Nueva Declaración y firmas al documento “8 de marzo: tod@s contra la violencia”

Por Sandra Álvarez, Marilyn Bobes, Luisa Campuzano, Zaida Capote Cruz, Danae Diéguez, Laidi Fernández de Juan, Lirians Gordillo Piña y Helen Hernández Hormilla

Nueva Declaración

Agradecemos el apoyo recibido al llamamiento tod@s contra la violencia y, aunque reconocemos el derecho de cada persona a defender aquellas causas que considere justas, declaramos que:

Rechazamos la manipulación política de este caso, con su consecuente naturalización de la violencia contra la mujer, así como la repetida agresión a la víctima, al exponerla repetidamente sin consideración alguna.

Nuestro llamamiento fue leído en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba durante la VI Bienal de Dramaturgia Femenina “La escritura de las diferencias” porque estábamos participando en ella, pero no es una declaración de la bienal, ni de ninguna institución cubana, sino una acción ciudadana coherente con nuestro reclamo de una cultura de paz y sin violencia para nuestro país.

El caso de marras demuestra la urgencia de impulsar la aprobación de una ley sobre la violencia de género en Cuba; la necesidad de capacitar a quienes deben recibir y procesar las denuncias y de crear centros de atención y apoyo a las víctimas.

Seguiremos trabajando por ampliar los espacios de discusión del tema y por contribuir a la eliminación de la violencia contra la mujer y por motivos de género en nuestra sociedad, sin responder a agresiones ni cuestionamientos espurios.

La Habana, 10 de marzo, 2013.

Durante la última sesión de los talleres de la VI Bienal de Dramaturgia femenina “La escritura de las diferencias”, en la UNEAC, sus organizadoras concedieron un espacio para hacer público el llamamiento “8 de marzo: tod@s contra la violencia ”, leído por Helen Hernández Hormilla, Laidi Fernández de Juan y Zaida Capote Cruz, junto a Lirians Gordillo Piña a nombre de las demás compañeras firmantes. Varias de las personas participantes sumaron sus firmas al documento impreso y desde su envío por correo electrónico hemos recibido nuevas adhesiones que sumamos más abajo. Agradecemos estos apoyos y rogamos la mayor socialización posible del texto.
Firman (por orden de adhesión): Marta Castillo Domínguez, Neyda Izquierdo, Tomás Piard, María Dolores Molinet Córdova, Juana García Abás, José Luis Fariñas, Eduardo Sosa Laurencio, Lourdes Fernández Rius, Saray Remón Monteagut, Kaloian Santos Cabrera, Horacio Verzi, escritor e investigador uruguayo, Dra. Rosa Salup Díaz, Pediatra, David Ravelo Rodiles, Gisela Arandia, Iroel Sánchez, Luis Carlos Marrero, Daylins Rufins, Camilo García López-Trigo, Nadia Sánchez Nodar, asesora de TV, Marianela Santos, Camilo García López-Trigo, Caridad Tamayo Fernández, Olga Marta, Ailyn Martín Pastrana, Luis Rondon Paz, Teresa Herrera, Uruguay, Lily Suárez Rodés, Marta Rojas, Mabel Bertot, Ernesto Gonzalez, Ada Caridad Alfonso Rodríguez, Delcele Mascarenhas Queiroz, Professora Titular da Universidade do Estado da Bahia – UNEB, Salvador – Bahia – Brasil, Rubén Larrondo Muguercia, Médico, Ambrosio Fornet, Elizabeth Diaz, Ines Rodriguez, Dayneris Machado Vento, Fernanda Martinez, Argentina, Carmen del Pilar Serrano Coello, escritora miembro de la UNEAC, Gerardo Fulleda León, Elsa Lever M./ MujeresNet.info (México), Alesandra Riccio, Gustavo Arcos, Silvia Gil, Lupe Alvarez, Doctor José Carlos Hdez Aragoné, Mabel Machado, Nancy Fernández Rodríguez, Roberto Valera, Rebeca Chávez, Zulema Hidalgo, Dalia Acosta, Alicia Valdés, Miriam Rodríguez Betancourt, Marilyn Solaya, Dixie Edith Trinquete, Liset García, Óscar Loyola, Marta Valdés, Nisleidys Flores Carmona, Yarman Jiménez, cubana residente en Costa Rica, Dainerys Mesa Padrón, Jorge Valiente, Sahily Tabares, Marlen Domínguez, Teresa Díaz Canals, Victor Fowler, Carmen Berenguer, Angel Eduardo Rosillo Grau, Magda González Grau, Aurelio Alonso, Sara Más, Leticia Pérez González, Fabián García Luna, Teresa Fernández de Juan, Cira Romero, Alicia González, Nuria Gregori Torada, Eduardo Montes de Oca, Marcia Collazo Escritora y abogada uruguaya, Nelia Casado Castro, Josefina Hernández-Téllez, Pilar Sa, Roberto Fernández Retamar, Adelaida de Juan Seiler, Vicente Battista (Narrador argentino), Marcia Collazo (Narradora uruguaya), Paloma Wigodzky (Argentina), José Naves Nasser, José M Valladares Ponce, Lic. Rosa Cristina Báez Valdés "La polilla cubana”, Lohania Aruca Alonso, Leticia Becerril Salas, Dr. Jesús Dueñas Becerra, Mariela López Galano, Zaida Cruz Domínguez, Daisy Rubiera, Yasmín S. Portales Machado, Aurora Camacho, Zoraida Amable, María Isabel Díaz, Livia Quintana Llanio, Orieta Cordeiro, Rosalía Arnaes, Amaury Pérez Vidal, Cipe Fridman (Argentina), Marta María Ramírez, Pedo Pérez-Ortiz (nyc), Eva Rodríguez, Angel Alonso, Mabel Olalde Azpiri, Marialina Grau, Elena Palacios, directora, guionista y asesora de tv, Pepe Menéndez, Neyda Izquierdo, Esther Suárez Durán, Rodolfo Alpízar Castillo, Yoimel González Hernández, Maité Hernández-Lorenzo, Vivian Martínez Tabares, Fátima Patterson Patterson, Consuelo Duany Patterson, María Teresa García Tintoré, Yamilé Coureaux Bogalló, Daisy Sánchez Lezcano, Maribel López Carcasés, Miriam Núñez Benítez, Evelín Gómez Hernández, Eneyda Villalón Puig, María Rita Mancaniello, Alba Babastro Noris, Susana Nicolalde, Gilda Bona, Jorgelina Cerritos, Ana Gianserra, Sahily Moreda Gallardo, Raquel González Pérez, Hemar Montero Velasco, Aurea Martínez Fresno, Ela Guillamón, Rachel Domínguez, Rosa C. Báez, Waldo Franco, Sandra del Valle, Dannys Montes de Oca, Dra Norma Vasallo, Presidenta de la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana, Olga García Yero, Consuelo Elba, Ernesto Pérez Zambrano, Jorge Fornet, Luis Toledo Sande, Vivian Martínez Tabares, crítica, investigadora y editora teatral, Mirta Arbetman-México, Rosa María Ameneiro (ROCHY), Leslie Salgado.
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Lo personal y lo político

