Por Jorge Luis Alemán
Más que una vanguardia que elabore el proyecto “modelo”,
más que nuevas formas de poder central y concentrado
necesitamos prácticas diferenciadas, flexibles, movimentistas,
simultáneamente locales y globales.
Göran Therborn (1)
La conformación del Estado moderno está íntimamente ligada al surgimiento del pensamiento liberal y a la filosofía política moderna, de los cuales deriva una racionalidad instrumental centrada en el mercado capitalista, que contrapuesto al Estado monárquico, es entendida como superior a la actividad política de este. A partir de esta configuración de la realidad sociopolítica, el liberalismo, en su cuestionamiento a la autoridad despótica y supuestamente divina de la monarquía, pretendió restringir los poderes del Estado y definir una esfera privada especial, independiente de la acción de este: la sociedad civil burguesa (bürgerliche Gesellschaft).(2)
La misma tiene la necesidad de un Estado “mínimo”, capaz de asegurar las reglas del juego que garanticen el libre desenvolvimiento de la iniciativa de los individuos, por tal motivo, hará de éste y sus instituciones políticas, un mero artefacto al servicio de los intereses individuales. La ideología liberal se erige sobre una lógica antiestatista —que combina con un Estado Guardián— al servicio del mercado capitalista, a partir de la cual instituye una democracia autoritaria por y para la burguesía. En tal sentido, la sociedad civil, en el período comprendido entre los siglos XVII y XIX, es nítidamente clasista, ya que solo representa a dicha clase.
El desarrollo de la sociedad civil, durante la segunda mitad del siglo XIX, posibilitará que adentrado el siglo XX, no tenga sentido identificarla con la sociedad burguesa, ya que esta “deja de ser el ámbito de una sola clase, toda vez que ahora aparecen otras clases organizadas. En su seno brota un conflicto, que es ante todo un conflicto de clases.” (3) Al ser considerado este conflicto como legítimo, el Estado comienza a desarrollar nuevas funciones que facilitan un consenso que —lejos de eliminarlo— lo atenúa e institucionaliza.
En todo caso, estas nuevas funciones, encaminadas a asegurar un nivel de vida digno a todos los ciudadanos para lograr una aparente estabilidad social, se manifiestan como un efecto legitimador del sistema capitalista que se había mostrado incapaz en ese sentido, y al mismo tiempo, trata de paliar el efecto negativo que comportaba la alternativa socialista, en cuanto a su capacidad para viabilizar el pleno empleo, reducir la desigualdad social y posibilitar la cobertura de las necesidades básicas de la población. (4)
Estas nuevas funciones también facilitan el fomento y desarrollo de la sociedad civil, que en su relación con el Estado, forman la base del consenso democrático de las sociedades europeas —sobre todo, después dela II GuerraMundial— a partir del cual, se va a instituir el Estado de Bienestar como forma de organización socio-estatal superior al régimen anterior. (5) Continue reading