Cuba tiene Raúl Castro hasta 2018

Por Isaac Risco

(DPA) — El nuevo Parlamento cubano ratificó hoy por otros cinco años en el poder al presidente Raúl Castro, que llegó al poder en 2006 tras la enfermedad de su hermano Fidel.

Castro, 81, anunció hoy en el Parlamento del país que dejará el poder en 2018. “Deseo esclarecer que en mi caso, con independencia de la fecha en que se perfeccione la Constitución, éste será mi último mandato”, dijo al asumir hoy su segundo mandato por cinco años más.

Su marcha no dependerá por lo tanto de cuándo se apruebe la reforma de la Constitución que ha propuesto para limitar los altos cargos a un máximo de dos periodos de cinco años cada uno.

Castro, que llegó al poder en 2006 tras la enfermedad de su hermano Fidel, asumió oficialmente su primer mandato en febrero de 2008.

El Parlamento eligió también hoy a Miguel Díaz-Canel, un joven político de 52 años, como primer vicepresidente entre los nuevos 31 miembros del Consejo de Estado.

Raúl Castro elogió a Díaz-Canel como la persona adecuada para garantizar la “continuidad” y “estabilidad” en caso de “cualquier contingencia” en la isla “por la pérdida del máximo dirigente”. Continue reading

¿Por qué las elecciones cubanas atraen poco interés?

Por Circles Robinson

HAVANA TIMES — El próximo 3 de febrero, Cuba realizará elecciones parlamentarias que tienen lugar cada cinco años. Es un proceso que pasa casi desapercibido, y hay razones para ello.

Las autoridades cubanas se preguntan a menudo, en voz alta, por qué sus elecciones parlamentarias apenas se mencionan en la prensa extranjera.

Quiero compartir algunas de las razones por las que el proceso de elección de legisladores provinciales y nacionales atrae tan poco interés en la Isla y prácticamente ninguno en el exterior.

La razón principal es que a los candidatos les tienen prohibido realizar campaña y no discuten ningún tema de interés para la población.

Los candidatos sólo están autorizados a pegar en algunos edificios y murales una hoja resumiendo sus vidas y las responsabilidades que han tenido.

Se le pide a los electores votar por ellos, pues fueron seleccionados por los comités de nominación como los más calificados para apoyar las políticas y programas del gobierno.

Los votantes no tienen idea si el candidato tiene alguna prioridad o nueva estrategia para enfrentar los problemas y preocupaciones de la ciudadanía, y si aprueban todas las políticas del gobierno o si tienen alguna crítica.

Aquí está la clave: son 612 los escaños de la Asamblea Nacional del Poder Popular, y son 612 los candidatos preseleccionados. Para las diferentes asambleas provinciales del Poder Popular hay un total de 1.269 candidatos para 1.269 plazas.

Después, los miembros de la Asamblea Nacional elegirán un Consejo de Estado, entre ellos el presidente del país y varios vicepresidentes.

El sufragio en sí es muy sencillo. Inscribir es automático para todos los ciudadanos de 16 años o más, y más del 90 por ciento de la población vota de forma rutinaria. Acudir a las urnas es voluntario, pero muchos creen que los que no participan podrían enfrentar represalias futuras.

Los partidarios del proceso electoral cubano a menudo mencionan los abominables millones de millones de dólares de las campañas de Estados Unidos, como justificación para ir al otro extremo y no permitir que se realice cualquier tipo de campaña o recaudación de fondos.

En Cuba no existe el concepto de un político pagado, e incluso los legisladores nacionales no reciben compensación económica por su trabajo cívico, que por lo general implica dos breves sesiones de tres o cuatro días al año.

Debido a que prácticamente todas las decisiones se realizan como decretos ejecutivos del Consejo de Ministros, el Parlamento queda relegado a poner su sello en las decisiones ya tomadas, y en ocasiones ya implementadas.

Prácticamente todos los votos son unánimes y cualquier debate serio entre los miembros se lleva a cabo a puerta cerrada. Incluso es raro encontrar alguna abstención. Es decir, 612 diputados de manera rutinaria concuerdan con cada decreto-ley aprobado por el Consejo de Ministros.

Visto como una fortaleza por la mayoría de la dirección del Partido, este tipo de unidad no vale con un segmento creciente de la población cubana, especialmente la juventud, quienes a consecuencia son apáticos al proceso, incluso cuando votan para no llamar atención.

Las tensiones del proceso bolivariano: nacionalismo popular, conquistas sociales y capitalismo rentista

Por Franck Gaudichaud (Inprecor/Viento Sur)

Cuando se acercan las elecciones regionales en la República Bolivariana y después del importante discurso nacional y el reciente anuncio del presidente Chávez de cara a su nueva operación por cáncer (www.rebelion.org/noticia.php?id=160514), publicamos este análisis -crítico y fraternal- del proceso de cambio en Venezuela. Este texto, escrito a finales de noviembre (después de una estadía en Venezuela para las elecciones presidenciales), intenta subrayar algunos puntos para el debate, desde la izquierda, temas tal vez más aún vigentes frente a la nueva y difícil coyuntura que se avizora para el pueblo bolivariano.

