Nuevas directivas del Consejo de Ministros

Raúl Castro se resiste a ir más rápido

HAVANA TIMES – El presidente cubano Raúl Castro se mostró conforme con el ritmo de las reformas en la isla, durante una reunión del Consejo de Ministros el martes 2 de abril, donde se analizaron las directivas para el Plan de la Economía y el Presupuesto del 2014.

“Si hacemos un análisis del camino recorrido podemos darnos cuenta de que se avanza a buen ritmo”, dijo Castro. “Tenemos que resistir a las presiones de quienes insisten en que debemos ir más rápido”, agregó.

Por su parte, el titular de Economía y Planificación, Adel Yzquierdo Rodríguez, anunció que para el 2014 se pretende potenciar las exportaciones y desacelerar el crecimiento de las importaciones, a fin de favorecer la producción nacional.

Todas las nuevas directivas aprobadas en el encuentro fueron de carácter estrictamente económico, sin anunciar ninguna modificación en el sistema político de la isla.

Los cubanos pagarán más tributos en 2014

HAVANA TIMES – El gobierno cubano aplicará nuevos tributos en 2014, “de acuerdo al cronograma de implementación gradual de la Ley 113 del Sistema Tributario”, dijo este martes la ministra de Finanzas y Precios, Lina Pedraza Rodríguez, ante el Consejo de Ministros.

Según la información divulgada, la ministra prevé además un incremento en los ingresos tributarios, pues crecerá la recaudación asociada a los impuestos sobre los servicios, sobre los ingresos personales, y los aportes por la contribución a la Seguridad Social.

Por otra parte, la titular también anunció que las empresas a partir del próximo año podrán retener hasta el 50 % de sus utilidades después de pagar sus impuestos, y destinar esos fondos para el desarrollo, las inversiones y la estimulación directa a sus trabajadores.

Vicepresidente cubano Murillo propone 126 nuevas cooperativas

HAVANA TIMES – El vicepresidente cubano Marino Murillo presentó este martes, ante el Consejo de Ministros, un primer grupo de 126 cooperativas no agropecuarias que comenzarán a funcionar próximamente, reportan hoy medios de prensa en la isla.

“Estas nuevas formas de gestión se iniciarán en 111 mercados agropecuarios; cinco estarán asociadas a servicios de transporte de pasajeros; seis a servicios auxiliares del transporte; dos para el reciclaje de desechos y 12 relacionadas con actividades de la construcción”, puntualizó.

Las nuevas directivas buscan incrementar el Producto Interno Bruto del país, el cual tiene un crecimiento previsto para 2013 de 3,7 por ciento, después del 3,1 del año pasado.

Lo que no explicó fue si las cooperativas serán organizadas por el estado cubano o por los mismos socios, y el grado de autonomía que tendrán para su auto gestión relacionado a inversiones y ganancias.

Al paso, la Constitución

Por Rogelio M. Díaz Moreno

Ahora que ya pasó el acto del 26 de julio, resulta que yo todavía no me he terminado de desconectar de la pasada sesión del Parlamento cubano, celebrada hasta el 23 del presente mes. Y es que yo no quería pasar por alto un último punto del discurso del compañero general en jefe, Raúl Castro, allí al finalizar prácticamente su discurso de la clausura, cuando hace la apología del compañero Jaime Crombet.

Dijo Raúl, según la versión que descargué del sitio oficial Cubadebate, En consideración a sus relevantes méritos, […], el compañero Jaime trabajará conmigo en la atención a la comisión que elaborará el proyecto de modificaciones a introducir en la Constitución de la República, en cumplimiento de los acuerdos del Sexto Congreso del Partido

Así que, de pronto, nos enteramos de un par de cosas importantes: Se ha conformado o conformará una comisión para proponer modificaciones a la Constitución.

Era algo que muchos veíamos venir, si bien no todos estaban convencidos de que fuera lo más conveniente. Algunos amigos versados en cuestiones de Derecho, por ejemplo, me han explicado que la Constitución actualmente vigente no ha sido nunca aprovechada por completo pues, para empezar, le faltaron algunos complementos jurídicos que se suponía se elaboraran para definir detalles en temas como ciudadanía, el ejercicio de derechos de asociación, etc.; lagunas que resultaban en que las autoridades actuaban a discreción en esas cuestiones para disgusto digamos que de aquellos a los que no les gustaba su actuación. Eso, cuando no se cometía un burdo y abierto desacato como con la prohibición, derogada no hace tanto, de entrada de los cubanos a establecimientos hoteleros.

