La otra ceguera

El post La otra ceguera es de autoría de Yusimí Rodríguez

La otra ceguera

Voy a contar una historia de amor que puede resultar un poco cursi, pero que me encantaría haber escrito. La historia de un hombre que provoca un accidente en el que muere su esposa, lo que sería suficiente tragedia para una historia de amor. Pero en el accidente pierden la vida otras seis personas.

¿Cómo se vive tras la pérdida de un ser querido? ¿Cómo se vive con el peso de siete muertes en la conciencia? Intentando salvar otras siete vidas. Ese es el propósito del protagonista de esta historia. Repartirá sus bienes y sus órganos a siete personas. No se tratará sencillamente de siete personas que lo necesiten, sino de siete que lo merezcan. ¿Quién decide esto? A falta de Dios, él mismo. Tejido pulmonar, hígado, riñón, córneas, médula ósea, su propia casa (vivirá en un cuarto alquilado hasta el momento del último paso): donar su corazón. Hasta aquí no hay problemas. No le interesa vivir después de haber perdido, por su propia culpa, a la mujer que amaba.

Como he dicho, debe decidir quiénes, entre varios candidatos, recibirán sus órganos. Para eso, necesita conocerlos, ponerlos a prueba, sin hacerles saber nunca que es su posible donante. ¿Qué sucede? Unos segundos para que adivinen. A estas alturas, con tanto entrenamiento en cine de Hollywood, no debe ser difícil. Nuestro héroe se enamora de la mujer que necesita su corazón.

Perdón, había olvidado aclarar que hablaba de una película: Seven pounds, exhibida en Cuba bajo el título Siete almas. ¿Por cierto, mencioné el color de la piel del protagonista?

Si usted ahora me pregunta qué tiene que ver el color de la piel esta historia, me veré obligada a responderle: absolutamente nada. Y de eso se trata precisamente. El protagonista de esta película es Will Smith. Un actor negro, en una película que no tiene nada que ver con racismo, en la que no está interpretando a un personaje real que es negro. No se trata del socio negro del héroe blanco; del negro que garantiza que el film sea políticamente correcto. Es simplemente un actor negro, en una película en la que no hacía falta un actor negro. ¿Por qué?

Durante años, he tenido en la mente una escena bestial, de una película bestial: Tiempo de matar (ignoro el título en inglés), y para contar esta historia era preciso que el actor, aparte de ser bestial, fuese negro: Samuel Lee Jackson.

La historia: Dos hombres blancos violan a la hija pequeña de Jackson (no recuerdo el nombre del personaje). Los cogen presos, pero como la justicia es sorda, muda y ciega, es comprensible que se enrede en el camino, sobre todo si estamos en el sur de los Estados Unidos, los perpetradores son dos hombres blancos y la víctima, una niña negra. El padre decide tomar un atajo: cose a los violadores a balazos. Y como la justicia es sorda, muda y ciega, y estamos hablando del sur de los Estados Unidos, le toca ser juzgado por asesinato en primer grado, por un jurado compuesto por personas blancas. Su abogado, también blanco, no encuentra una defensa eficaz para salvarlo de la pena de muerte. Negro, te salaste.

La escena: Alegato final de la defensa. El abogado relata a los miembros del jurado la historia de una niña que va a comprar unos huevos que le encargó su madre, y en el camino de regreso, dos hombres la violan repetidamente, la golpean, orinan sobre ella. La niña sobrevivió a esta salvajada y tal vez la olvide; tal vez quede solo como una pesadilla de la que logrará despertar cada mañana. Pero al despertar, cada mañana, le faltará la visión de un ojo, nunca será capaz de tener hijos. El abogado deja que todos los detalles morbosos (y monstruosos) calen en la mente del jurado, y entonces deja caer la frase lapidaria de la película: “Ahora imagínense que es blanca”.

Porque de eso se trata. No de un negro que acribilló a unos blancos que violaron a su negrita; sino de un padre al que cegó la rabia contra dos hombres que violaron a su hija.

No se trata de un negro que provocó un accidente en que murió su negra y otros seis; sino de un hombre que ha tenido que vivir con el dolor de la pérdida y el peso de su conciencia; de un hombre que vuelve a enamorarse cuando cree que no merece estar vivo, ni tiene motivos para estarlo.