El domingo 7 de octubre Hugo Chávez festejaba su tercera victoria en las elecciones presidenciales, con el 55,1% de los sufragios, frente al 44,3% a favor de su principal adversario, el candidato neoliberal Henrique Capriles Radonski. La polarización política fue tal que los otros cuatro candidatos en liza quedaron literalmente barridos 1 . La popularidad, la capacidad de movilización y el liderazgo carismático de Chávez permanecen sólidamente demostrados, anclados y mayoritarios entre las y los “de abajo”; con una participación electoral que ha alcanzado niveles superiores al 80% del censo electoral. La manifestación de centenares de miles de personas (tal vez más de un millón) ocupando las calles de Caracas el jueves 4 de octubre, constituyó una incontestable demostración de vitalidad de la “revolución bolivariana” y también la omnipresencia del presidente a la hora de levantar el entusiasmo de la muchedumbre. Todo ello bajo los auspicios de un slogan de campaña pasablemente alejado del socialismo: “¡Chávez, corazón de la patria!”. Encontramos aquí sin duda la fuerza del nacionalismo popular tal como se ha encarnado en Venezuela: un “cesarismo” progresista y antiimperialista (en el sentido de Gramsci) o incluso esa “razón populista” post-neoliberal, descrita por Ernesto Laclau 2 , que ha conseguido crear, reconstruyéndola por arriba y por abajo, una nueva comunidad política popular en Venezuela, a lo largo de esta última década. Pero si hay fervor, no es solo el fruto de una “irracionalidad” política, como se puede leer continuamente en la prensa dominante, o de la simple emergencia plebeya discursiva.

Esta mística popular existe también gracias al balance social, muy real y bien comprendido, del proceso bolivariano: “A diferencia de lo que pasaba bajo los anteriores gobiernos, una gran parte de la renta petrolera ha sido utilizada para financiar la política social. Los (muchisimos) humildes que gritan ‘viva Chávez’ son la expresión, sin duda, de los millones de personas que acuden cada día a los distintos programas –Mercal, Pdval, Bicentenario, Farmapatria– donde pueden comprar productos de primera necesidad a precios subvencionados. Los jóvenes que se entusiasman –‘Chávez va a ganar’– piensan indudablemente en la política de inclusión y de educación llevada a cabo en todos los niveles, en los libros y ordenadores (los canaimitas) gratuitos que se les han distribuido. Los viejos que visten sus camisetas rojas lo hacen probablemente porque los 200.000 jubilados que tenían una pensión al final de la IV República se han convertido hoy día en 2.300.000. Cuando las madres de familia hablan con emoción del ‘comandante’ es porque las distintas ‘misiones’ puestas en marcha les han dado acceso a la salud, porque dos millones de ellas y sus familiares gozan del régimen de seguridad social. Que las familias que vivían en alojamientos precarios tomen partido, tampoco tiene nada de sorprendente: la Gran Misión Vivienda Venezuela, aunque creada demasiado tarde, ha construido decenas de miles de viviendas desde su inicio hace dieciocho meses 3 .

Según la Comisión Económica para América Latina de la ONU (CEPAL), Venezuela es el país con el descenso más espectacular de la pobreza en América Latina: entre 2002 y 2010, ésta ha pasado del 48,6% al 27,8%, y del 22,2% al 10,7% en lo que se refiere a la extrema pobreza. Además, el país posee actualmente uno de los más reducidos niveles de desigualdad de la región, lo que no es poco en el continente menos igualitario del planeta. Los cambios son por tanto muy palpables, muy lejos de los años neoliberales de la IV República (1958-1998). Habría que añadir a todo ello la creación de espacios de participación popular, sobre todo a través de los miles de Consejos comunales o de cooperativas campesinas surgidas de la reforma agraria; la reciente reforma del Código del Trabajo, el más progresista del continente 4 ; la implantación de uno de los salarios mínimos más elevados de la región o incluso el regreso de la discusión sobre la soberanía del pueblo, el socialismo y el anti-capitalismo, mucho más allá de las simples esferas militantes. El programa de campaña de Chávez se orientaba claramente en torno a estas cuestiones estratégicas. Las elecciones del domingo tenían también un evidente carácter geopolítico. Una derrota del candidato del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) y de sus aliados del Gran Polo patriótico (incluyendo al Partido Comunista Venezolano) habría deteriorado en gran medida las relaciones de clases continentales, amenazando no sólo las conquistas sociales y democráticas de la última década, sino también la nueva autonomía relativa del Sur frente al imperialismo, la jovencísima Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), y acabando sobre todo con proyectos novedosos, aunque todavía balbuceantes o limitados, como el ALBA 5 o la Banca del Sur.

Sin embargo, esta nueva victoria electoral –muy clara e indiscutible- no puede esconder los múltiples problemas no resueltos después de 13 años de poder, los “dilemas” y las intensas contradicciones del proceso bolivariano, más allá de los discursos sobre “el socialismo del siglo XXI” (del que apenas se perciben unos contornos borrosos) 6 . Citemos algunos de los más flagrantes:

– La corrupción sigue siendo endémica, a todos los niveles institucionales (en particular al nivel de los gobernadores de los Estados federados), hasta el punto de que se puede hablar de un fenómeno estructural y enquistado, herencia de un Estado rentista y petro-depediente que no ha sido transformado.

