Resultados del Concurso Casa Cuba 2012

Por Espacio Laical – Suplemento digital, Agosto, 2012. Nº202

Compartimos con nuestros lectores los resultados del Concurso Casa Cuba 2012. Por razones de trabajo de la revista hemos decidido adelantar la publicación de los resultados. Los premios de la presente edición serán entregados el lunes 10 de septiembre, a las 4:00 de la tarde, en el Centro Cultural Padre Félix Varela durante un evento que auspiciará la revista.

ACTA DEL JURADO

A los 17 días del mes de agosto de 2012 se reúne el jurado de este Concurso, integrado por el licenciado presbítero Ariel Suárez Jáuregui, vicerrector del Seminario San Carlos y San Ambrosio, el máster Dmitri Prieto Samsonov, investigador y activista, y el licenciado Roberto Veiga González, editor de la revista Espacio Laical. Tras leer y debatir los trabajos presentados, acuerdan por unanimidad:

  • Reconocer

    los valores del texto “Cuba: los acechos al porvenir y la dicha durable”, de Armando Chaguaceda, por brindar un acercamiento analítico a la situación de nuestro país y establecer propuestas de solución.

  • Reconocer

    los valores del texto “Acerca de la cubanía y del supuesto apoliticismo en la conciencia estimativa de Dulce María Loynaz antes y después de 1959”, de Raúl Mesa, por expresar un uso creativo y novedoso de la metáfora Casa Cuba, como instrumento de análisis de la vida y obra de la destacada escritora cubana.

  • Otorgar la Primera Mención a “Casa Cuba: por una República en la que quepamos todos”, de Félix Sautié, por el valor testimonial de su trabajo y por brindar un análisis global de nuestros desafíos.
  • Conceder

    el Premio a “Diálogo, reconciliación y democratización: caminos paralelos”, de Pedro Campos, texto que brinda, con un estilo claro y directo, una mirada integradora de los procesos vividos por la nación cubana en las últimas décadas y de sus perspectivas.

Para que así conste, firmamos la presente,

Pbro. Ariel Suárez Jáuregui

MSc. Dmitri Prieto Samsónov

Lic. Roberto Veiga González

La revista Espacio Laical puede ser vista en www.espaciolaical.net

Respuestas de un hombre libre al conservadurismo americano

Por Armando Chaguaceda

A Gore Vidal, in memoriam

No acostumbro a responder a los comentarios que algunos lectores comparten, en el espacio dedicado a tal efecto, a continuación de mis artículos en Havana Times.

Pero en mi pasado post alguien dedicó duros calificativos a mis ideas sobre la sociedad estadounidense, señalándome en sus juicios como un ser desinformado, confundido, presa de mi ausencia de libertad y mis opiniones socialistas.

Este hecho fue seguido, en la misma semana, por un mensaje anónimo -que estoy seguro no pertenece al comentarista, dada la transparencia con que este hizo gala de su derecho a expresarse en HT-; un mensaje con contenidos amenazantes, fascistas y xenófobos dirigido a una de mis cuentas de correo personal.

Ante tales hechos creo prudente y legitimo compartir esta reflexión y respuesta.

Comenzaré recordando algo que he dicho anteriormente: que mi postura frente a EEUU sigue siendo afín a aquella que defendió José Martí, demócrata y patriota cubano, en las dos últimas décadas del siglo XIX.

La admiración por el progreso técnico, la defensa de derechos y garantías civiles y el fomento y disfrute de las artes que llevaron a Martí a mostrar público respeto a W. Whitman, R. W. Emerson y H D Thoureau.

De ese mismo modo quien escribe estas líneas “se confiesa” seguidor de Woody Allen y Ray Bradbury, Charles W. Mill y Howard Zinn, Luther King y Cindy Shehan. Y prefiere la América multicultural y pluriétnica antes que la exclusividad de la nación blanca, anglosajona y protestante, escondida tras el código WASP

Y defiendo la vibrante República que conforma y sustenta el carácter del pueblo estadounidense mientras rechazo el Imperio que proyecta el unilateralismo imperialista allende los mares, expansionismo que tributa al antiamericanismo de humillados y agredidos por las estrategias fraguadas en las riberas del Potomac.

Ni el Ku Klux Klan, ni las milicias supremacistas ni quienes defienden las políticas excluyentes y represivas que convierten las cárceles de EEUU en el mayor getto de mano de obra cautiva del planeta son ni serán objeto de mi consideración.