Por otra parte, las conocidas reformas realizadas al modelo cubano o actualizaciones, como prefiere llamarles el discurso oficial ya dieron al traste, según mi humilde opinión, con un par de preceptos constitucionales como aquel de proscripción de la explotación de unas personas por otras, insostenible frente a la existencia de la contratación de fuerza asalariada por parte de algunos de los pequeños empresarios autorizados a ello con el auge, legalmente promovido, del llamado trabajo por cuenta propia. En todo caso, con tanta actualización o reforma o renuncia del Estado a garantizar trabajo, planes vacacionales y el resto de la filosofía de eliminar subsidios y subvenciones a la población, las sacudidas experimentadas por la Carta Magna cubana han sido tantas que lo más práctico, para poder hablar de un documento que todos consideren digno de alguna atención, es reformarla.

Lo que quiero subrayar es, de nuevo, que ya se decidió crear una comisión para redactar el proyecto de modificaciones de la Constitución. ¿En qué momento, tengan la bondad de decirnos? ¿Quiénes tomaron la decisión? ¿Cómo se va a elegir a los integrantes de la misma? ¡Fíjense que no es una comisión cualquiera, para elegir el color de un estadio de pelota, es para cambiar la Constitución! Una cosa se sabe, que Raúl y Crombet la van a atender. ¿De la manera en que un anfitrión atiende a unos huéspedes? ¿Cómo un archivador atiende a personas que requieren información? ¿O de otra manera?

Además, me parece que hay otras contradicciones. Dice Raúl, en cumplimiento de los acuerdos del Sexto Congreso del Partido. Pero en la versión que yo descargué, también de Cubadebate, de la versión final de los Lineamientos aprobados en el VI Congreso, no aparece la propuesta de reformar (o actualizar) la Constitución. Lo que es más, el PCC no tiene la potestad para cambiar la Constitución de Cuba, derecho que solo posee la Asamblea Nacional del Poder Popular, según el artículo 137 de la misma Constitución. Tampoco se encuentra el PCC entre las personas naturales o jurídicas con Iniciativa Legislativa, o sea, que puedan proponer leyes en la Asamblea, según el artículo 88 del documento en cuestión. Si alguien tiene una información mejor que la mía, por favor compártala.

Ante esta situación, me vienen a la mente ciertas palabras de José Martí, en una carta a Máximo Gómez. En esa misiva Martí, sin ocultar el cariño y admiración que siente por el Generalísimo, le expresa su opinión de que

entiendo que usted procede de buena fe en todo lo que emprende, y cree de veras, que lo que hace, como que se siente inspirado de un motivo puro, es el único modo bueno de hacer que hay en sus empresas. Pero con la mayor sinceridad, se pueden cometer los más grandes errores; y es preciso que, a despecho de toda consideración de orden secundario, la verdad adusta, que no debe conocer amigos, salga al paso de todo lo que considere un peligro, y ponga en su puesto las cosas graves, antes de que lleven ya un camino tan adelantado que no tengan remedio.

La escribió Martí, a raíz de un desacuerdo con la manera, de Gómez y Maceo, de planificar la próxima y definitiva contienda para liberar a Cuba del colonialismo español. Martí que contaba con la independencia de Cuba para revertir la expansión del imperialismo yanqui sobre Latinoamérica le expresó al Generalísimo que, no obstante su amor ciego a una idea en la que me está yendo la vida; a pesar de desbordar por él esta fatal abundancia de corazón que me dañaría tanto en mi vida, si necesitase yo de andar ocultando mis propósitos para satisfacer ambicioncillas; que, no obstante dudar que se hubieran acercado a aquel alguien más con un afecto más caluroso que aquel con que lo apreté en mis brazos desde el primer día en que le vi; en fin, que con todo ello, no iba a contribuir con los planes esbozados en la discusión que provocó esta misiva, pues hay algo que está por encima de toda la simpatía personal que usted pueda inspirarme, y hasta de toda razón de oportunidad aparente.