– La burocracia, la ineficacia y la débil institucionalización de las políticas públicas, la falta de productividad de las empresas estatales, la rotación permanente de responsables en los ministerios y, como fue reconocido y repetido por el propio presidente durante la campaña, “la falta de seguimiento de los proyectos”, sobre todo de aquellos destinados a mejorar el acceso a la electricidad, a diversificar el modelo productivo o incluso a asegurar la soberanía alimentaria de un país que debe importar más del 75% de su alimentación.

– La inseguridad (sobre todo en las ciudades) y la amplitud de la criminalidad, que hace de Venezuela uno de los países con la mayor tasa de homicidios por arma de fuego ligera de todo el continente (excluyendo conflicto armado): una preocupación y un calvario cotidiano para los sectores populares, lo cual ha sido muy bien instrumentalizado por la derecha y la oligarquía, a pesar de algunos avances reales con la reciente reforma de la policía y el inicio de una toma en consideración del fenómeno.

– La debilidad de la estructuración del movimiento sindical, el fracaso –incluyendo la represión– de experiencias de control obrero y de cogestión (como en SIDOR o Sanitarios Maracay) 7 , el cuestionamiento de la independencia de la clase obrera, alimentada por la tentación permanente de un control por arriba del sindicalismo por parte del ejecutivo, verticalismo reforzado últimamente por las divisiones internas y la crisis de la UNETE (Unión Nacional de Trabajadores de Venezuela) y la creación (en 2011) de la CSBT (Central Socialista Bolivariana de los Trabajadores), infeudada en el Ministerio de Trabajo.

– La cuestión de la omnipresencia de Hugo Chávez, calificada a veces como “hiperpresidencialismo”, y por tanto el nivel de personalización del poder, en un contexto –además– en que el presidente está gravemente enfermo de cáncer y considerablemente debilitado.

– El mantenimiento de un modelo de desarrollo (y de un Estado) rentista surgido de la paradójica “maldición” de la abundancia petrolera 8 : un modelo no duradero, basado esencialmente en la explotación de este recurso, y una economía capitalista mixta en la que más del 70% del PIB sigue en manos del sector privado 9 , mientras una casta –denominada “boli-burguesía”– se enriquece a la sombra de este maná y de una “derecha endógena” al gobierno, encarnada en algunos hombres fuertes (y riquísimos) como Diosdado Cabello (hoy día presidente de la Asamblea Nacional).

– La política exterior, particularmente hacia Oriente Medio, donde en nombre de una estrategia antiimperialista “campista”, Hugo Chávez ha decidido apoyar, contra viento y marea, a diversos gobiernos autócratas, cuando no sanguinarios, de la región; una estrategia renovada después de las elecciones, cuando el presidente en una conferencia de prensa renovó su amistad con Bachard El Assad frente a los “terroristas” y la OTAN.

Sin embargo, y así lo hemos podido constar en nuestra estancia en Caracas durante las últimas elecciones, cada vez hay más voces y colectivos provenientes del “chavismo crítico” que se hacen oír para renovar su apoyo consciente al proceso (y a sus conquistas) 10 , al mismo tiempo que denuncian su estancamiento y la falta de avances en muchos terrenos, explican también que si una parte del electorado popular ha decidido votar por Capriles lo ha hecho para expresar su descontento o su desconcierto. Como señala Patrick Guillaudat: “Observando de cerca los resultados, la victoria es frágil, a pesar del hecho de que Chávez haya ganado a Capriles en 22 de los 24 Estados del país. Entre las últimas elecciones presidenciales de 2006 y las de 2012, Chávez ha ganado 752.976 votos, mientras la oposición ganaba 2.175.984, o sea tres veces más. En los barrios populares de Caracas (Petare, 23 de Enero, La Vega…) el voto chavista ha bajado entre un 6% y un 9%. El mismo movimiento se da en las otras ciudades del país. Por otra parte, el recuento preciso de los votos de cada candidato, distribuidos partido a partido, muestra que más de una quinta parte de los votos obtenidos por Chávez se dirigen a partidos distintos al PSUV […] El descontento o las críticas se han expresado también en un voto dirigido a organizaciones distintas del PSUV, sobre todo el PCV. En los días siguientes a las elecciones se lanzaron señales contradictorias. Por un lado, Chávez predica el diálogo y la apertura hacia la oposición. Por otro, militantes del PSUV piden una “rectificación” en el sentido de una profundización del proceso11 .