¿Por qué Will Smith es el protagonista? Porque es un tronco de actor, que casualmente, es también un hombre negro.

Por cierto, y sin que venga al caso, el director de la película, es un hombre blanco.

También sin que venga al caso, deseo referirme a un texto que apareció en la revista digital Esquife, hace seis años. Su título es “Nuestra ceguera blanca” y ahora aparece al menos en dos blogs y no sé cuántos sitios de Internet; una revista y dos antologías impresas. Es casi un riesgo intentar cogerle las costuras a un texto tan elogiado. Voy a correr ese riesgo.

A propósito, soy la autora de “Nuestra ceguera blanca”.

Una debe preocuparse cuando escribe algo y enseguida aparece gente que la felicita y le da palmaditas en la espalda. Una debe alegrarse, es humano alegrarse, pero una debe también preocuparse al menos un poquito y releer lo que escribió.

Ahora, quisiera que al menos una lectora de ese texto me hubiese preguntado con qué derecho cuestiono que una mujer negra se desrice su pelo, sobre todo si lo hace con su dinero. Quién soy para decirle a usted cómo debe asumir su negritud. Quién soy para decirle que debe asumir su negritud. ¿Llevar el pelo crudo, sin desrizar, es sinónimo de ética, honestidad? En algún momento, el afro y los dreadlocks fueron símbolos de orgullo de la raza negra. Para muchas personas aún lo son. La forma de llevar el pelo puede tener un contenido muy político o responder a una simple moda. Pero si algo me han demostrado los últimos meses, es que con la ética y la honestidad, la forma de llevar el pelo tiene muy poco que ver. Incluso con el talento, la ética y la honestidad tienen muy poco que ver.

En otro momento de “Nuestra ceguera blanca”, hablé de mi corta experiencia como modelo. Insinué que la cortedad de mi carrera se debió al hecho de ser negra. No lo dije directamente; no habría sido tan efectivo. Ni verídico, nadie me dijo nunca que tenía que abandonar la Maisón por ser negra. Lo que escribí: que prescindieron de mis servicios por ser demasiado bajita, y que otras muchachas de mi estatura permanecieron en la Maisón, y eran blancas, es cierto. Pero la relación entre esos hechos no pasa de ser una suposición, que podría ser cierta o no. Nunca lo vamos a saber. Lo cierto es que si iba a referirme a mi etapa como modelo, también pude haber mencionado que varias personas (incluso alguien de piel blanca) trataron de hacerme regresar al mundo de la moda. ¿Por qué no lo hice? Me faltó valor para luchar por mi sueño; o no era mi sueño. Otras modelos negras de este país alcanzaron el éxito (tanto éxito como le es posible alcanzar a una modelo en este país). Si enfrentaron manifestaciones de racismo, solo podrán decirlo ellas. No lo dudo. Pero eso no les impidió llegar a donde querían.

A veces tengo la impresión de que las personas negras solo somos capaces de hablar de la cuestión racial, el racismo. O de que solo nos creen capaces de hablar de la cuestión racial. O de que estamos obligadas a hablar de la cuestión racial. ¿Cómo es posible que haya publicado tres textos de no ficción, y los tres tengan que ver con la cuestión racial? ¿Cómo es posible que la única vez que alguien me ha pedido que escriba un texto para una publicación, me haya pedido que escribiera un texto sobre el cabello de las personas negras, o sea, en el fondo, la cuestión racial; que mi primer texto para el sitio digital Havanatimes, fuera un texto sobre racismo; que ahora esté escribiendo sobre lo mismo?

Somos víctimas de otra ceguera, una ceguera que a veces nos impide ver otra cosa que el racismo, que nos confina a un tema, que nos impulsa a la catarsis. Lo peor, esa catarsis es humana y casi inevitable. E incluso, necesaria.

Demasiado tiempo, hemos padecido un gobierno-partido que alardeaba de haber eliminado el racismo y no estaba dispuesto a admitir su fracaso en este campo (como en otros tantos). Demasiado tiempo, hemos tenido que escuchar que encima estábamos en deuda, y muchos lo creen, por su ignorancia, nuestra ignorancia, de la historia. Demasiado tiempo, hemos padecido una profunda ignorancia de la historia. Demasiado tiempo, hemos esperado que los medios oficiales, voceros del gobierno-partido, considerasen oportuno el tratamiento del tema. Demasiado tiempo, hemos esperado la oportunidad de sentarnos ante la pantalla grande (o la chica, no exigimos tanto) a ver actores y actrices negras interpretando, no a negros o a negras, sino a seres humanos.

