Por Paula Vilella (Madrid)
Menos masivo y mediático, ¿sigue vivo el 15-M? ¿Cuáles han sido sus aportes?
Decenas de miles de personas salieron este sábado a las calles de distintas ciudades españolas para protestar contra las medidas de austeridad económica adoptadas por el gobierno y con el aniversario del 15-M como marco de las marchas. Las manifestaciones más importantes ocurrieron en Barcelona y en la capital, Madrid, donde una multitud se congregó en la céntrica Puerta del Sol. Desde el origen del movimiento conocido como de los "indignados" o 15-M, que ahora cumple un año, la situación económica ha empeorado en España y el desempleo ha alcanzado nuevos máximos. El gobierno del conservador Partido Popular ha dicho que no se apartará de su programa de austeridad. "El 15-M es un punto de inflexión con el cual hay que contar para hacer el cambio, pero no es el cambio", indica a BBC Mundo el sociólogo de la Universidad Complutense de Madrid, Marcos Roitman. La periodista Patricia Hornillos cree que, aunque los medios tradicionales no informen de ello, el 15-M sigue en las calles y "hay que salir ahí para comprenderlo". Para ella, se trata de "un cambio de actitud" cuyo mayor logro ha sido "romper la falta de comunicación entre personas cercanas, la apatía y el individualismo mal entendido, y articular distintas luchas de manera solidaria".
“Hasta que el New York Times no publicó la foto de las concentraciones masivas, los grandes medios españoles no le dieron relevancia”
La microciudad que sembró la semilla
"No somos mercancía en mano de políticos y banqueros". Bajo este lema, unas 130.000 personas se manifestaron en toda España para protestar contra un sistema que consideraban que les daba la espalda en pleno contexto de crisis económica. Era un soleado 15 de mayo, y de ahí tomaría el movimiento su nombre. Las apenas treinta personas que decidieron espontáneamente acampar en la céntrica plaza madrileña del Sol al finalizar la manifestación se convirtieron en cientos después de que la policía desalojara a las primeras y así, en el corazón de la capital, surgió una microciudad autogestionada y asamblearia que pronto se extendería a otros lugares del país y del mundo. "Hasta que el New York Times no publicó en portada la foto de las concentraciones masivas, los grandes medios de comunicación españoles no dieron relevancia al movimiento", considera Hornillo, quien ha cubierto el 15-M desde sus inicios.
Andrea Raboso, de 24 años y miembro de la organización Juventud Sin Futuro, recuerda aquellos días con emoción: "El 15-M mostró que la política no es votar cada cuatro años, sino que la sacó a la calle, al debate entre la gente. Solo a diario y organizándote se pueden cambiar las cosas".
De la indignación a la acción
Después de que las tiendas de campaña se plegaran y abandonaran las plazas españoles, el 15- M se descentralizó a las asambleas de barrios, ciudades, universidades y centros de trabajo. La victoria de los partidos conservadores en todas las elecciones posteriores no ahogó la esperanza del movimiento. Desde entonces, la paralización de desahucios, los movimientos vecinales contra los controles de identidad policiales a personas extranjeras, las acciones contra la privatización del agua y los recortes en el Estado de Bienestar en sanidad, educación y asuntos sociales, se han nutrido de la mayor movilización en España.
Aunque la mayor parte de las peticiones generadas en torno al 15-M no se han plasmado en las políticas públicas llevadas a cabo por el gobierno, Roitman recalca que el movimiento "ha puesto sobre la mesa debates que no se querían discutir y ha intervenido en la agenda porque ha obligado a referirse a ello". De las dieciséis propuestas que realizó el movimiento en mayo del año pasado, se ha conseguido la dación en pago para las hipotecas, impulsar un borrador de la ley de acceso a la información pública, la nacionalización de algunas cajas de ahorros así como la reforma de las condiciones de trabajo de la clase política. Sin embargo, muchas de ellas han sido desoídas por la clase política. Es el caso del refuerzo de la educación y la sanidad públicas, la reforma fiscal, el cambio de la ley electoral, la desvinculación entre Iglesia y Estado, la abolición de algunas leyes que consideraban discriminatorias como la de extranjería, la condena de la corrupción a través de las leyes, la recuperación de empresas públicas privatizadas y el cierre de centrales nucleares y la promoción de energías renovables, entre otras.
La clase política se ha mostrado en general bastante cauta a la hora de valorar el movimiento. No ha sido el caso de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que consideraba en su cuenta de twitter que tras el concepto de democracia directa "se puede esconder un golpe de Estado". "Bajo la apariencia de inocentes movilizaciones que se pretenden formas de democracia directa se esconde la deslegitimación de nuestro sistema representativo", señaló en otra ocasión. En esta línea, para el actual ministro de Cultura, José Ignacio Wert, el éxito del 15-M, al que calificó de radical y reaccionario, ha sido "notablemente exagerado". En su libro "Los españoles ante el cambio", publicado antes de ocupar su cargo actual, apunta que el movimiento es "una mezcla de socialismo utópico, radicalismo político y supino desconocimiento de que en la vida social las ambiciones y los recursos tienen que ir de la mano".
Recortes y protestas
Con más de cinco millones de personas desempleadas y más de la mitad de los jóvenes sin trabajo, la capacidad adquisitiva de los españoles desciende por momentos y las redes familiares se han vuelto imprescindibles para sobrellevar la crisis. Actualmente, 1,7 millones de hogares tienen a todos sus miembros en paro. Los viernes en España ya no marcan sólo el inicio del fin de semana sino de nuevas limitaciones en el presupuesto estatal. El presidente, Mariano Rajoy, anunció que hasta el final de la legislatura se producirían todo tipo de recortes para paliar el déficit público del país, tarea encargada desde la Unión Europea, lo que le ha valido la denuncia ante Naciones Unidas de diversas ONG españolas que alertan del recorte de derechos sociales que se están produciendo en el país. Esta situación ha llevado a que prácticamente todas las semanas se organicen concentraciones y manifestaciones, en protesta por unas u otras medidas.
"Sin el 15-M no se puede entender la manera en la que se han organizado todas las protestas y las reclamaciones actuales. Además, la gente ha perdido el miedo a salir a la calle a manifestarse", dice Andrea Raboso.
En opinión de Raboso, los anuncios de reforma del código penal, que calificaría la resistencia pasiva y pacífica como atentado contra la autoridad, "son un instrumento para desmovilizar a la población y acabar con todo movimiento de contestación". Distintos participantes del movimiento, que se ha destacado por su carácter pacífico, han considerado que la medida obedece a "una estrategia del miedo" mientras que el Sindicato Unificado de Policía se ha manifestado abiertamente en contra de equiparar ambas.
Según un censo provisional elaborado por la Comisión Legal del 15-M, hasta enero de 2012 hubo 75 personas detenidas en movilizaciones, cuatro en desahucios, 33 sanciones administrativas, 114 identificadas en ocupaciones de viviendas vinculadas al movimiento y cinco casos de juicios de faltas. Sin embargo, advierten de que estas cifras pueden representar sólo un 10% del total. Este sábado, día de la manifestación principal, un millar de agentes policiales se desplegaron en los aledaños de la plaza de Sol para evitar que se repitan las acampadas. Sólo en la boda del Príncipe Felipe y Letizia Ortiz se ha dado una concentración de policías de esta magnitud.
Tomado de BBC Mundo: ¿Sigue vivo el 15-M?