Es importante también señalar que el panorama de la oposición ha evolucionado mucho: se puede afirmar incluso, como hace el marxista Manuel Sutherland, que Capriles Radonski, candidato de la oligarquía y del imperialismo, es en cierta manera un “perdedor vencedor12 . El candidato de la MUD (Mesa de la Unidad Democrática), amplia coalición de una treintena de organizaciones (desde grupúsculos ex–maoístas a la extrema derecha), consiguió imponerse en las primarias frente a los grandes partidos históricos del “antiguo régimen”: COPEI (demócrata-cristiano) y Acción Democrática(socialdemócrata). Treintañero, procedente de la gran burguesía, dirigente de Primero Justicia (nuevo partido creado en 2000 con el apoyo de ultraconservadores estadounidenses) y muy activo durante el golpe de Estado de 2002, Capriles ganó en buena medida su desafío: imponiendo su estrategia, ha conseguido también rejuvenecer y dinamizar la imagen de la oposición, ha triunfado con brío en muchos mítines en todo el país. Todo esto lejos de la histeria semi-fascista de los años anteriores, llegando a hacer una campaña de propaganda con tonalidades de centro-izquierda, “humanista”, proclamándose cercano a Lula y vinculado al progreso social… al mismo tiempo que proponía un programa violentamente neoliberal 13 . Conclusión de Sutherland: “Capriles Radonski ha dado claramente la impresión de ser un rival que se prepara para tomar el poder a mediano plazo (2018), en un contexto electoral más favorable, esto es, en el momento en que el deterioro de la popularidad del chavismo como consecuencia del aumento de los problemas de la sociedad venezolana (inseguridad, elevado coste de la vida, paro, etc.) será determinante. Si las actuales tendencias electorales continúan evolucionando en estas direcciones por los dos campos, Capriles bien podría ser el próximo y más neoliberal presidente de Venezuela”.

Las elecciones regionales (elección de gobernadores y de parlamentos federados) de mediados de diciembre serán sin duda una nueva prueba para el campo bolivariano. Ya se siente cierto malestar en el seno del chavismo militante, frente a los candidatos escogidos, todos nombrados “por arriba”, y frente a los representantes de la dirección burocrática de un PSUV cada vez más alejado de su base, que proceden directamente del poder militar que rodea al presidente. Por ejemplo, en el Estado de Bolívar se encuentra Francisco Rangel Gómez, que aspira a una segunda reelección, a pesar de ser conocido por su feroz oposición feroz contra los obreros de SIDOR en el 2008; y en el Estado de Lara, el ex–gobernador y militar Luís Reyes Reyes sigue llevando los colores bolivarianos, aunque ha sido acusado por muchos movimientos sociales de ser responsable, en el pasado de violaciones a los derechos humanos.

A pesar de todo, y a pesar de este panorama abiertamente crítico (que nos parece indispensable a la hora de expresar nuestro internacionalismo tanto frente a la intensa campaña mediática antichavista 14 como frente a las oligarquías del sur y del norte), el pueblo bolivariano (y sus luchas) sigue vivo, dinámico, rebelde, dispuesto a sublevarse. El proceso no está muerto, ni mucho menos. Basta con recorrer los “ranchos” de las grandes ciudades, las calles de Caracas, las fábricas de Ciudad Guyana o el interior del país para darse cuenta. El “proyecto alternativo en tensión”, según denominación del politólogo y altermundista Edgardo Lander, sigue siendo un dato central de las coordenadas políticas de la actual Venezuela. Este proyecto, atravesado por una “tensión entre el control desde arriba y la autonomía por la base”, ha cristalizado en torno a la noción medular del conjunto del discurso político bolivariano: el “pueblo soberano15 . De éste dependerán precisamente los próximos meses. Según el editorialista de La Jornada, Guillermo Almeyra: “Quienes votan por Chávez no están ciegos frente a los problemas de la corrupción, del verticalismo, del burocratismo, de la dirección militar de un proceso que exige, por el contrario, la más amplia participación decisiva de la población, la discusión abierta de las distintas opciones posibles para resolver los grandes problemas, el control popular de las realizaciones y de las instituciones gubernamentales”. Y añade: “En lugar de presentar una candidatura independiente y antichavista, como la del combativo sindicalista Orlando Chirino, separando a los socialistas de los chavistas, la izquierda revolucionaria habría debido trabajar junto a los chavistas partidarios del socialismo para reforzar la autoorganización de los trabajadores y, tras la derrota de la derecha, librar batalla en mejores condiciones contra el verticalismo y los burócratas-tecnócratas que esperan la desaparición de Hugo Chávez para controlar el aparato de Estado. Porque las grandes batallas se librarán después del mes de octubre”.

