Política de normalización a debate

Por Ramón García Guerra

Convaleciente de una operación, en enero, recibí la visita de un joven antropólogo español que me pedía mi opinión sobre la clase dirigente en Cuba. Específicamente se interesó por el proyecto de sociedad que aquélla echa adelante. [Investigaba el pico del petróleo y el futuro del capitalismo en el mundo. Particularmente, quería saber si Cuba era una alternativa en el tema de la energía.] Sobre la clase dirigente en la Isla, le dije: 1) Tiene plena conciencia de la tragedia social, histórica y política que enfrenta hoy el país; 2) Sinceramente, tiene la voluntad de resolver esta situación y hacen su mejor esfuerzo por hallar la solución; [Pero…] 3) Carece del poder que se necesita para llevar a término estos cambios; 4) Desconectada de la nueva sensibilidad de época la clase dirigente hará que la estructura de poder al final colapse. [Desde luego, tener total conciencia de la situación (1) no significa que dicha conciencia sea eficaz (4). Asimismo, mostrar una voluntad de cambio (2) no implica poder realizar esta voluntad (3)]. Enfrentados a un juego de fuerzas que les supera, todo el “realismo político” que hoy muestran los líderes históricos del proceso sólo pudiera ser entendido como el desarme de la ideología de la revolución.

La crítica que hacíamos antes al neodesarrollismo de los tecnócratas, ahora será completada con la crítica al neopopulismo de los ortodoxos. Encontramos detrás un proceso de normalización que prefigura una sociedad. [Proceso este que marcha lentamente dada la falta de asideros para proyectos de vida individual y colectiva que se encuentran en medio de una sociedad en transición.] En verdad no sería difícil imaginar cuánto contribuye la ideología del desarme en aquel proceso. Consideremos, por ejemplo, el impacto mediático del reciente discurso de Luis Ignacio Lula da Silva entre la audiencia cubana. Corremos el riesgo de que las actuales reformas cierren puertas ante cambios más radicales de la sociedad. Este artículo hace la denuncia y ofrece una alternativa al desarme. [La crítica que hicimos a Fidel Castro en 2008[1], basada en la lectura que hacía del Programa de Gotha –para acabar aquél negando el factor subjetivo que tan decisivo ha resultado en la historia (incluso en su propia biografía política)– hoy debe ser repetida una vez más.] Después de la intervención de Da Silva, –patrocinador del puerto de contenedores– asistimos al desarme de la ideología de la revolución.

Entender la política neopopulista que sigue el PT brasileiro sería algo sencillo. Pero hallar una solución de continuidad entre la estrategia de desarrollo que fuera adoptada por la quinta economía del mundo y los desafíos que debe enfrentar una pequeña isla caribeña es mucho más complejo. Empecemos por decir: Lula es nuestro Blair. La política liberal-burguesa (keynesiana) que adoptó Lula da Silva para redistribuir el ingreso nacional, resultó al final funcional a la rápida expansión del capital brasileiro y haría de él mismo el albacea de este proceso. Entonces acabó por resituar en otra escala la tragedia de los oprimidos en el Brasil sin modificar la lógica del sistema. [Salvar de la pobreza a millones no es una política de éxito si deja intactas las bases del sistema que produce tan triste figura.] Acaso si ha creado otro tipo de pobres. Espanta ver la actitud fascinada frente a las políticas neopopulistas en América Latina que adoptan los ortodoxos en Cuba. [Una actitud que sólo se podría comparar con la de los tecnócratas en la Isla con respecto a los modelos asiáticos.] Digámoslo de una vez: Lo que revela el discurso de Lula da Silva es la mala conciencia que padece un sector de la izquierda en el Brasil. Continue reading

Las cooperativas pueden salvar el socialismo cubano

Entrevista por Vicente Morin Aguado con Grady Ross Daugherty, un socialista estadounidense contrario al marxismo.

Grady Ross Daugherty

Luego de varias semanas de difícil intercambio vía Email, difícil como debe suponerse por la lentitud y alto precio de Internet en los hoteles, intento precisar el pensamiento del señor Grady Ross Daugherty, líder y fundador del Movimiento para un Socialismo Moderno, caracterizado como República Cooperativa de los Estados Unidos.

