Nueva Declaración y firmas al documento “8 de marzo: tod@s contra la violencia”

Por Sandra Álvarez, Marilyn Bobes, Luisa Campuzano, Zaida Capote Cruz, Danae Diéguez, Laidi Fernández de Juan, Lirians Gordillo Piña y Helen Hernández Hormilla

Nueva Declaración

Agradecemos el apoyo recibido al llamamiento tod@s contra la violencia y, aunque reconocemos el derecho de cada persona a defender aquellas causas que considere justas, declaramos que:

Rechazamos la manipulación política de este caso, con su consecuente naturalización de la violencia contra la mujer, así como la repetida agresión a la víctima, al exponerla repetidamente sin consideración alguna.

Nuestro llamamiento fue leído en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba durante la VI Bienal de Dramaturgia Femenina “La escritura de las diferencias” porque estábamos participando en ella, pero no es una declaración de la bienal, ni de ninguna institución cubana, sino una acción ciudadana coherente con nuestro reclamo de una cultura de paz y sin violencia para nuestro país.

El caso de marras demuestra la urgencia de impulsar la aprobación de una ley sobre la violencia de género en Cuba; la necesidad de capacitar a quienes deben recibir y procesar las denuncias y de crear centros de atención y apoyo a las víctimas.

Seguiremos trabajando por ampliar los espacios de discusión del tema y por contribuir a la eliminación de la violencia contra la mujer y por motivos de género en nuestra sociedad, sin responder a agresiones ni cuestionamientos espurios.

La Habana, 10 de marzo, 2013.

Durante la última sesión de los talleres de la VI Bienal de Dramaturgia femenina “La escritura de las diferencias”, en la UNEAC, sus organizadoras concedieron un espacio para hacer público el llamamiento “8 de marzo: tod@s contra la violencia ”, leído por Helen Hernández Hormilla, Laidi Fernández de Juan y Zaida Capote Cruz, junto a Lirians Gordillo Piña a nombre de las demás compañeras firmantes. Varias de las personas participantes sumaron sus firmas al documento impreso y desde su envío por correo electrónico hemos recibido nuevas adhesiones que sumamos más abajo. Agradecemos estos apoyos y rogamos la mayor socialización posible del texto.
Firman (por orden de adhesión): Marta Castillo Domínguez, Neyda Izquierdo, Tomás Piard, María Dolores Molinet Córdova, Juana García Abás, José Luis Fariñas, Eduardo Sosa Laurencio, Lourdes Fernández Rius, Saray Remón Monteagut, Kaloian Santos Cabrera, Horacio Verzi, escritor e investigador uruguayo, Dra. Rosa Salup Díaz, Pediatra, David Ravelo Rodiles, Gisela Arandia, Iroel Sánchez, Luis Carlos Marrero, Daylins Rufins, Camilo García López-Trigo, Nadia Sánchez Nodar, asesora de TV, Marianela Santos, Camilo García López-Trigo, Caridad Tamayo Fernández, Olga Marta, Ailyn Martín Pastrana, Luis Rondon Paz, Teresa Herrera, Uruguay, Lily Suárez Rodés, Marta Rojas, Mabel Bertot, Ernesto Gonzalez, Ada Caridad Alfonso Rodríguez, Delcele Mascarenhas Queiroz, Professora Titular da Universidade do Estado da Bahia – UNEB, Salvador – Bahia – Brasil, Rubén Larrondo Muguercia, Médico, Ambrosio Fornet, Elizabeth Diaz, Ines Rodriguez, Dayneris Machado Vento, Fernanda Martinez, Argentina, Carmen del Pilar Serrano Coello, escritora miembro de la UNEAC, Gerardo Fulleda León, Elsa Lever M./ MujeresNet.info (México), Alesandra Riccio, Gustavo Arcos, Silvia Gil, Lupe Alvarez, Doctor José Carlos Hdez Aragoné, Mabel Machado, Nancy Fernández Rodríguez, Roberto Valera, Rebeca Chávez, Zulema Hidalgo, Dalia Acosta, Alicia Valdés, Miriam Rodríguez Betancourt, Marilyn Solaya, Dixie Edith Trinquete, Liset García, Óscar Loyola, Marta Valdés, Nisleidys Flores Carmona, Yarman Jiménez, cubana residente en Costa Rica, Dainerys Mesa Padrón, Jorge Valiente, Sahily Tabares, Marlen Domínguez, Teresa Díaz Canals, Victor Fowler, Carmen Berenguer, Angel Eduardo Rosillo Grau, Magda González Grau, Aurelio Alonso, Sara Más, Leticia Pérez González, Fabián García Luna, Teresa Fernández de Juan, Cira Romero, Alicia González, Nuria Gregori Torada, Eduardo Montes de Oca, Marcia Collazo Escritora y abogada uruguaya, Nelia Casado Castro, Josefina Hernández-Téllez, Pilar Sa, Roberto Fernández Retamar, Adelaida de Juan Seiler, Vicente Battista (Narrador argentino), Marcia Collazo (Narradora uruguaya), Paloma Wigodzky (Argentina), José Naves Nasser, José M Valladares Ponce, Lic. Rosa Cristina Báez Valdés "La polilla cubana”, Lohania Aruca Alonso, Leticia Becerril Salas, Dr. Jesús Dueñas Becerra, Mariela López Galano, Zaida Cruz Domínguez, Daisy Rubiera, Yasmín S. Portales Machado, Aurora Camacho, Zoraida Amable, María Isabel Díaz, Livia Quintana Llanio, Orieta Cordeiro, Rosalía Arnaes, Amaury Pérez Vidal, Cipe Fridman (Argentina), Marta María Ramírez, Pedo Pérez-Ortiz (nyc), Eva Rodríguez, Angel Alonso, Mabel Olalde Azpiri, Marialina Grau, Elena Palacios, directora, guionista y asesora de tv, Pepe Menéndez, Neyda Izquierdo, Esther Suárez Durán, Rodolfo Alpízar Castillo, Yoimel González Hernández, Maité Hernández-Lorenzo, Vivian Martínez Tabares, Fátima Patterson Patterson, Consuelo Duany Patterson, María Teresa García Tintoré, Yamilé Coureaux Bogalló, Daisy Sánchez Lezcano, Maribel López Carcasés, Miriam Núñez Benítez, Evelín Gómez Hernández, Eneyda Villalón Puig, María Rita Mancaniello, Alba Babastro Noris, Susana Nicolalde, Gilda Bona, Jorgelina Cerritos, Ana Gianserra, Sahily Moreda Gallardo, Raquel González Pérez, Hemar Montero Velasco, Aurea Martínez Fresno, Ela Guillamón, Rachel Domínguez, Rosa C. Báez, Waldo Franco, Sandra del Valle, Dannys Montes de Oca, Dra Norma Vasallo, Presidenta de la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana, Olga García Yero, Consuelo Elba, Ernesto Pérez Zambrano, Jorge Fornet, Luis Toledo Sande, Vivian Martínez Tabares, crítica, investigadora y editora teatral, Mirta Arbetman-México, Rosa María Ameneiro (ROCHY), Leslie Salgado.
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Lo personal y lo político

Por Armando Chaguaceda

El fin de semana conocí –de la mano de un amigo residente en la isla- una declaración pública (también en Havana Times) firmada por varias colegas de la UNEAC, alertando sobre la necesidad de combatir la violencia contra la mujer. En el texto se alude, como ejemplo de este detestable mal, al caso del escritor Ángel Santiesteban, acusado y encarcelado bajo cargos de maltratos a su esposa. En dicho documento, las firmantes asumen plenamente -a partir de su amistad y conocimiento de la cónyugue agraviada- la culpabilidad del creador y, además, hacen patente su rechazo a las posturas de solidaridad expresadas para con este.