Esta opción es compartida, en particular, por Marea Socialista, corriente anticapitalista del PSUV, de quien presentamos una entrevista aquí debajo. Durante las elecciones presidenciales, sus militantes –muy implicados en el movimiento sindical y en una parte del movimiento de jóvenes- lanzaron una campaña en base a las consignas “7 octubre: Chávez presidente; 8 octubre: liberar a la revolución de sus burócratas” y “¡Por un gobierno del pueblo trabajador sin capitalistas!”. Se habían reagrupado, en mayo de 2012, en el seno de la APR (Alianza Popular Revolucionaria) intentando construir una movilización bolivariana autónoma, no infeudada en las estructuras del Estado o del PSUV, junto a la organización campesina “Corriente Revolucionaria Bolivar y Zamora”, el Movimiento de Pobladores, la Asociación Nacional de Medios de Comunicación Comunitarios Libres y Alternativos (ANMCLA), Surco (colectivo de educación universitaria), organizaciones feministas, etc. Frente a las veleidades, de una parte del gobierno, de conciliación con la oposición o la oligarquía, que parece despuntar en las últimas semanas, estos sectores críticos subrayan que sólo las luchas sociales y la profundización de las conquistas democráticas, de las formas de participación autónoma y un control sobre la economía y sobre el funcionamiento del Estado, la creación de formas de poder popular real, podrán dar un contenido concreto a los llamamientos al “socialismo del siglo XXI”. Y comenzar a superar así los obstáculos y contradicciones del proceso bolivariano, sin permitir el retorno de los neoliberales y de los agentes de Washington al país. Se trata de la última oportunidad dentro de esta nueva secuencia política abierta, luego de 13 años en el poder. Y nada indica por ahora que sea la más probable, aunque sea la más deseable desde el punto de vista de los anti–neoliberales consecuentes y de los anticapitalistas.

NOTAS

(1) Orlando Chirino, sindicalista revolucionario, militante trotskysta y candidato del PSL (Partido Socialismo y Libertad), obtuvo solo 4140 votos (o sea 0,02% de los electores), sin lograr tener influencia alguna sobre el electorado popular. Ver los resultados: www.eleccionesvenezuela.com/resultados-elecciones-venezuela.php .

(2) E. Laclau, La razón populista, FCE, Buenos Aires, 2005.

(3) M. Lemoine, « Venezuela : les électeurs ont « confisqué » la démocratie », www.monde-diplomatique.fr , octubre 2012.

(4) Esta ley reconoce entre otras cosas amplios derechos para las mujeres trabajadoras; permite una importante reducción del tiempo legal de trabajo de 44 horas a 40 horas semanales (y 35 horas para el trabajo nocturno); el combate a la tercerización o el reforzamiento de la protección social y de los derechos laborales o a la huelga.

(5) Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos o ALBA-TCP: www.alianzabolivariana.org .

(6) Leer: F. Esteban, S. Brulez, « Le laboratoire du socialisme du XXIe siècle cherche toujours la formule qui marche », Inprecor, n° 564-565, agosto 2010 y P. Stefanoni, « El triunfo de Chávez y el socialismo petrolero », Viento Sur, octubre 2012, http://vientosur.info/spip/spip.php?article7271 .

(7) A. Acosta, La maldición de la abundancia, Quito, Abya Yala, 2010.

(8) Ver los escritos de Víctor Álvarez, economista y exministro de las industrias de base y de las minas: Venezuela: ¿Hacia dónde va el modelo productivo?, Caracas, Centro Internacional Miranda, 2009.

(9) Incluso colectivos y militantes libertarios, como el intelectual crítico Roland Denis, llamaron a votar para Hugo Ch á vez, concientes del peligro que representaban Capriles y la MUD.

(10) Tout est à nous ! La Revue, diciembre 2012. Ver también: P. Guillaudat et P. Mouterde, Hugo Chávez et la révolution bolivarienne, M Editeur, Québec, 2012.

(11) M. Sutherland, « Retour sur la victoire de Chavez : radicalité vs. conciliation droitière », Apporea.org, octubre 2012 (consultado en francés en: www.avanti4.be ).

(12) Ver el análisis, muy difundido durante la campaña por el PSUV, del sociólogo Romain Mingus: El Nuevo Paquetazo, www.comandocarabobo.org.ve/el-nuevo-paquetazo .

(13) Leer el informe « Venezuela » del colectivo ACRIMED (Acción Crítica Medios) – Paris: www.acrimed.org/rubrique179.html .

Fuente: Revista Inprecor – www.orta.dynalias.org/inprecor/ – noviembre de 2012 – Traducción de Viento Sur (www.vientosur.info/spip/spip.php?article7478)

A propósito de la D para la próxima etapa de las elecciones en Cuba

Por Lourdes Rojas Terol

La propuesta publicada con el nombre de “UNA ACCIÓN AFIRMATIVA POR LA DEMOCRATIZACIÓN”, que, en esencia propone votar poniendo una D en las boletas, es una propuesta interesante como signo de las ansias que tenemos de construir un consenso para el cambio y, sobre todo, de hacerlo en paz. Pero tiene un defecto práctico que la hace poco viable: el conteo de votos. En efecto, toda cosa que se escriba en la boleta la anula, por lo que las boletas marcadas con la D serían contadas como voto nulo igual que las que tengan escrita cualquier otra cosa y, por otra parte, muchas personas tienen el temor de que escribir en la boleta, incluso una letra, los haga reconocibles. La intensión de los proponentes es que nadie quede “marcado”. Pero cualquier persona, sea de la comisión electoral o simple ciudadano observador del conteo, que manifieste la menor curiosidad por cuántas D hay en su colegio, quedará “marcado”.

Creo que hay otra manera, también dentro del marco legal, de usar las elecciones para empezar a construir nuestro consenso. Para ello es necesario distinguir entre las dos elecciones porque tienen objetivos diferentes y precisan tácticas diferentes.