Por Armando Chaguaceda

El fin de semana conocí –de la mano de un amigo residente en la isla- una declaración pública (también en Havana Times) firmada por varias colegas de la UNEAC, alertando sobre la necesidad de combatir la violencia contra la mujer. En el texto se alude, como ejemplo de este detestable mal, al caso del escritor Ángel Santiesteban, acusado y encarcelado bajo cargos de maltratos a su esposa. En dicho documento, las firmantes asumen plenamente -a partir de su amistad y conocimiento de la cónyugue agraviada- la culpabilidad del creador y, además, hacen patente su rechazo a las posturas de solidaridad expresadas para con este.

Pocas horas después de leer el documento, sostuve -vía correo electrónico- un franco y respetuoso intercambio con una de las promotoras, alguien a quien -aprovecho para enfatizarlo- reconozco como una persona honesta, cuya decencia y valía profesional respeto.

En lo personal, estoy 100 % de acuerdo con que se proteste y actúe contra toda forma de violencia, provenga esta de un escritor que maltrate a su mujer, de turbas que maltratan a mujeres en la calle o de países que invaden a otros violando su soberanía con mil y un pretextos espurios. Y así lo he hecho saber en varios artículos y pronunciamientos públicos, suscritos de forma individual o en acciones colectivas concertadas junto a compañeros del Observatorio Crítico.

Lo que sucede es que, en el caso que concretamente se alude, hay demasiadas visiones encontradas de los involucrados -incluyendo gente que se desdice en el proceso acusatorio- a lo que hay que añadir diversas pruebas (gráficas, videos, de expertos) que aluden a malos procedimientos en el proceso, elementos que en todo caso implicarían la necesidad de repetirlo. Como dije en un post anterior: no se trata de asumir a priori la inocencia del escritor o defender sin reservas que estamos ante una causa del fuero común manipulada por motivos políticos. Y si a alguien le parece inédito este reclamo, quiero destacar que de asuntos de similar gravedad -y de su resolución conforme a derecho- existen ejemplos recientes.

En México, la ciudadana francesa Florence Cassez fue detenida durante varios años como presunta secuestradora, y cuando se probó que el proceso tenía fallas y mañas quedó excarcelada, aun cuando también existían amplias sospechas -y también personas agraviadas y supuestas pruebas- de su culpabilidad.

Lo que en el caso que confronta a Santiesteban y su ex pareja se impone es el mandato de que no quede un abusador impune (si el acusado lo fuese) ni que los déficits del proceso se cobren una nueva víctima (en caso que fuese inocente). Sin confiar, ciegamente, en nuestra vocación de solidaridad gremial –con el artista- o de género –con su compañera- que muchas personas loablemente tendrán.

