Colaboradores

Por Rogelio M. Díaz Moreno

El otro día tuvimos una visita especial.

Era un compañero que se encuentra cumpliendo una misión de esas que hace el personal médico cubano en los países allende los mares, y estaba de vacaciones por unos días aquí en La Habana. Nos contó muchas cosas interesantes.

Para empezar, los cuentos sobre otros países son siempre atractivos. El asunto ese de viajar a lo desconocido, más en un país como Cuba donde el hecho mismo del viaje es algo tan complicado. El interactuar con culturas diferentes, con otras perspectivas de vida, otros patrones de comportamiento, lenguaje, estética, gastronomía, en fin, siempre hay muchas cosas que aprender. Y la parte de atender médicamente a otras poblaciones, salvar vidas, aliviar sufrimiento siempre una experiencia excepcional, ya sea con los compatriotas de uno o con seres humanos de otros países.

Eventualmente llegamos al asunto prosaico del dinero. Les están pagando, nos refirió, doscientos dólares mensuales. Además, les acumulan poco más de cien pesos convertibles aproximadamente equivalentes a dólares adicionales, en una cuenta aquí en Cuba. Por otra parte, nadie les ha dicho oficialmente cuánto recibe el Estado cubano por su labor aunque, extraoficialmente, se dice que la cantidad es de siete mil quinientos euros al mes.

No me extraña, entonces, que nadie se anime a decirles la cifra oficial, ni así fuera la mitad de eso. Aprendan, Rockefeller, Bill Gates, que ustedes son unos niños de teta en eso de exprimir el trabajo de sus empleados. Uno saca una cuenta burda, más de siete mil euros de ganancia al mes, por veinte y cuatro meses, da ciento sesenta y ocho mil euros, que se embolsa el gobierno. Los colaboradores recibieron, entre tanto, menos de ocho mil; de los cuales, la mayor parte la habrán gastado en sustentarse a sí mismos en aquel país en condiciones bien modestas.

Puede argumentarse que el presupuesto del gobierno cubano atiende muchos fines sociales, y sería verdad. Pero ese presupuesto no sale del aire, sale del fruto del trabajo de personas como estos colaboradores, y parecería justo que a los que más aportan en las difíciles condiciones de dejar atrás familia y hogar, les tocara un poco más. Y la parte más ultrajante de este chiste: cuando estos compañeros regresen finalmente a la patria, luego de cumplir la misión, va a seguir existiendo un susodicho que les diga que no tienen derecho a reclamar derechos acá en Cuba, mejores salarios, posibilidad de viajar y demás, porque siempre estarán en deuda con la Revolución, que les ha dado educación y salud gratis.

Censo homofóbico Cuba 2012: CENESEX declara que no hará declaración

Por Negracubana


En las acciones previstas por el Proyecto Arcoiris para revelar el carácter homofóbico del CENSO Cuba 2012, estuvo conocer cual sería la participación del Centro Nacional de Educación Sexual en la presente “batalla”.

Con esa intención, la bloguera Yasmín S. Portales Machado se comunicó con la mencionada institución.

Cual no sería nuestra sorpresa cuando Yasmín nos expresó que el CENESEX no haría declaración alguna. Según Marta María, periodista encargada de la comunicación institucional, luego de haber consultado a las autoridades indicadas, no había nada nuevo que decir.

Durante la preparación del CENSO, la institución había propuesto su contribución a la formación, en las temáticas pertinentes, de las personas que participaría en la investigación censal. Ahora que la “mesa está servida”, se le da la indicación de no decir ni hacer “ni pío”.

Ciertamente es lamentable dicha posición contemplativa; se pierde entonces una oportunidad —concreta y puntal— de trabajar conjuntamente, activistas e institución, contra la homofobia institucional en Cuba.

Todas nosotr@s activistas y periodistas, hemos fortalecido nuestra militancia participando “codo a codo” —brindando nuestras historias de vida, mostrando nuestros rostros, etc.—, en las actividades que el CENESEX ha coordinado por más de 5 años. Por eso nos sentimos con el derecho de solicitarle su acompañamiento.