PRIMERO: Las elecciones para la Asamblea Municipal, donde se elige al delegado, ya tienen un movimiento tácito de resistencia que se manifiesta por: baja asistencia a las asambleas de nominación, evidente falta de deseos de proponer candidatos y multiplicación de los pretextos de los propuestos para “declinar” el honor que se les hace. En este caso, a la hora de las elecciones, el VOTO EN BLANCO sería coherente con la apatía manifestada en el proceso de nominación, con la salvedad de que el voto en blanco sí se cuenta y significa algo entendible para todos, a saber: los delegados no pueden resolver los problemas, sintetizado por alguien del pueblo que dijo: “nosotros respetamos a los delegados, pero el gobierno no”. Los que han sido delegados conocen la experiencia: no son profesionales por lo que su trabajo, el más importante, el que expresa más directamente la voluntad popular, lo tienen que hacer en horario extra laboral, no tienen recursos y son peloteados de acá para allá por burócratas de toda laya, se agotan en gestiones que muchas veces terminan en nada. Y eso hablando de los problemas locales, en cuanto a la participación real en la toma de decisiones, tengo un ejemplo concreto: en una ocasión los electores de mi circunscripción tuvieron cuestionamientos sobre los equipos que se repartieron durante la “batalla energética”, como eran decisiones a nivel nacional, el delegado no tenía las respuestas, por lo que los electores solicitamos se reuniera con nosotros uno de los diputados a la Asamblea Nacional por los que nos tocaba votar cada 5 años, no era la propuesta de un elector, era la solicitud de la asamblea, no obstante, jamás se produjo ese encuentro. Si se le propone a la gente canalizar su inconformidad mediante el voto nulo, una parte, por temor, votará en blanco. En cambio, si la inconformidad se canaliza en torno al voto en blanco creo que el resultado sería estadísticamente más impactante, sobre todo, para nosotros mismos.

SEGUNDO: las elecciones para las Asambleas Provincial y Nacional. En este caso, la táctica debería ser diferente. Como el voto nulo y el voto en blanco no se cuentan como votos válidos, por grande que sea el impacto estadístico, el resultado no afecta a las elecciones en sí mismas. En este caso, la táctica más efectiva es el VOTO POR UNO. En efecto, para ser elegido, el candidato debe tener más del 50% de los votos válidos, por ejemplo: hay tres candidatos A, B y C, y hay 50 votos válidos, pero 20 votan por A, 20 por B y 10 por C; resultado: ninguno de los candidatos obtiene los 26 votos mínimos (50% más 1) para ser electos y quedan tres plazas vacantes. Sería un caso sin precedente que podría obligar, incluso, a la convocatoria a una nueva elección según el art. 125 inciso c), de la Ley Electoral. Esto no se podría lograr con el voto nulo.

El voto nulo, en cualquiera de los dos casos, tiene un significado relativo en cuanto a termómetro de inconformidad, por la sencilla razón de que un voto puede ser anulado por error, pero, estadísticamente todos, los intencionales y los accidentales, son parte de una sola cifra.

No creo que esto, en sí mismo, signifique la gran revolución ni mucho menos; incluso, la sola idea de que tenga éxito puede intimidar a muchos, es la mezcla de miedo y deseo que provoca cualquier cambio (de casa, de trabajo, de pareja, hasta el nacimiento de un hijo).

Pero lo cierto es que estamos ya, como cantara Serrat: “hartos ya de estar hartos” y esta sería una forma, tan válida como cualquier otra, de decirlo.

Por otra parte, todos los náufragos que se respetan, han comenzado a construir su vida isleña contando los recursos que han podido salvar del naufragio y, en primer lugar, a sí mismos. ¿No deberíamos nosotros hacer lo propio? Porque yo siento curiosidad por saber cuántos de los que nos montamos al mismo barco de ilusiones se hundieron con el barco y cuántos estamos en tierra, con lo que pudimos rescatar del barco, dispuestos a construir una nación donde la Constitución sea respetada, donde, efectivamente, “la Ley Primera de la República sea el culto de los cubanos a la dignidad PLENA del hombre”.

Elecciones en Cuba: Breve conversatorio con muy singular candidat@

Por Pedro Manuel González Reinoso

 “Mi odiado público: ¡Basta de lanzarme kilos, medios y pesetas!, que me van a sacar un ojo. Tiren papelitos de colores que son inofensivos, con figuritas o numeritos grandes, y si son verdes, ¡mejor!”    (Lola Montes, travesti habanera en un espectáculo de sábado, en El Mejunje santaclareño de Ramón Silverio).

