¿Quién traiciona a quien?

Por Jose Daniel Suárez Salazar

El día 27 de noviembre, día del aniversario 141 del injusto fusilamiento de los 8 estudiantes de medicina, el director nos informaba, oficialmente al colectivo, la traición de su jefe de servicio, al quedarse en un viaje de trabajo que realizaba no sabemos bien ¿por qué? habitualmente a los EEUU, en principio lo admitía como una traición a su confianza, a la confianza depositada en él por su colectivo, por la comisión de cuadros y por todo el que de alguna forma tuvo que ver con sus reiteradas autorizaciones para viajar. Luego de algunas opiniones hacia ambos extremos, ratificaba la traición a la patria, por supuesto y como siempre, de las causas que generan este tipo de acción nada de qué hablar, como tampoco se habló de los traidores que desde dentro, no hacen lo que tienen que hacer para garantizar el trabajo como medio de dignificar al hombre, los que esconden sus deficiencias en informes triunfalistas y carentes de objetividad, honestidad y omiten las deficiencias conocidas por todos, a los que se dejan engañar para no tener la responsabilidad de resolver los problemas, pero de este análisis se me ocurre pensar en ¿cuán traicionados se sienten los cubanos?, sobre todo los profesionales que dejan su tierra, su familia, sus costumbres y su cultura, para irse a vivir a un país cualquiera (porque no solo se quedan en EEUU, ya lo hacen hasta en Haití) y recomenzar su vida, en ocasiones cuando ya no tienen ni siquiera fuerza suficiente, y ser tratado mejor como un emigrante allá, que como un trabajador honrado en su propia patria. Continue reading

Colaboradores

Por Rogelio M. Díaz Moreno

El otro día tuvimos una visita especial.

Era un compañero que se encuentra cumpliendo una misión de esas que hace el personal médico cubano en los países allende los mares, y estaba de vacaciones por unos días aquí en La Habana. Nos contó muchas cosas interesantes.

Para empezar, los cuentos sobre otros países son siempre atractivos. El asunto ese de viajar a lo desconocido, más en un país como Cuba donde el hecho mismo del viaje es algo tan complicado. El interactuar con culturas diferentes, con otras perspectivas de vida, otros patrones de comportamiento, lenguaje, estética, gastronomía, en fin, siempre hay muchas cosas que aprender. Y la parte de atender médicamente a otras poblaciones, salvar vidas, aliviar sufrimiento siempre una experiencia excepcional, ya sea con los compatriotas de uno o con seres humanos de otros países.

Eventualmente llegamos al asunto prosaico del dinero. Les están pagando, nos refirió, doscientos dólares mensuales. Además, les acumulan poco más de cien pesos convertibles aproximadamente equivalentes a dólares adicionales, en una cuenta aquí en Cuba. Por otra parte, nadie les ha dicho oficialmente cuánto recibe el Estado cubano por su labor aunque, extraoficialmente, se dice que la cantidad es de siete mil quinientos euros al mes.

No me extraña, entonces, que nadie se anime a decirles la cifra oficial, ni así fuera la mitad de eso. Aprendan, Rockefeller, Bill Gates, que ustedes son unos niños de teta en eso de exprimir el trabajo de sus empleados. Uno saca una cuenta burda, más de siete mil euros de ganancia al mes, por veinte y cuatro meses, da ciento sesenta y ocho mil euros, que se embolsa el gobierno. Los colaboradores recibieron, entre tanto, menos de ocho mil; de los cuales, la mayor parte la habrán gastado en sustentarse a sí mismos en aquel país en condiciones bien modestas.

Puede argumentarse que el presupuesto del gobierno cubano atiende muchos fines sociales, y sería verdad. Pero ese presupuesto no sale del aire, sale del fruto del trabajo de personas como estos colaboradores, y parecería justo que a los que más aportan en las difíciles condiciones de dejar atrás familia y hogar, les tocara un poco más. Y la parte más ultrajante de este chiste: cuando estos compañeros regresen finalmente a la patria, luego de cumplir la misión, va a seguir existiendo un susodicho que les diga que no tienen derecho a reclamar derechos acá en Cuba, mejores salarios, posibilidad de viajar y demás, porque siempre estarán en deuda con la Revolución, que les ha dado educación y salud gratis.