HT: ¿Cuál es el lugar de las cooperativas en el proceso de reformas que se desarrolla ahora dentro del experimento socialista cubano?

Grady Ross Daugherty: Gracias por caracterizar el periodo de medio siglo posterior al Capitalismo en Cuba como un “experimento.” Un experimento es una manera de probar una hipótesis razonable. Si nosotros miramos al modelo cubano como un experimento, un trabajo modificable, su funcionamiento podría alterarse, alcanzando mayor prosperidad y progreso.

En nuestra discusión nosotros debemos tener presente que la mayoría de los tipos de cooperativas requieren una cierta base de propiedad privada legal, si deseamos que sean funcionales. Por ejemplo, las cooperativas agrícolas requieren la propiedad de la tierra cultivada y sus estancias familiares, no el usufructo, si aspiramos a que sean efectivas y hacer a Cuba autosuficiente en la producción.

HT: Con su opinión en torno al tema de la propiedad, comienzo a entender la postura no marxista advertida por Grady Ross antes de comenzar nuestro intercambio. Tal vez parezca una disgregación, pero es bueno precisar algo tan polémico como el declararse no marxista y a la vez socialista.

GRD: Desde sus orígenes en el siglo XIX, el movimiento socialista era mutualista y cooperativo, algo notable en Francia e Inglaterra, donde los obreros y campesinos estaban ávidos de poseer la tierra y los instrumentos de producción como su propiedad privada. Ellos no deseaban el señoreo de capitalistas privados o funcionarios estatales.

Marx y Engels implantaron el prejuicio contra la propiedad privada como causa de los males de la sociedad bajo la ventolera de llamar  “científico” a su proyecto socialista, en tanto las cooperativas, para ser reales, necesitan de la propiedad, lo cual supuestamente sería “capitalista”, frente a lo estatal o científico como “socialista”.

A pesar de lo anterior, la dura realidad ha inducido a los políticos cubanos a echar una nueva mirada a las cooperativas. Están empezando a ver el socialismo como un experimento continuo.

HT: Por cierto, Marx criticó duramente a Proudhon, padre del socialismo francés, cooperativo y mutualista, considerándolo un pequeño burgués con las indefiniciones propias de su clase social.

GRD: Si, Marx criticó a Proudhon como un pequeño burgués, pero Proudhon fue un obrero manual con sus manos encallecidas, en tanto Marx no fue nada de eso. Continue reading

Actualización económica, relaciones trabajo-capital-Estado y perspectivas de la construcción de una sociedad socialista colaborativa y democrática

Por Ovidio D´Angelo Hernández

Las nuevas realidades, sus cursos necesarios y sus lados contradictorios.-

La aplicación de una parte de los Lineamientos para la Actualización del Modelo Económico ha ido creando nuevos espacios de flexibilización y funcionamiento de los actores económicos y está creando una nueva institucionalidad al respecto.

El panorama podría parecer alentador; sin embargo, no todo es un camino de rosas. Algunas de las medidas, inspiradas en lograr un rápido incremento de la producción y la productividad, con generación de autoempleo y descarga financiera del Estado, entre otras razones, parecería que no toman en cuenta, más allá de las urgencias, situaciones que pudieran crear problemas sociales a largo plazo o, al menos, desaprovechan la oportunidad de dar pasos de avance decisivos en la construcción de relaciones sociales verdaderamente socialistas.

Analicemos algunas de las posibles dificultades:

–          A) La profusión del cuentapropismo, una vía aceptable de flexibilización y gestión económica autónoma de las personas, se apostó como la vía sustitutiva de empleo estatal (asignatura no resuelta, como veremos). En sí misma no es una medida cuestionable, todo lo contrario. Sin embargo, por sus proporciones y sobre todo, por el grado de individualismo con que se concibió podría estar generando sentimientos desconectados de los intereses sociales y centrados sólo en el aquí y ahora individuales. Continue reading

El enemigo, el contrario y las leyes de la dialéctica

Por Pedro Campos

El contrario no es enemigo”, un escrito del joven filósofo cubano, Boris González, lleno de preocupaciones sobre la situación actual y perspectiva de Cuba, me inspiró este artículo.

