Los candentes Temas de la transición en Cuba

Por Rogelio Manuel Díaz Moreno

Esta es una nota que saqué en Cubaliteraria mientras trabajo de periodista semiprofesional durante la Feria del Libro. Cómo estoy aprendiendo cosas. Nada más les adelanto que hoy (día siguiente a la actividad que reseño aquí) el economista Omar Everleny, de los protagónicos en la redacción de las transformaciones de este país, declaró literalmente que si alguien puede tener diez “Paladares” (restaurantes particulares en Cuba) no hay por qué limitaro a una sola, porque hay que liberar las fuerzas productivas.

Nota sobre presentación del número 72 de Temas y Panel sobre Transición en Cuba

En el tercer día de actividades públicas de esta vigesimotercera edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana, tuvo lugar una actividad a la que le era imposible pasar inadvertida. El colectivo de la revista de pensamiento Temas aprovechó el evento literario y citó a sus seguidores para la presentación del número 72 de la reconocida publicación, con el acompañamiento del panel que usualmente adereza estos encuentros.

El tema que abordaron los sesudos, reunidos en la sala José Lezama Lima de esta fortaleza de La Cabaña, mantiene en vilo la atención de muchos de nosotros y no es otro que la transición del modelo social y económico de nuestro país. Como una muestra de la importancia concedida a este fenómeno, se puede aportar el consenso del panel de Temas, manifestado alrededor de este término de transición con toda su contundencia, para dejar de lado eufemismos como actualización o ajustes.

Raúl Garcés, a cargo de la conducción, sufrió bastante para mantener el buen ritmo temporal, pues algún integrante siempre se extendía más al verter sus tesis desde su experiencia como analista, científico social o miembro de las comisiones a cargo de la implementación de las nuevas políticas gubernamentales. Así, Manuel Limia empezó por establecer, como punto de partida, la nacionalidad consolidada en los últimos dos siglos y fuertemente conmocionada por los sucesos del derrumbe del llamado campo socialista. Ahora esta sociedad enfrenta un panorama internacional al que se debe adaptar, caracterizado por la intensificación de las guerras de rapiña, crisis variopintas y emergencia de movimientos sociales alternativos. En este escenario, continuó, se profundiza el reto de construir una sociedad dirigida hacia una prosperidad sustentable, que atienda a los principios de justicia y solidaridad, proyectada internacionalmente hacia la paz y la integración de los pueblos. El modelo buscado, mantuvo, debe rechazar el irracional derroche característico de los mecanismos económicos contemporáneos; enfrentar los paradigmas de dominación y predominancia del capital y tomar en cuenta todos los elementos que intervienen, como los recursos naturales y el medio ambiente. El derecho a la vida y el desarrollo sustentable son los derechos esenciales en esta visión, con consideraciones especiales hacia el valor de la cultura y el patrimonio humanos. Continue reading

Se buscan chicas cantantes, pero que sean blancas

Por Rogelio Manuel Díaz Moreno

El cartelito lo encontré en la parada de ómnibus en la esquina de las avenidas 41 y 42, en el municipio habanero de Playa. El origen podía ser de lo más común: una compañía artística joven que necesitaba completar su elenco, convocaba a audiciones.

El problema aparecía en una serie de condiciones físicas, prerrequisitos exigidos a las candidatas. Lo primero es que una chica bajita, por muy buena voz que tuviera, quedaría fuera, aunque eso es más o menos común en el modelaje y tal vez en otras manifestaciones, donde conviene que a uno lo vean de lejos. Ahora, lo más escandaloso, lo verdaderamente intolerable, es que se exigiera que la muchacha fuera De tez clara.

Whitney Houston, Rihanna, Tina Turner, Diana Ross, o Elena Burke, Omara Portuondo y demás compatriotas cantantes afrodescendientes si en vuestra próxima reencarnación ustedes llegan a nacer en Cuba, no se acerquen a la compañía Habana Joven. Cuando traten de franquear la puerta del teatro Mariana Grajales, probablemente un empleado les informará que no reúnen las condiciones que exigen en aquel conjunto. Tal vez si pasan los tratamientos como aquellos con los que el super famoso ídolo del Pop, Michael Jackson, quedó bien blanquito, reciban la merced de una audición. De otra manera, tendrá que probarse con una carga al machete como las de los hijos de aquella, cuyo nombre lleva la sede de la compañía.

Me molesté lo suficiente como para sacar el bolígrafo y poner, sobre el cartel, el tachón y el epíteto ¡Racista! que pueden verse allí en la imagen. Estuve un par de días elucubrando una conspiración digna de un serial de héroes anónimos: una llamada al lugar, hacerme pasar por el representante de una chica que canta muy bien, pero que es un poquito oscura, ¿saben?, a ver si le podían dar una oportunidad. Pensaba averiguar hasta dónde eran capaces de llegar los de la malhadada convocatoria, pero al final no lo realizé. Cuando volví a pasar por esa esquina, el cartel seguía allí con mi añadido. Así que, simplemente, lo arranqué y lo traje a casa, para escanearlo y producir esta denuncia.

No es secreto para nadie que nuestra sociedad, la Cuba del siglo XXI, es todavía racista. La educación, la cultura, pueden hacer retroceder lentamente una lacra, acorralarla hacia los rincones más apartados hasta hacerla desaparecer. Se ha avanzado mucho por ese camino, convengo, pero en cierto momento pareciera que llegamos a un empantanamiento e, incluso, se comienza a retroceder. Los prejuicios discriminativos extienden sus expresiones públicas, hasta el punto de plasmarse en un cartel como el de esta ocasión.

Las posiciones retrógradas se ven estimuladas por las desigualdades que se asientan y profundizan en nuestra sociedad. La selva del individualismo y los paradigmas mercantilistas a los que nos abocamos, hacen buen caldo de cultivo para el florecimiento de actitudes egoístas. Estas, a su vez, implican echar mano de cualquier recurso bueno ¬por ejemplo, el racismo para pisotear y adelantar a los demás.

No estoy diciendo que la compañía Habana Joven sea partícipe consciente de esta inmoralidad. Puede ocurrir, simplemente, que ciertas actitudes se interiorizan y se tornan tendencias naturales. Se pierde de vista sobre todo, si uno no es el perjudicado de manera directa la carga negativa que contienen algunas posturas y se busca el acomodo dentro de lo que se cree que será lo más provechoso. Así que uno puede necesitar actrices, y las busca entonces dentro del molde de belleza impuesto por el paradigma preponderante. Se participa del prejuicio y, con esa actitud, se refuerza.

Los sistemas educativos gubernamentales permanecen arrastrados por la crisis nacional generalizada y anclados a mecanismos petrificados en el tiempo de burocracias y autoritarismos. Poco pueden hacer para revertir el avance de las nuevas realidades, cuando ni dentro de las aulas se puede contener el avance del racismo. Sin embargo, con culpar a las nuevas generaciones o a los maestros de un problema de toda la sociedad no se adelanta un ápice. Este problema, como tantos otros, está llamado a convertirse en uno de los retos más severos para todos los actores que se decidan a jugar sus roles, ya sean del gobierno o de la sociedad civil.