Pocas horas después de leer el documento, sostuve -vía correo electrónico- un franco y respetuoso intercambio con una de las promotoras, alguien a quien -aprovecho para enfatizarlo- reconozco como una persona honesta, cuya decencia y valía profesional respeto.

En lo personal, estoy 100 % de acuerdo con que se proteste y actúe contra toda forma de violencia, provenga esta de un escritor que maltrate a su mujer, de turbas que maltratan a mujeres en la calle o de países que invaden a otros violando su soberanía con mil y un pretextos espurios. Y así lo he hecho saber en varios artículos y pronunciamientos públicos, suscritos de forma individual o en acciones colectivas concertadas junto a compañeros del Observatorio Crítico.

Lo que sucede es que, en el caso que concretamente se alude, hay demasiadas visiones encontradas de los involucrados -incluyendo gente que se desdice en el proceso acusatorio- a lo que hay que añadir diversas pruebas (gráficas, videos, de expertos) que aluden a malos procedimientos en el proceso, elementos que en todo caso implicarían la necesidad de repetirlo. Como dije en un post anterior: no se trata de asumir a priori la inocencia del escritor o defender sin reservas que estamos ante una causa del fuero común manipulada por motivos políticos. Y si a alguien le parece inédito este reclamo, quiero destacar que de asuntos de similar gravedad -y de su resolución conforme a derecho- existen ejemplos recientes.

En México, la ciudadana francesa Florence Cassez fue detenida durante varios años como presunta secuestradora, y cuando se probó que el proceso tenía fallas y mañas quedó excarcelada, aun cuando también existían amplias sospechas -y también personas agraviadas y supuestas pruebas- de su culpabilidad.

Lo que en el caso que confronta a Santiesteban y su ex pareja se impone es el mandato de que no quede un abusador impune (si el acusado lo fuese) ni que los déficits del proceso se cobren una nueva víctima (en caso que fuese inocente). Sin confiar, ciegamente, en nuestra vocación de solidaridad gremial –con el artista- o de género –con su compañera- que muchas personas loablemente tendrán.

Si en el caso ha habido errores de procedimiento que ameritan otro juicio, esto es algo que debería interesar a todas las partes implicadas. Pues, si mañana se confirman las sospechas de que funcionarios metieron la mano en el proceso ¿no se cruzarán entonces las víctimas y victimarios? Y, en lo relacionado a esta iniciativa ¿no caerán, bajo fuego cruzado, las actitudes de quienes se han solidarizado con una supuesta víctima -su esposa- cuando también hay otra supuesta víctima – el escritor- presumiblemente afectado por una política de estado?

Paso a un segundo tema, de más largo aliento. El documento -que consideré originalmente un texto leído en una actividad y no algo escrito para publicitarse, como posteriormente corroboré en varios sitios oficiales- tiene todas las connotaciones del tipo de documento (manifiesto, declaración, etc.) que hacen los intelectuales públicos. Porque las firmantes no se limitan a expresar su solidaridad puntual con una amiga agredida, sino que adelantan loables conclusiones generales sobre la violencia, la necesidad de rechazarla, etc. Y es justo ahí cuando, al sólo mencionar una parte de nuestra realidad cotidiana y conocida, la iniciativa peca por sesgo.

Si algo he aprendido con mis amigas feministas es que lo personal es político. [i]Y si es una postura (y decisión) personal de las firmantes hayan puesto como ejemplo el caso de Ángel, también lo es que –como señalan varias voces críticas- en esta declaración sus promotoras hayan omitido pronunciarse sobre la violencia institucional, sistemática y colectiva que se ejerce sobre aquellas mujeres opositoras que, semana tras semana, marchan por calles habaneras reclamando pacíficamente por sus derechos y los de otros.[ii] O sobre los conocidos y reiterados casos de manoseo y maltrato a las jóvenes que se prostituyen en Malecón, cometidos por agentes y oficiales de policía corruptos. Pues al abordar el asunto de fondo (la manifestación de rechazo a toda violencia) invocar un ejemplo concreto sin aludir también a otros atropellos a la integridad física y moral de mujeres introduce cuando menos, un sesgo desbalanceado. Sobre todo cuando las pruebas de golpizas y maltratos a estas últimas son públicas y notorias. Se puede estar o no de acuerdo con las posturas personales de estas féminas, pero no creo que nadie decente pueda avalar que a una mujer le caigan encima turbas violentas o le violenten su dignidad sin posibilidades de recibir, frente a agentes del orden, el reconocimiento y la defensa adecuados. Sobre el asunto hay demasiados testimonios orales, escritos y gráficos como para que las firmantes no sepan nada.

Por demás, el anuncio de las firmantes sobre el impulso a una legislación de género y el seguimiento que darán a los problemas de las féminas cubanas no es sino una iniciativa loable que todos debemos acompañar.

En lo adelante, si una iniciativa como esta quiere llegar a buen puerto deberá dar seguimiento, asesoría y acompañamiento a todas las víctimas femeninas de violencia, personal o institucional: sean estas esposas de escritores, disidentes de sexo femenino o mujeres de los sectores populares que ven sus derechos lesionados por sus pares masculinos. Para que no suceda como ciertas modas promotoras de “cultura de paz” -impulsadas por varias ONGs cubanas- donde se reconocen la violencia hogareña y comunitaria mientras se ignoran las múltiples formas de violencia (no únicamente física) de los funcionarios contra la ciudadanía.

Al final, parece que en este caso estamos frente a un terreno minado, con diversos tipos y grados de prácticas de dominación que se superponen. Y hay que hablar alto y claro de todas, sin privilegiar alguna o ignorar otra.

Cuando se conoce un poco de la historia del feminismo, se sabe que en las luchas concretas (por el cuerpo y los derechos) se han cruzado y solidarizado todas las perspectivas, amén de sus ideologías. Y si el régimen político y las prácticas sociales vigentes en nuestro país (y los que vendrán bajo una previsible restauración capitalista) son cada vez más machistas, autoritarios y mercantilizadores de la vida humana. Creo que las feministas tienen ante sí un gran trabajo por delante en la Cuba del presente y, aun mas, en el futuro. Porque las grandes conquistas sociales –de igualdad legal, ascenso social, emancipación personal- alcanzadas dentro del proceso revolucionario parecen estar cada vez más asediadas por las crecientes desigualdades asociadas al mercado y por el avance de pensamientos y actitudes conservadoras como las que hablan de educación religiosa y restricciones al aborto, que ya comienzan a asomar su oreja peluda. Cualquier feminista sabe que no se puede diferenciar lo simbólico de lo concreto, la emancipación de género de la liberación política, la lucha por la equidad y la democracia entre los géneros de la lucha por una democracia política para tod@s. Y que la relación de lo personal y lo político es uno de los fundamentos del discurso y lucha feministas, que no admite sesgos. O se asume de una vez y sin distingos o se hipotecan las luchas por venir.