A puertas cerradas y con oídos sordos

Por Rogelio Manuel Díaz Moreno

Un amigo me ha contado que a un amigo suyo, le contó otro amigo, que cuando los trabajadores del Censo de población que está por realizarse en nuestro país pasen por su vivienda, no va a declarar que posee X artículos ni que se gana cuatro pesos chapeando el jardín de una anciana que vive en su cuadra. Pareciera que el amigo del amigo de mi amigo desconfía de las buenas intenciones y teme que, a los que revelen detalles levemente salidos del tiesto de lo centralmente autorizado y administrado, le vaya a apretar las tuercas.

Un periodista se muestra indignado y pide mano dura contra esos inconscientes que no cooperan lo suficiente en la lucha contra el mosquito aedes aegypti, trasmisor de enfermedades como el dengue. Pareciera que las personas son tan irresponsables que son capaces de arriesgar su salud con tal de evitarse una leve molestia, por lo que necesitan que papá Estado las regañe a ver si se educan.

Estos botones dan fe de una actitud que se resiste, hoy en día, a tener confianza en el estado y sus instituciones, y no digamos ya a cooperar cuando las mismas convocan a empeños de bien común. Y yo me pregunto por qué será.

Se asume que la confianza engendra confianza y que, para esperar sinceridad, se debe ofrecer sinceridad. Pero las fuerzas del orden estatal gustan de solicitar que los ciudadanos se vigilen entre sí y le reporten, a las autoridades superiores, cualquier asunto que constituya una irregularidad. Esto podría ser loable, en todo caso, si se circunscribiera al combate contra crímenes como el narcotráfico o el terrorismo, pero constituye una insoportable violación de la privacidad del individuo en demasiadas otras esferas de la vida, como pueden ser la decisión de acoger o no huéspedes, y otras actividades económicas honradas y de supervivencia básica ante la incapacidad de ganarse una vida decorosa trabajando para el Estado por un salario en moneda nacional ¡por no hablar de la compra de alguna mercancía en el inexorable mercado negro!. Bastante tenemos, piensan algunos, conque lean nuestros correos y escuchen nuestros teléfonos, para creer también que la mano estatal, encargada de perseguir irregularidades, no va a alimentarse con lo que cuantifique la mano censal para quién sabe qué propósitos marrulleros. Para colmo, el estado-gobierno no es nada transparente con sus gestiones y la administración de los recursos provenientes del sudor de los trabajadores, ni gusta de revelar muchas informaciones y datos trascendentales del tipo socio económico, ni a investigadores ni a ciudadanos de a pie, como tuvimos un ejemplo fehaciente en el último censo realizado, a finales de la pasada década.

Por otra parte, para que le abran la puerta a los fumigadores y otros activistas institucionales de la salud, ayudaría que el estado reconociera en los medios de prensa oficiales, con todas sus letras, las situaciones epidemiológicas que haya o no en el país. Si hay dengue, que no se limiten a explicarlo, casi que a sottovoce, en corrillos discretos donde se cita a los vecinos por el CDR y apenas van tres viejitas apuradas porque va a empezar la novela. Que el Granma y demás reconozcan, HAY DENGUE, ES PELIGROSO, HAY QUE ENFRENTARLO. Si hay cólera, que el periódico diga desde que aparece, HAY CÓLERA, en vez de esas notas crípticas que hablan y para eso, con retraso- de un brote de enfermedades diarreicas agudas con lo que el despistado puede pensar que en un cumpleaños repartieron cake en mal estado; luego, con gran reluctancia, reconocen la existencia de un raro bicho, Vibrio cholerae, y no le ponen el nombre en griego porque las prensas no tienen los caracteres del alfabeto helénico. El contraste que existe entre el desganado reconocimiento de situaciones internas y el morbo conque se exaltan las desgracias en el exterior resulta un marco desfavorable para ganar en capacidad de convocatoria, pensamos muchos.