Si en el caso ha habido errores de procedimiento que ameritan otro juicio, esto es algo que debería interesar a todas las partes implicadas. Pues, si mañana se confirman las sospechas de que funcionarios metieron la mano en el proceso ¿no se cruzarán entonces las víctimas y victimarios? Y, en lo relacionado a esta iniciativa ¿no caerán, bajo fuego cruzado, las actitudes de quienes se han solidarizado con una supuesta víctima -su esposa- cuando también hay otra supuesta víctima – el escritor- presumiblemente afectado por una política de estado?

Paso a un segundo tema, de más largo aliento. El documento -que consideré originalmente un texto leído en una actividad y no algo escrito para publicitarse, como posteriormente corroboré en varios sitios oficiales- tiene todas las connotaciones del tipo de documento (manifiesto, declaración, etc.) que hacen los intelectuales públicos. Porque las firmantes no se limitan a expresar su solidaridad puntual con una amiga agredida, sino que adelantan loables conclusiones generales sobre la violencia, la necesidad de rechazarla, etc. Y es justo ahí cuando, al sólo mencionar una parte de nuestra realidad cotidiana y conocida, la iniciativa peca por sesgo.

Si algo he aprendido con mis amigas feministas es que lo personal es político. [i]Y si es una postura (y decisión) personal de las firmantes hayan puesto como ejemplo el caso de Ángel, también lo es que –como señalan varias voces críticas- en esta declaración sus promotoras hayan omitido pronunciarse sobre la violencia institucional, sistemática y colectiva que se ejerce sobre aquellas mujeres opositoras que, semana tras semana, marchan por calles habaneras reclamando pacíficamente por sus derechos y los de otros.[ii] O sobre los conocidos y reiterados casos de manoseo y maltrato a las jóvenes que se prostituyen en Malecón, cometidos por agentes y oficiales de policía corruptos. Pues al abordar el asunto de fondo (la manifestación de rechazo a toda violencia) invocar un ejemplo concreto sin aludir también a otros atropellos a la integridad física y moral de mujeres introduce cuando menos, un sesgo desbalanceado. Sobre todo cuando las pruebas de golpizas y maltratos a estas últimas son públicas y notorias. Se puede estar o no de acuerdo con las posturas personales de estas féminas, pero no creo que nadie decente pueda avalar que a una mujer le caigan encima turbas violentas o le violenten su dignidad sin posibilidades de recibir, frente a agentes del orden, el reconocimiento y la defensa adecuados. Sobre el asunto hay demasiados testimonios orales, escritos y gráficos como para que las firmantes no sepan nada.

Por demás, el anuncio de las firmantes sobre el impulso a una legislación de género y el seguimiento que darán a los problemas de las féminas cubanas no es sino una iniciativa loable que todos debemos acompañar.

En lo adelante, si una iniciativa como esta quiere llegar a buen puerto deberá dar seguimiento, asesoría y acompañamiento a todas las víctimas femeninas de violencia, personal o institucional: sean estas esposas de escritores, disidentes de sexo femenino o mujeres de los sectores populares que ven sus derechos lesionados por sus pares masculinos. Para que no suceda como ciertas modas promotoras de “cultura de paz” -impulsadas por varias ONGs cubanas- donde se reconocen la violencia hogareña y comunitaria mientras se ignoran las múltiples formas de violencia (no únicamente física) de los funcionarios contra la ciudadanía.

Al final, parece que en este caso estamos frente a un terreno minado, con diversos tipos y grados de prácticas de dominación que se superponen. Y hay que hablar alto y claro de todas, sin privilegiar alguna o ignorar otra.

Cuando se conoce un poco de la historia del feminismo, se sabe que en las luchas concretas (por el cuerpo y los derechos) se han cruzado y solidarizado todas las perspectivas, amén de sus ideologías. Y si el régimen político y las prácticas sociales vigentes en nuestro país (y los que vendrán bajo una previsible restauración capitalista) son cada vez más machistas, autoritarios y mercantilizadores de la vida humana. Creo que las feministas tienen ante sí un gran trabajo por delante en la Cuba del presente y, aun mas, en el futuro. Porque las grandes conquistas sociales –de igualdad legal, ascenso social, emancipación personal- alcanzadas dentro del proceso revolucionario parecen estar cada vez más asediadas por las crecientes desigualdades asociadas al mercado y por el avance de pensamientos y actitudes conservadoras como las que hablan de educación religiosa y restricciones al aborto, que ya comienzan a asomar su oreja peluda. Cualquier feminista sabe que no se puede diferenciar lo simbólico de lo concreto, la emancipación de género de la liberación política, la lucha por la equidad y la democracia entre los géneros de la lucha por una democracia política para tod@s. Y que la relación de lo personal y lo político es uno de los fundamentos del discurso y lucha feministas, que no admite sesgos. O se asume de una vez y sin distingos o se hipotecan las luchas por venir.

[i] Al respecto tengo mucho que agradecer a lo aprendido con mis amigas del movimiento de mujeres nicaragüense, cuya experiencia abordé en un texto reciente: “El movimiento de mujeres y las luchas sociales por la democratización en la Nicaragua postrevolucionaria (1990-2010)”, pp. 39-62, revista Encuentro, Universidad Centroamericana, no 89, Managua, 2011.