[i] Al respecto tengo mucho que agradecer a lo aprendido con mis amigas del movimiento de mujeres nicaragüense, cuya experiencia abordé en un texto reciente: “El movimiento de mujeres y las luchas sociales por la democratización en la Nicaragua postrevolucionaria (1990-2010)”, pp. 39-62, revista Encuentro, Universidad Centroamericana, no 89, Managua, 2011.

[ii] Las cuales – por los problemas de transporte, comunicación y de “luchar” con la vida cotidiana que afectan a nuestros conciudadanos- sabemos que no son, en lo fundamental, obra de la espontaneidad de la gente. Porque qué ciudadano común –o, más aun, que masa de estos- puede dedicar tiempo y energías a moverse de tal a mascual punto de la ciudad para un acto de repudio si no es mediante una expresa decisión y con recursos del estado?

Publicado en Havana Times

Desde Venezuela: Respuesta de una hija a un amigo Palestino que le dice que para ellos Chávez era un héroe.

Por La hija
Querido Flaco,

Yo no comulgo con ningún gobierno, yo no comulgo con el poder. Somos muy débiles, los seres humanos. En mi país hay una “guerra” de ricos y pobres. Toda la vida ha sido así. Las diferencias sociales han sido abismales. La opulencia del venezolano con dinero de toda la vida es tanta, que es vulgar. Camionetas, casas enormes, aviones, yates, fiestas. En mi país siempre ha sido más importante lo que tienes que lo que eres. En mi país se le dice “mono” al que no tiene, al pobre, a la mayoría. Y es terriblemente doloroso. La prepotencia del rico, el maltrato, el desprecio y sobre todo la indiferencia hacia el pobre ha creado una brecha irreconciliable y con razón. Esto es así desde la colonia, esto ha sido así desde siempre y necesariamente tiene que cambiar.

Comparto 100% las ideas del proceso. Confío plenamente en las personas que se involucran, en los colectivos que trabajan en los “cerros” con las comunidades más necesitadas. Admiro y respeto a los que están trabajando entregados por un cambio y por dignificar a mi país.

Pero mi querido amigo, los ricos de ahora son rojos y están en el poder. Son los terratenientes, los de las casas, yates, aviones y fiestas. Son los que hacen negocios con las multinacionales y se mantienen y van chupando gracias al discurso chavista. Estos hombres que ahora tienen el poder, en el fondo no son diferentes a los otros. Solo que han cambiado el discurso y engañan al pueblo haciéndoles creer que ellos están allí, mientras se demarcan con poder y dinero, igual que antes, igual que siempre. Además, no se aceptan críticas, porque cualquiera que critique, que no piense igual es enemigo.

La autocrítica es lo más sano que puede tener un proceso, es lo que hace que se rectifique y se retorne a la esencia del ideal. Sin la autocrítica este movimiento, según yo, se ha convertido en un movimiento de fanáticos.

Y tú sabes muy bien sobre la maldad y la bondad. Tú conoces muy bien el ego del héroe buenísimo. Tú conoces muy bien al oportunista.

El movimiento social sí que existe. Está vivo. Es profundo y está en los “cerros”, en los pueblos. Es mucho más que posiciones, discursos y promesas, son acciones.

Por otro lado, me niego a que me ubiquen. Me niego a que me definan buena o mala, chavista o escuálida porque me guste o no un líder.

No creo en esto. Creo que los seres humanos somos tan complejos, creo que es imposible definir nada en estos tiempos. Hay demasiados matices. Este tiempo, para mí, es el tiempo del trabajo colectivo. No creo en líderes, no creo en “ismos”.

Chávez se hizo gracias a los medios de comunicación, ha sido un personaje mediático. Él ha dicho exactamente lo que muchos queríamos escuchar. Y más allá de la crítica estúpida y superficial, Venezuela es un país que va por un camino incierto, en donde la corrupción, los abusos de poder, el narcotráfico, la delincuencia, la violencia, la impunidad, los negocios con las trasnacionales (quizás las gringas son más bajo perfil, pero destacan significativamente las Chinas y Rusas) siguen siendo protagonistas en su gobierno.

La gran fuerza de Chávez, lo que lo ha hecho grande ha sido el haberse enfrentado con los “poderosos”, con los neoliberales, con los sionistas, como dices tú, con la hipocresía de Europa, pero para mí, esto ha sido más otro show, otro hacernos creer, otro espectáculo más de esta sociedad superficial y mediática. Yo lo veo así, es una guerra de poder. Aquí no importan ni las personas, ni nada. Importan los recursos y los gobiernos y los líderes mediáticos que nos siguen manipulando, para que sigamos creyendo. Mientras los verdaderos amos del mundo siguen llenando su arcas.

El trabajo difícil realmente es ser coherente. Que nuestras palabras sean consecuentes con nuestras acciones. Es mi opinión.

Te quiero y te extraño,

La hija

Tomado de blog El Libertario

El caso de Angel Santiesteban: Las dudas y el trasfondo

Por Armando Chaguaceda

Hace días, sostuve con algunos amigos un cruce de mensajes en torno a la difícil situación del escritor cubano Ángel Santiesteban. Reconocido escritor –laureado y publicado hasta que su creciente beligerancia antigubernamental le confinara al ostracismo- Santiesteban vive los últimos momentos de un largo proceso judicial, pendiendo sobre su cabeza una condena de cinco años de cárcel por el supuesto delito de violencia conyugal.[1] Agotadas las instancias –el Tribunal Supremo apoyó la medida del fiscal- al autor solo le resta esperar el fatídico aviso. En ese debate, si bien existía consenso en repudiar cualquier manipulación política del caso, algunos amigos argumentaron reservas ante la posibilidad de “parir” una declaración solidaria.

La razón de tal cautela, en personas que otras veces han firmado – con todo el riesgo y decoro que tal postura implica- documentos de denuncia contra actos represivos cometidos por funcionarios cubanos, era la sospecha de que la acusación tuviera algún basamento real y que el escritor hubiera ejercido violencia sobre su esposa. Y en Cuba, como todos saben, nos enseñan desde chiquitos que “a las niñas no se les da”.

