Para los negros en Cuba la Revolución no ha comenzado aún

Por Roberto Zurbano

La Habana, 23 de marzo – La últimas noticias salidas de Cuba se refieren a los cambios, aunque esto es más un sueño que una realidad para los afrocubanos como yo. A lo largo de la última década, han sido abolidas muchas prohibiciones ridículas para los cubanos que viven en la Isla, como dormir en un hotel, comprar un celular, vender una casa o un automóvil y viajar al extranjero. Estos gestos han sido celebrados como signos de aperturas y reforma, aunque en realidad solo son esfuerzos para normalizar la vida. La realidad es que en Cuba tu experiencia de estos cambios depende del color de tu piel.

El sector privado goza ahora en Cuba de cierto grado de liberalización económica, pero los negros no estamos en posición ventajosa para aprovecharnos de ello. Heredamos más de tres siglos de esclavitud durante la era colonial española. La exclusión racial continuó después de la independencia de Cuba en 1902, y medio siglo de Revolución desde 1959 ha sido incapaz de superarla.

En los primeros años de la década de los 90, después del fin de la Guerra Fría, Fidel Castro se embarcó en reformas económicas que continúa Raúl, su hermano y sucesor. Cuba había perdido su mayor benefactor, la Unión Soviética, y cayó en una profunda recesión que se conoció como el periodo especial. Había frecuentes apagones. El transporte público apenas funcionaba. La comida escaseaba. Para encauzar el descontento, el gobierno dividió la economía en dos sectores: uno para el negocio privado y las empresas de orientación extranjera, esencialmente autorizadas a negociar en dólares estadunidenses; y otro que continuaba el viejo orden socialista centrado en puestos gubernamentales de trabajo con un promedio de 20 dólares mensuales. Continue reading

Posición del Capítulo Cubano de ARA sobre las recientes polémicas acerca de la problemática racial en la Cub a de hoy

Posición de la Articulación Regional de Afrodescendientes de Latinoamérica y el Caribe, en su Capítulo Cubano (ARAC)

En relación con las recientes polémicas en medios nacionales e internacionales acerca de la problemática racial en la Cuba de hoy, deseamos expresar lo siguiente:
1. La Articulación Regional de Afrodescendientes de Latinoamérica y el Caribe, en su Capítulo Cubano (ARAC) proyecto de nuestra sociedad civil aún en plena construcción- reconoce que el antirracismo radical es parte de la profunda esencia y de los contenidos populares más genuinos del Proceso Revolucionario cubano, uno de cuyos momentos cumbre ha sido el triunfo insurreccional de enero de 1959.
2. Urge erradicar en Cuba todo vestigio de racismo, discriminación racial, colonialidad, exclusiones, desigualdades sociales e irrespeto a las diferencias. Reconocemos que tan lamentables prácticas lesivas a la dignidad humana aún persisten en nuestro país, y la lucha contra ellas constituye nuestro más alto propósito, al cual dedicamos nuestros esfuerzos de pensamiento, amor y acción directa – empeño que consideramos parte de las luchas revolucionarias de alcance planetario, que ocurren hoy mismo en aras de los múltiples fines de la emancipación humana.
3. ARAC apoya y apoyará resueltamente la libre expresión de ideas por tod sus activistas, como parte de la imprescindible libertad de expresión en la sociedad toda.
4. ARAC se opone pues a cualesquiera medidas o procedimientos institucionales o personales de carácter obstructivo o represivo contra cualquier participante en tales polémicas que a título personal haya expresado sus opiniones o criterios.
5. Al interior de ARAC existe pluralidad de posturas, lo cual constituye una condición necesaria. Consideramos que el hecho de que cubanos y cubanas profundicen en las polémicas en torno a los problemas que nos preocupan, es un buen síntoma de la capacidad de nuestra sociedad para resolverlos de manera autónoma, protagónica y solidaria, con respeto a la diversidad y sin intromisiones de poderes externos.

La Habana, 4 de abril de 2013

El derecho a equivocarse ¿también es racista?

Por Rogelio M. Díaz Moreno

Roberto Zurbano durante una sesión de la Cofradía de la Negritud - Foto Isbel Díaz Torres

Roberto Zurbano durante una sesión de la Cofradía de la Negritud – Foto Isbel Díaz Torres

Cuando leí el artículo de Roberto Zurbano que tanta algazara ha despertado, recuerdo que no estuve muy de acuerdo con los puntos A, B y C, pero los subsiguientes D, E y F me parecieron muy ciertos. Distintas miradas pueden introducir distintos matices. Un escrito corto es necesariamente más superficial que un hondo tratado. Y, por supuesto, queda pendiente el asunto de la manipulación del título por el órgano estadounidense que lo divulgó en primera instancia. Si el nombre original dice que la Revolución en Cuba, para los negros, no ha terminado, en lugar de iniciado, yo únicamente le añadiría: y para los blancos, tampoco ha terminado.