Actualización del modelo económico… ¿qué hay del educativo? (II)

II Del soldado de la Revolución a la inercia, el vacío o el estatismo de mercado

Por Rogelio M. Díaz Moreno

En la entrega anterior cerré insinuando la posibilidad de que el objetivo último del sistema educativo aplicado en nuestro país fuera la de crear una masa maleable, enajenada, permisiva, aunque se proclamara oficialmente otra cosa la doctrina del soldado de la Revolución. En realidad, realizar esta maniobra de manera consciente implica un grado de maquiavelismo del que, en el fondo, no creo capaz a nuestra inepta burocracia nacional. Lo que sí considero posible es que la sensibilidad de este estrato dominante le permitiera percibir, en la situación que se desarrollaba, un clima favorable para sus trapacerías, así que se aferrara con fanatismo acérrimo a las directrices establecidas y combatiera toda señal de que era necesario cambiar las reglas. De cualquier modo, a la luz del proceso de reformas que están en plena marcha, cabe entonces plantearse unos cuantos cuestionamientos.

Imprimir y reproducir una mentalidad castrense solo tiene sentido un sentido impuesto, no un sentido democrático, pero sentido al fin en el modelo en el que el todopoderoso papá Estado exige toda la obediencia, y a cambio asume todas las responsabilidades. El soldado marcha pero no tiene que preocuparse por las botas, el rancho o las municiones, que se supone que asegura la logística central. Sin embargo, ahora toda la lógica del asunto está cambiando. Papá Estado ha declarado que ya no puede ocuparse más de la mayor parte del mantenimiento de quien hasta ayer era convocado como soldado. Que éste se las va a tener que arreglar por su propia cuenta. Si acaso, se le seguirá atendiendo la salud y el entrenamiento, perdón, la educación. En cambio, Liborio tendrá la oportunidad ahora de cambiar el uniforme y las botas ya bastante raídos, de todas formas por los tenis y camisetas deportivos de la tienda, si es que los puede comprar. Idénticamente, se le retira el ranchito igual, iba de mal en peor; pero ahora ya podría, sin que resulte escandaloso, buscarse los frijoles con otro coronel, rectifico, con otro patrón. Y hasta entrar, como candidato a nuevo empresario y aspirar a ser de los ganadores, en cierta competencia que, gracias a las nuevas transformaciones, ya debemos suponer como éticamente buena, compatible con lo que sea que los árbitros de aquí llamen socialismo y, especialmente, que no está amañada de inicio.

Y aquí es donde se cae de la mata la necesidad de transformar el sistema educativo hasta sus raíces. La formación del educando no podrá seguir como en el paradigma anterior, que enfatiza las cualidades típicas de entrega al modelo social a cambio de algunas seguridades, que a veces eran solo promesas de seguridades y muchos, pero muchos, sermones conscientizadores.

Algo de esto ocurre ya. Por lo menos, el dislate de formar masivamente graduados universitarios para los cuales no van a existir luego empleos válidos especialmente en el campo de las Humanidades, fue ya percibido y rectificado. Sin embargo, todavía queda en pie la importante cuestión de qué van a hacer los graduados universitarios de cualquier rama, al momento de acabarse los dos o tres años de gracia en los que tienen asegurados un trabajo mejor o peor, en dependencia de muchos factores y queden sueltos en un escenario donde van a regir las más vulgares leyes del mercado capitalista de trabajo y mano de obra. Continue reading

Caen las penúltimas máscaras

Por Rogelio M. Díaz Moreno

Me ha caído en las manos una pieza, una joya en el plano de la revelación de la naturaleza del autor y de sus semejantes. La suscribe Hugo Chinea, una figura no demasiado brillante de la narrativa cubana y de actividad más bien concentrada en los campos administrativos y políticos de la cultura. Algunos recordarán la polémica que sostuvo recientemente con Leonardo Padura, el flamante Premio Nacional de Literatura, a raíz de que Padura denunciara las políticas persecutorias de la estructura burocrática imperante durante varias décadas.

El texto de Chinea, de título “Contextos y Descontextos”, fue recogido en el blog La Polilla Cubana, administrado por Rosa Carmen Báez, y considerado lo suficientemente meritoro para su divulgación a través de un boletín del Ministerio de Cultura que llega periódicamente a mi buzón. En sí, es una burda pieza de manipulación de la evolución histórica del proceso cubano a partir del triunfo de la Revolución, dirigida a justificar la transición al capitalismo que, desde los espacios del Observatorio Crítico, hemos estado denunciando en los últimos años. Me ha parecido importante regresar sobre este tema, que ya hemos recorrido varias veces, porque en el escrito de marras se evidencian de manera especialmente inequívoca, con una claridad sin precedentes, las intenciones del sector del aparato gobernante que apuesta a la extinción gradual del socialismo.

Al leer dicho material, se notará con un esfuerzo analítico ligero la superficialidad de la argumentación del sujeto, que le permite llegar a conclusiones absolutamente carentes de base y no hablemos ya de ética o principios. Después de una cuartilla dedicada a denunciar las agresiones imperialistas a nuestro país, a raíz del triunfo revolucionario, Chinea establece tres líneas que, para él, parecen haber contenido el contenido socialista del proceso cubano: el racionamiento a través de la libreta de abastecimientos; la nacionalización absoluta de todas las unidades productivas y de servicios con la llamada Ofensiva Revolucionaria de 1968, y el establecimiento de un partido político único en la sociedad como fuerza regente. También esboza rápidamente las características, para él principales, que signaron el proceso: aquella mezcla de paranoia monacal con utopismos desenfrenados, enardecida sobre todo en los años ´70 del pasado siglo.

A todo esto, siguiendo la lógica del escrito, no habríamos llegado siguiendo un programa y unos principios propios, sino forzados por unos contextos sui géneris, que son los que explican la evolución descrita. Concluye Chinea que, en realidad, no éramos tan socialistas o comunistas, pese al nombre del Partido, sino ante todo, lo importante era que estábamos monolíticamente unidos alrededor de ese partido y de su máximo líder, el compañero Fidel. Como, finalmente, la experiencia histórica demostró que el socialismo no da buenos resultados, pues ahora deberemos olvidarnos de toda esa bobería, ponernos para las cosas, y tomar del capitalismo todo lo que pueda servirnos para progresar. Esto, según Chinea, estaría justificado incluso con argumentos procedentes de las ideas del Ché Guevara. El autor hace algunas fugaces referencias a descortezar las partes más malas de esas herramientas capitalistas para que se conserve el nivel de justicia social que habríamos alcanzado en nuestro país.