El CENESEX tiene un recorrido sorprendente en la defensa de los derechos sexuales y reproductivos de cubanos y cubanas. De hecho, últimamente se le vincula casi exclusivamente con ese aspecto.

No entiendo entonces como alguien “de arriba” pudo decidir el silencio de la institución ante la situación que nos ocupa: denunciar cómo el CENSO pretende desconocer los hogares monoparentales y las personas con identidades de género trans que hay en el país.

Sin embargo, “seguimos en la lucha”, si no logramos que la oración tachada en el manual del enumerador vuelva a ser legible, por lo menos sentiremos que, como parte de la ciudadanía de este país, hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance: no tod@s queremos ser tan solo un número.

Publicado en Proyecto Arcoiris

Mi Círculo Social

Por Rogelio M. Díaz Moreno

A raíz de una actividad por el día de los niños, me interesé por el círculo social que, como trabajador del sector de la Salud, tengo derecho a asistir.

Debe partirse de los años ´50 del pasado siglo, cuando existían en este país clubes que tenían instalaciones para el baño en el litoral del barrio habanero de Miramar y otras actividades recreativas. A los cubanos nos enseñan en las escuelas que estos eran centros privados y símbolos de la exclusión de la mayoría menos favorecida de la sociedad. Y que gracias a la Revolución, que los nacionalizó desde los primeros tiempos, hoy todo el pueblo los puede disfrutar.

Algunas personas mayores te matizan un poco esta imagen. No solo existían los clubes de ricachones exclusivos donde para ingresar, además del dinero, había que lucir de raza blanca. También se podía encontrar clubes propiedad de determinados sindicatos, y los trabajadores del ramo respectivo podían ser socios. El caso es que todos fueron nacionalizados por el gobierno establecido después de 1959. Ahora estos círculos trabajan asignados a los distintos sindicatos que se agrupan bajo la sombrilla de la central oficialista del trabajo.

El círculo social obrero (CSO) Otto Parellada viene a ser el correspondiente a los trabajadores de la salud. Es este club el que nos toca y al que podemos ir. No al que está a su izquierda, que creo está asignado a una rama de la industria; menos aún al de su derecha, dedicado a los miembros de las fuerzas armadas y sus trabajadores civiles.

Zambullirse en el mar es una de las mejores y más sencillas opciones recreativas en Cuba. A nosotros, las playas de Santa María nos quedan a 3 horas en autobús, y los pedazos libres de litoral cercanos a nuestra casa son de un diente de perro incomodísimo. El CSO Parellada nos queda bien cerca. Su pedazo de litoral, sin llegar a ser playa, es mucho más cómodo que el diente de perro, pues el fondo rocoso es mucho menos áspero y lo tachonan algunos parchecitos arenosos. Al agua se llega por franjas escalonadas de hormigón, con algunos sectores derruidos por la fuerza del oleaje, a lo largo de muchos años. Dos espigones se internan una treintena de metros en el mar, brindan cierto amortiguamiento a la marejada y ofrecen otros accesos al agua. A algunos metros de esta se extienden unas áreas de arena con sombrillitas y existen los esperados puntos de ofertas gastronómicas básicas. Además de la playa, hay unas canchas de pelota vasca, una de voleibol de playa y se pueden alquilar otros juegos de mesa. Para los sábados por la noche, es posible reservar una mesa en un gran salón, que cuenta con un consumo de platos ligeros y un poco de bebida y se puede bailar un rato.

La pasamos bien el primer día, así que me embullé. Pasé el pedacito de burocracia requerido para asociarme a mi club, y empezamos a ir de vez en cuando. Habremos ido siete u ocho veces en este verano en total. Ahora, veamos qué malagradecido soy, que voy a empezar a quejarme.