De acuerdo con las leyes fundamentales de la dialéctica (1- la conversión de los cambios cuantitativos a cualitativos, 2-la unidad y lucha de contrarios y 3-la negación de la negación), todo fenómeno atraviesa por un proceso de desarrollo en que estas leyes se manifiestan en relación interdependiente.

Los cambios cuantitativos, en su acumulación, generan cambios de calidad que van siendo cada vez más trascendentes y estos cambios se van dando a través de la unidad y lucha de contrarios: de lo viejo por perdurar, de lo nuevo por predominar y de hecho en cada cambio cualitativo, por pequeño que sea, hay una negación del estado anterior de ambos sujetos.

Pero muy importante: esa lucha se da en “unidad” –como categoría filosófica-, que no quiere decir igualdad, identidad ni mucho menos unanimidad, si no participación conjunta desde distintas posiciones. Esa lucha en “unidad”, que encierra intercambio, no puede realizarse desde la separación, desde la ruptura total. La ley se denomina unidad y lucha de contrarios, no por gusto. Continue reading

¡Creemos espacios de resistencia!

Por José Luis Estrada Betancourt

Consejo Nacional Ampliado de la Asociación Hermanos Saíz. Foto de Juventud Rebelde

Consejo Nacional Ampliado de la Asociación Hermanos Saíz. Foto de Juventud Rebelde

Los errores que hemos cometido en términos de promoción y programación cultural nos han llevado a caer en la trampa de que ahora el público presiona a las instalaciones para que satisfaga esas demandas que estas mismas han ido fomentando. Mas no olvidemos que el gusto no es inamovible. Se puede formar.

Con las palabras anteriores llamaba a la reflexión en la mañana de este miércoles Abel Prieto Jiménez, asesor del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro, al intercambiar con los delegados que discutían sobre la creación audiovisual y la promoción del arte joven, tema de una de las cuatro comisiones que sesionaron en la Escuela Nacional de Cuadros de la UJC, como parte del Consejo Nacional Ampliado de la Asociación Hermanos Saíz (AHS).

La motivación para esta reflexión partió del ejemplo que expusiera el DJ productor de música electrónica Reinier Torres, a partir de sus vivencias en el pasado festival Verano en Jibacoa, donde acudieron más de 20 000 personas, muchas de las cuales han estado sometidas con insistencia a patrones y modelos seudoculturales. «Sin embargo, lo que sucedió allí demostró que la gente acepta otro tipo de propuesta, la asume y disfruta con ella, cuando prima lo novedoso y la calidad», enfatizaba el asociado capitalino, y luego agregaba:

«Por ello hay que unir todas las fuerzas para trabajar en función de la formación, de elevar el nivel de apreciación artística y estética, no solo del público, sino también de los decisores que a veces no tienen en cuenta las jerarquías a la hora de establecer a quién programar para un espacio determinado». Continue reading

Defensa de la Utopía

Por Ramón García Guerra

SUMARIO

La crítica que recibió mi artículo La causa libertaria en Cuba, hace que precise mi análisis al respecto de la política de UNIDAD –o frentista– que animan los socialistas democráticos en Cuba ante un enemigo en común. (¿Estatismo o castrismo?) Empezaré por quitar de en medio la hojarasca. Discreparé con la socióloga Marlene Azor Hernández en puntos específicos y trataré de dialogar con un libertario de mil batallas: Octavio Alberola. Después me ocupo de identificar los desafíos de los socialistas en Cuba de frente a la transición.

DIATRIBAS (ACASO) ERRÁTICAS.

Deficiente el artículo dada “la ausencia de posibilidad de que la voluntad popular no sea en la dirección de [la] plataforma” que ofrece el mismo.