Pero pedir sinceridad y transparencia al aparato estatal es como pedirle peras al olmo. Pareciera que el trabajo de los miembros de aquel consiste en mantener sanas las páginas de los diarios y no nuestros barrios; adjudicarse los méritos de las cosas que salgan bien como dirigentes modelo y culpar al corrupto, apichonado e indisciplinado Liborio por los problemas que existan. De tal suerte, parece poco probable que ambos extremos vayan a intimar el uno con el otro, y que las actividades que dependan de esa confianza mutua vayan a llegar a buen puerto.

El precio del tique

Por Rogelio Manuel Díaz Moreno

Este viernes 28 de octubre, una gran cantidad de personas dieron rienda suelta a su alegría, ya fuese desde las instalaciones deportivas de Guadalajara en México, ya fuese desde los asientos de casas y oficinas en Cuba, pues nuestro país por fin alcanzó y superó a Brasil en el segundo lugar del medallero de los corrientes juegos deportivos Panamericanos. Qué alegría, eh, aunque cada vez nos cuesta más trabajo convertirnos en el primer país del continente detrás de los Estados Unidos, y aunque el béisbol, deporte nacional, haya perdido la acostumbrada medalla dorada. Tengo que confesar, sin embargo, que yo no logro alegrarme 100%.

A mí no se me ocurren razones para que un país de modestísima economía como el nuestro, compita con la potencia emergente de Brasil en este tipo de resultados. Es decir, sí se me ocurren, pero no harían quedar bien a los directivos que priorizan altas sumas para una actividad no productiva en nuestras condiciones como el deporte y que para colmo, en muchas modalidades, funciona bajo esquemas de laboratorio, o sea, sin una masividad real en su práctica. Esos funcionarios priorizan las victorias deportivas internacionales con un afán que, cuando traspasa ciertos límites de la alegría y el deseo de sana emulación, no tienen otro sentido que no sea el de propaganda, llegando a establecer comparaciones entre nuestros atletas y los héroes de la patria que tocan el fondo del ridículo cuando esos atletas se van del país o demuestran de cualquier otra forma que son seres humanos como los demás, con virtudes y defectos.

Soy de los que miran con irritación las áreas deportivas deterioradas, que funcionan solo parcialmente y hasta cerradas del todo. Sé que hay pocos recursos económicos, que el bloqueo de los Estados Unidos y todo eso, pero luego veo una delegación de nuestro país de 500 atletas y 200 integrantes de otro tipo en la villa tapatía, y me entra picazón. Me sublevo cuando me cuentan que, a esas áreas deportivas de acá que todavía funcionan, han dejado de asistir muchos pequeñines, porque sus padres no les pueden adquirir los guantes, las zapatillas, entre otros implementos que el Estado proporcionaba gratuitamente hace algunos años, pero que ahora solo están al alcance de las familias con suficientes ingresos como para adquirirlos a altos precios en pesos o en papelitos de colores. Las diferencias sociales que ya nos parecen naturales con la prolongación indefinida del período especial (si se eterniza, ¿es necesario seguir llamándole especial?) abarcan también las instalaciones atléticas, y unos fiñes llegarán altus, sitius, fortius, que otros, pero por los recursos económicos de la familia y no por sus condiciones naturales y con el esfuerzo correspondiente.

Mi padre me diría, que es utópico o insostenible que el Estado mantenga toda esa subvención de las actividades deportivas. Pero yo preferiría, entonces, que el presupuesto invertido en enviar un esgrimista a un torneo a ultramar, entrenado y equipado con todos sus sofisticados implementos, se dedicara a subvencionar esos guantes de boxeo o béisbol, esos bates, esas pelotas de baloncesto, todos esos accesorios baratos de deportes mucho más populares, mucho más humildes, mucho más proletarios. Me alegró oír, no lo niego, el canto de nuestro gallo fino frente al nadador brasileño campeón mundial, pero pongo en la balanza unas medallas contra los miles de compatriotas que ya no tienen la oportunidad de tomar un dinámico chapuzón en la olvidada piscina gigante de Alamar. Tal vez nuestro equipo de hockey haya lucido bien pero me pregunto si, por financiar la participación en ese evento, se abandonó el terrenito de pelota del Escambray donde ya no se va a descubrir al próximo Antonio Muñoz. Y si nos vamos a poner trágicos, entonces estoy seguro de que, si se le explica a uno de nuestros campeones del tae-kwon-do cómo, con el dinero que costó su sofisticado peto electrónico, se podía haber adquirido en Europa o Canadá un suero más potente contra el tumor de (vamos a no entrar en detalles), bueno, ese deportista se iba a quitar él mismo su medalla del cuello, muerto de vergüenza.