Yo espero que a nadie le moleste que un humilde servidor sienta tanta admiración por las ideas de Martí que trate de hacerlas suyas, derecho que, por demás, nos asiste a todos los cubanos. Pienso que hay que tratar de meditar en lo que estaría pensando Martí al escribirle a Gómez en este mismo mensaje, que

un pueblo no se funda […] como se manda un campamento; y cuando en los trabajos preparativos de una revolución más delicada y compleja que otra alguna, no se muestra el deseo sincero de conocer y conciliar todas las labores, voluntades y elementos que han de hacer posible la lucha armada, mera forma del espíritu de independencia […] ¿qué garantías puede haber de que las libertades públicas, único objeto digno de lanzar un país a la lucha, sean mejor respetadas mañana? […] Si la guerra es posible, y los nobles y legítimos prestigios que vienen de ella, es porque antes existe, trabajado con mucho dolor, el espíritu que la reclama y la hace necesaria: y a ese espíritu hay que atender, y a ese espíritu hay que mostrar, en todo acto público y privado, el más profundo respeto.

Lo que me parece muy a tono con el propósito de redactar una nueva Constitución para el país o para modificar la vieja. Sobre todo, teniendo en cuenta que Martí la tenía mucho más difícil que nosotros hoy, pues el país que los mambises todavía tenían por liberar de una potencia colonial, hoy ya cuenta con la soberanía necesaria para desarrollarse y mejorar las condiciones para que su pueblo trabaje por una felicidad posible, sin olvidar hacer frente a los apetitos imperiales de otra potencia que conocemos bien.

Resulta totalmente improcedente que las propuestas de modificaciones a la Ley de Leyes provengan, como ya ocurrió en el caso de los documentos del Congreso y la Conferencia del PCC, del trabajo de una comisión desconocida, trabajando en secreto. Me resulta inconcebible. Este pueblo, llamado a construir en el umbral mismo del imperialismo yanqui el proyecto liberador, emancipador, antiimperialista, del socialismo; que efectuó una Revolución inédita que ha conmocionado al mundo más de una vez, y lo seguirá conmocionando, no puede sino efectuar en la más abierta y democrática asamblea las discusiones que deriven en una nueva Constitución. La única manera de rechazar indefectiblemente las embestidas del enemigo y derrotar para siempre sus esperanzas de fragmentarnos para borrar nuestro ejemplo de la faz de la tierra, consiste en la unidad basada en la igualdad y el respeto a cada compatriota, la participación universal y plena de los talentos de todos los cubanos y cubanas, militantes o no, con sinceridad y transparencia, con libertad y compromiso, en los hitos de la sociedad que forjamos.

Quo vamos

Rogelio Manuel Díaz Moreno

Busqué estos días la transcripción del discurso de Marino Murillo en la recién concluida sesión de nuestra Asamblea Nacional, pero me cuesta trabajo encontrarla. Aparece un sitio con algo que parece una grabación para escucharla, aparece un discurso del susodicho en el Parlamento en el 2009, pero este discurso particular no lo encuentro. Sin embargo, lo retransmitieron una vez por televisión y mi memoria, que tiene su propio sentido del humor, retiene una serie de detalles que son de ampanga.

De hecho, si yo fuera el Gobierno cubano, me sería difícil evitar la tentación de impedir que el discurso apareciera en mis medios oficiales de prensa que, como sabemos, son todos los que circulan legalmente en Cuba. Las cosas que recuerdo que dijo ese hombre, no son como para celebrar precisamente. Lo que es más penoso, que se vienen a reconocer y a tratar de poner algún remedio a problemas que tienen decenas de años y han estado todo este tiempo expuestos a la vista de todo aquel que no mantuviera sus ojos firmemente cerrados.

La corrupción alimentada de burocratismo y la manía del hipercontrol que agrava los problemas en vez de resolverlos recibieron sus respectivos fuetazos. Si se empieza por la agricultura, fueron de notar en el discursante los centenares de miles, hasta millones, de hectáreas de tierras cultivables que se cubrieron de marabú frente a la mirada de unos ministerios de agricultura y azúcar totalmente incapaces de controlar el avance del espinoso arbusto. No quedó más remedio que repartir estas tierras entre particulares, lamentablemente con veinte o más años de retraso respecto al momento en que empezó a hacerse notar más seriamente el problema. Problema, por cierto, que no termina con el cambio de propiedad del medio de producción hacia unas manos más eficientes, porque el fruto de estas se pierde con demasiada frecuencia al volver a caer en el mismo vórtice de ineficiencia de los sistemas estatales, llámense Acopio o Frutas Selectas, cuyas estructuras fueron el blanco de otras palabras dinamiteras: a volarlas en pedazos llamó Murillo, para que los productores puedan comercializar libremente sus mercancías, por ejemplo, a los hoteles, porque las instituciones oficiales son causa reconocida de sangrientas erogaciones subsidiadoras por parte del Estado.