1. Epistémicamente, usted sufre de empacho libresco en tal caso –fruto de leídas de última hora–. Indigestión que hace evidente en su crítica a mi artículo. [Cuando tan magras lecturas hayan llegado al giro decolonial –sic. Ramón Grosfoguel y otros– (dado en las academias del NORTE), entonces, podré hablaros de Nicolás Guillén Landrián y Sara Gómez –o acaso de subalternistas y poscoloniales auténticos, como: Martí, Mariátegui o Fanon–.] Desde luego, hallo correcta la observación de Octavio Alberola en este punto. Precisando, usted debió de consultar el gráfico que había insertado en el artículo. Las fuerzas que alientan dicha “plataforma” se deducen de las bases sociales que sostienen la causa libertaria en Cuba. Entonces no será difícil dar cuentas de que –con las viseras– hablo desde adentro y desde abajo con el pueblo cubano.

“Y como estrategia política discursiva no me parece feliz definirse a partir de criticar al hermano ideológico más cercano”.

2.   Empecé así mi artículo: “Este estudio no personaliza el objeto de crítica”. Usted hace tal cosa ahora. [Debería de revisar los artículos de su autoría en relación con las críticas a nuestros “hermanos ideológicos” hechas en estas páginas (Observatorio Crítico).] ¿Acaso me ha medido con su vara? Sugiero mirar todo desde otro ángulo. Precisamente, la fuerza de la izquierda está en debatir sus diferencias en público sin miedo a errar y rectificar. ¡Quién dijo que le hacemos el juego al enemigo al debatir las diferencias en público! Cuando recién se había alfabetizado este pueblo, abrirá el Che Guevara un debate sobre la vigencia de la ley del valor en la transición al socialismo, entre otras cosas, porque hacer la revolución no es tarea de elegidos sino drama de multitudes. Nada en los salones sino en las calles. Porque a todos compete hacer la sociedad. Continue reading

Una meta, dos abismos y un camino

Por Ariel Hidalgo

El Mundo y la época actuales en que nos encontramos los cubanos

El derrumbe del campo socialista de Europa se interpretó en casi todas partes, pero sobre todo en Occidente, como el triunfo del capitalismo sobre el socialismo. Nada más lejos de la realidad, no sólo porque lo que se derrumbaba nada o muy poco tenía que ver con socialismo, sino porque lo que estaba sucediendo era el principio del fin de casi todas las estructuras sociales e instituciones tradicionales del mundo. Tanto los complejos estado-bélico-industriales controlados por grandes bancos internacionales como el modelo de Estado centralizado regido por dictaduras de partido que absorben a toda la sociedad civil, son las dos caras del sistema monopolista de Estado a que condujo el largo proceso de centralización de capitales de la sociedad industrial, marcado por el gigantismo de las grandes fábricas que determinó las estructuras piramidales monopólicas. Esta sociedad industrial, a su vez, es el último período de una civilización humana despiadada y cruel nacida hace más de ocho mil años con un paradigma civilizatorio patriarcal de violencia, muerte, desigualdad y despojo. Estos “civilizados” organizaron estructuras represivas que devinieron en los actuales Estados y organizaron sociedades basadas en la desigualdad de clases y la explotación de unos seres humanos por otros.

La sociedad industrial, basada en el trabajo asalariado, se encuentra hoy en proceso de descomposición por nuevas tecnologías que atentan contra las estructuras de sus dos modelos. Esa tendencia tecnológica hacia el gigantismo en que se fundamentaba el proceso de centralización ha cambiado radicalmente en un giro de 180 grados hacia el pequeñismo y la descentralización cuando en los años 70 del siglo XX se descubrieran los circuitos integrados que permitieron las computadoras personales y una nueva tecnología de la información para hacer posible que cualquier persona pudiera establecer, sólo con un procesador, su propia empresa y que la capacitación de los trabajadores convirtiera al capital humano en el factor más importante del proceso productivo. Las nuevas tecnologías son ya incompatibles con las viejas estructuras que empezaron a derrumbarse en 1989. Por mucho que se teorice en la indagación de las causas de la caída del llamado “socialismo real” de Europa del Este, en el trasfondo siempre estará la raíz madre de todas las causas: una nueva tecnología. Tras el derrumbe del ala más débil de la sociedad industrial comenzó a resquebrajarse la otra ala con una sucesión de crisis regionales que desembocaron en la gran recesión del 2008. La sociedad industrial está en proceso de descomposición y está comenzando otra nueva: la informática. Y aunque los grandes poderes que han regido la industrial siguen pie, están destinados irremediablemente a derrumbarse, y con ellos, toda la civilización patriarcal.