III Taller de Educación Ambiental y Patrimonial con la Comunidad: La alimentación, un reto para la humanidad

El Instituto Cubano de Antropología convoca al III Taller de Educación Ambiental y Patrimonial con la Comunidad: La alimentación, un reto para la humanidad, en saludo al Día Mundial de la Alimentación, a desarrollarse el 21 de octubre del 2011 en su sede de Amargura 203 entre Habana y Aguiar, Habana Vieja

Nos complace enviarle la primera circular del evento de referencia, dedicado al “Día Mundial de la Alimentación”, el 16 de octubre, declarado así por la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO). Como en otros encuentros, perseguimos el objetivo de extender los resultados de las investigaciones y las experiencias comunitarias, relacionadas con una de las necesidades básicas del hombre: la alimentación. En esta ocasión creemos necesario enfocarnos en las problemáticas vinculadas con el empleo de nuevas tecnologías, el cambio climático, y la pérdida de variedades genéticas y de tradiciones culinarias. En este sentido desde una perspectiva antropológica pretendemos determinar la influencia que las mismas tienen en la salud y el bienestar de la población cubana, y el camino seguido por la comunidad en la búsqueda de soluciones.

El Taller está dirigido fundamentalmente a investigadores, agricultores, trabajadores sociales, promotores comunitarios, chef de cocina, nutricionistas, dietistas, gestores institucionales, educadores, decisores, artistas, especialistas en salud y en otras disciplinas, y todos aquellos interesados que desarrollen la temática ambiental y alimentaria y que puedan enriquecer el debate con sus saberes y experiencias.

La fecha límite para la confirmación de participación será hasta el 18 de octubre de 2011.

Para hacer la solicitud formal de su participación debe llenar y enviar la Planilla de Inscripción que enviamos en Adjunto.

Cuota de inscripción: $ 10.00 MN

Coordinadores generales: Dialvys Rodríguez Hernández; Arliz Plasencia Fernández, Giselle Lobaina Fernández-Rubio, Yuliet Arcis Balmori, Estrella González Noriega

Contactos: Teléfonos: 860 7829, 860 7836; e-mail: ican@ceniai.inf.cu / racsof@sangeronimo.ohc.cu / rabeiro@infomed.sld.cu

La moda de los jeans gastados (también en Cuba): compartir “una de las grandes locuras de esta generación. en su expresión más ridícula”

No sólo la pena capital o el terrorismo de Estado son productos sociales que matan a las personas; también un jean puede ser medio de la muerte, por vía del capitalismo y el consumismo. OC comparte el trabajo periodístico “El lado oculto de los jeans gastados” de Cordelia Hebblethwaite y Anbarasan Ethirajan (Servicio Mundial de la BBC).

Los jeans gastados han estado de moda desde los años ’90, pero uno de los métodos para darles ese aspecto se logra a través del arenado o chorro de arena a presión, lo que puede provocarles a los trabajadores de las fábricas textiles una enfermedad pulmonar incurable. Por lo tanto ¿debemos dejar de comprarlos?

"Tengo dificultades para respirar. Cuando vuelvo del trabajo, me siento muy cansado. De duelen los ojos por el polvo", dice un trabajador de 18 años de una fábrica textil de Bangladés. Ese país asiático alberga más de 4.000 fábricas de ropa y muchas de las principales empresas de pantalones vaqueros del mundo usan fábricas ubicadas allí. El trabajador, que accedió a hablar de forma anónima con el Servicio Mundial de la BBC, dice que trabaja 11 horas al día en una atmósfera asfixiante por un salario de US$70 al mes. "Sé los efectos que esto tiene sobre mi salud, pero lo sigo haciendo porque tengo que alimentar a mi familia", dice. "Soy un hombre pobre, hago esto para sobrevivir".