Demasiado tiempo, esperamos que llegara el año de los afro descendientes, que por cierto llegó y como todos los años de nuestras vidas, pasó. ¿Qué nos dejó?

Hora de detenerme y respirar. Estoy haciendo catarsis.

No han quedado muchas otras alternativas. No seré quien diga cuando dejar de hacer catarsis, solo puedo intentar detener la mía. Me aterra la posibilidad de regodearme en el papel de víctima, de no querer ser otra cosa que víctima, de limitarme y permitir que me limiten a hablar de la cuestión racial.

Cuidado, y sé que esta idea podría traerme enemigos (si no los tengo ya) con regocijarnos porque de pronto haya más personas negras en el Buró Político del único partido que existe en el país. El poder sigue siendo el mismo. Sobre todo, cuidado con pensar que el mundo sería mejor si hubiese más personas negras en posiciones de poder. Quisiera yo que fuese tan simple, solo que el mundo es más complejo que eso. Los seres humanos somos más complejos que eso. Si una verdad me ha golpeado la cara en los últimos años, con más fuerza en los últimos meses, es que el color de la piel no es un mérito. Ser hombre o ser mujer no constituye, en sí mismo, un mérito. Dicho esto, no espero los halagos y las palmaditas en la espalda que recibí por “Nuestra ceguera blanca”. Una debe decir lo que piensa, aunque se quede sola, sin que eso duela demasiado. Una debe decir lo que piensa, aunque se quede sola y le duela demasiado.

Si a estas alturas del texto, alguien me lee, quisiera volver a hablar de amor, de tragedias humanas que nos afectan tanto a blancos como a negros. Hace un año, o poco más, vi la película “Cosas que perdimos en el fuego”, protagonizada por Hale Berrie, Benicio del Toro y David Duchovni. Cuando arranca el film, Hale es la esposa de Duchovni y tienen dos hijos. Una pareja interracial con hijos, en los Estados Unidos. Una historia que promete, excepto que ese no es el tema de la película. De eso no se habla en la película. Se habla de amor, de amistad, de adicción. Benicio del Toro, mejor amigo de Duchovni, es un adicto a las drogas. Duchovni es el sostén de su esposa y de su amigo. Duchovni quiere ser el sostén del mundo. Interviene en una pelea matrimonial, o más bien en una golpiza matrimonial que un tipo propinaba a su pareja. Termina recibiendo un tiro. Es la historia, una mujer que queda sola con sus dos hijos; un drogadicto que pierde a su mejor amigo. Dos personas que intentan sobreponerse a la pérdida y seguir adelante. Dos personas que intentan ayudarse a vivir. Dos personas que sufren el dolor de la existencia, un dolor que nos parte a todos, negros y blancos. Nadie escapa.

No cuento el final, solo un detalle curioso que me aportó una amiga super cinéfila. Se había pensado en una actriz blanca para el personaje femenino. ¿Y por qué no? Esta no es una película sobre la esclavitud en los Estados Unidos, o sobre la discriminación racial posterior a la esclavitud en los Estados Unidos. Hale Berrie tuvo la oportunidad de leer el guión y decidió que el personaje era para ella. ¿Por qué no? Esta es una historia de amor, amistad, pérdida. Lo que se requería para contarla era una buena actriz, una tremenda actriz. Hale Berrie lo es. Fuente: www.vercuba.com

Este viernes 17: Reggae en Alamar por Marcus Garvey

Por Regina Cano

HAVANA TIMES — Al parecer, los Alamareños y todos aquellos a quienes se les ocurra asistir, disfrutarán de un Concierto de Reggae en homenaje al 125 aniversario del nacimiento de Marcus Garvey.