[ii] Las cuales – por los problemas de transporte, comunicación y de “luchar” con la vida cotidiana que afectan a nuestros conciudadanos- sabemos que no son, en lo fundamental, obra de la espontaneidad de la gente. Porque qué ciudadano común –o, más aun, que masa de estos- puede dedicar tiempo y energías a moverse de tal a mascual punto de la ciudad para un acto de repudio si no es mediante una expresa decisión y con recursos del estado?

Publicado en Havana Times

El caso de Angel Santiesteban: Las dudas y el trasfondo

Por Armando Chaguaceda

Hace días, sostuve con algunos amigos un cruce de mensajes en torno a la difícil situación del escritor cubano Ángel Santiesteban. Reconocido escritor –laureado y publicado hasta que su creciente beligerancia antigubernamental le confinara al ostracismo- Santiesteban vive los últimos momentos de un largo proceso judicial, pendiendo sobre su cabeza una condena de cinco años de cárcel por el supuesto delito de violencia conyugal.[1] Agotadas las instancias –el Tribunal Supremo apoyó la medida del fiscal- al autor solo le resta esperar el fatídico aviso. En ese debate, si bien existía consenso en repudiar cualquier manipulación política del caso, algunos amigos argumentaron reservas ante la posibilidad de “parir” una declaración solidaria.

La razón de tal cautela, en personas que otras veces han firmado – con todo el riesgo y decoro que tal postura implica- documentos de denuncia contra actos represivos cometidos por funcionarios cubanos, era la sospecha de que la acusación tuviera algún basamento real y que el escritor hubiera ejercido violencia sobre su esposa. Y en Cuba, como todos saben, nos enseñan desde chiquitos que “a las niñas no se les da”.

Así, un colega remata para calzar su duda: “el tipo dice que es falso. Y porque él lo dice ¿lo tengo que creer? La mujer dice que es cierto. ¿Por qué no le voy a creer a ella? Ah, que los testigos se echan para atrás y para alante. O sea que no puedo poner la mano en el fuego por nadie. Por favor si alguien sabe la manera de conocer bien los hechos, con algún nivel de certeza, lo comparta cuanto antes”. Otro amigo me advierte del fiasco del caso Bejerano, cuando algunos creadores cubanos apostaron a la inocencia del pintor acusado de actos lascivos contra un menor, cargos que, a la postre, reconoció en una aparente negociación con la justicia de la Florida. Y son precisamente estas alertas, nacidas de las dudas legítimas de gente decente, las que se confrontan con las mías, me conducen al final del callejón sin salida de las culpas y confianzas, para examinar el trasfondo legal del proceso.

Con un cúmulo de contradicciones, pruebas endebles y testimonios dudosos cualquier juez serio e imparcial archivaría o, en el peor de los casos, convocaría una revisión exhaustiva del caso para repetir la investigación y juicio en mejores condiciones. Y si Santiesteban fuese realmente culpable, que purgue su condena; en caso contrario que quede inmediatamente libre de cargos y limpia su imagen pública.

El problema es que en Cuba, en ausencia de un Estado de Derecho -y de las instituciones y garantías que le dan cuerpo-, cualquier acto ilegal, real o fabricado, puede adquirir dimensiones y connotaciones insospechadas, en detrimento del emplazado, si este tiene deudas pendientes con “el sistema”. En idéntico contexto, una violación de la ley cometida por un funcionario puede quedar en la impunidad o recibir una disminuida condena, como atestiguan los casos de abuso y corrupción policiales -denunciados en estas mismas páginas- o los atentados contra la integridad física de personas vulnerables, como fue el caso de los muertos en Mazorra, víctimas de la irresponsabilidad administrativa y la insensibilidad humana. Así, creo que el problema no radica sólo- ni siquiera fundamentalmente- en la persistente insolidaridad que corroe a la intelectualidad y esfera pública cubanas; actitud que genera parálisis cívica y consagra el monopolio –legal o espurio- de la violencia estatal.

En un caso como el de Ángel, los errores son tantos y tan graves que simplemente ameritan un nuevo proceso o la clausura definitiva del presente.

[1] Para ver la visión del acusado –y pruebas esgrimidas para calzar su inocencia- acceder a http://loshijosquenadiequiso.blogspot.com/

Publicado en Havana Times

8 de marzo: tod@s contra la violencia

Por Sandra Álvarez, Marilyn Bobes, Luisa Campuzano, Zaida Capote Cruz, Danae Diéguez, Laidi Fernández de Juan, Lirians Gordillo Piña y Helen Hernández Hormilla

El escritor Ángel Santiesteban ha sido juzgado y condenado a prisión por agredir violentamente a su exesposa. Y enseguida han comenzado a circular notas de apoyo al escritor y de cuestionamiento a la sentencia del tribunal que lo juzgó. En casi todas se acusa a la víctima de loca, o de magnificar una leve “riña doméstica”[1]. Nadie puede juzgar estos hechos sin conocer la profundidad de los daños causados por Santiesteban a su exesposa y a su hijo, y nadie debería acusar a la víctima de estar inventando un caso para que alguien sea condenado por ocultas razones políticas. La violencia contra la mujer tiene su origen, precisamente, en ese gesto tan usual de imaginarla carente de juicio, de independencia, o de opinión propia, y quienes esgrimen esas tesis están reproduciendo la agresión; como aquellos que culpan a la víctima de una violación de haber provocado a su agresor.