¿Por qué termina también la milenaria civilización patriarcal? Marx había llamado fuerzas productivas al conjunto de factores necesarios para la producción de bienes materiales y había dado a su desarrollo una importancia vital en su doctrina social, pero no se percató de que esos factores poseían dos efectos paralelos antagónicos y que con el desarrollo de fuerzas productivas se desarrollaban también otras fuerzas: las destructivas. Esas fuerzas destructivas habían jugado un papel fundamental en la desaparición de una civilización precedente matriarcal sin clases sociales, basada en un paradigma de paz y amor (1), y había generado la actual civilización patriarcal basada en un paradigma de violencia y despojo. Actualmente esas fuerzas están poniendo en peligro no sólo a esta civilización sino incluso a la vida misma del género humano, porque el peligro no sólo se manifiesta en la tecnología expresamente creada con el fin de provocar muerte y destrucción, sino en aquellas destinadas a la producción de bienes que tienen como efecto paralelo la destrucción del medio ambiente. Continue reading

De frentes, alianzas, tácticas, estrategias, sectarismos, democracia y revolución

Por Pedro Campos

Intento aportar algo al debate sobre las alianzas políticas y los frentes, que –con toda razón- preocupa a algunos compañeros de la izquierda, por la eventual contaminación ideológica que se puedan generar entre diferentes posiciones políticas, en colaboraciones tácticas, transitorias, coyunturales, sobre la base de objetivos concretos comunes.

Y efectivamente, tales contaminaciones pudieran darse, si no hay claridad en la estrategia propia y si se confunden los intereses tácticos con los estratégicos.

Llevará a confusiones tácticas, estrategias y a alianzas equívocas, el no tener claros, bien definidos, los propósitos que se persiguen, no disponer de un programa político-económico y social –científicamente fundamentado- que seguir, ni conceptos filosóficos precisos que guíen la acción; o confundir revolución, con gobierno, estado, partido, líderes o cualquiera de estos conceptos entre ellos; desconocer que los valores humanistas se han ido perfeccionado como resultado de un proceso histórico, al que han aportado todas las clases sociales revolucionarias en su momento.

Confundir táctica con estrategia, impide tener una estrategia clara, triunfadora y puede reducir el alcance de una estrategia dada, al creer que logrado un objetivo táctico, ya se llegado a conseguir todo lo que buscado. Creer que cualquier fin se consigue con cualquier medio y que no existe una correspondencia entre ellos y su carácter, es condenarse a cometer errores. Creer que solo existe la verdad propia, que los demás están equivocados, lleva al sectarismo y al aislamiento. Continue reading

Cuba y el comunismo de Darío Machado: los matices, incongruencias e imposibilidades de la posición estatista

Por Ovidio D´Angelo Hernández

En un inacostumbrado largo artículo aparecido en Cubadebate el 22 de agosto de este año, bajo el título Cuba y el Comunismo, el autor de referencia brinda lo que para él sería la perspectiva del socialismo cubano –y en general-.

Hay que decir que la aparición de este tipo de elaboraciones, en los medios de comunicación –si bien Cubadebate se limita a los portadores de acceso a intranet e internet y sería deseable que aparecieran en otros medios públicos, tanto estas como las elaboraciones contendientes- constituye una iniciativa que despierta la posibilidad del debate profundo que necesitamos para construir la teoría-práctica del socialismo en las condiciones presentes de este siglo.

Tarea que, por demás, interesaría a amplias capas de la población por cuanto su concepción afecta las condiciones de vida de millones de personas en cuba y otros países.