Este homenaje, que por primera vez ocurrirá en Cuba, tendrá lugar en el Anfiteatro de Alamar, el viernes 17 de agosto entre las 8:30 PM Y 11.00 PM, con un Cover de 5.00 pesos MN. Un género común para grupos de músicos de La Habana, quienes “vienen trabajando en uno de los géneros más representativos del Caribe y menos promocionado en Cuba”. “Sus influencias y aportes a la nueva generación de la música popular son de nuestro interés, así como visualizar una muestra de sus exponentes en La Habana” –explican los organizadores en un promocional. “El homenaje al nacimiento de Marcus Garvey…” será realizado por “…un Grupo de Artistas y Promotores de la Música, con la colaboración de la Dirección Municipal de Cultura de Habana del Este…” –contiene la nota.

Algo más

Según un dato poco conocido, Cuba estaba incluida en la ruta de La Línea de buques de la Black Star Line –fundada por Garvey- para el Regreso a África. Esta ruta incluía a Santiago de Cuba y Banes, en Holguín –lugares de mayor población anglocaribeña y descendientes de esta- donde tuvo mejor aceptación la idea del “Regreso…” cuando Garvey estuvo en Cuba, aproximadamente en el 1921. Marcus Garvey, quien creó el movimiento “Regreso a África” -la Tierra Ancestral- y fundó La Asociación Universal para el progreso de la raza negra y La Liga de las Comunidades Africanas. Sorprendente, interesante y bueno es que en Cuba se celebre la fecha del nacimiento de Garvey -como en otras pocas tierras- para recordar el paso por la historia de una Idea, Esperanza o Ilusión en la que se vieron involucrados negros de América y el Caribe, como un reclamo a aquellos que los arrancaron de sus tierras o un rehacer su destino.

Actualización: se prevé que actuarán 7 SELLOS, HORMIGA BRAVA, SIN SEMILLA, TIERRA QUEMÁ y DAVID D´OMNI. La guagua para Alamar sale a las 8 pm desde alrededores del Capitolio.

Publicado en Havana Times

Un libro equivocado

Por Guillermo Rodríguez Rivera

[Nota de OC: hemos conservado la ortografía, puntuación y  redacción originales, solo se eliminaron las notas al pie – cuyo contenido proveemos entre paréntesis, para facilitar la lectura en formato blog…]

Rolando Rodríguez le pidió prestado a Ilya Ehremburg el título de su novela sobre la noble figura de François Noel Babeuf, — llamado Graco, como el romano tribuno de la plebe –, revolucionario que enfrentó en Francia a la llamada reacción termidoriana, defendiendo los postulados de 1789. Fue más allá, al promover un radical programa socialista y querer derrocar el gobierno del Directorio, lo que hizo que la derecha francesa lo guillotinara en 1797.

El libro de Rodríguez es un acercamiento a la protesta armada del Partido Independiente de Color, de la que estarán cumpliéndose cien años el entrante 2012. De la protesta armada, y de la masacre desatada contra negros y mulatos por los políticos blancos, liberales y conservadores, bajo el gobierno del general José Miguel Gómez.

Pero la repetición de aquel titulo – que obviamente pretende acercar los dos movimientos – es un primer error de este libro que, como trataré de hacer ver , no se reduce al título. Continue reading

Encuentro de debate sobre escritor negro “olvidado”

Instituto Cubano de Antropología / Jornada por el Año Internacional de los Afrodescendientes

Afrodescendencia, creación literaria y revolución: “…el tiempo roto” de Manolo Granados

En lo que se definió como la novela de la revolución cubana, la voz narrativa de Manolo Granados no ha sido conceptuada como tal. Obra olvidada, desigual, pero única, donde la revolución de 1959 se nos muestra desde la óptica de un negro camagüeyano acosado por los prejuicios raciales, la sobrevivencia cotidiana y la búsqueda de un lugar dentro de la lucha antibatistiana y en el nuevo orden social.

Rescatar del olvido la obra y el recuerdo de Manolo Granados es un acto de justicia, pero también de ensanchamiento de nuestra sensibilidad estética y social.

Panelistas:

Georgina Herrera Recuerdos personales de la juventud

Tato Quiñones: Mi socio Manolo

Mario Castillo: En busca del rebelde negro: Julián en “Adire y el tiempo roto”

Lugar: Instituto Cubano de Antropología (Amargura 203 e/ Habana y Aguiar)

Miércoles, 9 de noviembre, 11:00 a.m.