Las instituciones y organizaciones cubanas deben pronunciarse sobre este caso en particular y también acerca de la violencia contra la mujer en nuestra sociedad. Es preciso intensificar, multiplicar y hacer permanentemente visible una campaña pública contra la violencia de todo tipo, especialmente la que se ejerce contra la mujer. Hay que divulgar aquellas leyes que la previenen o penalizan y los debates que han tenido lugar en espacios académicos y con motivo de campañas específicas. Combatir la violencia contra la mujer solo puede lograrse si nos unimos tod@s contra la desigualdad que la inspira y reconocemos el derecho de las mujeres violentadas a defenderse de su agresor y a denunciar la agresión, aunque se trate de un genio artístico o científico, un general victorioso, un deportista de élite o un obrero de vanguardia. Nadie más que ella misma tiene derecho a decidir sobre su vida y sobre su cuerpo, y nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a juzgarla loca por querer defender sus derechos.

(Texto leído en la sede de la UNEAC, el 8 de marzo de 2013)
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[1] Veáse a continuación la carta “Lamentaciones y esperanzas por un nuevo escritor encarcelado”, enviada por el escritor Rafael Alcides sobre el caso citado. El texto es una muestra de que la lucha contra la violencia hacia las mujeres en Cuba precisa aún un trabajo arduo, eficaz y sostenido. Continue reading

¿Quién dijo: “Las mujeres mandan” en Cuba?

Por Ramón García Guerra

El jardín de los senderos que se bifurcan
“El consejo de siempre doblar a la izquierda me recordó que tal era el procedimiento común para descubrir el patio central de ciertos laberintos.”
Jorge Luis Borges

Desde luego, resulta una pregunta retórica. Todos en Cuba conocen al autor de la frase. Propia del populismo isleño. En cambio la frase significó un salto en la liberación de la mujer. Sexismo aparte, la mujer adquiría visibilidad política en la república. Proceso este que se había iniciado en 1902, pero que tiene sus antecedentes en el último tercio del siglo XIX. El ciclo populista se cierra –hemos dicho antes– en la década de 1960. La eclosión del sujeto popular en este período nos muestra un rostro femenino bien definido, que expresa una política de rescate de los contenidos más populares de aquel populismo más radical: el ortodoxo. La cuestión es hallar la continuidad entre aquel movimiento social-liberador y una decisiva presencia femenina en el siglo XXI. Este artículo habla del feminismo en Cuba y de la agenda política del mismo.

I

Durante el período 2013-2018, las mujeres serán la mayoría entre los presidentes de los gobiernos (67%) y entre los miembros de las asambleas provinciales (50%) del Poder Popular. Poder que se consolida con el parlamento (48%) y se reciente en las alcaldías (30%).

Sabiendo que la política de cuadros del Partido –según el texto constitucional: “fuerza dirigente de la sociedad”– ha sido acatada por las comisiones de candidatura en todos los procesos electorales, hemos de concluir que la mayor presencia de mujeres en esta legislatura es acaso la expresión de dicha política. ¿Pero esto significa más poder? Pensemos que esta presencia es mínima en el Consejo de Ministros: órgano estatal que concentra todo el poder. Por otra parte, la esfera del consumo ha sido entregada a los municipios en donde la presencia de las mujeres es ahora menor. Significa, en resumen, que la amplia presencia de la mujer en esta legislatura es apenas un poder marginal. Continue reading

Mis respuestas para el final de las sospechosas habituales

Por Yasmín S. Portales Machado

Este jueves 10 enero nos reunimos por última vez en la UNEAC para asistir a Mirar desde la sospecha, que cierra su primera temporada. El objetivo era dedicar una sesión especial a homenajear el feminismo cubano de todos los tiempos, sus aportes y retos actuales.

En el mensaje que circularon las organizadoras, se advertía que el encuentro tendría dos partes: la primera dedicada a la reconocida feminista Camila Henríquez Ureña. La segunda sería un debate sobre el feminismo cubano y sus principales desafíos contemporáneos. Ese debate sería circunscrito por razones de tiempo y concreción- a tres ejes temáticos: la importancia actual de la herencia feminista; los principales retos y fortalezas del feminismo en la Cuba actual y las posibilidades que entraña la articulación entre los diversos proyectos, activistas y especialistas en la temática.

Lo más novedoso era que, en apuesta radical de forma, no se habría un panel. Las organizadoras deseaban y lograron-, la intervención libre. Para que tuviéramos una idea de por dónde iban los tiros, se circularon varias preguntas, y se advirtió que las intervenciones no debían sobrepasar los cinco minutos.