Para tratar con propiedad este tema, se pueden escribir varios tomos de muchas páginas, pero la indignación y el sentimiento de urgencia no tienen tanto tiempo, ni muchos lectores se permiten tanta paciencia. Tengamos estas líneas rudimentarias por ahora.

La propuesta que adelanta Chinea y que es recogida amistosamente por los demás sujetos que mencioné más arriba implica la consumación de la traición a los ideales socialistas que se gesta desde hace tiempo ya, por parte de una burocracia que desea solidificar aún más sus privilegios y control sobre lo que haya de valioso en la economía cubana. Es un eco fiel de aquellos pasos, dados en la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que cambiaron, en un momento dado de su proceso de derretimiento, el adjetivo Socialistas por el de Soberanas.

Antes de seguir desarmando la infamia a la que se nos quiere conducir, debemos establecer un par de líneas, triviales para algunos pero importantes para todos. Los que defienden, y trabajan, y estudian las ideas del socialismo con sinceridad y reales convicciones, han estado conscientes de que al modelo cubano le faltaba mucho para llegar a convertirse en una sociedad digna de ese nombre. Los medios de producción, confiscados a la burguesía internacional y nacional, y desde la mayor hasta la microscópica, no estuvieron nunca en poder de sus trabajadores, sino del todopoderoso estado. El carácter del trabajador, asalariado de un poder ajeno a sus capacidades, no se modificó demasiado, si bien es de reconocer que recibió avances sociales sustanciales que justificaron, a los ojos de muchos, el estado de cosas impuesto. Así y todo, aquello se le podía llamar todavía un proyecto de nación que tenía establecidos determinados mecanismos autoritarios, absolutistas de ascensión social y política. Con la retórica actual de Chinea, del ideal que se identificaba con el socialismo con mayor o menor acierto no queda ni eso, sino que se ve reducido a la obediencia a un caudillo y a su hipertrofiado aparato de poder, más la Libreta de Abastecimientos. Incluso, los que son más fidelistas que socialistas podrían sentirse ofendidos, pues su ídolo queda muy mal parado en la exposición de Chinea: convertido en un mero oportunista sin principios que navega como puede hábilmente, eso sí, entre aguas turbulentas.

La retórica vacía que invoca facilismos de justicia y equidad no salva a quien ha negado ya tres veces el único espacio donde esos, y otros principios, pueden concretarse. ¿O será que Chinea y sus compinches terminaron por descubrir la elusiva Tercera Vía? Hay que advertir que la socialdemocracia es antagónica con el monopartidismo, pero allá ellos con sus contradicciones. Lo que no podemos permitirles, es que nos cercenen nuestros sueños.

No debemos confundir un desvío hacia un callejón ciego con el fin del mundo. El socialismo, para empezar, es la consecuencia lógica de cualquier revolución popular que se propone sacudirse el oprobioso régimen de explotación del hombre por el hombre. La agudización de la lucha de clases, y las agresiones de los imperialismos externos pueden acelerar el proceso o deformarlos, en el peor de los casos, pero nunca ser la causa última o contexto que determina esta evolución. El socialismo legítimo, ese que soñamos aunque no lo hayamos llegado a concretar, permite que los trabajadores, al ser los dueños efectivos de los medios de producción, implanten y defiendan el reino de las libertades y la democracia públicas, como nunca lo hará una sociedad capitalista. No negaré que el capitalismo haya traído avances colosales para la Humanidad en las facetas científico-técnicas, y también en cuanto a teorías sociales y de desarrollo humano y demás; pero sí que afirmo que, bajo su hegemonía, estos avances tienen un tope, sumamente insatisfactorio excepto en algunas sociedades privilegiadas del primer mundo y a un enorme costo para el resto del planeta. Solo el socialismo auténtico está llamado a aportar los próximos avances en todos esos campos, de manera más equitativa para todas las personas y países y bajo relaciones mucho más respetuosas con el medio ambiente.

Un grupo de compinches encumbrados, de los cuales Chinea es apenas un portavoz, fueron incapaces de comprender y participar de un proyecto así. Ante el reto y la crisis de sus deformadas visiones, frente a la posibilidad de perder los privilegios que gozan, prefieren revertir los ideales sembrados en la mentalidad popular; optan por sustituirlos paulatinamente por los viejos cuentos de la sociedad capitalista que esconde la explotación y las desigualdades bajo ilusiones de prosperidad por cuenta propia. Ahora nos tratan de vender el cuento de que las herramientas y las técnicas no tienen ideologías y se pueden asimilar tranquilamente. Sin embargo, sin un marco ideológico-filosófico concreto, ¿cómo van a plasmar, en la realidad, lo de asimilar esquemas capitalistas sin minar los principios de una sociedad menos injusta? Evidentemente, profundizar en esta parte no le interesa al malhadado autor, que apenas la menciona para salvar las apariencias.

Cuando el sueño de Chinea y los suyos, de eliminar lo que se entiende todavía como socialismo, se concrete, la reciclada burguesía cubana no tendrá ya siquiera los últimos reparos que hoy le quedan, para despedir a libre albedrío a cualquier cantidad de trabajadores para aumentar la plusvalía; tendrá vía libre para privatizar todas las empresas rentables del país, sus bancos, sus playas y hoteles, sus minas y demás recursos naturales; podrá cuestionarse la existencia de servicios públicos, universales y gratuitos de salud y educación. Cuando el sueño de Chinea y los suyos se concrete, se habrá asestado un último y colosal golpe posible a los propósitos de los pueblos que trabajan por un futuro mejor. ¿Qué quedará de las esperanzas de los movimientos sociales?; ¡qué desorientación tan profunda; qué total pérdida de confianza y prestigio de los ideales revolucionarios y socialistas se producirá entre los trabajadores del mundo, que verán estupefactos la implosión y caída de la última bandera que defendía sus más sagrados anhelos! ¿Cuántas décadas y generaciones, cuánto sudor y cuánta sangre, costará reconstruir la fe y la esperanza en un proyecto que aparentemente, se reveló como infructuoso? La CIA y sus satélites deliran de felicidad.

Sería bueno que todos los que se cuestionan la pertinencia de nuestras denuncias sobre cómo la burocracia cubana prepara la transición al capitalismo, se pronunciaran respecto al texto de Chinea, que obra tal como el refrán a confesión de parte, relevo de pruebas. Emplazo, de esta manera, a decantarse a cada bloguero, periodista, personalidad pública, intelectual, militante comunista, socialista con o sin carnet, de los que participan en estos debates. Insisto en que la sinceridad de cada participante se revelará en la toma de posiciones al lado de uno u otro grupo de personas. En última instancia, Chinea, el socialismo es la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes. Esos humildes que, en el capitalismo, nunca van a ser los dueños de Paladares refinadas; de fincas con muchas cabezas de ganado; de hoteles cinco estrellas, de minas ni de centrales azucareros, sino apenas su explotada mano de obra, cuando no parte del ejército de desempleados.