Los materiales de construcción y su comercialización fueron también abordados por Murillo. El hombre reconoció que mientras se trató de mantener una venta subsidiada de estos, en los expendios todo el mundo sabe lo que pasa. Enlacemos con la situación de las instituciones administradoras de todo lo que tenía que ver con la vivienda, si uno tenía que hacer alguna gestión de permuta, donación, lo que fuera: o se demoraba un universo o, para resolver rápidamente, todo el mundo sabe lo que pasa. No era útil aumentar la cantidad de control, más bien por el contrario, se creaban más trabazones y corruptelas administrativas con cada intento.

Para no parar en esas, también Murillo comunicó la decisión de pasar al sistema de turismo común y corriente, posiblemente en pesos cubanos sin subsidios, la aplastante mayoría de la capacidad de alojamiento en villas, moteles y demás de los distintos organismos, pues su uso adecuado era, de nuevo en palabras de Murillo, incontrolable. Como todo el mundo sabe, lo que pasaba era que mucho dirigente y funcionario y socio y familiar pasaban sabrosas vacaciones y paseos pagados por Liborio. Ahora por lo menos, dos cosas buenas pasarán, que todo el que pueda pagar tendrá un acceso normal, y una empresa estándar recaudará ingresos normalmente.

Y para no quedarse a pie o con cucarachas en la cabeza, explicó Murillo que ha salido bien el experimento con los barberos y los taxis, ese de dejarlos a su aire, dejando que vivieran oficialmente de cobrar lo que el mercado determinara por el servicio, en lugar de un sueldo fijo más lo que no oficialmente les diera el mismo mercado. No había manera de controlar aquello, y todo el mundo sabe lo que pasaba con el precio de los pelados y de los paseos. Ahora, en vez de mantener esos servicios, el Estado recauda impuestos a su cuenta.

Todas estas ideas expresadas suenan convincentes y pareciera que los chicos del Gobierno se vuelven listos. Ah, pero uno se preocupa un poco por varios motivos cuando lo piensa mejor.

Según lo que también se ve en la prensa, en muchas reuniones y procesos asamblearios partidistas y de todo tipo, mucha gente parece que perdió la más reciente seña, y sigue exigiendo más y más control, hasta llevar supuestamente la supervisión personalizada y continua al pie del mismo trabajador que está en el surco o frente a un torno, para controlar todo lo que éste débil cristiano hace o deja de hacer. Uno no sabe si indignarse con estos fariseos o si reírse de la futilidad del intento. De lo contradictorio. De lo deshonesto. Porque ya ellos comprobaron, como sabe todo el mundo, ya reconocieron públicamente, que bajo su sistema de omnicontrol lo que tienen es un controlito malo, una hiperinflación de estructuras aberrantes que estorban el buen desempeño de cualquier iniciativa productiva o de servicios, y según lo que vemos están empezando a remediar algunas, las más dramáticas, de la manera más burda, esto es, cediéndole potestades a particulares que lo hacen mejor, que permiten a las personas desenvolverse más libremente, al menos a primera vista. ¿Para qué hablar tanto entonces de los remedios viejos y reconocidamente malos? ¿Qué suerte de alquimia desprestigiada están reivindicando aquellos fanáticos acérrimos del control?

Otro motivo de preocupación surge porque uno no sabe, no lo dicen, se lo ocultan, hasta dónde están dispuestos a llegar en esta ofensiva a lo Marino Murillo. ¿Cuál o cuáles van a ser los próximos sectores a descontrolar?

Recientemente se mostraron mayores flexibilidades a los pequeños empresarios surgidos con el auge del cuentapropismo, que sean empleadores de otros asalariados. ¿Estará explícitamente establecido el límite de tamaño de la actividad económica que la sociedad considera adecuado que se libere de controles, para empezar a funcionar de manera particular, tal vez explotadora de otros proletarios, esto es, capitalista? A ello nos puede llevar a una idea expresada anteriormente por los adalides modernos del desentendimiento por el Estado de un número de funciones, aquella según la cual el Gobierno no se debe meter a regular las relaciones entre individuos. ¿Aún cuando estas se encarrilen por moldes neoliberales a pequeña escala?

¿Llegaremos al punto en el que el Estado se confiesa incapaz de mantener el control sobre todos los sectores, de los cuales igualmente todo el mundo sabe que también están en crisis? Y, si es así, ¿se liberarán estos sectores a las fuerzas del mercado? ¿Quo Vadis (dónde vas)? o, mejor dicho, ¿Quo vamos, Murillo?