Sobre el Llamamiento urgente por una Cuba mejor y posible y los posicionamientos de la nueva izquierda cubana (Final)

Por Karel Negrete

Karel Negrete, Yusimí Rodríguez, Irina Echarry y Erasmo Calzadilla, trabajando en el Reparto Eléctrico

En la primera parte del artículo Sobre el Llamamiento urgente por una Cuba mejor y posible y los posicionamientos de la nueva izquierda cubana realizaba un análisis sobre los peligros terminológicos y políticos que corre la izquierda cubana si utiliza la misma terminología de derechos humanos, libertad y democracia, sin profundizar críticamente en los proyectos políticos que estos términos contienen. Aun cuando estemos de acuerdo que son derechos universales más allá de las ideologías, estas últimas salen a relucir cuando hablamos de proyectos políticos para su materialización y realización.

Es por ello que expondré en esta segunda parte, algunas ideas que son parte del debate, en la construcción de una alternativa a los capitalismos y autoritarismos hegemónicos existentes.

En la isla, en lo referente a los partidos políticos el debate se centra en sus dos formas de sistemas: el pluripartidismo y el monopartidismo. El pluripartidismo que garantizaría la libertad de asociación de las diferentes tendencias políticas, permitiéndonos escoger entre las diferentes opciones políticas.

En este caso sería interesante plantearse las preguntas sobre la implementación del multipartidismo en Cuba. ¿Cómo y quienes financiaran estos partidos? ¿Cuál será su independencia con las empresas mercantiles, gobiernos extranjeros? ¿Cómo se financiaran las campañas electorales, mítines y todo el sistema presupuestario que requiere un partido (empresa)? Son tres preguntas simples que deben responderse desde izquierda cubana que quiere un cambio democrático. Así, cuando llegue el momento de entrar en el juego de la democracia liberal (que va a llegar), más que teorizar sobre la democracia, habrá que realizar propuestas concretas en este tema.

Por otro lado, está el monopartidismo y su teoría del centralismo democrático, la cual alude a la posibilidad de la diversidad de opiniones desde una misma ideología. Esta teoría en Cuba no se ha aplicado de ninguna manera, el debate y la discusión han sido un dialogo entre sordos y muchas veces quienes se han atrevido a formar parte de algún debate critico frente al gobierno han terminado sancionados por las instituciones gubernamentales garantes del criterio único. Lo que ha traído como consecuencia que solo aquellos que son parte del partido comunista cubano y del gobierno estén de acuerdo con el monopartidismo.

Pero por qué pensar solo en estas estructuras de la democracia política tradicional y no buscar otro punto de mira a partir de las experiencias políticas cubana, latinoamericana y mundial. Muchos de los presupuestos ya respaldados constitucionalmente, otros engavetados en centros de estudios y universidades cubanas, o crear nuevas estructuras de organización políticas que muestren una alternativa a estos dos sistemas. Continue reading