Así, un colega remata para calzar su duda: “el tipo dice que es falso. Y porque él lo dice ¿lo tengo que creer? La mujer dice que es cierto. ¿Por qué no le voy a creer a ella? Ah, que los testigos se echan para atrás y para alante. O sea que no puedo poner la mano en el fuego por nadie. Por favor si alguien sabe la manera de conocer bien los hechos, con algún nivel de certeza, lo comparta cuanto antes”. Otro amigo me advierte del fiasco del caso Bejerano, cuando algunos creadores cubanos apostaron a la inocencia del pintor acusado de actos lascivos contra un menor, cargos que, a la postre, reconoció en una aparente negociación con la justicia de la Florida. Y son precisamente estas alertas, nacidas de las dudas legítimas de gente decente, las que se confrontan con las mías, me conducen al final del callejón sin salida de las culpas y confianzas, para examinar el trasfondo legal del proceso.

Con un cúmulo de contradicciones, pruebas endebles y testimonios dudosos cualquier juez serio e imparcial archivaría o, en el peor de los casos, convocaría una revisión exhaustiva del caso para repetir la investigación y juicio en mejores condiciones. Y si Santiesteban fuese realmente culpable, que purgue su condena; en caso contrario que quede inmediatamente libre de cargos y limpia su imagen pública.

El problema es que en Cuba, en ausencia de un Estado de Derecho -y de las instituciones y garantías que le dan cuerpo-, cualquier acto ilegal, real o fabricado, puede adquirir dimensiones y connotaciones insospechadas, en detrimento del emplazado, si este tiene deudas pendientes con “el sistema”. En idéntico contexto, una violación de la ley cometida por un funcionario puede quedar en la impunidad o recibir una disminuida condena, como atestiguan los casos de abuso y corrupción policiales -denunciados en estas mismas páginas- o los atentados contra la integridad física de personas vulnerables, como fue el caso de los muertos en Mazorra, víctimas de la irresponsabilidad administrativa y la insensibilidad humana. Así, creo que el problema no radica sólo- ni siquiera fundamentalmente- en la persistente insolidaridad que corroe a la intelectualidad y esfera pública cubanas; actitud que genera parálisis cívica y consagra el monopolio –legal o espurio- de la violencia estatal.

En un caso como el de Ángel, los errores son tantos y tan graves que simplemente ameritan un nuevo proceso o la clausura definitiva del presente.

[1] Para ver la visión del acusado –y pruebas esgrimidas para calzar su inocencia- acceder a http://loshijosquenadiequiso.blogspot.com/

Publicado en Havana Times

8 de marzo: tod@s contra la violencia

Por Sandra Álvarez, Marilyn Bobes, Luisa Campuzano, Zaida Capote Cruz, Danae Diéguez, Laidi Fernández de Juan, Lirians Gordillo Piña y Helen Hernández Hormilla

El escritor Ángel Santiesteban ha sido juzgado y condenado a prisión por agredir violentamente a su exesposa. Y enseguida han comenzado a circular notas de apoyo al escritor y de cuestionamiento a la sentencia del tribunal que lo juzgó. En casi todas se acusa a la víctima de loca, o de magnificar una leve “riña doméstica”[1]. Nadie puede juzgar estos hechos sin conocer la profundidad de los daños causados por Santiesteban a su exesposa y a su hijo, y nadie debería acusar a la víctima de estar inventando un caso para que alguien sea condenado por ocultas razones políticas. La violencia contra la mujer tiene su origen, precisamente, en ese gesto tan usual de imaginarla carente de juicio, de independencia, o de opinión propia, y quienes esgrimen esas tesis están reproduciendo la agresión; como aquellos que culpan a la víctima de una violación de haber provocado a su agresor.

Las instituciones y organizaciones cubanas deben pronunciarse sobre este caso en particular y también acerca de la violencia contra la mujer en nuestra sociedad. Es preciso intensificar, multiplicar y hacer permanentemente visible una campaña pública contra la violencia de todo tipo, especialmente la que se ejerce contra la mujer. Hay que divulgar aquellas leyes que la previenen o penalizan y los debates que han tenido lugar en espacios académicos y con motivo de campañas específicas. Combatir la violencia contra la mujer solo puede lograrse si nos unimos tod@s contra la desigualdad que la inspira y reconocemos el derecho de las mujeres violentadas a defenderse de su agresor y a denunciar la agresión, aunque se trate de un genio artístico o científico, un general victorioso, un deportista de élite o un obrero de vanguardia. Nadie más que ella misma tiene derecho a decidir sobre su vida y sobre su cuerpo, y nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a juzgarla loca por querer defender sus derechos.

(Texto leído en la sede de la UNEAC, el 8 de marzo de 2013)
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[1] Veáse a continuación la carta “Lamentaciones y esperanzas por un nuevo escritor encarcelado”, enviada por el escritor Rafael Alcides sobre el caso citado. El texto es una muestra de que la lucha contra la violencia hacia las mujeres en Cuba precisa aún un trabajo arduo, eficaz y sostenido. Continue reading

Política de normalización a debate

Por Ramón García Guerra

Convaleciente de una operación, en enero, recibí la visita de un joven antropólogo español que me pedía mi opinión sobre la clase dirigente en Cuba. Específicamente se interesó por el proyecto de sociedad que aquélla echa adelante. [Investigaba el pico del petróleo y el futuro del capitalismo en el mundo. Particularmente, quería saber si Cuba era una alternativa en el tema de la energía.] Sobre la clase dirigente en la Isla, le dije: 1) Tiene plena conciencia de la tragedia social, histórica y política que enfrenta hoy el país; 2) Sinceramente, tiene la voluntad de resolver esta situación y hacen su mejor esfuerzo por hallar la solución; [Pero…] 3) Carece del poder que se necesita para llevar a término estos cambios; 4) Desconectada de la nueva sensibilidad de época la clase dirigente hará que la estructura de poder al final colapse. [Desde luego, tener total conciencia de la situación (1) no significa que dicha conciencia sea eficaz (4). Asimismo, mostrar una voluntad de cambio (2) no implica poder realizar esta voluntad (3)]. Enfrentados a un juego de fuerzas que les supera, todo el “realismo político” que hoy muestran los líderes históricos del proceso sólo pudiera ser entendido como el desarme de la ideología de la revolución.

La crítica que hacíamos antes al neodesarrollismo de los tecnócratas, ahora será completada con la crítica al neopopulismo de los ortodoxos. Encontramos detrás un proceso de normalización que prefigura una sociedad. [Proceso este que marcha lentamente dada la falta de asideros para proyectos de vida individual y colectiva que se encuentran en medio de una sociedad en transición.] En verdad no sería difícil imaginar cuánto contribuye la ideología del desarme en aquel proceso. Consideremos, por ejemplo, el impacto mediático del reciente discurso de Luis Ignacio Lula da Silva entre la audiencia cubana. Corremos el riesgo de que las actuales reformas cierren puertas ante cambios más radicales de la sociedad. Este artículo hace la denuncia y ofrece una alternativa al desarme. [La crítica que hicimos a Fidel Castro en 2008[1], basada en la lectura que hacía del Programa de Gotha –para acabar aquél negando el factor subjetivo que tan decisivo ha resultado en la historia (incluso en su propia biografía política)– hoy debe ser repetida una vez más.] Después de la intervención de Da Silva, –patrocinador del puerto de contenedores– asistimos al desarme de la ideología de la revolución.