Las intervenciones fueron variopintas, algunas muy ingeniosas; otras inquietantes, por los peligros que advierten en el modo en que las feministas de La Habana hemos funcionado en los últimos años (creo que casi dos décadas), estatus que peligra a la vista de los cambios económicos del país. Hubo un discurso absolutamente impertinente. Hablaré de todo ello en otro post. Ahora solo quiero compartir mis propias respuestas.

Si, las escribí, porque la advertencia de los cinco minutos me pareció muy razonable y no quería romper la regla. Al mismo tiempo, estoy consciente de que divago y hago pausas dramáticas, que pueden ser útiles, pero implican un uso flexible del tiempo.

En lo que termino de redactar lo que pasó ayer, y qué harán Danays Carbonell Dieguez, Helen Hernández Hornilla y Lirians Gordillo Piña en los próximos meses, opinen sobre estas reflexiones mías.

¿Cómo nos llega hasta hoy la herencia feminista cubana?

La herencia del feminismo cubano está por todos lados, solo que de modo aparentemente desideologizado, lo que equivale a decir que sus logros son presentados como dádivas del Estado. Mediante una operación mediática y de manipulación histórica solo posible desde el poder, la historia del movimiento de mujeres en Cuba ha sido sistemáticamente invisibilizada. Los avances feministas se incorporaron sin retar la naturaleza patriarcal de la sociedad. Así, se logró la incorporación de las mujeres al espacio público (léase al mercado laboral), que es el objetivo aparente del feminismo, sin modificar la naturaleza de las relaciones entre los géneros, que es el objetivo real del feminismo. Este es el sueño del capitalismo monopolista de Estado: mujeres que son libres para desear ser hombres.

¿Cuál es la importancia de recuperarla y qué estrategias pudieran articularse al respecto?

Porque solo la ciudadanía crítica puede llevar a la emancipación.

La memoria del movimiento feminista en el imaginario popular, o al menos la conciencia de su existencia previa, implicaría el aumento en la cantidad de personas cuestionándose las relaciones entre los géneros como las entendemos en nuestra cultura (olvidemos por un momento que toda cultura es un proceso dinámico), quienes tendrán que actuar sobre esas inquietudes o suicidarse (esto es una metáfora). Algunas de estas personas incluso pasarán de cuestionarse las relaciones entre hombres y mujeres, mujeres y mujeres, hombres y hombres, que es en apariencia el tema, a cuestionarse LA COSA, EL ASUNTO, LO QUE VIENE DE ARRIBA, que es la meta secreta y subversiva (el proceso está documentado).

La estrategia: patear, en dos de sus acepciones de la RAE.

3: Tratar desconsiderada y rudamente a alguien, al reprenderle, al reprobar sus obras o al discutir con él, igual a, denunciar las praxis patriarcales sin consideración a los hombres maltratadores, las mujeres machistas o los sacerdotes conciliadores. Esforcémonos por comprender, explicar y defender la necesidad de cambiar el mundo, y cambiarnos, por algo mejor, en lugar de resignarnos a vivir siendo pateadas (ese es el suicidio).

6: Andar mucho, haciendo diligencias para conseguir algo, igual a, convertir la oposición al patriarcado en acciones que modifiquen la realidad. Transformemos la comprensión, en testimonio y praxis emancipadoras; la explicación, en pedagogía, intervención pública y bibliografía; la defensa, en 1) demandas concretas al Estado, 2) denuncias sistemáticas de las situaciones discriminatorias, 3) creación de espacios sociales y productivos que empoderen a las mujeres y 4) construcción de alianzas con otros movimientos antisistémicos.

¿Dónde radican los principales conflictos y fortalezas del feminismo cubano hoy?

Conflictos:
1. Falta de memoria histórica,
2. desunión,
3. habanocentrismo,
4. membresía mayormente blanca, urbana, de clase media y con dependencia material del Estado,
5. imposibilidad factual de intervenir en los medios de comunicación masiva,
6. imposibilidad factual de modificar el discurso sobre género en los aparatos ideológicos del Estado (que están orientados a combatir el feminismo),
7. falta de un marco legal para establecer diálogos con el gobierno, o de un movimiento de base fuerte que le obligue a escucharnos,
8. praxis mayormente orientadas a la reflexión teórica y no al establecimiento de espacios físicos e iniciativas económicas feministas.

Fortalezas:
1. Población alfabetizada y entrenada en la lectura crítica de la prensa,
2. aceptación social generalizada de los derechos sexuales y reproductivos, incluyendo el derecho al aborto
3. aceptación generalizada de la presencia femenina en el espacio público,
4. una sólida tradición de ordenamiento gubernamental laico,
5. disponibilidad de documentación sobre los errores del movimiento antipatriarcal en otras naciones,
6. una red nacional de cátedras de la mujer y otros espacios académicos que podrían intervenir en el discurso educativo, si tuvieran la oportunidad
7. consciencia generalizada, entre quienes participamos del feminismo, de que este es un asunto político, aunque de vez en cuando lo neguemos.