Ahora que acabó oficialmente la temporada vacacional, ya no puedo acceder más al CSO. Hasta el mes de julio del próximo año, los trabajadores que somos los socios y dueños de este club, ya no podemos presentarnos a la puerta, mostrar el carnet y entrar libremente. Esa posibilidad solo se nos abre en los meses de julio y agosto. El resto del año, solo se reserva para actividades organizadas y asignadas centralmente por mecanismos relacionados con la administración burocrática de los asuntos de este país. Si soy tan insensato que quiero ir a la playa en esos meses de abril, mayo y junio en los que hace tanto frío en Cuba y cae nieve, tendré que dispararme tres horas de autobús hasta Santa María o el diente de perro de la calle 70.

Pues sí, como vemos, mi propiedad solo es mía durante julio y agosto y no todos los días. Cómo puedo ser tan cruel, que aspire a que los empleados de mi club trabajen todos los días de esos dos meses, para mí, sin descanso. Si se nos antoja en familia, si Rogelito me lo exige, darnos un baño de mar un lunes durante esos meses: al diente de perro de 70 o las tres horas de autobús.

Entonces, de martes a domingo en julio y agosto, el CSO nacionalizado para mí, está a mi servicio en cierto horario no muy extenso. Abren a las 9 am, cierran a las 4pm, ni un minuto más. En mi carácter de dueño, me corresponden para el baño de mar en el CSO las horas del día de mayor fuerza de la irradiación solar que en nuestro clima. Como se sabe, tal intensidad sobrepasa un poquito lo recomendable para la buena salud. A los que nos apetece el baño cuando el sol es un poco menos violento ya saben lo que nos toca.

Un par de lindos detalles más para aquilatar bien el privilegio que tengo al ser dueño de este CSO. Cuando dije presentarme a la entrada, no me refería a la puerta principal. A los trabajadores comunes del sistema de salud nos toca el portón lateral de servicios. Y una vez dentro, lo que primero se encuentra uno, es otra evidencia de que el club tiene una segunda categoría de dueños, pero más elevada que la mía. Allí existen también un par de piscinas aisladas con una cerca muy seria y una puerta donde severos guardias permiten entrar a los dueños de primera y nos mantienen alejados a los dueños de segunda. Los trabajadores del CSO son corteses y lo tratan a uno amablemente, pero cumplen ciertos reglamentos estrictos. El acceso a la piscina es por mecanismos de reservación que se escapan de las posibilidades del trabajador simple. El secretario sindical del centro donde uno trabaja podría pugilatearle a uno tal vez esos accesos, pero tendría que atravesar varios calvarios burocráticos que parecen establecidos para convencernos, a los dueños de segunda, de que nos alejemos de ahí.

Imagen: Piscina con cercas

En otra situación, tales evidencias de tu estado de inferioridad bastarían posiblemente para convencerte de que no eres bienvenido y te vayas. Pero ya hemos contemplado que las alternativas no son buenas. Aún excluido de la parte VIP de mi club, aún en horarios restringidos durante los días y meses del año en que se dignan dejarnos entrar por la puerta de los criados, no nos dejamos amilanar y disfrutamos del amplio, azul y libre mar.

Imagen: Baño en el mar

Ciudadano Cero

Por Norge Espinosa Mendoza

No voy a estar en Cuba mientras el fragor del nuevo censo de población vaya puerta por puerta. Me perderé la oportunidad, entonces, de recibir a la persona que irá a mi casa para convertirme en un número, en una estadística que algo dirá sobre lo que somos en Cuba ahora mismo. Un número tras el cual estará la biografía de todos los que hagan ese gesto, con la esperanza de quedar como una marca en el mapa vivo del país. Hace ya varios meses nos habían advertido que las relaciones entre personas del mismo sexo no estarían contempladas en dicho repaso, que los homosexuales y lesbianas que tuvieran el arrojo de asumir la naturaleza de sus enlaces ante los encargados de esta operación, quedarían encubiertos por una voluntad nada relacionada con lo poco o lo mucho que hemos ido ganando sobre todo a partir del 2008, cuando comenzó a reconocerse en Cuba el Día Mundial de Lucha contra la Homofobia y parecieron removerse ciertos pedazos de la moralina tropical para que tuviéramos un rostro en ese mismo conglomerado que bajo el sol ardiente y tantas circunstancias que a otros pueden parecer insólitas, nos unen en diversos tipos de batallas.