Entender la política neopopulista que sigue el PT brasileiro sería algo sencillo. Pero hallar una solución de continuidad entre la estrategia de desarrollo que fuera adoptada por la quinta economía del mundo y los desafíos que debe enfrentar una pequeña isla caribeña es mucho más complejo. Empecemos por decir: Lula es nuestro Blair. La política liberal-burguesa (keynesiana) que adoptó Lula da Silva para redistribuir el ingreso nacional, resultó al final funcional a la rápida expansión del capital brasileiro y haría de él mismo el albacea de este proceso. Entonces acabó por resituar en otra escala la tragedia de los oprimidos en el Brasil sin modificar la lógica del sistema. [Salvar de la pobreza a millones no es una política de éxito si deja intactas las bases del sistema que produce tan triste figura.] Acaso si ha creado otro tipo de pobres. Espanta ver la actitud fascinada frente a las políticas neopopulistas en América Latina que adoptan los ortodoxos en Cuba. [Una actitud que sólo se podría comparar con la de los tecnócratas en la Isla con respecto a los modelos asiáticos.] Digámoslo de una vez: Lo que revela el discurso de Lula da Silva es la mala conciencia que padece un sector de la izquierda en el Brasil. Continue reading

Leche con jugo de naranja. Diálogo de un anarquista del OC con sus amigos demócratas.

Por Marcelo “Liberato” Salinas

lecheconnaranjaEs un secreto a voces que el OC, en una medida considerable, es un proyecto que ha sido promovido y sostenido por el empeño de un puñado de anarquistas, y por los vínculos y apoyos internacionales que han recibido de compañeros ácratas en variadas latitudes.

Concentrados en superar la abundante propensión al miedo que ha sido dosificada centralizadamente, y a combatir su contraparte, la viscosa abulia que ha germinado a nuestro alrededor y dentro de nosotros, así como a llenar pluralmente el vacío que deja la periódica migración de voluntades, nos hemos empeñado en generar formas de relacionamiento, de comunicación y de prácticas libertarias y antiautoritarias y autónomas en nuestro entorno inmediato.

En ese bregar, trabajo de hormiga con alma de Sísifo, los anarquistas del OC hemos cometido el desacierto de mostrar una actitud y un uso más reactivo que propositivo respecto al notable legado del anarquismo en la historia de Cuba, echando mano de él sólo cuando hemos sido interpelados por los agentes intelectuales-policiales de la progresía local.

En otras palabras, hemos tenido el excesivo escrúpulo de no caer en la tentación de hacer propaganda anarquista, por respeto fraterno a los demás y por considerar que son las prácticas y los argumentos, no las arengas, ni el hegemonismo por chantaje emocional, los que hablan con más elocuencia de una idea.

No obstante, no desconocemos que existe una difusa pero creciente exigencia, por parte de aquellos que nos ven con lástima o incluso con simpatía, de dar cuenta de nuestras ideas, propuestas posibles de país, contribuciones más sistemáticas que den insumos al debate sobre la coyuntura en que estamos. A eso se ha dedicado en los últimos meses con persistencia militante nuestro compañero Ramón García, pero tendríamos que decir, como otros compas lo han hecho en otras latitudes, que no remamos a contracorriente para convencer a las masas, sino para impedir que estas se formen. Continue reading

Las tensiones del proceso bolivariano: nacionalismo popular, conquistas sociales y capitalismo rentista

Por Franck Gaudichaud (Inprecor/Viento Sur)

Cuando se acercan las elecciones regionales en la República Bolivariana y después del importante discurso nacional y el reciente anuncio del presidente Chávez de cara a su nueva operación por cáncer (www.rebelion.org/noticia.php?id=160514), publicamos este análisis -crítico y fraternal- del proceso de cambio en Venezuela. Este texto, escrito a finales de noviembre (después de una estadía en Venezuela para las elecciones presidenciales), intenta subrayar algunos puntos para el debate, desde la izquierda, temas tal vez más aún vigentes frente a la nueva y difícil coyuntura que se avizora para el pueblo bolivariano.

El domingo 7 de octubre Hugo Chávez festejaba su tercera victoria en las elecciones presidenciales, con el 55,1% de los sufragios, frente al 44,3% a favor de su principal adversario, el candidato neoliberal Henrique Capriles Radonski. La polarización política fue tal que los otros cuatro candidatos en liza quedaron literalmente barridos 1 . La popularidad, la capacidad de movilización y el liderazgo carismático de Chávez permanecen sólidamente demostrados, anclados y mayoritarios entre las y los “de abajo”; con una participación electoral que ha alcanzado niveles superiores al 80% del censo electoral. La manifestación de centenares de miles de personas (tal vez más de un millón) ocupando las calles de Caracas el jueves 4 de octubre, constituyó una incontestable demostración de vitalidad de la “revolución bolivariana” y también la omnipresencia del presidente a la hora de levantar el entusiasmo de la muchedumbre. Todo ello bajo los auspicios de un slogan de campaña pasablemente alejado del socialismo: “¡Chávez, corazón de la patria!”. Encontramos aquí sin duda la fuerza del nacionalismo popular tal como se ha encarnado en Venezuela: un “cesarismo” progresista y antiimperialista (en el sentido de Gramsci) o incluso esa “razón populista” post-neoliberal, descrita por Ernesto Laclau 2 , que ha conseguido crear, reconstruyéndola por arriba y por abajo, una nueva comunidad política popular en Venezuela, a lo largo de esta última década. Pero si hay fervor, no es solo el fruto de una “irracionalidad” política, como se puede leer continuamente en la prensa dominante, o de la simple emergencia plebeya discursiva.

Esta mística popular existe también gracias al balance social, muy real y bien comprendido, del proceso bolivariano: “A diferencia de lo que pasaba bajo los anteriores gobiernos, una gran parte de la renta petrolera ha sido utilizada para financiar la política social. Los (muchisimos) humildes que gritan ‘viva Chávez’ son la expresión, sin duda, de los millones de personas que acuden cada día a los distintos programas –Mercal, Pdval, Bicentenario, Farmapatria– donde pueden comprar productos de primera necesidad a precios subvencionados. Los jóvenes que se entusiasman –‘Chávez va a ganar’– piensan indudablemente en la política de inclusión y de educación llevada a cabo en todos los niveles, en los libros y ordenadores (los canaimitas) gratuitos que se les han distribuido. Los viejos que visten sus camisetas rojas lo hacen probablemente porque los 200.000 jubilados que tenían una pensión al final de la IV República se han convertido hoy día en 2.300.000. Cuando las madres de familia hablan con emoción del ‘comandante’ es porque las distintas ‘misiones’ puestas en marcha les han dado acceso a la salud, porque dos millones de ellas y sus familiares gozan del régimen de seguridad social. Que las familias que vivían en alojamientos precarios tomen partido, tampoco tiene nada de sorprendente: la Gran Misión Vivienda Venezuela, aunque creada demasiado tarde, ha construido decenas de miles de viviendas desde su inicio hace dieciocho meses 3 .