Por demás, cuando se me “acusa” de mis devaneos socialistas, siempre explico que ser de izquierda no es algo que me ofenda, por cuanto todo lo que he hecho en mi vida intelectual y política se relaciona con agendas y movimientos que se identifican con tal perspectiva ideológica, en sus plurales expresiones.

Promover un mayor control y participación ciudadanos en la economía y la política, apoyar las luchas de movimientos de mujeres, por la diversidad sexual y el ambientalismo, cuestionar las dominaciones de todo signo (mercadocéntrico o estatista, neoliberal o totalitario) que convierten a las personas en apéndices de sistemas autorreferentes y dehumanizantes son cosas de las cuales no puedo menos que enorgullecerme.

Por eso me considero libre, a pesar de mis humanos errores, dudas y temores: por defender las causas del progreso, la justicia y la libertad humanas en cada lugar que he transitado y a partir de los hechos que han ido poblando mi vida.

También me reconforta tener, entre mis buenos y fieles amigos, a activistas y académicos que acompañan o participan en luchas tan disimiles como los Indignados estadounidenses y europeos, los movimientos sociales sudamericanos y centroamericanos y los valientes demócratas de numerosos países de este desigual mundo.

Pues como sabemos verbigracia la tozuda Historia, no hay dominaciones preferibles a otras -aunque las posibilidades de enfrentarlas por métodos legales y pacíficos difieran cualitativamente en los regímenes dictatoriales y democráticos- ya que todas atentan contra la dignidad e integridad humanas en sus expresiones más esenciales.

Así que, amigo comentarista, espero haberle aclarado mejor mis posiciones, de lo cual podrá inferir que no hay en ellas un ápice de antiamericanismo, salvo que desde su óptica personal nación, pueblo y gobierno se fusionen del mismo modo en que ello sucede en la lógica y propaganda totalitarias.

Encontrará, eso sí, mucho respeto a la democracia y los derechos conquistados por la lucha de tanta gente, respeto equivalente en su intensidad al rechazo que profeso a la filosofía del racismo y el despojo auspiciada por representantes de la élite del poder estadounidense.

Ante situaciones como esta siempre me gusta recordar la congruencia de Nelson Mandela, quien luchó contra el Apartheid y denunció el apoyo de los gobiernos occidentales sin rechazar las instituciones y virtudes de la democracia representativa.

Por último, para aquellos que buscan intimidar escondidos en el anonimato de una diatriba amenazante, aconsejo que no pierdan más su tiempo ni dilapiden sus escasas neuronas.

Les reservo el más sereno desprecio y la más firme determinación de persistir en el curso de mis ideas y acciones, las únicas cosas realmente importantes que ameritan hoy la entrega de mis mejores energías.

Publicado en Havana Times

“Burósofos” y talanqueras

Por Armando Chaguaceda

“Muchas veces mis alumnos me preguntan si la hermenéutica telúrica incaica trastrueca la peripatética anotrética de la filosofía aristotélica, por la inocuidad fáctica de los diálogos socráticos no dogmáticos. Yo siempre les respondo que no”
Les Luthiers “El regreso del indio”, 1999
Miguel Limia. Foto: Diario Trabajadores

Miguel Limia. Foto: Diario Trabajadores

Una tarde lluviosa no es el mejor momento para leer ciertos textos, pues ponen nuestro humor del mismo color del cielo nublado. Eso me sucedió cuando leí, atraído por el sugerente título “Acercar el futuro desde el pensamiento”, una crónica aparecida hace unos días en el periódico cubano Trabajadores.

El entrevistado, Miguel Limia, es un rostro bien conocido dentro de la academia cubana por su desempeño como funcionario y miembro de tribunales de postgrado. Es autor de algunos textos sobre cultura política y pensamiento cubano que —con independencia de los juicios que sobre ellos pueda tenerse— formarán parte de cualquier futuro estudio panorámico de las ciencias sociales de la etapa revolucionaria. Y forma parte de un grupo de académicos que realiza grandes esfuerzos por reciclar enfoques heredados del Comunismo Científico —aggiornandolos con aportes del estructural funcionalismo y un léxico tecnocrático-gerencial— para construir algo bautizado una “Nueva Ciencia Política desde el Sur”.