El arenado manual de los pantalones vaqueros sólo requiere una manguera, un compresor de aire y arena. Los trabajadores literalmente acribillan a los pantalones vaqueros con arena para darles un aspecto desgastado y suavizar la tela, el denim. La silicosis es causada por las pequeñas partículas de polvo de sílice de la arena que se incrustan en los pulmones. Esto ocasiona dificultad para respirar, tos, debilidad y pérdida de peso. Es incurable, y en su forma aguda es mortal. El año pasado, las marcas Levi Strauss & Co y H&M anunciaron públicamente la prohibición del arenado en sus vaqueros.

Marcas que prohibieron el arenado

  • Armani, Benetton, Bestseller, Burberry, C&A, Carrera, Charles Voegele, Esprit, Gucci, H&M, Levi Strauss & Co, New Yorker, Mango, Metro, New Look, Pepe Jeans, Replay, grupo Justo, Versace
  • Algunas marcas dicen que no usan la técnica pero no la han prohibido públicamente
  • Otras dicen que pronto dejarán de usarla

Después de la presión ejercida por grupos de campaña, muchas otras compañías siguieron el ejemplo y anunciaron que prohibían la aplicación de chorros de arena en sus cadenas de producción, o que lo harán en el futuro. Pero esto no siempre es fácil de hacer.

Las empresas en la industria de la indumentaria generalmente no son dueñas de las fábricas que hacen su ropa, y a menudo se subcontrata a fábricas más pequeñas, con regulaciones más débiles. "Estamos todavía en las primeras etapas de la prohibición", dice Sam Maher, coautor de un informe sobre el arenado del grupo de presión internacional Clean Clothes Campaign (Campaña para la Ropa Limpia). "Todavía nos preocupa que aún sea más bien un compromiso en el papel. Es una industria muy mal controlada. Las empresas deberían tener un control mucho mayor de su cadena de producción".

Hay otras maneras de lograr que los jeans parezcan gastados – con rayos láser, raspado a mano o a máquina, por ejemplo – que producen un efecto similar. Por lo tanto, los consumidores no tienen manera de saber si están comprando pantalones vaqueros que les han provocado enfermedades a trabajadores al otro lado del mundo.

Silicosis

  • Es una de las enfermedades del trabajo más comunes, suelen padecerla los trabajadores que aplican chorros de arena en la construcción y la minería
  • No tiene cura. En casos menos severos, el tratamiento ayuda con los síntomas asociados
  • La silicosis tradicionalmente tarda muchos años en desarrollarse, pero algunos trabajadores en Turquía la contrajeron en pocos meses
  • En 2009, el gobierno turco prohibió el arenado de jeans y en 2011 se acordó pagarles subsidio de invalidez a aquellos que no puedieran trabajar como consecuencia de la silicosis
  • El arenado está permitido dentro de la UE y EE.UU., pero la cantidad de sílice debe ser inferior al 1% en la UE y por debajo del 0,5% en EE.UU.

Prohibición turca

La reacción al arenado comenzó en Turquía, uno de los mayores exportadores de jeans del mundo.

En 2004, un médico en un pueblo en la región de Bingol, en el este del país, comenzó a sospechar después de hacerles exámenes médicos en un grupo de jóvenes que estaban por comenzar el servicio militar. Decenas de ellos sufrían de silicosis y todos habían estado trabajando en las fábricas de arenado de denim en Estambul. Fue la primera vez que la enfermedad – que tiene una larga historia entre los trabajadores de la construcción y la minería – se registraba dentro de la industria de la confección. Hasta la fecha, al menos 46 trabajadores de la confección han muerto de silicosis en Turquía y hay 1.200 casos registrados, aunque los médicos sospechan que el número real de personas afectadas es mucho mayor.