Esa causa fue consagrada por la sangre de los milicianos en Playa Girón y el Escambray; por las víctimas de los atentados terroristas de la CIA; por los caídos con el Che en la gesta boliviana; en otras misiones internacionalistas. Por el sudor de los que creyeron en las zafras del pueblo, o en servir de maestros o médicos en una montaña a quinientos o mil kilómetros de la confortable casa en la ciudad; por los trabajadores calificados o sencillos que hoy persisten en sus puestos de utilidad social y postergan, con más quijotismo que lógica, la decisión de emigrar, a pesar de no faltarles oportunidades. Tal vez esa causa tenga su destino temporalmente ya fijado, pero Chinea y aquellos a los que él representa, no se librarán del estigma del traidor.

Actualización del modelo económico… ¿qué hay del educativo? (I)

I Parte. Del Hombre Nuevo al Soldado de la Revolución

Por Rogelio M. Díaz Moreno

Para nadie es un secreto que los sistemas educacionales de las diferentes sociedades responden al objetivo de reproducir las condiciones imperantes en esas sociedades. Tampoco se descubre el Mediterráneo cuando se comprende que sistema educativo es mucho más que el aparato escolar e incluye órganos de prensa y comunicaciones, rituales políticos, sociales, artísticos y deportivos, etcétera.

La indagación que me planteo en este escrito parte de las transformaciones que experimenta el modelo económico-social cubano y la repercusión que debe traer para el sistema educacional en nuestro país. ¿Por qué es pertinente plantearse esta cuestión? Una señal bien notoria de la pertinencia de este análisis la dio Marino Murillo en la reciente y última sesión de la legislatura parlamentaria cubana, al advertir que los próximos dos años serán los de mayor intensidad en la actualización del modelo cubano.

Sin embargo, antes de caer de fly en el futuro, me retrotraje un tilín para poder encontrar la solución de continuidad que permita interpretar el presente y prepararme para el futuro.

Podríamos, por partir de algún lugar, decir que nuestro sistema educativo asumió en cierta etapa, como paradigma, la formación del Hombre nuevo, según el concepto del Ché Guevara, aunque haya muchas personas que discutan esta aseveración. Como Hombre nuevo podríamos entender a la persona más interesada en el bienestar colectivo que el individual; pronta para el sacrificio altruista por ese bien colectivo; feliz de participar dentro de las instituciones de la Revolución y, además, con espíritu internacionalista.

Aunque esta pudiera ser un prototipo ideal para establecer por parte de la vanguardista dirección de un proceso revolucionario según los cánones de cierta época, en la época en la que yo entro a la enseñanza media y luego paso a la superior en los años ´90 del pasado siglo- mi percepción es que el ideal perseguido había variado un poco. Los incubadores de la generación de los talibanes conseguieron desplazar el énfasis del discurso educativo-formativo, sobre todo, hacia la construcción del joven soldado de la Revolución. Hoy día se me ocurren algunas razones por las que esto habría tenido amplio sentido.

El ideal de Hombre nuevo no podía ser del todo satisfactorio para la nomenklatura. Este incómodo arquetipo llevaba una dosis de honestidad y valentía que no se suponía que se doblegara ante los imperativos de el lugar y el momento establecidos; que también practicara la crítica y combatiera contra los dirigentes que cometieran barbaridades y así sucesivamente. Por más que al Che le achaquen rasgos autoritarios y demás, en el breve tiempo en el que jugó roles políticos de peso en el gobierno cubano se expresó a favor del protagonismo que debería alcanzar la juventud, con algún tipo de conjugación entre la tutoría de los mayores y su propia iniciativa, sin dejar de escarnecer a ciertos orientadores de la espontaneidad. La adquisición de los más altos estándares de ciencia, cultura y tecnología eran parte de las herramientas de las nuevas generaciones para adquirir el mayor peso propio, desarrollarse e insertarse ventajosamente en las condiciones mundiales, manejando con sus propias manos todas las potencialidades de las nuevas tecnologías existentes y que fueran surgiendo. Para colmo, esta idea todavía tenía como objetivo el alcance, en vida de los presentes, de cierto nivel de felicidad que no podía excluir un nivel de satisfacción de las necesidades materiales.

Una persona más consciente de sus deberes como soldado se presta más para la comodidad de la burocracia. Esta preferiría, obviamente, a alguien capaz de obedecer sin chistar. Una persona que viera, como objetivo fundamental de su vida, el sacrificarse por un puñado de ideales enarbolados e interpretados a capricho por los niveles centrales, con absoluto desprecio por una racionalidad dirigida a la satisfacción del bienestar y a las relaciones y comunicaciones naturales con el mundo. Un ejemplo espectacular podría ser Internet: al Hombre Nuevo le correspondería, por su naturaleza, entrar masivamente, con toda la frescura y la audacia, en este revolucionario campo, en cuanto estuvieran listas las condiciones técnicas como ya es el caso; el soldado de la Revolución, disciplinadamente, acata los mandatos que definen quiénes entran, cómo, cuándo y hasta qué punto.

Solo hay que seguir la evolución histórica de los discursos oficiales y empatarlos con las políticas implementadas para aumentar la plausibilidad de lo anteriormente expuesto. Cada aspecto de la vida, cada faceta correspondiente a su reproducción material y espiritual, como fueron convertidos en legítimos blancos de la petrificación del control monolítico por parte de la cumbre dirigente. Cada posibilidad de desahogo ¬actividades económicas autónomas, viajes, comunicaciones internacionales con Internet como ejemplo último- estrechamente reguladas o bloqueadas por décadas. Por supuesto, aquí hubo una buena dosis que pasó por la defensa ante una superpotencia extranjera, rabiosa y agresiva por la pérdida de su neocolonia, pero con todo y eso, se perdió toda noción de balance entre la necesidad de una trinchera y las libertades y derechos que esa trinchera estaba destinada a proteger.

Al final, ni siquiera el proyecto de impresión de mentalidades de soldaditos fue suficiente. Una tropa puede hacer derroches de heroísmo en situaciones especiales digamos, los conflictos en África pero en tiempo de paz no rinde muchos beneficios. Lo que es peor, aún para el más disciplinado de los militares llega el momento de preguntarse a dónde lo conducen. Especialmente, para uno que se consagra a los ideales que le sacuden en la cara y empieza a chocar con realidades contradictorias. Por una parte, encuentra que los que deben ir a la vanguardia, se desvían una y otra vez, engolosinados por las mieles del poder. Por otra parte, percibe que a pesar de todo su esfuerzo e incondicional servicio para seguir hablando en este lenguaje metafórico el rancho que le suministra la logística no alcanza, que los uniformes y las botas las tiene que buscar él mismo por la izquierda, que el armamento en sus manos se obsoletiza irrevocablemente y así por el estilo. Si de veras formar soldados era el objetivo del sistema, y el objetivo hubiera sido cumplido, los oficiales podrían empezar a verse en problemas.