Hoy es domingo 21 de Octubre del 2012 (21-10-12, para los que siguen cabalísticamente a la numérica inversa, resulta una gran combinación de dígitos australes), y hay una ronda primera de elecciones de delegados, correspondiente al proceso respectivo del Poder Popular en Cuba. Como ocurre cada dos años, en el período previo a la sucesión parlamentaria establecido por Ley, hoy toca al ente gubernativo regional remozarse. Más, una particularidad inusual reviste, en esta ocasión, el habitualmente apacible transcurso del acto de fe, en el Colegio Electoral #1 de la Circunscripción 5, en Caibarién, provincia de Villa Clara. Y es que un homosexual confeso, travesti notorio, transexual plenipotenciario y archiconocido en el ámbito municipal por sus méritos humanos, su simpatía y su desplante ortodoxo, así como por la ostentación desprejuiciada de su preferencia (enarbolada cual estandarte durante toda la vida), más un largo historial de 48 años de adversidades, inadaptaciones, prevalencias y discretos triunfos en su patria, ha conseguido llegar a la prueba final que decidirá quién ha de representar con éxito a su barrio, durante el próximo período ordinario de selección de la magistratura. La asamblea local constituyente intentará, por nueva ocasión, decidir lo que va a pasar de interés para con los cubanos que residimos dentro de sus perímetros, además de armar con los elegidos en cada zona del poblado, su cuerpo gubernamental.

Redacto esta breve entrevista algunas horas antes de que se sepan los resultados de la votación. Cualesquiera que estos fueren, considero que lo sucedido con mi entrevistado hasta aquí, demuestra la irreversibilidad de los cambios sustanciales que se producen hoy en la Isla, muy a pesar de los criterios que blandan los reformistas implacables, los detractores (in)activos, y otros propulsores del lento o el rápido desarrollo de las transiciones del pensamiento insular, en su conjunto. Quiero dejar constancia de mi gratitud hacia esta persona que me recibió en su casa, con todos los problemas insolubles que le aquejan, con la modestia con que se le admira públicamente y la sobrada humildad con que asiste a cualquier requerimiento personal. Independientemente de lo que suceda hoy de tarde, ella o él son ya una victoria indiscutible de las transformaciones que ocurren de forma imparable en los sustratos de la nación y las que vendrán sin falta, seguidamente. No nos quepan dudas.

P: Comencemos por lo esencial: Nombre, Apellidos, lugar de nacimiento, profesión, etc. (No se le pregunta, por pudor o tacto, la edad a un candidato a delegado, aunque ya la he revelado antes sin quererlo, como consta además en tu planilla informativa frente al colegio, tratando de impresionar a los lectores con tu sencilla trayectoria).

R: Me llamo José Agustín Hernández González. Soy enfermero especializado en electrocardiogramas del Hospital Gral. María Escobar Laredo en Caibarién. Laboro allí desde hace 14 años. Primero como auxiliar de limpieza, luego como asistente de enfermería, más tarde como enfermero y ahora ya como técnico entrenado en esto que hago con los corazones ajenos: tratar de diagnosticarlos antes que se me apaguen en el monitor. Nací en el antiguo Central Azucarero Adela (hoy Heriberto Duquesne) pero muy pequeño me mudé para Sagua La Grande con mi madre, cuando hube terminado la educación primaria, pues mi padre no quiso saber mucho de mí, por tan evidente amaneramiento. Mi madre tenía que robarle dinero para que yo comiera, y me llevara algo extra cada 15 días de internamiento, a la escuela. No deseaba volver nunca a casa, por tal de no verlo sufrir con ganas de triturarme. Era un hombre de carácter muy fuerte. Resultaba en cambio tolerante para con los demás “raros” del pueblo, pero a mí me odiaba ferozmente. Entonces me bequé en un IPUEC(1) de San Juan de Los Remedios, ya crecidito, para poner distancias entre aquel central insoportable que nos hizo herederos de ninguna paternidad, y yo. A la saga de las mejores experiencias vivenciales que pudiera encontrar a mi paso, salí a caminar un día. Siempre digo que mi padre ha sido el peor enemigo que tuve… y no creo que esa justipreciación por dicha, me convierta en un ser inicuo al valorarlo así. Háganlo ustedes, a su estilo, cuando conozcan alguien parecido o les toque tener a buen tiro a un tipo como él. Continue reading

Hacia un Poder Popular a la altura de los tiempos

Por Ovidio D´Angelo Hernández

Ovidio D’Angelo Hernández y Ramón García Guerra durante panel sobre Democracia

El tema de la gestión del Poder Popular, a todos los niveles – a propósito de los procesos eleccionarios que se están llevando a cabo-, constituye un asunto vital del ejercicio de la vida política del país. Recientemente, han aparecido en Cartas a la Redacción del periódico Granma algunos comentarios interesantes al respecto.

Con relación a las opiniones de A. Galindo y D. Morales del 5 y 26 de octubre, y de J. Fundora, R. Pérez y D. Cárdenas, del 2 de noviembre –avalados algunos por su experiencia directa en el ejercicio de la función de delegados populares-, considero que están abordando uno de los más sensibles temas de nuestra realidad sociopolítica, del que depende, en parte, el real funcionamiento democrático, participativo y protagónico de nuestra sociedad, para poder llegar a tener nuestro pueblo un rol decisorio y controlador en la política y la gestión estatal.