Según la Comisión Económica para América Latina de la ONU (CEPAL), Venezuela es el país con el descenso más espectacular de la pobreza en América Latina: entre 2002 y 2010, ésta ha pasado del 48,6% al 27,8%, y del 22,2% al 10,7% en lo que se refiere a la extrema pobreza. Además, el país posee actualmente uno de los más reducidos niveles de desigualdad de la región, lo que no es poco en el continente menos igualitario del planeta. Los cambios son por tanto muy palpables, muy lejos de los años neoliberales de la IV República (1958-1998). Habría que añadir a todo ello la creación de espacios de participación popular, sobre todo a través de los miles de Consejos comunales o de cooperativas campesinas surgidas de la reforma agraria; la reciente reforma del Código del Trabajo, el más progresista del continente 4 ; la implantación de uno de los salarios mínimos más elevados de la región o incluso el regreso de la discusión sobre la soberanía del pueblo, el socialismo y el anti-capitalismo, mucho más allá de las simples esferas militantes. El programa de campaña de Chávez se orientaba claramente en torno a estas cuestiones estratégicas. Las elecciones del domingo tenían también un evidente carácter geopolítico. Una derrota del candidato del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) y de sus aliados del Gran Polo patriótico (incluyendo al Partido Comunista Venezolano) habría deteriorado en gran medida las relaciones de clases continentales, amenazando no sólo las conquistas sociales y democráticas de la última década, sino también la nueva autonomía relativa del Sur frente al imperialismo, la jovencísima Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), y acabando sobre todo con proyectos novedosos, aunque todavía balbuceantes o limitados, como el ALBA 5 o la Banca del Sur.

Sin embargo, esta nueva victoria electoral –muy clara e indiscutible- no puede esconder los múltiples problemas no resueltos después de 13 años de poder, los “dilemas” y las intensas contradicciones del proceso bolivariano, más allá de los discursos sobre “el socialismo del siglo XXI” (del que apenas se perciben unos contornos borrosos) 6 . Citemos algunos de los más flagrantes:

– La corrupción sigue siendo endémica, a todos los niveles institucionales (en particular al nivel de los gobernadores de los Estados federados), hasta el punto de que se puede hablar de un fenómeno estructural y enquistado, herencia de un Estado rentista y petro-depediente que no ha sido transformado.

– La burocracia, la ineficacia y la débil institucionalización de las políticas públicas, la falta de productividad de las empresas estatales, la rotación permanente de responsables en los ministerios y, como fue reconocido y repetido por el propio presidente durante la campaña, “la falta de seguimiento de los proyectos”, sobre todo de aquellos destinados a mejorar el acceso a la electricidad, a diversificar el modelo productivo o incluso a asegurar la soberanía alimentaria de un país que debe importar más del 75% de su alimentación.

– La inseguridad (sobre todo en las ciudades) y la amplitud de la criminalidad, que hace de Venezuela uno de los países con la mayor tasa de homicidios por arma de fuego ligera de todo el continente (excluyendo conflicto armado): una preocupación y un calvario cotidiano para los sectores populares, lo cual ha sido muy bien instrumentalizado por la derecha y la oligarquía, a pesar de algunos avances reales con la reciente reforma de la policía y el inicio de una toma en consideración del fenómeno.

– La debilidad de la estructuración del movimiento sindical, el fracaso –incluyendo la represión– de experiencias de control obrero y de cogestión (como en SIDOR o Sanitarios Maracay) 7 , el cuestionamiento de la independencia de la clase obrera, alimentada por la tentación permanente de un control por arriba del sindicalismo por parte del ejecutivo, verticalismo reforzado últimamente por las divisiones internas y la crisis de la UNETE (Unión Nacional de Trabajadores de Venezuela) y la creación (en 2011) de la CSBT (Central Socialista Bolivariana de los Trabajadores), infeudada en el Ministerio de Trabajo.

– La cuestión de la omnipresencia de Hugo Chávez, calificada a veces como “hiperpresidencialismo”, y por tanto el nivel de personalización del poder, en un contexto –además– en que el presidente está gravemente enfermo de cáncer y considerablemente debilitado.

– El mantenimiento de un modelo de desarrollo (y de un Estado) rentista surgido de la paradójica “maldición” de la abundancia petrolera 8 : un modelo no duradero, basado esencialmente en la explotación de este recurso, y una economía capitalista mixta en la que más del 70% del PIB sigue en manos del sector privado 9 , mientras una casta –denominada “boli-burguesía”– se enriquece a la sombra de este maná y de una “derecha endógena” al gobierno, encarnada en algunos hombres fuertes (y riquísimos) como Diosdado Cabello (hoy día presidente de la Asamblea Nacional).

– La política exterior, particularmente hacia Oriente Medio, donde en nombre de una estrategia antiimperialista “campista”, Hugo Chávez ha decidido apoyar, contra viento y marea, a diversos gobiernos autócratas, cuando no sanguinarios, de la región; una estrategia renovada después de las elecciones, cuando el presidente en una conferencia de prensa renovó su amistad con Bachard El Assad frente a los “terroristas” y la OTAN.

Sin embargo, y así lo hemos podido constar en nuestra estancia en Caracas durante las últimas elecciones, cada vez hay más voces y colectivos provenientes del “chavismo crítico” que se hacen oír para renovar su apoyo consciente al proceso (y a sus conquistas) 10 , al mismo tiempo que denuncian su estancamiento y la falta de avances en muchos terrenos, explican también que si una parte del electorado popular ha decidido votar por Capriles lo ha hecho para expresar su descontento o su desconcierto. Como señala Patrick Guillaudat: “Observando de cerca los resultados, la victoria es frágil, a pesar del hecho de que Chávez haya ganado a Capriles en 22 de los 24 Estados del país. Entre las últimas elecciones presidenciales de 2006 y las de 2012, Chávez ha ganado 752.976 votos, mientras la oposición ganaba 2.175.984, o sea tres veces más. En los barrios populares de Caracas (Petare, 23 de Enero, La Vega…) el voto chavista ha bajado entre un 6% y un 9%. El mismo movimiento se da en las otras ciudades del país. Por otra parte, el recuento preciso de los votos de cada candidato, distribuidos partido a partido, muestra que más de una quinta parte de los votos obtenidos por Chávez se dirigen a partidos distintos al PSUV […] El descontento o las críticas se han expresado también en un voto dirigido a organizaciones distintas del PSUV, sobre todo el PCV. En los días siguientes a las elecciones se lanzaron señales contradictorias. Por un lado, Chávez predica el diálogo y la apertura hacia la oposición. Por otro, militantes del PSUV piden una “rectificación” en el sentido de una profundización del proceso11 .