La negativa de la oficina que realiza el censo a asimilar la verdad de estas parejas se escuda en la impersonalidad de las cifras, en el simple conteo, pero como han detectado varios activistas, es una maniobra que genera una mayor carga de oscuridad sobre lo que creíamos ganado. La cadena de contradicciones, demoras, esperas vacías, que sigue atentando en la Isla contra el reconocimiento natural y pleno de un hecho que sería ridículo negar ya, gana con este elemento un nuevo punto de apoyo, al que deberían haber respondido ciertas instituciones relacionadas con este batallar, y que no se han expresado como sus agendas debieran confirmarnos. En otros sitios del mundo, esto bastaría para que hubiera alguna protesta ante la fachada del organismo que emite el censo. En Cuba, nos queda el estrecho margen que blogueros, activistas, periodistas muy comprometidos, quieran dilatar para que esta estrategia no los reduzca a simples dígitos.

¿Qué puede significar en Cuba estar al margen de lo que el censo representará, si esta no es más que otra fórmula de invisibilización acerca de la calidad y las carencias auténticas de lo que somos? Poco o mucho, porque el censo puede ser apreciado solo como dato frío, pero también exigiría un grado de responsabilidad hacia esos rostros, esas parejas, esas vidas que se enfrentan diariamente a la homofobia institucionalizada, la misma que apela a estos actos para recordarnos su peso. La ingenuidad no debiera acompañarnos para que recibamos pasivamente este tipo de rechazos. Vivir en Cuba da el derecho a todos sus ciudadanas y ciudadanos a estar ahí, en ese conteo, y más, nos da el derecho de reconocer el modo en que vivimos por encima de estrecheces tanto morales como económicas, en pro de un respeto básico a la individualidad que encarnamos ahora mismo en la Nación. El dejo político que se oculta tras esta nueva negativa, el retardamiento de un punto de asunción que algunos han manejado con veracidad y otros hipócritamente cuando se acercan ciertas fechas y parece estar bien, ser correcto, hablando de la supuesta capacidad ya ganada para que tengamos como una pieza más en nuestro entorno a gays, lesbianas, transexuales, pacientes de VIH/Sida, etc., nos recuerda cuánto falta en el país para que en verdad seamos algo más que un número, una mano que se levanta junto a otras unánimemente en gesto mecánico, una voz confundida con las otras voces.

Lo conseguido en esta lidia no debiera reducirnos a Ciudadano Cero, de ahí mi apoyo a las ideas que varios de estos activistas han ido disparando contra el silencio que emanaría de esos reportes. Seguir callados o cruzados de brazos ante la manera en que nos anulan, nos editan como a ciertas escenas de seriales televisivos, nos mezclan impunemente con otros conceptos sin haber siquiera indagado en lo que quisiéramos o no participar, es una actitud a la que hay que enfrentar con radicalidad e inteligencia. Incluso cuando, como ahora, ya ha bajado por mandato el concepto de registro para este censo, y parezca imposible torcer el criterio retrógrado con el que, evidentemente, se sigue pensando la realidad en ciertas esferas.

El censo es apenas un símbolo de ello, y aunque parezca ingenuo colgar una bandera del arcoiris en un punto visible de la casa para al menos inquietar a los “censores”, va mi apoyo por esa provocación. La vida cubana, la que se explica en términos oficiales, está necesitada de ello. No quiero ser un Ciudadano Cero. Ni siquiera ahora que, por unos meses, estoy fuera de mi país, donde me repito una y otra vez aquello de “I am what I am”.