A menos que el objetivo último fuera otro. Por lo menos, en el terreno de lo alcanzado, entre los ciudadanos realmente existentes no predominó tanto el espíritu del soldado fiel como, más bien, la enajenación, el arreglárselas uno como se pueda, y hasta el irse del país. Sintomáticamente, a este acto se le denominaba ¡y muchos todavía lo llaman así! deserción. Al final, enajenado o desertor, esta es una persona mucho menos comprometida, de la cual la burocracia no tendría tanto de qué preocuparse. La burocracia podría luego hacer y deshacer, sin temer a una ciudadanía indignada, que se sintiera partícipe de los destinos del país, responsable y receptora directa de las consecuencias de las políticas para bien y para mal. Ahí es donde cabe preguntarse si el objetivo proclamado de formar ciudadanos con compromiso social si bien bastante draconiano, coincidía con el sueño anhelado, nunca reconocido pero mucho más concretado, de obtener una masa maleable y permisiva. Al menos, a una persona sensata le puede costar trabajo creer que las autoridades no sabían que los métodos que empleaban supuestamente para el primer objetivo iban a producir, a la larga, los resultados finalmente obtenidos. Máxime después de tantos intentos, planificaciones, estudios, avisos desde las ciencias sociales, reintentos y más reintentos.

Un mal año y la persistencia de la esperanza

Por Rogelio M. Díaz Moreno

El año que concluye este lunes 31 de diciembre, según el calendario occidental, no fue muy feliz para la inteligencia, el debate o la libre expresión de las diferencias inevitablemente existentes entre las visiones y aspiraciones de cada cubano. Específicamente, varios blogs de mucho valor vieron su fin este año por efecto de la censura.

Pido perdón si no puedo abundar en las malvadas muestras de represión en otras latitudes. No vivo ni conozco demasiado de otros países, así que escasamente puedo abordar ni intentar mejorar desde aquí lo que ocurra por allá, y menos me serviría de consuelo pensar que están peor que nosotros. Me duele lo que conozco que azota mi propia cabeza, y para ensayarle remedios es que tomo la palabra.

Debo hacer una salvedad; voy a exceptuar de este análisis la cuestión de los grupos cubanos que presentan lazos relevantes con las agencias del gobierno estadounidense. Me interesa aquello que hacemos aquí por nuestra propia voluntad, guiados por nuestros auténticos ideales de nación, típicamente de izquierda y anticapitalistas; por lo tanto, generalmente en contradicción antagónica con aquella potencia, que reitera periódicamente sus intervenciones para socavar nuestra independencia. Esto no le impedirá a nadie hacer su propio resumen con los aspectos que más le ocupen.

La primavera del 2012 abrió con un encuentro entre blogueros de todo el país, iniciativa interesante pero ensombrecida por la poca claridad del criterio empleado para seleccionar los invitados. Los organizadores del BlogazoxCuba, el colectivo matancero La Joven Cuba, otorgaron la etiqueta de revolucionarios a discreción; se aseguraron de marcar solo las direcciones políticamente correctas e integradas, en fin, las conocidas como oficialistas y dejaron fuera visiones que hubieran podido aportar riqueza conceptual y de contenidos desde otras sendas del socialismo democrático y la participación popular. Los roces no se hicieron esperar y se cruzó un volumen de fuego, reflejado en las bitácoras de uno y otro espacio.

Los agrupados bajo la sombrilla oficialista, de acuerdo con la tradición, siguieron empleando las armas de acusar al resto de adoptar posturas diversionistas y manipulables por un enemigo a cuyos fines se estarían prestando. El único pensamiento pertinente, según este partido, parece ser aquel que siga los canales establecidos, el momento y el lugar adecuados, cuidadosamente cribado de todo cuestionamiento de los líderes históricos, y que preferiblemente solo reproche a los malos del otro lado del estrecho de la Florida mientras se ensalze todo lo posible la política interna. Por el lado alternativo, se fustigó esta visión maniquea de bien y mal, la doblez de defender incondicionalmente la política que fuere que estuviera en boga, por contradictoria que fuera con ideales sociales sostenidos antaño o incluso, opuesta a políticas defendidas con el mismo acrítico entusiasmo en años anteriores.

Un punto tragicómico en esta historia es lo cuestionable de su trascendencia. El insignificante alcance de la Internet en nuestro país excluye a la aplastante mayoría de la población de estos debates, así que su mayor impacto lo producen a través de su divulgación entre élites de intelectuales, su seguimiento por las autoridades gubernamentales y el eco en los círculos internacionales interesados por nuestra tierra, ya sean cubanos emigrados, colectivos solidarios con Cuba y también las atentas miradas de consorcios turbios poco proclives a desearnos el bien.

Los meses del verano trajeron las mayores zozobras. El mismísimo colectivo de La Joven Cuba se tornó excesivamente molesto para el sistema, y sufrieron una flagelación brutal. Nunca han tenido el valor de denunciar claramente los detalles del defenestramiento, pero ha trascendido lo suficiente para permitir hacerse una idea bastante precisa: reuniones con altas autoridades, puñetazos sobre la mesa, cuestionamientos de su condición de revolucionarios, acusaciones de hacerle el juego al enemigo, las obvias amenazas de despedirles del trabajo como profesores de la Universidad de Matanzas, etc.

Hay que introducir aquí un par de detalles importantes. El blog La Joven Cuba no surge, a diferenta de otras columnas asalariadas del pensamiento oficial, por una orientación de los niveles superiores, con facilidades otorgadas para el propósito de conexión y navegación, estímulos por metas a cumplir y demás. Estos jóvenes admiradores de Antonio Guiteras se tiraron al agua del Morrillo por su propia cuenta y sin salvavidas, y emplearon para ello las limitadas posibilidades de conectividad con que contaban en su centro. De hecho, el emprendimiento navegó por aguas prohibidas desde un principio, si bien por un tiempo las autoridades, medianamente satisfechas, eligieron hacerse de la vista gorda. Ayudaba el detalle de que LJC manifestara intensamente y con frecuencia toda la afinidad posible por la conducción estatal, pero también parece ser un hecho que partieron de una motivación legítima, auténtica, de preocupación social y nacional. De ahí que produjeran materiales y despertaran debates de mucho interés, de contenido crítico y con exigencias combativas contra lacras burocráticas y autoritarias existentes. Estos dos (o tres) elementos, el proyectarse espontáneamente (con los recursos de la Universidad) y el emitir algunas críticas con seriedad, decretaron el fin de su romance con las autoridades. De nada les ha servido reivindicar sistemáticamente sus simpatías por el sistema; igualmente frustrante debe haberles resultado el virón de espaldas de la mayoría de los invitados a su reunión de blogueros revolucionarios.