Es importante también señalar que el panorama de la oposición ha evolucionado mucho: se puede afirmar incluso, como hace el marxista Manuel Sutherland, que Capriles Radonski, candidato de la oligarquía y del imperialismo, es en cierta manera un “perdedor vencedor12 . El candidato de la MUD (Mesa de la Unidad Democrática), amplia coalición de una treintena de organizaciones (desde grupúsculos ex–maoístas a la extrema derecha), consiguió imponerse en las primarias frente a los grandes partidos históricos del “antiguo régimen”: COPEI (demócrata-cristiano) y Acción Democrática(socialdemócrata). Treintañero, procedente de la gran burguesía, dirigente de Primero Justicia (nuevo partido creado en 2000 con el apoyo de ultraconservadores estadounidenses) y muy activo durante el golpe de Estado de 2002, Capriles ganó en buena medida su desafío: imponiendo su estrategia, ha conseguido también rejuvenecer y dinamizar la imagen de la oposición, ha triunfado con brío en muchos mítines en todo el país. Todo esto lejos de la histeria semi-fascista de los años anteriores, llegando a hacer una campaña de propaganda con tonalidades de centro-izquierda, “humanista”, proclamándose cercano a Lula y vinculado al progreso social… al mismo tiempo que proponía un programa violentamente neoliberal 13 . Conclusión de Sutherland: “Capriles Radonski ha dado claramente la impresión de ser un rival que se prepara para tomar el poder a mediano plazo (2018), en un contexto electoral más favorable, esto es, en el momento en que el deterioro de la popularidad del chavismo como consecuencia del aumento de los problemas de la sociedad venezolana (inseguridad, elevado coste de la vida, paro, etc.) será determinante. Si las actuales tendencias electorales continúan evolucionando en estas direcciones por los dos campos, Capriles bien podría ser el próximo y más neoliberal presidente de Venezuela”.

Las elecciones regionales (elección de gobernadores y de parlamentos federados) de mediados de diciembre serán sin duda una nueva prueba para el campo bolivariano. Ya se siente cierto malestar en el seno del chavismo militante, frente a los candidatos escogidos, todos nombrados “por arriba”, y frente a los representantes de la dirección burocrática de un PSUV cada vez más alejado de su base, que proceden directamente del poder militar que rodea al presidente. Por ejemplo, en el Estado de Bolívar se encuentra Francisco Rangel Gómez, que aspira a una segunda reelección, a pesar de ser conocido por su feroz oposición feroz contra los obreros de SIDOR en el 2008; y en el Estado de Lara, el ex–gobernador y militar Luís Reyes Reyes sigue llevando los colores bolivarianos, aunque ha sido acusado por muchos movimientos sociales de ser responsable, en el pasado de violaciones a los derechos humanos.

A pesar de todo, y a pesar de este panorama abiertamente crítico (que nos parece indispensable a la hora de expresar nuestro internacionalismo tanto frente a la intensa campaña mediática antichavista 14 como frente a las oligarquías del sur y del norte), el pueblo bolivariano (y sus luchas) sigue vivo, dinámico, rebelde, dispuesto a sublevarse. El proceso no está muerto, ni mucho menos. Basta con recorrer los “ranchos” de las grandes ciudades, las calles de Caracas, las fábricas de Ciudad Guyana o el interior del país para darse cuenta. El “proyecto alternativo en tensión”, según denominación del politólogo y altermundista Edgardo Lander, sigue siendo un dato central de las coordenadas políticas de la actual Venezuela. Este proyecto, atravesado por una “tensión entre el control desde arriba y la autonomía por la base”, ha cristalizado en torno a la noción medular del conjunto del discurso político bolivariano: el “pueblo soberano15 . De éste dependerán precisamente los próximos meses. Según el editorialista de La Jornada, Guillermo Almeyra: “Quienes votan por Chávez no están ciegos frente a los problemas de la corrupción, del verticalismo, del burocratismo, de la dirección militar de un proceso que exige, por el contrario, la más amplia participación decisiva de la población, la discusión abierta de las distintas opciones posibles para resolver los grandes problemas, el control popular de las realizaciones y de las instituciones gubernamentales”. Y añade: “En lugar de presentar una candidatura independiente y antichavista, como la del combativo sindicalista Orlando Chirino, separando a los socialistas de los chavistas, la izquierda revolucionaria habría debido trabajar junto a los chavistas partidarios del socialismo para reforzar la autoorganización de los trabajadores y, tras la derrota de la derecha, librar batalla en mejores condiciones contra el verticalismo y los burócratas-tecnócratas que esperan la desaparición de Hugo Chávez para controlar el aparato de Estado. Porque las grandes batallas se librarán después del mes de octubre”.

Esta opción es compartida, en particular, por Marea Socialista, corriente anticapitalista del PSUV, de quien presentamos una entrevista aquí debajo. Durante las elecciones presidenciales, sus militantes –muy implicados en el movimiento sindical y en una parte del movimiento de jóvenes- lanzaron una campaña en base a las consignas “7 octubre: Chávez presidente; 8 octubre: liberar a la revolución de sus burócratas” y “¡Por un gobierno del pueblo trabajador sin capitalistas!”. Se habían reagrupado, en mayo de 2012, en el seno de la APR (Alianza Popular Revolucionaria) intentando construir una movilización bolivariana autónoma, no infeudada en las estructuras del Estado o del PSUV, junto a la organización campesina “Corriente Revolucionaria Bolivar y Zamora”, el Movimiento de Pobladores, la Asociación Nacional de Medios de Comunicación Comunitarios Libres y Alternativos (ANMCLA), Surco (colectivo de educación universitaria), organizaciones feministas, etc. Frente a las veleidades, de una parte del gobierno, de conciliación con la oposición o la oligarquía, que parece despuntar en las últimas semanas, estos sectores críticos subrayan que sólo las luchas sociales y la profundización de las conquistas democráticas, de las formas de participación autónoma y un control sobre la economía y sobre el funcionamiento del Estado, la creación de formas de poder popular real, podrán dar un contenido concreto a los llamamientos al “socialismo del siglo XXI”. Y comenzar a superar así los obstáculos y contradicciones del proceso bolivariano, sin permitir el retorno de los neoliberales y de los agentes de Washington al país. Se trata de la última oportunidad dentro de esta nueva secuencia política abierta, luego de 13 años en el poder. Y nada indica por ahora que sea la más probable, aunque sea la más deseable desde el punto de vista de los anti–neoliberales consecuentes y de los anticapitalistas.

NOTAS

(1) Orlando Chirino, sindicalista revolucionario, militante trotskysta y candidato del PSL (Partido Socialismo y Libertad), obtuvo solo 4140 votos (o sea 0,02% de los electores), sin lograr tener influencia alguna sobre el electorado popular. Ver los resultados: www.eleccionesvenezuela.com/resultados-elecciones-venezuela.php .

(2) E. Laclau, La razón populista, FCE, Buenos Aires, 2005.

(3) M. Lemoine, « Venezuela : les électeurs ont « confisqué » la démocratie », www.monde-diplomatique.fr , octubre 2012.

(4) Esta ley reconoce entre otras cosas amplios derechos para las mujeres trabajadoras; permite una importante reducción del tiempo legal de trabajo de 44 horas a 40 horas semanales (y 35 horas para el trabajo nocturno); el combate a la tercerización o el reforzamiento de la protección social y de los derechos laborales o a la huelga.

(5) Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos o ALBA-TCP: www.alianzabolivariana.org .