En el artículo, al abordar el estado de las Ciencias Sociales isleñas, Limia regala al lector un conjunto de frases cuya forma y contenido me hizo recordar las ya clásicas presentaciones del grupo argentino Les Luthiers y las viñetas de Peter Capusotto. Haciendo gala de socrática sabiduría, el entrevistado expresó “Las Ciencias Sociales cubanas estamos defendiendo una epistemología de nuevo orden, cuya manera de producir el conocimiento se basa en el análisis de las contradicciones dialécticas de la cotidianidad”. Ante tan profunda sentencia, uno se queda pensando si acaso toda ciencia social que se respete puede hacer otra cosa que no sea atender a la evolución y contradicciones de la realidad en la cual está inmersa.

¿Dónde estarían, los fundamentos epistemológicos y teóricos de semejante innovación criolla, anunciada por el filósofo? Sin explicar los enfoques y procedimientos alternativos que abrirían las nuevas sendas de conocimiento y conociendo —por un medio autorizado— la prolija formación y desempeño del entrevistado uno solo puede intuir que la frase constituye una síntesis magistral de dos poderosas tradiciones de la filosofía occidental y latinoamericana: el gatopardismo y el cantinfleo.

Al leer aquel texto me percaté que estas alusiones de Limia eran un digno ejemplo de eso que alguna vez he llamado “pensamiento burosófico”, una suerte de sabiduría de buró donde la lógica del puesto determina la sustancia del discurso. Se trata de una forma de “filosofar” donde las ideas se presentan con el mayor grado de pompa y abstracción que ojos humanos hayan visto; donde la frase inflada sustituye al contenido ausente. Algo bien distinto al magisterio de mi vieja profesora de Economía Política, que “aterrizaba” la verdadera ciencia marxista y superaba los dogmas y la precariedad material de su existencia para llevarnos fotocopias de textos keynesianos y neoclásicos, que discutíamos con la única limitación de los escasos 90 minutos de su clase. Continue reading

Talibanes y Coca Colas: la insoportable impunidad del poder

 

Por Armando Chaguaceda

Coca Cola

Coca Cola entrando libre por el Puerto de La Habana. Foto: Isbel Díaz Torres

Hace algunos años, en pleno apogeo de la campaña política conocida como Batalla de Ideas, la Habana se paralizaba con inusitada frecuencia, al movilizarse cientos de miles de personas -con todos los recursos del estado- hacia las conocidas Marchas del Pueblo Combatiente y Tribunas Abiertas.

Después de la lucha por el regreso del niño Elián Gonzales, cuya justeza concitó apoyo de amplios sectores de la población y en la opinión pública mundial, se fue generando una dinámica rutinaria, donde cada semana se convocaban nuevas marchas por causas que estaban lejos de las reales motivaciones de la gente y de las posibilidades de sustentación de una maltrecha economía.

Semejantes acciones se decidían en una suerte de Puesto de Mando, dirigido por Fidel e integrado por los llamados Talibanes, dirigentes de la Juventud Comunista cuya capacidad para asentir, simular y corromperse resultaron inversamente proporcionales a su calidad humana, compromiso político y honestidad administrativa.

Recuerdo una tarde en la Universidad de la Habana cuando, ante mi critica a la insostenibilidad de semejante ajetreo, un dirigente de aquella camada me espetó “no es esa la lógica, profesor.”

Y seguramente aquel personaje tenía razón, sobre todo porque no había estado junto a la anciana que lloraba, en la parada de autobús del barrio de Alamar, porque la marcha de ese día había secuestrado todo el transporte público. Y- nos decía- al no tener dinero para un taxi privado perdería el turno médico que había demorado meses en conseguir. Continue reading

Armando Chaguaceda: “Cuba debería fortalecer los medios alternativos, en lugar de consagrar el monopolio estatal o el de grandes cadenas privadas”

Por Diana Cordero y Aníbal Garzón Entrevista

1) A partir de lo aprobado por el VI Congreso del PCC en el pasado mes de Abril en Kaosenlared se publicado opiniones que podemos clasificar más o menos en dos grupos: aquellas que lo interpretan como un avance en dirección a lo que se denomina el socialismo del siglo XXI y otras que ponen en duda esas resoluciones porque entienden que no afectan cuestiones centrales en la estructura burocrática del estado. ¿Cuál es tu valoración?