Antes de sacar las conclusiones pertinentes, se deben contemplar otros hechos. Elaine Díaz, una de las voces más reconocidas de la blogosfera cubana, anunció de manera igualmente súbita el fin de su actividad para, según una argumentación que no convenció a nadie, concentrarse en su desarrollo profesional. Los que conocemos a esta valiente persona, apenas podemos imaginar la intensidad de la presión a la que debió ser sometida, las amenazas y reuniones con que la exprimieron, por su voluntad de proteger a su sufrida comunidad contra desmanes burocráticos, de convocar a acciones de defensa de la voluntad y el interés popular, las denuncias contra los acaparadores de las telecomunicaciones en Cuba y demás pecados de similar gravedad. También debe considerarse que Diaz siempre repudió todo intento de manipulación contrarrevolucionaria, y su bitácora intentaba mantener abiertos los canales establecidos por el gobierno.

El ocaso de Bloggers Cuba se consumó también en el 2012. Los últimos y aislados escritos, subidos al otrora pujante sitio, no hacían sino confirmar su desgracia. Este era otro colectivo que marcó durante varios años un espacio alegre, dinámico, informativo y variado, sin cesiones al oficialismo maniqueo ni escarceos con una disidencia de poco prestigio. Después de permitirle un período de esta suerte de navegación entre dos aguas, las autoridades le asestaron sucesivos golpes, por separado, a varios de sus miembros, y el colectivo no resistió la presión, hasta el punto que se perdió hasta el dominio del blog.

Elaine Díaz, justamente, era una de las voces destacadas de BloggersCuba. Sandra Álvarez también, y su bitácora personal porta el provocativo título Negra Cubana tenía que ser. En este espacio, la autora fustiga las lacras de discriminación contra la mujer, el racismo y la homofobia actuantes en la sociedad y las instituciones cubanas. No es un secreto que Álvarez también ha sufrido presiones y cuestionamientos agudos de agentes del estado, que hasta ahora no han podido acallar esta poderosa y valiente voz.

Dejo para último el blog del Observatorio Crítico, del cual me honra formar parte, y que también ha tenido duro bregar bajo las andanadas oficialistas de quienes nos acusan de toda una serie de pecados inicuos. Las consecuencias las han pagado varios integrantes con sus puestos laborales, ya perdidos o en peligro inminente.

Terminada esta relación, caben un par de preguntas. ¿Por qué a la juventud, llamada a desempeñar roles protagónicos en todo proceso revolucionario y enaltecida con el llamado guevariano al Hombre Nuevo, le decapitan todo intento de desbordar el rol asignado de obediencia? ¿Qué mensajes clarísimos emiten estos sucesos? Evidentemente, que el horno no está para galleticas; que toda voz fresca, espontánea, que se atreva a poner en juicio las políticas de la burocracia imperante, está en peligro de ser suprimida en el momento en que así se estime conveniente. No habrá tolerancia al debate abierto, al análisis sincero de ideas diversas, ni siquiera dentro del campo de las corrientes que respeten ideales socialistas desde distintos matices. La unidad monolítica y la obediencia a la clase burocrática imperante seguirá siendo el único estandarte aceptable. El vocerío de Lagarde, de Ubieta, de quien sea que se esconde tras el seudónimo Yohandry, de Jorge Ángel Hernández, Noel Manzanares Blanco y resto de la comparsa se vuelca en primer lugar contra cualquier nota discordante y luego, si el aludido persiste, caerán las represalias en el centro de trabajo, de estudios, el hostigamiento, los cortes de conexión o el despido llano y simple en un país donde el Estado sigue siendo la única opción laboral para ejercer una labor profesional de calificación universitaria.

Con este panorama, mal puede prosperar el propósito del General en Jefe, Raúl Castro, de respeto a las discrepancias y diferencias honestas dentro del mismo fin e ideales sociales. A pesar de todo, siempre existiremos aquellos, quienes creemos que la juventud generará eternamente nuevas voces y proyectos, colectivos y espacios de ideas y debate, con elevadas convicciones sociales y valores revolucionarios y democráticos de la mejor estirpe que, aún cuando sean aplastados una y otra vez, alimentarán continuamente el renacer de la esperanza.

El empeño es noble, la complicación es más que consabida

Por Rogelio M. Díaz Moreno

He tropezado con un artículo de la periodista Natacha Santiago en el sitio web de RadioCOCO, (emisora a la que admiro y respeto profundamente desde todos los puntos de vista), que me llena de una sensación donde no sé si predomina el estupor, la indignación o algún otro sentimiento relacionado.

Sucintamente, el trabajo defiende la convocatoria a la recogida de peticiones para que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, evalúe intervenir favorablemente en el caso de los cinco cubanos presos en aquel país desde 1998 por cargos de espionaje y otros. Lo que enardece mi sentido común, mi sensibilidad como ser humano y mi patriotismo, es la idea de la autora de que no existe ninguna complicación para participar de esta iniciativa; para lo que solamente haría falta la sencilla operación de entrar a un sitio de Internet relacionado con peticiones efectuadas al gobierno estadounidense, albergado bajo el espacio https://petitions.whitehouse.gov/petition/. Se aspira a alcanzar una cifra de 25 mil solicitudes.

Antes de seguir, y para que quede clara mi posición frente a posibles malintencionados (a las personas de buena fe no tengo necesidad de aclarárselo): apoyo incondicionalmente la liberación para los cinco compatriotas prisioneros, cuanto antes mejor; si bien albergo la impresión de que la táctica empleada por el gobierno cubano en los últimos quince años no ha dado buenos resultados.

Ahora continuamos con el articulillo de marras. Cualquiera con un ápice de información sobre la realidad cubana que una periodista de nuestro país debiera dominar sabe que el acceso a la Internet, entre nosotros, está restringida a una exigua y privilegiada minoría de personas. Por lo tanto, más de diez millones de cubanos estamos impedidos de participar de la tal convocatoria. Por ejemplo, cuando yo intento activar el vínculo que me están sugiriendo, aparece en mi pantalla la imagen que inserto en este escritillo, con la que el servidor de Infomed me explica que no estoy autorizado a acceder a la página deseada.

Esta imagen, a pesar de lo que intente discutirnos cualquier vocero del discurso oficial, no la puso el presidente Obama en el monitor de mi computadora. Como conozco que existe un cable óptico, funcional, que une a Cuba a la red mundial, y como mi centro laboral tiene conectividad internacional desde hace bastante tiempo solo que limitada para temas académicos y clínicos, para lo cual sí la aprovecho con gran satisfacción, me consta que la responsabilidad de mi incomunicación en el resto de los campos de la Web recae sobre los directivos, la burocracia y los funcionarios que organizan y gozan de esas cosas en nuestro país. Sin forzar demasiado los estimados, se podría decir que no menos de medio millón de profesionales están en una situación parecida a la mía, es decir, con este tipo de acceso restringido a Intranet. Muchos más cubanos y cubanas, millones podríamos decir, tienen a su alcance variantes parecidas de conectivad limitada en centros laborales, educativos y los Joven Club de computación. De tal forma, podemos considerar que las aspiraciones de 25 mil firmas son irrisorias, en comparación con lo que se podría alcanzar, dadas las potencialidades nacionales.