Es lo que lamento al no poder abrir la puerta a quien quiera saber quién soy, con cuántas personas vivo, mi edad. Etcétera. No quiero ser un número. Pero si quiero ser una persona dispuesta a reconocer lo que soy, y que no se me arrebate mi derecho al deseo. A desear el cuerpo que se me antoje. Me hubiera encantado recibir a ese hipotético encargado del censo envuelto apenas en mi bandera cubana.

Censo 2012: Cuba en una foto desenfocada

Maykel González Vivero

Será una foto de Cuba, una foto de familia, aseguran los manuales del censo, con vocación metafórica. A la medianoche del 14 de septiembre oprimirán el botón y veremos el flashazo. Ya sabemos, sin embargo, que nos harán una foto desenfocada: las uniones entre personas del mismo sexo fueron omitidas de los cuestionarios. Algunas familias no rezarán como tales, serán convivientes sin parentesco. Las pautas sancionadas por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) obligan a desenfocar la imagen de Cuba que necesitamos.

Hoy aparecieron pruebas de que la ONEI se traiciona a sí misma en una pugna a puertas cerradas. Un supervisor del censo, estudiante universitario, me reveló el contenido de unas líneas borradas en el manual denominado Instrucciones Enumerador. Aunque tachadas con saña, en el párrafo que define quiénes serán considerados cónyuges él pudo leer: “En este caso se admiten parejas del mismo sexo, siempre que sean convivientes del mismo hogar censal”. “Las parejas homosexuales no figurarán en la indagación”, dijo un funcionario de la ONEI al periodista Francisco Rodríguez Cruz hace pocos meses. Las líneas tachadas obligan a suponer que originalmente se les contempló. El diseño fue cambiado luego por razones que sólo justifican la homofobia y una flagrante mala fe.

Empeñado en conocer el origen de la tachadura homofóbica pedaleé hasta el sitio donde capacitan para el censo en Sagua la Grande. El director, Ovidio Bermúdez Acosta, me facilitó las Instrucciones y pude fotografiar el fragmento censurado. Bermúdez me mostró además una información oficial de la ONEI titulada Precisiones metodológicas y fe de erratas; en la penúltima página se ordena tachar la oración que reproduje arriba y sustituir por “Las parejas deben ser de sexo diferente”.

¿Por qué se abandonó el proyecto original? ¿Quién ordenó -persona o grupo- que se eliminara una pauta incluida por los propios especialistas de la ONEI? Lo que parecía una omisión ahora es discriminación. Afirmar que las parejas homosexuales no serían admitidas era anticuado; incluirlas, luego tacharlas, es discriminatorio. ¿Los responsables sabrán que obran contra la política del Estado?

Seguí hasta el Departamento Municipal del Censo, en la sede sagüera de la ONEI. Conversé con la máxima responsable: Dulce Suárez Rojo, otra funcionaria, me facilitó numerosos ejemplares de las Intrucciones. En todos aparecía la misma tachadura azul, rotunda. Maritza, la directora, me aseguró que los manuales llegaron tachados probablemente de La Habana. Ella desconocía la Instructiva No. 14 del 21 de junio de 2012, la fe de erratas de tanta mala fe. Dulce explicó que a pesar de la fecha el documento les llegó el pasado viernes. Y no tuvieron que corregir nada, lo que indicaban censurar ya estaba en azul.

Las funcionarias de la ONEI -todas son mujeres- se interesaron por el caso. Conocían el término homofobia. Mencionaron dos películas: Milk y Brokeback Mountain. Dulce admitió que la disposición obliga a instruir expresamente a los enumeradores para que desconozcan cualquier declaración de unión entre personas del mismo sexo. Si dos hombres se declaran unidos, los enumeradores excepcionalmente lo desconocerán, pese a que el censo consignará lo declarado aunque sea evidente alguna falsedad. Por una vez el censo mentirá. La foto quedará desenfocada.

Tomado de El Nictálope

¿Prejuicios sobre sexualidad en el siglo XXI?

