Por Félix Sautié Mederos
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Félix Sautié en el reciente Foro Social del Observatorio Crítico
He cumplido 74 años y veo que a mi alrededor se desploman los ideales por los que luché desde muy joven. He vivido un proceso dentro del cual se han ido diluyendo mis esperanzas de justicia, equidad, amor y paz por causa de un centralismo burocrático y autoritario, que se fundamenta en un ego desproporcionado que solo se reconoce a sí mismo y a quienes no le repliquen nada. Es muy triste lo que percibo y cumplo con un deber existencial de expresarlo públicamente, aunque haya quienes se molesten por mi osadía y me descalifiquen, insulten o traten de reprimir mis derechos de conciencia a pensar y decir públicamente lo que pienso. Ya he vivido muchos años, quizás los suficientes para situarme más allá de las posturas que todo lo reducen a la disyuntivas maniqueas de lo bueno o lo malo, con que algunos intentan circunscribir las alternativas de la vida, como si los medios tonos y los grises no fueran también realidades posibles.
Nací el 28 de julio de 1938 por lo cual me clasifican como un “Leo”, pero no me creo un único ni mucho menos. Durante lo vivido he visto y comprendido que eso de creerse únicos, es una forma muy explícita de manifestarse el ego que todos llevamos dentro; y que cuando éste se exacerba, como ya he expresado en otras ocasiones, sólo se reconoce a sí mismo y se confunde con la única verdad posible, menospreciando las extraordinarias riquezas de las otras verdades de los demás que le rodean.
Desde 1938 a la fecha, he visto guerras, sufrimientos, mundos que se derrumban y mundos que se alzan. Tampoco me considero exento de lo escrito en el Apocalipsis; y, especialmente en este 74 aniversario propio de mi tercera edad, recuerdo aquella sentencia conminatoria que el “alfa y el omega”, le plantea a Juan al final de su larga vida: “Conozco tu conducta: tus fatigas y tu paciencia; y que no puedes soportar a los malvados y que pusiste a prueba a los que se llaman apóstoles sin serlo y descubriste su engaño… Pero tengo contra ti que has perdido tu amor de antes… arrepiéntete y vuelve a tu conducta primera… el que tenga oídos, oiga” ( AP. 2, 2 al 7)
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Acepto que quizás algunos honestamente no lo descifren de forma adecuada, porque la literatura apocalíptica son anuncios expresados mediante símiles que superficialmente se hacen oscuros ya que su comprensión requiere de cultura, detenimiento y profundidad; pero en estas circunstancias no puedo expresar de otra manera mis sentimientos más íntimos dentro de los límites de referencia existenciales en que me encuentro enclavado; en cuyos espacios también se insertan mis coetáneos, algunos incluso con poder sobre la vida y la muerte. Para estos últimos van dirigidas muy en especial algunas de las “palabras de todos los tiempos” con que se escribió el Apocalipsis, las que constituyen sentencias inequívocas de tres milenios, que desde entonces juzgan y anuncian que: “Si alguno adora a la bestia y a su imagen y acepta a la marca en su frente o en su mano (en mi hermenéutica y exégesis ocasional: el poder y la explotación), tendrá que beber también del vino del furor de Dios, que está preparado, puro, en la copa de su ira” (AP. 14, 9 y 10). Quizás algunos se rían de mí y/o traten de hacerme daño; eso sería inútil porque nunca ha llovido tanto que no escampe y cuando se tira de la soga sin compasión tendrá que partirse.
Yo tengo mis propios pecados de victimario y de víctima muchas veces resignada, los he reconocido y no dejo de reconocerlos sin ambages y desde hace años trato de rectificarlos con empeño e intensidad, porque considero que cada vez dispondremos de menos tiempo para lograrlo. Pienso en consecuencia, que todos sin excepción deberíamos ser menos altaneros, autoritarios, violentos y orgullosos, para buscar en la humildad del “Cordero” apocalíptico, el amor que en el fragor de las luchas, a veces, hemos perdido o se nos ha marchitado. En las actuales circunstancias coyunturales, considero con especial énfasis que el momento es de reencuentro, de reconciliación y de perdón con justicia porque sin justicia nada será verdaderamente efectivo. Y aquí de nuevo, creo que valdría la pena recordar lo que el “Hijo de Hombre” (según se denomina al “Mesías” en el descrito éxtasis de la isla de Patmos), reitera con insistencia a Juan durante su visión “apocalíptica” (que repito a quienes me lean significa “anuncio” y no otra cosa malentendida)…: “el que tenga oídos, oiga”
He experimentado que los años de vida terrenal pasan vertiginosamente, y en este 2012 quedan menos espacios de tiempo para que las reformas y los cambios necesarios sean en verdad pacíficos, más tranquilos y más provechosos. Mientras tanto en Cuba continúan muchos oídos sordos a las angustias, los sufrimientos y los clamores del pueblo. Lamentablemente los que menos escuchan coinciden con los que más poder material tienen para resolverlos. Eso será indefectiblemente su karma, que quizás por lo dilatado, nunca alcance a ser perdonado.
Observo además a otras personas que incluso desde las posiciones contestatarias y de oposición, también se consideran dueñas de la verdad, muchas de las cuales viven en el exterior fuera del alcance de las represiones a su pensamiento; y en estas muy especiales circunstancias, juzgan, critican e incluso nos orientan lo que desde adentro deberíamos hacer. El futuro tampoco les será favorable, porque en sus afanes coinciden por los extremos con quienes reprimen al pensamiento diferente y a los amantes del diálogo, de las soluciones sin violencia, de los reencuentros y de las reconciliaciones que hagan posibles la necesaria concertación a favor de la vida, del desarrollo, de la justicia, la equidad y del amor.
En un tiempo creí en la violencia como partera de la Historia; y mis experiencias existenciales en tantos años de proceso socio político cubano, me han convencido que la violencia genera más violencia y es capaz de engendrar una cadena de rencores y de odios de la cual será muy difícil deshacerse. Finalmente reitero mi fe y esperanza en Dios y mi sentido místico de la vida. Así lo pienso y así lo afirmo a mis 74 años con el recuerdo inolvidable de mis afectos que marcharon delante de mí hacia la Casa que no se Acaba. Cuando llegue mi turno lo asumiré con amor y perdón. Lo escribo además con mis respetos para el pensamiento diferente. fsautie@yahoo.com
Publicado en Por Esto! el martes 31 de julio del 2012. http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=182343