¿Considera que pueda hablarse de un movimiento feminista? ¿Por qué?

No. Porque carecemos de organizaciones de base, de iniciativas sociales que subvirtieran efectivamente las lógicas patriarcales, siquiera en pequeña escala, de asociaciones feministas que propongan diversos modos de derrumbar al patriarcado y debatan entre si y, especialmente, porque la mayoría de las mujeres, formadas dentro de un discurso patriarcal y desmovilizador, reniegan del feminismo, sus críticas sociales y su naturaleza política.

¿Qué alternativas propone en pos de la articulación del trabajo del feminismo de la equidad de género en Cuba?

Demandar, en los espacios que nos corresponden, la equidad que nos corresponde y el respeto a la ideología que nos anima, mucho más cercana al socialismo que el puritanismo de izquierdas que tanto daño ha hecho.

Aprovechar las nuevas oportunidades económicas para establecer iniciativas productivas feministas, que demuestren, de hecho, la naturaleza aberrada de la desigualdad, y nos permitan establecer los espacios de autonomía material imprescindible para la crítica social.

Establecer alianzas con otros grupos contra la discriminación que se conforman en estos momentos.

Salir del closet, y como eso es una metáfora, cada cual lo hará a su manera.

Transgresoras, profanadoras, vanguardistas

Desde el 2000, al menos, hay mujeres Iyaonifa en Cuba. Un tema que puso en pie de guerra al Templo Ifá Iranlówo, de Los Sitios, y la Sociedad Cultural Yoruba, de La Habana Vieja.
La noticia circuló en su momento de boca en boca en las calles habaneras y en las Casas de Santo. Ya la cosa cambió un poco, pero aún hay quienes refunfuñan, al igual como ocurre si de los derechos de las mujeres o de machismos se habla, porque tanto en la sociedad en su conjunto, o en las parcelas ocupadas por religiones, la mujer siempre ha sido preterida, minimizada y maltratada, en muchos casos; por eso es de enconada la lucha, se hacen congresos, reuniones, conciertos y leyes, el mundo va cambiando, gracias a la vida.
Este trabajo pudiera servir como reverencia para esa parte de la humanidad que le dice no al maltrato y a la violencia contra la mujer.

Por Elsie Carbó

Mujer Cubana - Por Isbel Díaz Torres

Mujer Cubana – Foto Isbel Díaz Torres

Nidia Águila de León es una mujer cubana que fue consagrada como sacerdotisa de Ifá en la religión Yoruba, o sea, Iyaonifa, que es como homologarlas al mismo rango de aquellos hombres que han recibido la investidura de babalawos o sacerdotes, un hecho que ha puesto sobre el tapete la remota polémica sobre si las mujeres pueden o no aspirar a esta condición, sin ser repudiadas y hasta señaladas como profanadoras de los mandamientos de esa religión.

Pero ¿quién puede ser esta mujer que supuestamente ha roto un dogma fundamental de la Regla cubana de Ocha, sin importarle el correspondiente castigo físico y espiritual que advierte el Consejo de Sacerdotes Mayores de Ifá?, ¿Por qué llegó hasta esta consagración y cómo se desenvuelve en su entorno familiar, social y devoto? Eso es, en definitiva, por humano y legítimo, lo más importante dentro del conflicto, sobre todo hoy en día cuando se desarrolla la batalla por la plena independencia y los derechos de la mujer.

Quizás Nidia Águila de León nunca imaginó la repercusión que su audacia suscitaría en muchas juntas de babalawos, y en líderes religiosos que no solo se circunscriben a Cuba, según dan fe ciertos documentos, tal y como le ocurriría en el pasado, a una Flora Tristán y otras tantas mujeres, que a lo largo de estos siglos se han erigido en luchadoras por la igualdad de la mujer, pero eso no importa tanto, lo fundamental es que Nidia está convencida de que con su acto no ofende a nadie, y continuará fiel a aquellas remotas tradiciones que los seguidores de los lukumises trajeron a esta parte del mundo, a pesar de los inconvenientes y reprobaciones que encarará por ser transgresora en una época liderada por hombres.

Sin intención de hablar de las razones que puedan tener las partes en pugna en sus alegatos y demandas, me inclino a pensar que eso de excluir a las mujeres fue a posteriori si vamos a lo que hay de proverbios y apostrofes en poemas como el Odú de Ifá, Otura-Iroso donde vemos que dice …Él fue avisado que las puertas de la casa de Orúnmila están abiertas para sus hijos e hijas y ninguno está impedido de cruzar el umbral…). Continue reading

Peligro: nació varón

Por Mileyda Menéndez Dávila
No soy responsable de lo que hicieron conmigo, pero sí de lo que hago con todo eso.
Jean-Paul Sartre

