay uno donde Fernando Martínez Heredia (El ejercicio de pensar) bosqueja las transformaciones en la política del país en el cambio de década de los 60 hacia los 70, marcados por el fracaso de la zafra de los 10 millones, el consiguiente estrechamiento de los lazos de Cuba con el CAME y la inevitable deriva y costo político que correspondió a estas transformaciones.

La década de los 60, para quienes la vivieron y nos hablan de ello, fue una etapa que conoció los episodios más agudos de la lucha de clases en nuestro país en el tránsito desde el capitalismo anterior hacia el actual sistema con desembarco mercenario por Girón, Crisis de Octubre y Lucha contra Bandidos incluida así como también un rico intercambio de ideas y debates y polémicas sobre el tipo de sociedad que se podía construir. Eran los tiempos de contra la revolución nada y dentro de la revolución todo. Se recordarán las discusiones entre Carlos Rafael Rodríguez y el Ché, y también se suelen citar los trabajos en la revista justamente donde trabajaba FMH Pensamiento Crítico. El Ché, que era cualquier cosa menos libertario, mas que admitir, promovía no obstante que se plantearan y defendieran, siempre entre revolucionarios, las opiniones y discrepancias de cada cual, o al menos eso cuenta gente como R. Fernández Retamar, Aurelio Alonso, etc. Y si una implementación con ventaja en un momento dado, chocaba con malos resultados, se esperaba tener el coraje para cambiarla en cuanto sucumbiera ante el peso de la crítica, por otra corriente que también se inspirara en los ideales de un pueblo trabajando en colectivo por su bienestar.

Ah, qué tiempos aquellos.

Paradójicamente cuando pasaron esos tiempos más agudos de la lucha de clases, o sea cuando entramos a los ´70, entonces, en nombre de la unidad ante el peligro de la agresión del enemigo, como cuenta Martínez Heredia, se escogió el camino fácil y se desestimuló este rico debate de la década anterior. No, mal dicho, no se desestimuló, se reprimió simple y llanamente. Que lo digan los intelectuales parametrados, los estudiantes, maestros y demás profesionales separados de sus centros de trabajo o estudio y mandados a Guamuta por tener opiniones o posturas o actitudes o gustos o tendencias un poco diferentes de la ortodoxia declarada doctrina sagrada y moral. Eso describe Martínez Heredia en un libro de ensayo de corte histórico social; en otro de narrativa que también estoy leyendo gracias al préstamo de un amigo, la novela de Leonardo Padura El hombre que amaba los perros, también hay un personaje que vive la segunda etapa y recibe su mala dosis de ostracismo. En todo caso se percibe que la doctrina en sí no era nada profunda y se podía sintetizar bastante bien con un mandamiento harás sin chistar todo lo que, y nada más que lo que, ordenen desde arriba, que por cierto es perfecto.

Entonces, en tiempos en que casi no habíamos salido de la guerra civil, parece que había más espacio para el debate y la crítica que cuando tuvimos la paz consolidada. Como dijimos, se cerró este espacio en nombre de la unidad ante el peligro de agresión. El daño al país fue irreparable, porque la visión económica y social unilateral impuesta a la cañona profundizó varios males típicos de nuestra economía, como la monoproducción y el descuido ambiental; nos incrustó otros característicos de las economías planificadas centralizadamente como la baja productividad, las plantillas infladas, el burocratismo y el desestímulo al trabajador. Pero sobre todo, asestó tremendísimo golpe a la formación espiritual de las personas que debían construir, junto con las condiciones materiales de su futuro, una conciencia imbuida de la liberación, responsabilidad y la plenitud que se supone que se aspira a través de una revolución socialista. La persona que se creó no podía estar más lejos del hombre nuevo; acomodándose (si de arriba) al uso del poder para fines personales o (si de abajo) a un sistema de distribución que, como quiera que se anunciara, terminaba funcionando de cada cual según su inocencia, a cada cual según su obediencia.

Y, al menos, ¿sirvió este empeño para favorecer la unidad ante el peligro de agresión? Muchas personas no lo vemos así. El carácter estalinista, lejos de fortalecer la verdadera unidad, le abrió las puertas a la enajenación, al enraizamiento de la doble moral y el oportunismo, como ya había sucedido en la URSS y era previsible que sucediera acá.