Por Francisco Rodríguez Cruz
El ingeniero Luis Orlando Abascal Barbán, de Bayamo, Granma, fue sancionado a separación definitiva de su puesto de trabajo, con cuatro años sin poder rehabilitarse, por tener en la computadora portátil que tenía asignada como medio básico la serie de documentales titulada La guía sexual del siglo XXI
Los prejuicios de no pocas personas al abordar y conocer sobre la sexualidad humana son conocidos, pero tal vez sea menos frecuente que estos lleven a conflictos laborales como los que nos relata el ingeniero Luis Orlando Abascal Barbán, desde Bayamo, Granma.

Este trabajador de la empresa eléctrica provincial se desempeñaba como especialista B en máquinas eléctricas y equipos primarios de centrales y subestaciones eléctricas hasta febrero de este año, cuando fue sancionado a separación definitiva de su puesto de trabajo, con cuatro años sin poder rehabilitarse, por tener en la computadora portátil que tenía asignada como medio básico la serie de documentales titulada La guía sexual del siglo XXI.

El material fue detectado en el equipo por una supervisión de una especialista en informática de dicha empresa y acto seguido una comisión disciplinaria determinó aplicar la citada medida, alegando que el material encontrado si bien no se trataba de pornografía, su contenido es contrario al interés social y a las buenas costumbres, principios y valores éticos que caracterizan a la sociedad cubana.

Por ser Luis Orlando un trabajador con buena trayectoria laboral y que nunca antes había sido sancionado, ello tuvo gran repercusión en su colectivo. Plantea que sabía de la auditoría informática, pero no borró la serie pues no creí que el material fuera a ser visto de esa absurda manera. Además tenía autorización para llevar la laptop diariamente a su casa, por lo cual no podían imputarle afectaciones al horario laboral.

Abascal reclamó ante el órgano de justicia laboral de base, porque incluso el reglamento de seguridad informática de la empresa autorizaba a tener en las PCs videos (musicales, películas, seriales, novelas, documentales) hasta 4 Gb.

En su defensa, el trabajador acudió a la opinión de la presidenta de la comisión provincial de educación sexual, la Máster en Sexualidad Zeida Santiesteban, quien evaluó el programa y emitió su juicio por escrito especificando su alto valor científico, técnico, didáctico y educativo y que resulta de interés general y de obligada
consulta no solo para los especialistas del área de la sexualidad sino para la población en general

Citó incluso una referencia hecha a esta serie en la sección Sexo sentido, del diario Juventud Rebelde, en su edición del 19 de marzo.

Luego de múltiples irregularidades en la actuación del órgano según refiere Luis Orlando, entre ellas dilaciones e imposibilidad de presentar sus pruebas, la reclamación fue dada sin lugar por el órgano y también por el tribunal municipal, que no tuvieron en cuenta la opinión de los especialistas ni el alegato de un abogado.

Envuelto en este conflicto que al afectado le parece un cuento de Senel Paz escritor y guionista cubano conocido por la película Fresa y chocolate, este ingeniero no entiende por qué le aplicaron la sanción más extrema sin considerar su historial y conducta como trabajador; su condición de padre de familia, con dos niñas de 5 años y de 10 meses y la esposa de licencia de maternidad; y los criterios de los expertos sobre el carácter educativo de la serie. ¿Acaso es tan grave procurar información científica sobre la sexualidad, en la Cuba del siglo XXI?

Publicado en el periódico Trabajadores.

Un “poquito” de diversidad

Por Armando Chaguaceda

Esta nota es corta, porque nace en los resquicios de mi descanso dominical y porque cada vez creo más que lo bueno es aquello que se logra decir en pocas palabras.

Además lo que la motiva (la actual Campaña contra la Homofobia) ha provocado suficientes y diversas miradas, una de las cuales se ha publicado como excelente crónica acá en Havanatimes.

Es probable que mi opinión no gustará a algunos amigos involucrados en dicha iniciativa, aunque estoy convencido que aquellos que me conocen sabrán por dónde viene el sentido de esta crítica.  Y espero la acompañen o  respeten. Continue reading