En comentarios que realicé a dicho artículo, de manera sintética y rápida (y que Cubadebate publicó en los dos días siguientes, en el blog de dicho artículo, lo cual me parece una intención excelente), expresé:

“Darío Machado nos brinda una narración histórica ya conocida. Con intentos de retoques, justificaciones y algunos “encajes” que parecerían alegorías más que realidades posibles en ese marco interpretativo. Merecería retomarse muchos aspectos que requieren mayor profundidad en encuentros con partidarios de otros enfoques socialistas que sí creen en la realización plena del ser humano en los tiempos presentes y en formas de organización autogestionaria de la sociedad –lo que no implica eliminar el papel del Estado, por cierto, sino su reconversión, tanto en la esfera productiva como social y política, como instrumento de las bases populares y trabajadoras, para llegar a una real Economía Social –que no puede identificarse con una economía estatal- , dentro del marco multiactoral que se presentará inevitablemente en nuestra sociedad.

Como se menciona a Alvaro Liniera, sería bueno complementar con esta reflexión suya:

García Linera defiende la palabra comunismo

Palabras finales de la Conferencia de Prensa de Álvaro García linera en Maracaibo, 28 de noviembre 2011

Gobernar obedeciendo es afirmar cada día que el soberano no es el Estado, que el soberano es el pueblo, que no se manifiesta cada cinco años con el voto, sino que se manifiesta, habla, propone, cada día necesidades, expectativas y requerimientos colectivos. Lo que se le pide al gobernante es sintetizar y unir, porque pueden haber voces discordantes dentro del pueblo”. El pueblo es una cosa homogénea, no señores, hay clases sociales, hay identidades, hay regiones. El pueblo es muy diverso. El trabajo del gobernante no es sustituir al pueblo, es armonizar las voces del pueblo, sintetizar en un sólo sentido sus inquietudes. Pero eso no significa que el gobernante sustituya al pueblo. Gobernar obedeciendo es eso: el soberano es el pueblo y el gobernante es simplemente un unificador de ideas, un articulador de necesidades, y nada más. Ese es el principio comunitario, pero también socialista y comunista en el sentido fuerte del término de común-unidad, esa palabra me gusta, no es muy reconocida pero a los viejos marxistas como Marta y yo nos encanta esa palabra comunismo, que se ha atribuido al diablo. No, comunismo es comunidad, esta es una comunidad, comunismo viene de comunidad, de riqueza común, de decisiones comunes, de vida compartida, de bienestar compartido, eso es comunismo, de poder compartido, gobernar-obedeciendo: poder compartido, no poder concentrado. Es una frase hermosísima que atraviesa como flecha la sociedad contemporánea, apunta al socialismo, pero tiene más horizonte común, vida común, riqueza común, felicidad común, democracia compartida, decisiones compartidas, tristezas compartidas, alegrías compartidas, comunismo, eso es”.

Al día siguiente envié el siguiente comentario:

“Muy agradecido por la publicación de mi comentario. Yo creo que el artículo de Machado abre la posibilidad a la importante polémica teórica que debemos tener, públicamente, entre los que profesamos diversas interpretaciones del socialismo (los estatistas, los pragmáticos y los autogestionarios; como muy bien clasifica de manera general Camila Piñeiro en el reciente número de la Revista Temas mencionado antes por otro comentarista de este blog), e inclusive con los que desde posiciones patrióticas más centristas, defienden ideales de democracia y justicia social que deben ser tenidos en cuenta.

Creo que desde todas las posiciones debemos reaccionar de manera constructiva, pero crítica y aportadora a los planteamientos de Machado -en este espacio y en otros posibles y de manera seria y rigurosa-,, porque me parece importantísimo que reenfoquemos la teoría del socialismo y el comunismo, desde las diversas experiencias, pero también desde una relectura novedosa que ponga el acento en sus esencias: Economía social cooperada y democracia participativa y protagónica, de base popular y con el concierto de todos los actores sociales de buena voluntad; es decir, una vez más: con todos y para el bien de todos.

PD: trataré de aportar, por mi parte, en cuanto tenga tiempo, pero el llamado debe ser a todos los sensibles por el futuro del país.”

De manera que me voy a referir a los puntos importantes de la presentación de D. Machado.