Treinta, cuarenta años después de aquella ofensiva en nombre de la unidad ante el peligro de agresión, parecen haberse convertido en leyendas mitológicas de los abuelitos, inalcanzables e irrepetibles, los electrizantes empeños de la nación que se unió para erradicar el analfabetismo del país, que acudió masivamente a conformar batallones de milicianos, que acudía a los mismos trabajos voluntarios a los que asistían los ministros del gobierno Hoy ya no se reconocen el trabajador que pide botella (solidaridad para transportarse) y el funcionario que va dentro del vehículo que no lo recoge. Hoy se dividen mikis y repas también por el hecho de que generalmente los primeros tienen más capacidad adquisitiva para pavonearse con las mejores prendas, en los establecimientos turísticos y recreativos más caros y con los últimos artilugios de la tecnología. Hoy la mayoría del estudiantado no se identifica con las consignas vociferadas por la dirección de la Federación Estudiantil Universitaria, según reconoce la más reciente ex-presidenta de la FEU en entrevista publicada en Alma Mater. Hoy un buen sector de la población no tiene otro sueño que el de dejar atrás el país de la unidad, y desde los sucesos del Mariel aprovechan cualquier oportunidad para ello, desde deportistas, trabajadores manuales, intelectuales (el Ministro de Educación Superior reconoce que en las universidades solo quedan los profesores más viejos y los recién graduados, en entrevista publicada en el Granma y Juventud Rebelde), hasta vagos habituales, que el éxodo de todos ellos compone el segundo factor en importancia en el decrecimiento de la población cubana, después de la baja natalidad (dice la Oficina Nacional de Estadísticas en sus Anuarios). Hoy un buen sector de burócratas vive de parasitar a Liborio aprovechando su autoridad desde todos los sectores que se han puesto bajo su control (dijo Marino Murillo, por lo menos de los sectores de Vivienda y de Acopio, en la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular el pasado verano). Y con sus malhabidos ingresos alimentan en sus hijos las mezquindades de los nuevos ricos. Aunque estos no hacen sino imitar ejemplos de más arriba, dígase de los recientemente purgados Ministerio de la Industria Básica, presidencia del Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba, o las cabezas de los desaparecidos organismos de la llamada Batalla de Ideas, y otros donde también brillaban por su ausencia un verdadero sentimiento de unidad con el pueblo que hubiera consistido en servirlo con honradez y probidad.

Ahora no se sabe si estos daños son irreparables, o cuándo y cómo va la historia a asentar responsabilidades, pero lo que sí me gustaría es que todos los que se siguen desgañitando, reclamando obediencia incondicional en nombre de la unidad y el peligro de agresión, estuvieran conscientes del daño que causa seguir este camino facilista, así como los que los obedecen y creen que de verdad hacen bien. Recuerden que en los ´60, la contrarrevolución tiraba bombas cada semana, el peligro de agresión de los yanquis también estaba ahí, y demostramos que todo eso se podía vencer sin dejar de discutir y construir una sociedad mejor.

El enemigo brutal

Por Rogelio M. Díaz Moreno

Cuando Raúl Castro dejó pasar el 26 de julio sin considerar que valiera la pena pararse en el estrado a decir algo que no fuera interesante, y mandó en su lugar a Machado Ventura, yo tuve la esperanza de que se estuviera reservando para la Asamblea Nacional del Poder Popular, como ya hizo una vez. En efecto, el pasado lunes, en el espacio institucional preferido por él, el General en Jefe puso a todo el mundo a alucinar con su discurso.

Más allá de la bomba de la reforma migratoria, de la que no sabemos mucho en realidad, o de la anécdota de la justa restitución de la compañera afectada aparentemente por prejuicios antirreligiosos, a mí me motivó de manera singular el significado del pronunciamiento de Raúl, cuando dijo literalmente, Más de una vez he expresado que nuestro peor enemigo no es el imperialismo ni mucho menos sus asalariados en suelo patrio, sino nuestros propios errores. Fíjense si fue literal, que lo puse aquí copiando y pegando de la versión publicada en Juventud Rebelde. Y de esa concepción, y de las ideas que giran alrededor de eso, se pueden sacar conclusiones que no cabrían en muchos folios, mucho menos en este reducido escrito. Eso sí, empiezo por advertir que no me voy a cansar de sacarle lascas a esa frase.

Porque si ya nuestro peor enemigo no es el imperialismo y sus subordinados locales-, sino otro, urge dedicar al combate contra ese otro enemigo mayor los recursos de la nación que sean necesarios, en cuantía mayor aún que los que se dedican a la lucha contra el viejo enemigo que ya no es el mayor. Que no es poco decir: para empezar, contrarrestar la amenaza imperial es la principal tarea asignada en Cuba a las Fuerzas Armadas. También la mayor organización de masas de nuestro país, los Comités de Defensa de la Revolución, con 7 millones de afiliados más o menos, ubican en esos viejos enemigos su razón principal de existencia. De ministerio en ministerio se contempla un panorama uniformemente belicoso: todo el sistema educacional está montado sobre una ideología que repite hasta el cansancio la necesidad de ser antimperialistas; el sistema de Salud Pública circula documentos rectores donde se señala con más saña a la Casa Blanca que al dengue; las instituciones culturales parecen deslomarse defendiendo la humanidad, y esos son los que uno más conoce.