Aún cuando estos puntos son del conocimiento común, la periodista se va por una imposible tangente y pretende que todas las personas decentes, que todo aquel que tenga idea de lo que representa el sufrimiento innecesario de tantas personas pueden participar. Esfuerzo que, según ella, nos permitirá experimentar satisfacción al hacer el balance habitual de nuestra conducta al concluir este año, por haber incorporado a nuestros nobles gestos, el cumplimiento de esta acción de carácter moral, desinteresada y benéfica y sólo con un pequeño esfuerzo. No se encuentra por todo el artículo una salvedad para solicitar la comprensión y la sugerencia de alguna otra forma de manifestar nuestro apoyo a los que disponemos solo de variantes limitadas de conectividad, o de ninguna.

A veces se hace difícil asimilar el nivel de hipocresía que se puede acumular en un discurso. Natacha Santiago cierra con evocaciones a la esperanza y a la familia, explica que ella ya firmó y que cuenta con todos nosotros para acompañar este fin. Después de recibir tan utópica tunda de intenciones, tan buenas como imposibles de materializar, a uno solo le queda preguntarse si se es una mala persona por no haber respondido con el fervor esperado o masticar la sensación de que este es otro material de esos que se estilan para el rastrero objetivo de ganarse el beneplácito de los superiores, al costo de la manipulación de sentimientos tan hondos, sagrados y dolorosos para las familias y el pueblo cubano. Tal vez deberíamos sentir compasión por las conciencias y las vidas de las personas capaces de caer en esas situaciones; además de desear, como es obvio, la liberación de todos nuestros compatriotas que se encuentren injustamente prisioneros en cualquier lugar del mundo.

Mensajes ciertos de una Naturaleza caliente

Por Rogelio M. Díaz Moreno

Esta nota salió en el sitio cubano Cubaliteraria, y quería compartirla con quienes leen el blog del OC. Espero se diviertan en la polémica y les sea de provecho.

La celebérrima revista científica Nature despliega, en la portada de su número 7426 que corresponde a la última semana del mes de noviembre un mensaje de inconfundible olor a chamusquina: Llegó el calor.

Con los materiales disponibles lo mismo en las páginas de la revista que en su sitio web, quedan abundante y nítidamente expuestas las evidencias sobre el fenómeno del calentamiento global, así como la responsabilidad que le corresponde a nuestra civilización, fundamentalmente por las alteraciones que provocan las emisiones de gases de efecto invernadero.

Antes de seguir, y para quienes sientan la curiosidad: puedo acceder a Nature desde mi trabajo, a través del portal de la salud cubano, Infomed.

Ojalá el mensaje presente en el editorial calara más profundamente en los comportamientos de los seres humanos, deseamos todos los que nos duele ver el deterioro de las condiciones medioambientales. Sin embargo, ante el inminente fin del período cubierto por el Protocolo de Kyoto (el próximo 31 de diciembre) los grandes protagonistas de las políticas mundiales no han podido o deseado establecer acuerdos y códigos de conductas más considerados con el planeta que nos sustenta, para remediar la contaminación de sus aguas, de su atmósfera, y detener o mitigar el calentamiento galopante del clima.

Este último fenómeno ya constituye parte de la ciencia establecida, como concuerda la abrumadora mayoría de la comunidad científica, y sus evidencias son señaladas por doquier por parte de instituciones académicas, tales como el Panel Internacional del Cambio Climático, establecido a nivel de la Organización de las Naciones Unidas. En el número presente de Nature se aborda, por ejemplo, la situación del deshielo en los polos y en Groenlandia, tal como la expone Olive Heffernan.

Por su parte, Quirin Schiermeier introduce algunos análisis respecto a la evolución de las actividades e intereses económicos involucrados detrás de las negociaciones mundiales sobre el clima. Como resultado, pronostica un solo futuro tras el fin del Protocolo de Kyoto: Aire Caliente. En su trabajo, expone las inconsecuencias de varias naciones más desarrolladas, verbigracia, los Estados Unidos, seriamente nocivas para todos los intentos de afrontar el problema de una manera constructiva. De igual forma, extrae algunas moralejas de importancia a partir de la concatenación de acontecimientos resultante de la interacción de los movimientos internacionales envueltos en el tema. El problema, se puede apreciar, se presenta mucho más complicado que la solución al agujero en la capa de ozono o la reducción de arsenales nucleares, pues involucra intereses económicos, las diferencias en desarrollo de las naciones del planeta y cuestiones de justicia social, tanto como tecnológicas y geopolíticas. Para colmo, ante el creciente precio del petróleo, muchas potencias se vuelven hacia el carbón, aún en abundancia relativa y más contaminante todavía que el petróleo o el gas natural. Los criterios de varias autoridades citadas dan fe de las dificultades que se avecinan, que difícilmente puedan ser resueltas exitosamente en el exiguo plazo que le queda a la humanidad para evitar un trastorno irreversible.

Con estas perspectivas, no es de extrañar que Heffernan recomiende: Si no hay vuelta atrás, adaptémonos. El autor no hace más que señalar la tiznada realidad que toca nuestras puertas, y la tendencia presente en sociedades y países a aplicar medidas que les permitan lidiar con las consecuencias del cambio. Ya que el tiempo se volverá inestable, con condiciones meteorológicas extremas, lo mejor es estar preparados, piensan muchos sin que les falte razón. También es cierto que la adaptación a los campesinos de un país paupérrimo o los habitantes de un islote coralino será muy diferente a la de los residentes de urbes norteñas de poderosas infraestructuras, como no se deja de contemplar en el este material. Las inundaciones, sequías, olas de calor y otros problemas estarán a la orden del día y exigirán grandes cuotas de sacrificios.

Dieter Helm contempla con preocupación la tendencia al incremento en el uso de carbón en las naciones europeas. En naciones como Alemania se están incluso sustituyendo centrales electro nucleares por este otro combustible, con desastrosas consecuencias para los niveles de contaminación esperados. La aplicación urgente de nuevas tecnologías dentro de las que se incluyen las renovables y las nucleares así como un accionar más enérgico contra las emisiones de gases de efecto invernadero, impuestos y otras medidas, son imperiosas para conservar un planeta medianamente saludable, recalca, después de que la filosofía aplicada en el Protocolo de Kyoto ha terminado de mostrar su insuficiencia. Jeff Tolleson y Richard Monastersky despliegan varios gráficos que ilustran las preocupantes tendencias hacia la mayor contaminación .