El articulo combina el mejor estilo manualístico de verdades absolutas e “irrebatibles” -por “históricas”, según la interpretación clásica de los exponentes de la versión de la historia “real” (que, en su realidad, siempre es realmente multiinterpretativa, diversa, de tonos claro-oscuros, de zonas no esclarecidas, etc., aparte de hechos incuestionables consensuados y documentados), con alusiones “atrevidas” que, sin embargo, dichas en el marco interpretativo del socialismo estatista dogmático, se hacen poco creíbles –porque son contradictorias en sí mismas, inviables, como históricamente se ha demostrado-.

Pasemos directamente a los argumentos brindados (en cursiva los de D. M.):

Inicia con una impecable reflexión de Alvaro García Liniera, que compartimos totalmente:

“Alvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, en la presentación en La Paz del libro “Revoluciones desde Abajo”, reivindicó el sustantivo “Comunismo” y lo hizo en estos términos: “¿Qué decía Marx? ¿Qué es el socialismo? ¿Qué es el comunismo?. No es un ideal que conciben cuatro amigos en un café, en un Manifiesto, no es el programa de Pulacayo, ni es el programa del 70, ni es el Programa de Gotha; es el movimiento real de la sociedad que se desenvuelve ante nuestros ojos y que supera lo existente.”

La historia “verídica” del socialismo y sus perspectivas?¿?¿?.-

Ese punto fuerte, de referencia inicial, le sirve de base, supuestamente, para desembarcar una narración peculiar de parte de la historia del socialismo.

Sobre estos aspectos se aportan, desde visiones tradicionales ya descartadas junto a otros hechos constatados y consensuados, hasta increíbles planteamientos que colocan la realización del socialismo “completo” para las postrimerías de varios siglos venideros…!gran esperanza para la humanidad nos ofrece!, además de que justifica como tenemos que contentarnos con lo que tenemos, no importa cuán imperfecto sea y cuanta cuota de injusticia aún se presente en los “socialismos” actuales o remanentes.

Veamos:

Después de narrar varios episodios históricos en diversos países, nos dice, respecto a los primeros años de la Revolución cubana: “La trasformación de la mentalidad del cubano fue de tal rapidez y envergadura, que en apenas dos años, las palabras socialismo y comunismo pasaron de ser abominadas a resumir el ideal de emancipación y dignificación del ciudadano común”, lo que al menos fue una realidad para la mayoría del pueblo, más allá de excesos, apresuramientos y voluntarismos que, por supuesto DM no refiere, porque la historia narrada es bastante lineal y sin contradicciones.

De aquí pasa, en salto mortal –mediado por las consecuencias de la 2da. Guerra mundial y la guerra fría- a la debacle del campo socialista, cuestión debida, a su parecer, por la propaganda imperialista, ya que “entre las acusaciones repetidas a lo largo de décadas de propaganda contra el comunismo, está la de denunciarlo como un sistema que somete a los individuos a su despersonalización, que los iguala sustrayéndoles su voluntad, los uniforma en el actuar y hasta en el vestir y en los gustos, les quita la libertad y la creatividad”. Males todos que él atribuye sólo al capitalismo y no a la versión del socialismo real estalinista y estatista donde fue evidente que también –bajo otras formas, se produjeron de manera intensa, aunque el atribuye cualquier desviación de las fundamentaciones de Marx y Lenin a los errores inevitables, la ignorancia y otros factores aunque tuvieron los logros –destacados por DM- de la electrificación y otros desarrollos científico-técnicos.

Así, esto último fue posible, según la peregrina interpretación de DM, porque: “La revolución rusa, la toma del poder político no eliminaba ni podía hacerlo la relación contradictoria entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción, pero la colocó en otra perspectiva por la acción consciente del sujeto social.

Al imponer desde el poder político relaciones de producción exentas de la explotación del trabajo asalariado por el capital anuló el fundamento de la contradicción trabajo-capital liberando así colosales magnitudes de energías creadoras de los trabajadores para avanzar en el desarrollo de las fuerzas productivas, pero ahora junto con un necesario proceso de transformación cultural cuyo final previsible era la satisfacción de las necesidades de los trabajadores, la justicia social, el colectivismo, la solidaridad, la cooperación” . (subrayados nuestros que muestran las incongruencias interpretativas, porque fueron las metas que, precisamente, se desviaron para convertir al “socialismo real” en una sociedad totalitaria de explotación semejante a la relación trabajo-capital, sin participación ciudadana real.