Así que si se va a ser consecuente con lo que dijo el Presidente, hay que dedicar recursos a combatir los errores con mayor prioridad, energías y dedicación aún que lo que se les dedica al viejo enemigo, porque ahora el nuevo representa un peligro mayor para la sociedad cubana y el socialismo que se anhela. Y no debe ser sencillo concebir, o dirigir, fuerzas más poderosas que el Ejército, el Gobierno, el Estado todo, enfocado contra ese nuevo enemigo. Si de veras se reunieran fuerzas de esa magnitud, de verdad que pobrecito el nuevo enemigo, lo van a hacer puré de talco. Más aún, teniendo en cuenta que,
teniéndolo aquí adentro, cerquita, no tendrá para dónde escapar o dónde esconderse.

El quid está bueno, hay muchos quids, y están en muchas partes. Para empezar, el Presidente tiene que usar un lenguaje políticamente correcto. Yo, que soy un pelagatos, me puedo tomar mayores libertades. Para empezar, puedo señalar que donde Raúl dijo sólo los errores, va todo el contenedor de otros agentes que ha señalado en otras ocasiones, cada vez más descarnadamente. Para ilustrar, y usando otros términos de este mismo discurso: la resistencia burocrática, la barrera psicológica formada por la inercia, el inmovilismo, la simulación o doble moral, la indiferencia e insensibilidad y que estamos obligados a rebasar con constancia y firmeza.

Cuando usted pone estos elementos en conjunto y constata cómo han conllevado a todas las distorsiones presentes en la sociedad cubana actual, se da cuenta de que no son simplemente errores, o el fruto de la improvisación, o el descontrol. El quid está en que casi todo eso es parte de la estrategia, premeditada o espontánea pero inevitable, de una clase que aspira a enraizarse parasitando el organismo republicano, bajo la etiqueta socialista o capitalista, da igual, con tal de mantener ellos y sus descendientes todos los privilegios alcanzables mediante la administración de todos los recursos e instituciones que caigan bajo su mano.

Esta clase es la responsable de la resistencia que ha llevado a Raúl a expresar decenas de veces, con rabia contenida, cómo los distintos acuerdos y propósitos que podrían representar avances en la construcción de la sociedad soñada, quedan engavetados, relegados, contenidos mediante murallas de justificaciones, aplazamientos, golpes de mano de una burocracia ducha en la guerra de desgaste. Esta clase, que llamamos burocracia a falta de un término mejor, constituye ese enemigo que es el mayor de los enemigos para el pueblo cubano trabajador, más que el imperialismo y sus acólitos. No son simplemente los errores porque, como sabemos, casi nunca son realmente errores. Para seguir aprovechando el discurso de Raúl, ¿acaso fue un error la medida tomada con la compañera cuyo caso se refirió en esa ocasión?(1) Podemos estar seguros que la expulsión de esa compañera fue absolutamente intencional; que los que se vistieron de comecandelas criticando su condición religiosa pretendían sacarla del paso con el pretexto que fuera, pues desde hace buen tiempo en nuestro país, está bastante claro que las creencias filosóficas particulares de las personas, su voluntad para practicar o no los ritos de cualquier religión, son una parte inseparable de sus más elementales derechos. Así que aquí tenemos simplemente a unos funcionarios inescrupulosos, poseedores de determinada posición de poder, incómodos con una persona por X motivos, que se deshacen de esta con una excusa que ni ellos mismos se la creen. Y también tenemos que las estructuras de reclamación intermedias participan del mismo pastel, pues no corrigen la arbitrariedad. Como tampoco fue un error la expulsión del destacado intelectual, Esteban Morales, del PCC, ya afortunadamente rectificada. Como tampoco es un error que la industria nacional no acabe de asumir la producción de cientos de productos implementos deportivos, instrumentos musicales, útiles del hogar y otros, para mencionar solo los casos que han salido por el noticiero de televisión, sino que en lugar de ello, funcionarios viajan año tras año a firmar contratos con suministradores extranjeros, granjeándose comisiones y otras prebendas. Como tampoco fue un error la importación de aquella máquina barredora de nieve. Como tampoco fue un error el estancamiento del proceso llamado del Perfeccionamiento Empresarial. Como tampoco son simples errores la incapacidad nata de las estructuras de Acopio para hacer frente a la recolección y comercialización de la producción agropecuaria detrás de cada campesino que perdió una siembra de arroz ya madurada, hay un soborno que no se pagó al que trapichea con las máquinas cosechadoras. Como tampoco fueron simples errores los del relajo formado en Cubana de Aviación; las arbitrariedades y desfalcos cometidos al fragor de la llamada Batalla de Ideas, y muchos otros más de cada rama económica y social del país que los especialistas pudieran explicar.