El camino de la masculinidad en todas las civilizaciones es tan largo y difícil que a veces se muere varón sin llegar a ser hombre. Tal es el precio de un mecanismo sociocultural que exige a los machos de nuestra especie resistir sin chistar a cambio de convertir sus cicatrices en trofeos.
Por eso en todo el orbe mueren más hombres que mujeres por causas violentas: lesiones infringidas en peleas callejeras o en guerras, accidentes de tránsito, suicidios, anomalías derivadas del consumo de tabaco, drogas o alcohol…
Así lo explica el profesor Guillermo Figueroa, investigador del Colegio de México y defensor de la idea de que las sociedades actuales deberían tener en cuenta esa visión de masculinidad como factor de riesgo para incluirla en sus políticas públicas de educación y salud.
Pero aún a la altura de este siglo es bien difícil proponer el discurso del autocuidado a los varones, porque contradice las expectativas impuestas a su género: no parece legítimo enseñarlos a pensar en las consecuencias de esas pruebas a que someten a sus cuerpos, porque estos son proclamados desde la cultura como un espacio que debe ser curtido heroicamente.
«Nadie ha visto el “machómetro”, pero todos le hacen caso», dice Figueroa: «Por eso morimos literalmente de las ganas de ser hombre y alcanzar el estatus de macho exitoso al precio que sea, incluso el de nuestra salud.
«A veces creamos situaciones temerarias solo para cumplir esa meta: Desde niños aprendemos el “mérito” de una exposición intencional al peligro, y si alguien se alarma por lo que hacemos siempre hay un adulto que replica: “Déjalo, que para eso es macho”, como si solo importara el impresionar ahora y no el precio que paguemos después».
A su juicio, un fenómeno ilustrativo de esa masculinidad «peligrosa» es la epidemia simbólica que genera el alcohol, cuyo consumo fragiliza el entorno del hombre a cualquier edad, porque lo lleva al límite y a asumir más riesgos.
En Noruega, por ejemplo, muere mucha gente en accidentes asociados al alcohol, pero no siempre el conductor es el que está más borracho: «El conductor designado es el que menos bebe, pero eso lo lleva a sentirse seguro y a manejar más rápido o con descuido, lo que perjudica a todos».
Mejor temprano que tarde
Tradicionalmente los hombres procuran menos los servicios de salud que las mujeres, en especial chequeos preventivos para controlar factores de riesgo como la obesidad, la hipertensión, los trastornos metabólicos…
Y no es porque ellos enfermen menos: ocurre que están muy atrapados en ciertos aprendizajes que demeritan el malestar, la tristeza y sobre todo la derrota, así sea a nivel celular, y por tanto no les parece bien escuchar las señales de alarma de su organismo.
«Muchos se enojan si están enfermos y solo se preocupan en serio si el trastorno afecta su imagen varonil, aunque a veces ni eso los lleva a la consulta», dice Figueroa.
Las sociedades patriarcales catalogan como «debilidad» femenina eso de estar yendo al médico: «Es que hice tal fuerza, ya se me pasará…». Y si no, no importa: «Yo aguanto», dicen muchos, sin querer aceptar que un trastorno conduce a otro y a la larga empeora su calidad de vida, con lo cual se deterioran sus relaciones en el plano íntimo y social.
Por lo general los hombres sufren calladamente esos malestares cotidianos. Por eso se reportan en ellos cifras más altas de infartos y eventos cerebrovasculares, sin importar nacionalidad, raza, escolaridad o estatus social. También superan a las mujeres en casos de cáncer detectados en estadios muy avanzados de la enfermedad, y lo mismo ocurre con otros padecimientos cuyo curso sería más leve si se trataran a tiempo. «Buscan ayuda profesional solo para bienmorir, y eso cuando la familia insiste», dice Figueroa.
«Morimos día a día sin mirar una rosa de soslayo», se lamenta el experto. «Más que morir no vivimos, porque no nos están permitidas muchas cosas… Pero si ya sabemos que ser hombres es una construcción social, desde el momento es que adquirimos esa conciencia podemos redireccionar esa tarea y hacerla más llevadera para toda la especie».
Pero no es un problema individual, aclara. Más bien refleja la lógica y las normativas sociales: como si existiera un cuestionamiento tácito del derecho a ser hombre en un cuerpo propio, y se subvalorara el cuidado de su integridad física tanto como se exige entereza moral prácticamente desde la cuna.
«Por lo general se asume que ellos no manejan la historia clínica familiar o la propia, no saben administrarse sus medicamentos y no pueden evitar provocaciones violentas, aunque en ellas les vaya la vida», dice Figueroa, y desde una postura que defiende la cultura de paz, pregunta:
«¿Por qué no inventarnos formas más dignas de morir, que de hecho implicarían formas más dignas de vivir con las que todos saldríamos ganando, hombres y mujeres?».
Eso es lo deseable, afirma, pero reconoce que será muy difícil mientras la sociedad designe a las mujeres el papel de intermediarias en salud, las predestine a surtir y controlar el botiquín de casa, a llevar solas a los hijos al médico y a curar las heridas masculinas ¡sin reproches!

Publicado en Juventud Rebelde