Cinco años después de los descubrimientos en Bingol, el gobierno turco prohibió el arenado. Pero en otros países el tema ha recibido escasa atención. "Debería haber sido un gran escándalo y no lo fue", dice Sam Maher. La Clean Clothes Campaign cree que la técnica de arenado se trasladó de Turquía a otros países como Bangladés, Pakistán, China y Egipto.

Los trabajadores suelen ganar menos de US$100 al mes.

Controles sobre el terreno

Es difícil para los periodistas acceder a fábricas de pantalones vaqueros en Bangladés, pero el dueño de una fábrica accedió a mostrársela a la BBC. "El 100% de nuestros compradores están fuera del país. Son marcas de renombre mundial", dice Mohammad Jahangir Alam, director ejecutivo de Express Washing and Dyeing Limited en las afueras de la capital, Dhaka. Su fábrica tiene algunas máquinas de arenado y él nos las muestra tranquilamente aunque insiste en que ya no están en uso. "Hemos abandonado totalmente el chorro de arena. La unidad de arenado está absolutamente cerrada, bajo llave. Esta sección no se está utilizando hoy en día. Todo está a la vista, nada es secreto", indica. "Los compradores están empleando una gran cantidad de mano de obra para auditar de este tipo de cosas. Hay inspecciones sin previo aviso. A veces, a las noche, de repente aparecen los compradores".

La Clean Clothes Campaign quiere que la Unión Europea prohíba la importación de ropa producida con la técnica del chorro de arena, y que la Organización Mundial de la Salud y la Organización Internacional del Trabajo agreguen el arenado de ropa a su lista de trabajos peligrosos. También argumentan que las empresas deben darles asistencia médica a los trabajadores que pueden haber contraído silicosis.

"En realidad no es suficiente con decir a partir de ahora, no vamos a hacerlo", dice Sam Maher. "También tienen que asumir la responsabilidad de aquellos trabajadores que ya se enfermaron y que si no reciben tratamiento van a sufrir una muerte horrible".

Nadie sabe cuántas personas en todo el mundo podría haber contraído silicosis como consecuencia del gastado con arena del denim. Como no hay antecedentes dentro de la industria de la confección, los médicos no suelen diagnosticarles la enfermedad a los trabajadores de ese sector. Los activistas dicen que es probable que muchos casos se hayan confundido con tuberculosis. Los síntomas son similares. De hecho, es común que una persona padezca ambas enfermedades a la vez.

El fabricante de jeans Levi Strauss & Co le dijo a la BBC que no tenía conocimiento de ningún caso de silicosis entre los trabajadores dentro de su cadena de producción, y que antes de que la prohibición entrara en vigencia, el trabajo era realizado de acuerdo con las normas de seguridad más estrictas.

Orsola de Castro, fundadora y directora creativa de la marca de moda ética From Somewhere, sostiene que los consumidores también tienen un papel que cumplir. "La ropa no crece de los árboles, por arte de magia ", dice. "Hay una cadena de producción y hay personas detrás de nuestros jeans".

Una forma de atacar el problema sería introducir un sistema de etiquetado para identificar el denim que no ha sido tratado con chorro de arena, aunque llevaría tiempo ponerlo en práctica. Mucho más simple sería que los consumidores dejaran de comprar jeans gastados, dice Orsola de Castro. "Yo creo que el denim gastado será visto como una de las grandes locuras de esta generación, un símbolo de la ‘moda rápida’ en su expresión más ridícula. "No creo que pueda ser un motivo de orgullo, creo que es una vergüenza".

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Tomado de BBC Mundo. Comentario de OC: ¿Conocen el Ministerio de Comercio Exterior y las Tiendas Recaudadoras de Divisas de esto? ¿Alguien sabe dónde se fabrican los jeans gastados que se venden en Cuba?¿Cuán solidarixs somos nuestro Estado y nosotrxs mismxs con lxs trabajadorxs de otros países? Y, por otra parte, ¿hay que esperar por los Estados y por los burócratas/capitalistas para ser solidarixs?