Por Yasmín S. Portales Machado
A propósito de la noticia de que no tendremos nuevo Código de la Familia, Lirians Gordillo me hizo unas preguntas, acá las comparto.
¿Qué consecuencias puede tener la no discusión del nuevo código de familia para la comunidad LGBTI en Cuba, y en general para la sociedad cubana?
Para la Comunidad LGBT los efectos ya son evidentes: cuando un activista tan respetuoso de nuestras estructuras estatales como Paquito muestra semejante amargura, puedes imaginar lo que sentimos el resto, militantes del PCC o no.
La discusión del Código de la Familia era la gran carta ganadora del CENESEX, y tras esta cancelación su credibilidad política debilita mucho. Como el movimiento LGBT más cercano a la institucionalidad estatal cubano tiene a Mariela Castro Espín y su institución como referente organizativo básico, en la práctica el movimiento ha perdido la cabeza. ¿Qué va a decir Mariela en mayo que de esperanzas? Ni idea.
¿Qué condiciones deberían darse, o qué debería cambiar para que en la próxima legislatura se llevara a cabo la discusión del Anteproyecto de Código de Familia?
Tenemos que lograr que la Asamblea Nacional y el Gobierno sientan presión de parte de la población cubana para discutir el nuevo Código, como lo sintió para dar paso a la Reforma Migratoria y a la liberación para la compra venta de casas y autos. Por supuesto, es muy difícil poner al centro del debate un asunto social cuando el desastre económico urge nuevas medidas, pero al menos hay que intentarlo. Mientras sigamos repitiendo que el Código de la Familia solo interesa a la comunidad LGBT no avanzaremos. Ese es el recurso discursivo que usa la homofobia, a sabiendas de que es falso. Hay que imponer nuevas reglas de juego, sacar el asunto a la calle y mostrar cómo el nuevo Código de la Familia afecta a toda la sociedad. A ver cómo van a negar su pertinencia entonces.
¿Cuáles pueden ser las iniciativas, o estrategias a seguir, para en el futuro ejercer mayor presión pública?
Es evidente, para mí, que la estrategia educativa seguida hasta ahora, de amabilidad y súplicas, ha demostrado sus limitaciones.
Se impone cambiar las reglas del juego:
1) Escapar de la retórica homofóbica que ha limitado la percepción del alcance de este proyecto legislativo, pues no es cierto que el Código de la Familia solo beneficiará a las personas LGBT y sus familias.
2) Siguiendo las recomendaciones de Raúl Castro, dejar el secretismo (ya hemos visto de qué valió) y revelar el contenido de este anteproyecto del Código de la Familia, de modo que quienes deseamos impulsar su aprobación podamos defender su validez en cualquier espacio con argumentaciones claras. Quienes estamos involucrados en esta lucha merecemos participar en igualdad de condiciones, que en este caso significa en igualdad de conocimientos.
3) Sacar texto y debate a la calle, a los espacios públicos de la nación y la emigración, para poner a las personas frente a frente con sus dudas y sus conceptos de la legislación que necesita la Cuba de ahora respecto a sus familias.
4) Crear condiciones para apelar al recurso de la Iniciativa Legislativa Popular (10 000 firmas notariadas) en caso de que la nueva Asamblea Legislativa no discuta el Código de la Familia en 2013, para garantizar su inclusión en el cronograma de 2014.
¿Apoya los criterios de que la ausencia del debate en esta legislatura parlamentaria se deba a la poca preparación del pueblo cubano para aceptar la diversidad sexual?
La que obviamente no está preparada es la Asamblea Nacional. No está preparada para defender a su nación en lugar de su tranquilidad. Quienes integran la Asamblea han dado más de una vez muestras fehacientes de su absoluta sumisión al brazo ejecutivo de Cuba y a pactos políticos coyunturales, antes que en la defensa a largo plazo de las necesidades normativas de una nación que se sueña independiente, socialista y con dignidad para cada habitante.
Lo único en que no le hacen caso al Presidente de la República es en que discutan en serio, pero con estos bueyes tenemos que arar.
Como las circunstancias no han cambiado, no cambiaré mi argumento en este caso: ¿Estaba lista Cuba para la abolición de la esclavitud, el sufragio universal, el divorcio o la nacionalización de las empresas? No. Claro que todo un país nunca está listo para saltar hacia delante, porque hay mucha gente miserable que medra de la desigualdad, o que se siente mejor al saber que hay personas con menos derechos que los suyos. ¿Qué clase se argumento es ese para negar el amparo legal?
Cuba no puede retroceder en su gloriosa tradición de saltar hacia delante, de poner la dignidad nacional y la autodeterminación por delante de los prejuicios y el neocolonialismo. Las personas electas para la nueva legislatura deberían recordar eso cuando gentes bien intencionadas les recuerden la sensibilidad de las iglesias o las tradiciones del pueblo respecto a los cambios que traerá el Código de la Familia.
Cuba es laica, Cuba defiende los derechos de TODA la infancia, Cuba es independiente y soberana, Cuba es socialista.
La Asamblea Nacional del Poder Popular podría dar una evidencia de todo eso en 2013, pero no lo hará sin nuestra ayuda.