(6) Leer: F. Esteban, S. Brulez, « Le laboratoire du socialisme du XXIe siècle cherche toujours la formule qui marche », Inprecor, n° 564-565, agosto 2010 y P. Stefanoni, « El triunfo de Chávez y el socialismo petrolero », Viento Sur, octubre 2012, http://vientosur.info/spip/spip.php?article7271 .

(7) A. Acosta, La maldición de la abundancia, Quito, Abya Yala, 2010.

(8) Ver los escritos de Víctor Álvarez, economista y exministro de las industrias de base y de las minas: Venezuela: ¿Hacia dónde va el modelo productivo?, Caracas, Centro Internacional Miranda, 2009.

(9) Incluso colectivos y militantes libertarios, como el intelectual crítico Roland Denis, llamaron a votar para Hugo Ch á vez, concientes del peligro que representaban Capriles y la MUD.

(10) Tout est à nous ! La Revue, diciembre 2012. Ver también: P. Guillaudat et P. Mouterde, Hugo Chávez et la révolution bolivarienne, M Editeur, Québec, 2012.

(11) M. Sutherland, « Retour sur la victoire de Chavez : radicalité vs. conciliation droitière », Apporea.org, octubre 2012 (consultado en francés en: www.avanti4.be ).

(12) Ver el análisis, muy difundido durante la campaña por el PSUV, del sociólogo Romain Mingus: El Nuevo Paquetazo, www.comandocarabobo.org.ve/el-nuevo-paquetazo .

(13) Leer el informe « Venezuela » del colectivo ACRIMED (Acción Crítica Medios) – Paris: www.acrimed.org/rubrique179.html .

Fuente: Revista Inprecor – www.orta.dynalias.org/inprecor/ – noviembre de 2012 – Traducción de Viento Sur (www.vientosur.info/spip/spip.php?article7478)

A propósito de la D para la próxima etapa de las elecciones en Cuba

Por Lourdes Rojas Terol

La propuesta publicada con el nombre de “UNA ACCIÓN AFIRMATIVA POR LA DEMOCRATIZACIÓN”, que, en esencia propone votar poniendo una D en las boletas, es una propuesta interesante como signo de las ansias que tenemos de construir un consenso para el cambio y, sobre todo, de hacerlo en paz. Pero tiene un defecto práctico que la hace poco viable: el conteo de votos. En efecto, toda cosa que se escriba en la boleta la anula, por lo que las boletas marcadas con la D serían contadas como voto nulo igual que las que tengan escrita cualquier otra cosa y, por otra parte, muchas personas tienen el temor de que escribir en la boleta, incluso una letra, los haga reconocibles. La intensión de los proponentes es que nadie quede “marcado”. Pero cualquier persona, sea de la comisión electoral o simple ciudadano observador del conteo, que manifieste la menor curiosidad por cuántas D hay en su colegio, quedará “marcado”.

Creo que hay otra manera, también dentro del marco legal, de usar las elecciones para empezar a construir nuestro consenso. Para ello es necesario distinguir entre las dos elecciones porque tienen objetivos diferentes y precisan tácticas diferentes.

PRIMERO: Las elecciones para la Asamblea Municipal, donde se elige al delegado, ya tienen un movimiento tácito de resistencia que se manifiesta por: baja asistencia a las asambleas de nominación, evidente falta de deseos de proponer candidatos y multiplicación de los pretextos de los propuestos para “declinar” el honor que se les hace. En este caso, a la hora de las elecciones, el VOTO EN BLANCO sería coherente con la apatía manifestada en el proceso de nominación, con la salvedad de que el voto en blanco sí se cuenta y significa algo entendible para todos, a saber: los delegados no pueden resolver los problemas, sintetizado por alguien del pueblo que dijo: “nosotros respetamos a los delegados, pero el gobierno no”. Los que han sido delegados conocen la experiencia: no son profesionales por lo que su trabajo, el más importante, el que expresa más directamente la voluntad popular, lo tienen que hacer en horario extra laboral, no tienen recursos y son peloteados de acá para allá por burócratas de toda laya, se agotan en gestiones que muchas veces terminan en nada. Y eso hablando de los problemas locales, en cuanto a la participación real en la toma de decisiones, tengo un ejemplo concreto: en una ocasión los electores de mi circunscripción tuvieron cuestionamientos sobre los equipos que se repartieron durante la “batalla energética”, como eran decisiones a nivel nacional, el delegado no tenía las respuestas, por lo que los electores solicitamos se reuniera con nosotros uno de los diputados a la Asamblea Nacional por los que nos tocaba votar cada 5 años, no era la propuesta de un elector, era la solicitud de la asamblea, no obstante, jamás se produjo ese encuentro. Si se le propone a la gente canalizar su inconformidad mediante el voto nulo, una parte, por temor, votará en blanco. En cambio, si la inconformidad se canaliza en torno al voto en blanco creo que el resultado sería estadísticamente más impactante, sobre todo, para nosotros mismos.

SEGUNDO: las elecciones para las Asambleas Provincial y Nacional. En este caso, la táctica debería ser diferente. Como el voto nulo y el voto en blanco no se cuentan como votos válidos, por grande que sea el impacto estadístico, el resultado no afecta a las elecciones en sí mismas. En este caso, la táctica más efectiva es el VOTO POR UNO. En efecto, para ser elegido, el candidato debe tener más del 50% de los votos válidos, por ejemplo: hay tres candidatos A, B y C, y hay 50 votos válidos, pero 20 votan por A, 20 por B y 10 por C; resultado: ninguno de los candidatos obtiene los 26 votos mínimos (50% más 1) para ser electos y quedan tres plazas vacantes. Sería un caso sin precedente que podría obligar, incluso, a la convocatoria a una nueva elección según el art. 125 inciso c), de la Ley Electoral. Esto no se podría lograr con el voto nulo.

El voto nulo, en cualquiera de los dos casos, tiene un significado relativo en cuanto a termómetro de inconformidad, por la sencilla razón de que un voto puede ser anulado por error, pero, estadísticamente todos, los intencionales y los accidentales, son parte de una sola cifra.

No creo que esto, en sí mismo, signifique la gran revolución ni mucho menos; incluso, la sola idea de que tenga éxito puede intimidar a muchos, es la mezcla de miedo y deseo que provoca cualquier cambio (de casa, de trabajo, de pareja, hasta el nacimiento de un hijo).

Pero lo cierto es que estamos ya, como cantara Serrat: “hartos ya de estar hartos” y esta sería una forma, tan válida como cualquier otra, de decirlo.

Por otra parte, todos los náufragos que se respetan, han comenzado a construir su vida isleña contando los recursos que han podido salvar del naufragio y, en primer lugar, a sí mismos. ¿No deberíamos nosotros hacer lo propio? Porque yo siento curiosidad por saber cuántos de los que nos montamos al mismo barco de ilusiones se hundieron con el barco y cuántos estamos en tierra, con lo que pudimos rescatar del barco, dispuestos a construir una nación donde la Constitución sea respetada, donde, efectivamente, “la Ley Primera de la República sea el culto de los cubanos a la dignidad PLENA del hombre”.