Aunque muchas veces se asume, de manera oficial, que tenemos un Poder Popular suficientemente efectivo y democrático, lo cierto es que su funcionamiento y sus bases fundantes, debemos mantenerlas en revisión constante, a la luz de los nuevos tiempos y de las nuevas visiones y necesidades ciudadanas.

Como dice R. Pérez, “no podemos considerar que el sistema electoral cubano ha llegado a su plena maduración”, lo cual vale para las funciones de gobierno a todos los niveles y, como el señala, respecto a la función de los delegados, como una figura central.

Comparto todas las inquietudes y propuestas. En mi caso, hablo desde mis propias experiencias en la participación de los distintos momentos de convocatoria popular. Me voy a referir a cuestiones que considero están en la base de ellas y hacia las que deberíamos mirar de manera desprejuiciada para elevar el Poder Popular a la altura que requieren estos tiempos:

1-  Hay una cuestión esencial de visibilidad que debe rescatarse. Salvo en poblaciones pequeñas, es muy probable que los ciudadanos no conozcan, realmente quienes son los miembros de la Asamblea Municipal, ni las funciones que realizan. Esto queda oscurecido en los canales institucionales y por el estilo de trabajo “interno”, de manera que se desconoce la proyección de tareas municipales y como los reclamos de la población están siendo colocados en la agenda, por lo que la población se puede sentir ajena de los actos de gobierno local. Continue reading

Política de alianza: rechazo del pueblo

Por Ramón García Guerra

RESUMEN: La política de alianzas de los socialistas democráticos acaba de ser rechazada por el pueblo. El rechazo no se debió a la iniciativa de acción ciudadana que se había propuesto en esta ocasión, sino como un resultado de la política de alianza que adoptan éstos junto a la derecha. [Fidel Castro dijo en 1987: “En política las inconsecuencias se pagan caras”.] La crítica de los socialistas libertarios –que sería ideológica y política, además– no predijo este rechazo. Porque nos pareció mejor esperar por la respuesta del pueblo antes que usurpar su palabra y hablar por el mismo.

Izquierda radical apoya acción ciudadana.

Efectivamente, nuestro apoyo a la iniciativa no fue retórico. Incluso llegó en mucho a ser la actuación de los libertarios más eficaz que la de ellos mismos. (Para no llegar a enredar a todos los libertarios en dicha iniciativa el autor manifestó su adhesión al proyecto al hacer pública su intención de voto en esta ocasión. Y así lo hizo: votó por la D. Pero hizo más. Entonces el autor se dedicó a organizar un comité en el Consejo Popular 1 del municipio Playa y varios grupos por circunscripción en tan breve tiempo.) Creamos un equipo de trabajo de 18 miembros. [Integrado este equipo por dos masones, un abakúa, un rockero, una pentecostal, ¡un testigo de Jehová!, cinco amas de casa, dos lesbianas, una anciana… un secretario del Partido (núcleo zonal) y tres delegados del Poder Popular.] El análisis autocrítico del trabajo que realizamos nos reportó ciertos resultados que ahora relaciono:

  1. La eficacia de la movilización se redujo al fundar en exclusiva el trabajo en una relación interpersonal con los electores. Incidió en esto la logística del equipo y la censura del régimen.
  2. La falta de debates que cargaran de sentido la acción ciudadana hizo que ésta cediera ante la liturgia política (despolitización) que alienta el Estado cubano.
  3. La acción de manera independiente que realizó la derecha, instada por Radio Martí, y la ausencia de confrontación con aquella, redujo la cantidad de votos por la DEMOCRACIA.

Fuera de este análisis están los aciertos en el trabajo. Pero por encima de todo se hallará la lección que ofreció el pueblo por sí mismo. Continue reading

Ni voté aquí ni firmé allá

Por Erasmo Calzadilla

De izquierda a derecha Yusimí Rodríguez, Erasmo Calzadilla, Isbel Díaz, e Irina Echarry, durante una acción ecologista en el Reparto Eléctrico

Ayer domingo fueron las elecciones y una vez más decidí no ejercer mi derecho al voto; no quiero apoyar el circo que ha montado el régimen para legitimarse.

Pero tampoco firmé el “Llamado urgente por una Cuba mejor y posible”, que corre a cargo del grupo Concordia. En este post quisiera explicar por qué.

El problema (para mí) no es, ni mucho menos, que se trate de un documento democrático liberal. Elecciones, democracia, división de poderes y el resto de los componentes que integran la murumba liberal me parecen grandiosos, y cuento con ellos para refrenar el siempre latente totalitarismo.

No tengo alergia alguna a la representatividad; si en la práctica se cumple lo que el nombre dice bienvenida sea. ¿Socialdemocracia? Tal vez el menor de los males posibles si estuviéramos en la Europa occidental de unas décadas atrás.

El problema es que todas esas bellezas precisan, para no ser mero maquillaje, de cierta equidad económica entre los actores que van a participar en el “juego”; pero la equidad era un hueso y se la llevó un perro en la boca.

Desde mi modesto punto de vista la inequidad global y la cercanía de los EE.UU. atentan terriblemente contra la posibilidad de construir, en la Cuba de hoy, país pobre y sin tradición civil, una democracia liberal. Continue reading