Los entresijos de la política del comercio con créditos de carbón son expuestos por Michael Grubb. La diplomacia climática gira intensamente alrededor de estos mecanismos, sugeridos originalmente en los Estados Unidos y que alcanzaron gran auge en la Unión Europea. Esta política está lejos de ser universalmente celebrada, y Grubb expone disímiles ventajas y desventajas que se despliegan en los campos de discusión y análisis.

Tollefson retoma la palabra para ofrecer algunas consideraciones sobre lo debatido en la Cumbre de Doha. En la ciudad sudafricana se volvió a discutir el estado de los esfuerzos para conservar el medio ambiente luego del fin del período cubierto por el protocolo anterior, y se desplegaron los últimos intentos por establecer políticas de consenso, en el actual decenio, que eviten lo peor. Como en el caso anterior, las dificultades parten de los diferentes grados de compromiso de naciones desiguales en desarrollo e intereses.

¿Y después de Chávez, qué?

Por Rogelio M. Díaz Moreno

Ayer estaba yo en una sala de espera de mi hospital donde hay un televisor, casualmente, a la hora que comienza el espacio noticioso de la una pasado meridiano. El noticiero abrió, entonces, con informaciones sobre el tema del momento en Cuba: el tratamiento contra el cáncer que siguió, en nuestro país, el presidente venezolano Hugo Chávez Frías.

Normalmente, los pacientes en ese salón no le suelen prestar mucha atención al aparato audiovisual, y menos al noticiero. Yo me acerqué, entonces, con la intención de poder escuchar al locutor por encima del murmullo subyacente, pero me percaté inmediatamente de que mi movimiento había sido innecesario. El local enmudeció; como por encanto, todas las personas se enfocaron en el televisor con una fijeza poco común.

Terminado el reportaje, una señora cerca de mí rompió el silencio, diciendo algo así como pobre hombre, denotando compasión, tristeza, duelo. Yo seguí mi camino mientras le daba vueltas a un par de pensamientos.

Me vino a la mente, por ejemplo, la descripción de mi padre sobre cómo se manifestaban las familias pobres del campo, en los tiempos de su infancia, ante la muerte de un familiar, cuando este era el que desempeñaba el papel de trabajador-productor-proveedor: una zozobra tremenda, un llanto desesperante, un luto desmesurado en comparación con el que causaba el fallecimiento de otro ser humano como una mujer o un niño aunque estos también fueran llorados. Y la amarga desigualdad, aparentemente reprochable, tenía sin embargo un profundo, innegable sentido: cuando el fallecido era el que sostenía económicamente al resto, pésimos tiempos se abrían por delante.

Para nadie es un secreto que la supervivencia del sistema cubano, hasta hoy, le debe mucho a la ayuda económica, los acuerdos firmados con la Venezuela chavista, y la posibilidad de adquirir en aquella nación combustibles de primera necesidad a cambio de servicios de nuestros profesionales. Por muy poco cariño que le tengan algunos a los regímenes que enarbolan banderas socialistas, nadie puede ignorar que, en medio de la pobreza y la incertidumbre, muchas personas sencillas se alegran y se aferran al escaso trozo de seguridad, de oxígeno, de sostén vital, que todavía emana de los últimos y menguantes subsidios socioeconómicos administrados por nuestro gobierno, posibles aún en no pequeña medida gracias a la ventajosa conexión venezolana. Cuando se considera que el proyecto bolivariano ha descansado en exceso desde mi humilde punto de vista sobre el carisma y la personalidad de Hugo Chávez, se comprende entonces que la desgracia que amenaza con ocurrirle a su persona, proyecte negros nubarrones sobre el ánimo de tanta gente.

En realidad, no es insensato que elucubremos un poco sobre lo que se puede esperar, la influencia que tendrá este giro en los acontecimientos por venir. Yo, particularmente, espero que ahora las reformas económicas que aplica el gobierno cambien un poco de ritmo. No es que vayan a acelerarse mucho, más bien que se sucedan un poco menos lentamente. Sobre todo, aquellas que abren el espacio a los esquemas de economías de mercado. Igualmente, no me extrañaría que se intentara reforzar el control político y mediático sobre la población, aunque el éxito a largo plazo de este último objetivo sea menos seguro que el anterior.

Prácticamente todos los gobiernos cubanos ha sido criticado sobradamente por las dependencias establecidas respecto a poderes extranjeros, ya fuera con los Estados Unidos, la Unión Soviética o, más recientemente, Venezuela. Una vez más, la incertidumbre planea por este campo, ante la posibilidad del fin de la última de estas etapas. Ante el país, se cierne una etapa donde se tendrá que probar la capacidad nacional de caminar autónomamente, por las fuerzas propias de la nación. Los decisores locales, dirigentes y políticos que controlan el poder real, han realizado una labor de resultados escandalosamente pobres, a la hora de convencer al resto de su capacidad para estar a la altura de las circunstancias. Liborio tendrá sobradas razones para desvelarse durante las próximas noches.

Para ver detrás del telón hay que bajar del palco

Por Rogelio M. Díaz Moreno

Evidentemente, nuestro colectivo del Observatorio Crítico (OC) ha caído en la desafortunada posición de ser examinado por un profesor severo. Sin dudarlo dos veces, el docto letrado pronuncia su sentencia: ¡Desaprobados!, y pone de manifiesto nuestra incapacidad para comprender las profundidades de su sapiencia, tal y como puede resultar evidente para cualquier egresado promedio de una Universidad. Tal preocupante situación se desprende de la réplica de Noel Manzanares Blanco, Entretelones del Observatorio Crítico de Cuba, que a su vez sucede a mi respuesta a su primer trabajo.

Aún desde tan minimizada posición, intentaremos ofrecer respuesta a la continuación de los cuestionamientos que Manzanares nos hace. Tal vez podamos empezar por sugerir que, aquellos que pretendan conocer de entresijos y detalles, les vendrá bien bajar de los altos sitiales; aún a costa de mezclarse con la plebe, el polvo de la calle y el apretujón en los solares. Ocurre que a veces, desde las cátedras elevadas por sobre estas nimiedades, se torna difícil aprehender lo que se encuentra verdaderamente por detrás o entre los telones. En esos casos, ni la más honda erudición es capaz de evitar el error o la responsabilidad por las malas decisiones.

Tal vez debería agradecerle a nuestro antagonista el matiz esclarecedor, ya que nos concede que no le hacemos el juego al enemigo sino que, simplemente, resulta que coincidimos según él con los malos en alguna que otra significativa ocasión. De cualquier forma, urge aclarar un punto neurálgico en esta historia.

Como puede conocerse, el OC emitió una declaración en los días posteriores a la detención de una persona que recibió mucha atención mediática, el fundador del proyecto conocido como Estado de Satz, Antonio Rodiles. Esta declaración nuestra ha despertado un grave descontento en Manzanares Blanco y en otros sujetos que ahora no vienen al caso. Continue reading