Armando Chaguaceda durante el I Observatorio Crítico, en San José de las Lajas, abril del 2006.

Tu pregunta me recuerda aquella vieja leyenda indochina donde varios invidentes se encuentran con un elefante, que era un animal desconocido para ellos, y comienzan a palparlo para conocer sus formas. Para quien tocaba la cola el elefante era una serpiente, para otro era como un barril rugoso pues estaba palpando la pata y así sucesivamente…creo que todas las visiones parciales no permiten captar la esencia del cambio en curso que, a mi juicio, podría codificarse como una mutación de un modelo clásico de socialismo de estado -vigente por medio siglo en Cuba- a otro más cercano a las experiencias asiáticas. Modelo este último donde el mercado amplía su presencia sin que ello signifique una disminución drástica de la capacidad del estado (y de la burocracia en tanto estamento o grupo que lo controla) para imponer su agenda en áreas clave de la esfera económica (como la gran industria, el transporte y las comunicaciones) así como en otras vinculadas a la información, organización y orden públicos en las cuales su presencia –no así su eficacia- es cuasi monopólica.

Pero insisto en algo: con frecuencia caemos en visiones polares que ignoran, al defender la idea de equidad, los graves problemas del modelo anterior que hacían insostenible las modalidades de ciertas políticas sociales; o se asume -con entusiasmo infantil- los nuevos aires de cambio sin comprender que asistimos a una reformulación de la hegemonía estatal sin las correspondientes ampliaciones de derechos y participación populares. Yo creo que el gobierno de Raúl Castro sí quiere mejorar las condiciones de vida de la gente, quiere que se consuma más y mejor y que se eliminen restricciones absurdas, lo que no significa que vaya a ampliar el repertorio de libertades y derechos activos y, sobre todo, que  convierta en realidad la consigna de Poder Popular. Creo que la idea que subyace en estas reformas es que un país más próspero, con gente satisfecha, es más gobernable.

Como has mencionado el tan llevado y traído término “socialismo del siglo XXI” me veo obligado a hacer una precisión: si algo caracteriza dicho término es su capacidad de ser una suerte de “carrito de supermercado” –significante vacío le diría Ernesto Laclau- donde cada quien echa lo que considera de su interés promover, todo ello en medio de las luchas, polémicas y estrategias políticas en curso en la izquierda regional. Lo usamos los que defendemos una salida no autoritaria al neoliberalismo vigente por casi tres décadas y como respuesta a su carga de desigualdad social y erosión de las soberanías nacionales y populares. A menudo denominamos ese nuevo socialismo – lo digo a riesgo de encender otros debates, quizás poco fructíferos- un socialismo democrático, participativo, libertario, etc. Continue reading

(Re) pensando la emancipación años después

Por Armando Chaguaceda

Para Marlene, amistad telúrica

Un amigo me cuenta que asistió hace varios meses a un evento sobre Paradigmas Emancipatorios, celebrado en la Habana. Conozco ese foro `pues varios de sus animadores son conocidos y unos pocos son amigos; yo mismo fui invitado a él en un par de ocasiones. Resulta un espacio valioso en tanto permite el dialogo con activistas y movimientos sociales de todo el mundo, cuyas luchas y discursos son poco conocidos dentro de las matrices estadocéntrica y liberal que hegemonizan la sociedad y el sentido común cubanos. Y guardo buenos recuerdos de mis debates en aquellos parajes.

Sin embargo mi amigo me confía su frustración por lo que percibió (como yo entonces) un cierto desconecte del foro de las realidades y problemas cubanos, amén de algunas alusiones interesantes hechas desde la Educación Popular, las identidades sexuales o el trabajo comunitario. Tal parece que la emancipación solo la necesitan los otros, pero aquí no hace falta pues vivimos en Un Mundo Feliz me dijo con sorna, jugando con el recuerdo de la obra homónima de Aldous Huxley.

Las referencias de mi amigo me han hecho repensar el tema de lo emancipatorio. Un destacado intelectual latinoamericano ha definido la emancipación de una forma extensa que valdría la pena traer a colación ahora, asumiéndola como (…) un proceso ideológico e histórico de liberación de comunidades politicas o de grupos sociales, de la dependencia, tutela y dominación en las esferas económicas, sociales y culturales. Emanciparse significa librarse del poder ejercido por otros, conquistando, al mismo tiempo, la plena capacidad civil y la ciudadania en el Estado democratico de derecho reflejando todo esto (…) la capacidad de conocer y reconocer las normas sociales y morales independientemente de criterios externos impuestos y equivocadamente representados como naturales. [1] Fin de la cita.