Pero no quiero polemizar con los aciertos o fallas del material en cuestión, como tampoco me interesa por el momento debatir con los intelectuales indignados que salieron a rebatirle a Zurbano. Estos últimos también manejan ideas certeras, como mismo pueden equivocarse en otros aspectos la afirmación de Rodríguez Rivera, por ejemplo, sobre las elecciones presidenciales que los cubanos tendríamos en el 2018, es una pifia singular. Lo que me motiva a meter mi indiscreta cuchara es la reacción institucional-punitiva, que considero deleznable: ¡Despedido el Zurbano!

¿Qué es esto que estamos contemplando? ¿Acaso esta es la manera de resolver polémicas o discusiones histórico-filosóficas? Yo encuentro muy bien que, quienes no estén de acuerdo con Zurbano, publiquen sus críticas, en tono y volumen tan alto como estimen conveniente, pero otra cosa muy distinta es que se tome una represalia administrativa y profesional contra una persona que da empleo a sus capacidades de pensamiento. Hasta antes del despido, teníamos un debate académico e ideológico, pendiente de algunas aclaraciones. A partir de ese punto, lo que se escucha es un mensaje alto, claro y muy, pero muy racista: ¿qué le pasa al ´negro equivocao´ este?, ¡fuera!.

Este incidente remarca cómo todavía están bien lejanos los aires de renovación y cambios que se necesitan, para oxigenar y liberar las ataduras al pensamiento y la crítica, y su expresión en nuestra sociedad. Los problemas del racismo están ahí; nunca fueron resueltos totalmente y lacerarán por mucho tiempo aún el tejido social de la patria. La creciente diferenciación de clases sociales que trae la transición cubana, hacia un sistema mixto con mercado, no hará sino acrecentar estos problemas, junto con muchos otros. Señalar críticamente estas realidades no será darle armas al enemigo eterno argumento de la falange estalinista atrincherada en sus puestos de autoridad y privilegios, sino que hace todo lo contrario: fortalece las capacidades internas de la nación para trabajar en la solución de los problemas que afectan a todos los cubanos. Continue reading

Transiciones, socialismo, institucionalidad y justicia

Por Rogelio Manuel Díaz Moreno

Mis elucubraciones no se detienen en mi cabeza, en estos tiempos en los que el término Transición se manifiesta y reproduce intensamente en las arenas de la política nacional. Todavía habrá muchos quebraderos de cabeza que nos darán vueltas en lo que aquilatamos los rayos que nos caen arriba. Los funcionarios que parecen saber lo que hacen, apuntan a que lo fundamental es desatar a las fuerzas productivas, prácticamente a todo costo, mientras otros remarcan la -cada vez más vacía- afirmación de que el movimiento es hacia más socialismo.

Digamos que empiezo por los trabajadores asalariados, esos que queden en las empresas estatales después del fin de la próxima ola de despidos. En estos días, los dirigentes cubanos repiten, nuevamente, las letanías del llamado a nuestras conciencias, aquellas que nos incitan a cuidar cierta “propiedad socialista” que, supuestamente, es de todos y, por lo tanto, también de uno. Cómo puede pertenecer a uno, una empresa, y uno botarse a sí mismo, es algo que escapa a mis cortas entendederas. Y aquellos que mantienen sus puestos, ya se acostumbran a sentir la espada de Damocles del despido como una realidad más de sus vidas -con la mayor autonomía de las direcciones, sumada a la acostumbrada inoperancia de los sindicatos, como facilitador ideal de los recortes. Asimismo, los ya ínfimos niveles de salario van a perder la magra compensación, que con frecuencia se pregona por los oficialistas, de los pocos subsidios que todavía queden en pie. ¿Cómo evitar la obvia enajenación del que malamente vende su fuerza de trabajo al Estado, de igual forma que se hace en el capitalismo a un patrón explotador? No lo creo posible.

Aún más claramente sentirán que viven en el capitalismo, aquellos que trabajen para los flamantes negocios de paladares, los peones de los nuevos hacendados y demás empleados que se contraten con los nuevos empresarios privados, acogidos todos caprichosamente bajo una licencia disparatadamente igualitaria de Trabajador Por Cuenta Propia. Aquí, los empleados carecen naturalmente de algunos de los derechos que resisten en los círculos anteriores, dada la falta de obligación del patrón de otorgar vacaciones, licencias de maternidad, respetar normas anti discriminación y así sucesivamente. El único terreno donde, tal vez, se igualen estas personas, será en el de sentirse ajenos a algún empeño social común, pues: poseen o trabajan para empresas privadas (que pueden quebrar o despedirles)… pagan sus impuestos… reciben algunos servicios sociales a cambio (educación, salud y algunos otros menos connotados); igualito que en España, Argentina, Corea del Sur y los Estados Unidos. Continue reading