Hay entonces una fauna mucho más poderosa y malévola, detrás de lo que se califica, por el momento, como errores y como la resistencia burocrática, la barrera psicológica formada por la inercia, el inmovilismo, la simulación o doble moral, la indiferencia e insensibilidad. Todo eso es lo que constituye
hoy un enemigo para el socialismo en Cuba, más grande que el mismísimo imperialismo.

Y si con el imperialismo nos consideramos en una especie de guerra permanente, por la cual forzosamente no se puede vivir en las mismas condiciones que cualquier otro país que viva en paz, qué decir del enfrentamiento con esa otra clase enemiga. Siendo un enemigo más infame, por cuanto apuñala por la espalda las esperanzas de sus compatriotas. Estando tanto más cerca por cuanto que está en nuestro mismo suelo patrio. Obviamente nos ha hecho tanto o más daño que aquel otro, el que está por lo menos a una distancia definida de noventa millas. Y con una astucia maquiavélica, el enemigo más cercano ha conseguido que casi siempre se culpe de todos los males, hasta ahora, al más lejano. Si hay algo de lo que carece el pueblo pero no ese enemigo cercano- es culpa del enemigo lejano. Si los trabajadores simples no pueden tener internet, viajar por el mundo y regresar a su patria, ejercer derechos elementales con sus pertenencias, con sus iniciativas, sus energías, sus propias vidas teniendo el enemigo cercano acceso a todo eso- es culpa del enemigo lejano.

Para evitar que ese enemigo cercano siga emponzoñando a muerte nuestras existencias, se requiere profundizar, radicalizándolo mucho más, el proceso de modernización del sistema cubano. Hay que hacer mucho más que liberar ciertas formas de trabajo por cuenta propia, y repartir tierras, y permitir el ejercicio de algunos derechos de propiedad. Hay que hacer mucho más, porque tomar decisiones como vender pedazos de país sin deliberación popular es extremadamente peligroso. Por muchas razones y necesidades acumuladas, es que el proceso de rescate nacional tiene que ser radicalizado. Radicalizado, esto es, llevándolo a la raíz, al pueblo trabajador. Trabajadores obreros, estudiantes, campesinos e intelectuales, todos recuperando la sociedad que una vez intentaron construir para sus hijos. No hay que innovar tanto en realidad, no en cuanto a los principios básicos al menos, porque algunos clásicos del marxismo como Rosa Luxemburgo y Lenin en sus mejores tiempos, ya indicaron cómo el camino soñado pasa por la democracia en la toma de decisiones y el nombramiento de todas las autoridades, revocables en todo momento; libertad de expresión, la transparencia de la gestión y rendición de cuentas de todos los niveles de autoridades necesarios y legalmente establecidos al pueblo al que deben representar y, sobre todo, servir.

Nadie crea que el enemigo cercano va a abandonar las posiciones de poder y los privilegios que conllevan, sin una lucha mortal. Cuando, previa a la intervención de Raúl, Marino Murillo hizo su informe sobre la economía cubana, que lamentablemente no se encuentra fácilmente en la web, habló de volar en pedazos ciertas estructuras burocráticas que se interponían en el camino de la producción de los campesinos y el mercado del turismo. Quiero creer que esa es una señal de la comprensión que se está imponiendo acerca de la única manera posible de lidiar con la burocracia. Quiero creer en las palabras de Raúl cuando repite que nadie estará por encima de la ley. Pero sobre todo, quisiera que se acabara de tornar evidente para todos, que la lucha contra el enemigo cercano no se puede llevar a cabo sin las fuerzas adecuadas, que tienen que resultar necesariamente otras que no se encarrilen por los mismos mecanismos de la burocracia y el paternalismo interesado; la lucha tiene que ser en posiciones que no sean las escogidas y preparadas durante muchos años por el enemigo. El poder del pueblo trabajador, expresado en la voz del pueblo, debe encontrar su manifestación en la acción revolucionaria de obreros, campesinos, intelectuales, disponiendo y administrando los medios de producción material y espiritual en los que laboran, directamente, sin intermediarios de fidelidades problemáticas.

Tengo la convicción de que solo si se sigue este camino, podremos vencer a los peores enemigos, y nuestro triunfo sobre ellos nos permitirá dar un salto colosal hacia el proyecto soñado.

(1) Se omitió el nombre y la localidad de esta persona. Raúl explicó que ciertas autoridades la habían removido de su puesto apoyándose de manera indirecta y muy ladina en su condición religiosa; y su reclamación no fue escuchada por las instancias de revisión hasta que no se dirigió a las Oficinas del Presidente del Consejo de Estado.