Metido en este asunto me dio por revisar varios textos escritos hace algún tiempo donde abordé ese problema en clave cubana. Terminé releyendo un trabajo publicado[i] en aquellos memorables años donde un grupo de jóvenes colegas buscábamos impulsar un debate de izquierdas aletargado en medio de la precariedad material, la contrarreforma iniciada en 1996 y los rumbos oníricos de la Batalla de Ideas. El texto en cuestión fue presentado en sendos eventos organizados por una Organización de cuya directiva formé parte y que promovió foros de discusión y análisis de la realidad con algunos de los mejores intelectuales de la isla. Recuerdo que en una exposición aquel trabajo provocó la airada diatriba de una colega, quien asumió como algo personal la defensa del socialismo estatista, generando un apasionado debate. Me parece interesante traer al ruedo las ideas centrales de aquel viejo texto, para ver cuánto podrían decirnos (o no¡) sobre los rumbos de nuestra realidad, ligando las reflexiones con algunas de las ideas expuestas en dos crónicas anteriores. [2] Continue reading

La izquierda evidenció fracaso neoliberal pero cayó en errores que antes criticó

Armando Chaguaceda solicita a los intelectuales progresistas a ejercer también la crítica a la izquierda

Los partidos políticos de izquierda no deben perder de vista que el sujeto popular sabe discernir: Armando Chaguaceda.
“El socialismo no puede existir sin democracia”, afirmó el miembro del Observatorio Social y coordinador de un Grupo de Trabajo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO)

Con el arribo de los llamados gobiernos progresistas en América Latina (AL), a partir de 1998 se hace evidente el fracaso de las políticas neoliberales emanadas de El Consenso de Washington. Se da paso a una izquierda heterogénea que lleva bienestar social y expande las formas de participación e inclusión simbólica de los marginados, pero incurre en una serie de prácticas que criticaba cuando no era gobierno (concentración incontrolada de poder presidencial, acoso a medios, irrespeto a derechos) y es aquí donde el pueblo debe pedir a sus nuevos gobiernos lo que en su momento reclamó a la derecha.

Así lo sugirió el politólogo e historiador Armando Chaguaceda, doctorante de la Universidad Veracruzana (UV), durante su participación en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU). Continue reading

Pedro Pablo Oliva y la suma de todos los miedos

Por Armando Chaguaceda

Hace más de 10 años, mientras estudiaba en la Universidad, vi en un programa de la TV cubana una imagen que me cautivó. Sin especiales conocimientos de la plástica cubana contemporánea pero con una especial sensibilidad al arte y sus mensajes, me di a la tarea de hallar el nombre y autor de aquella pintura.

Pronto supe que se trataba del óleo “La extraña historia de un niño que dormía con un pez.” de Pedro Pablo Oliva, Premio Nacional de Artes Plásticas; pero cariñosamente llamé a la obra “El niñito” y no descansé hasta tener colgada una reproducción de la misma en mi dormitorio.

Con los años seguí intermitentemente la trayectoria de Pedro Pablo, asistiendo a exposiciones y leyendo reportajes de prensa. Lo consideré, por sus declaraciones, un cubano sencillo, con dotes de pinareño bonachón y una extraña capacidad de dedicar, en tiempos huérfanos de épica y lirismos, su obra al Comandante Fidel Castro con una carga visible de íntima y sincera devoción.

Contrastaba su pintura con cierto arte adulón y por encargo que se expandía en los decorados de las Tribunas Abiertas organizadas cada sábado en las provincias del país, al calor de la Batalla de Ideas.

Semejante combinación de ternura e ingenuidad me provocaba reacciones encontradas pero “bueno, pensé yo, al artista no se le puede pedir un tratado social y si el ejercicio de su libertad creadora lo lleva a esos puertos, bendita sea.”

Hoy leo que Pedro Pablo ha sido despojado de su puesto en la Asamblea Provincial del Poder Popular de Pinar del Río, acusado de mil cargos graves e infamantes. Que su Casa Taller cerrará por una decisión que, si bien es tomada por sus animadores, tiene directa relación con el ambiente de presiones institucionales que se ha desarrollado en torno suyo. Continue reading