Pero queda claro que DM no puede tapar el sol con un dedo, de manera que afirma que, efectivamente se cometieron algunos errores, debido a la falta de una teoría eficiente de la transición socialista: “ese experimento socialista, en la URSS arraigó el verticalismo, no se desarrolló la democracia socialista, se cometieron abusos de poder, no lograron una teoría eficiente de su transición socialista, algo que tampoco alcanzaron otros países socialistas de Europa del Este, donde no necesariamente funcionaría lo que se estaba haciendo en la Unión Soviética…. El ejercicio del poder político, el edificio jurídico, la organización y la economía no podían anclar en la sociedad con el esquema impuesto, cuando la ciudadanía misma necesitaba otro medio social para desarrollarse satisfactoriamente. Las posibles soluciones experimentales a través de una amplia, activa y consciente participación social que nutrirían el desarrollo de una teoría eficiente de la construcción socialista estaban impedidas por la separación entre la ciudadanía y el poder político, que a la postre resultó letal.

La conquista del poder político, si bien permite una gestión consciente para adelantar el desarrollo y hacerlo con criterios racionales compatibles no solo con los seres humanos, sino también, con la naturaleza, con el medio ambiente, no puede, so pena de un enorme desgaste, desafiar realidades que son inherentes a la sociedad en transición socialista, en el intento de avanzar más de lo posible y de un modo más arbitrario que científico. Y es precisamente ahí donde ha habido improvisación en más de una experiencia de orientación socialista”.

La larga cita ilustra la idea fundamental: todo fue debido a que no se contaba con una “eficiente” teoría socialista, no a que todo el proceso estaba mediado por complejas situaciones de diverso orden interno (además de los hechos internacionales y los atrasos históricos del régimen pre-revolucionario ruso); es decir, los abusos de poder –y los crímenes cometidos bajo su manto-, la concepción del Estado soviético, la personalidad del líder supremo, la idea de control desde arriba de toda la sociedad, etc., no fueron factores que jugaron un papel en la debacle final del socialismo estatal, según DM; la cuestión estaba en la elaboración no eficiente de la teoría….

No obstante, en este punto plantea algo con lo que podríamos sintonizar (aunque no constituya la única “causa” de los desastres socialistas –además de la gran vigencia actual para nuestra propia sociedad-: “Desde la política y la orientación ideológica se puede mucho, pero no se puede todo. Lo posible define los límites de lo necesario y la determinación de lo posible no es una apreciación arbitraria, individual o grupal, se requiere de un enfoque científico, de una teoría general de la transición socialista que fundamente los programas de acción”. En otras palabras, podríamos decir que una concepción general de la teoría y la práctica social del socialismo se ha requerido (debió ser elaborada, discutida por toda la sociedad en sus fundamentos, ideales y metas), más allá de una pragmática ideológica predominante en nuestra propia historia y que llega hasta los Lineamientos del Modelo de actualización Económica actual.

Ahora bien, el propio DM tiene que conservar un ápice de cordura y, entonces, expresa –a contrapelo de sus afirmaciones anteriores donde expone la difamadora propaganda imperialista sobre el socialismo soviético- que: “el desconocimiento de las necesidades más íntimas de su propia gente, el alejamiento y extrañamiento del poder, la excesiva centralización y verticalismo que apagaron el entusiasmo y la creatividad, la presencia de privilegios para los dirigentes y funcionarios y la enajenación no superada, además de errores en la política de las nacionalidades que proclamaba a destiempo que ya existía un “nuevo pueblo soviético”, minaron por dentro el socialismo que terminó con su implosión bajo la enorme y múltiple presión del capitalismo internacional”.

¿En qué quedamos? Si pero no o no pero sí: una elemental congruencia debería ser imprescindible para no marear al lector. Al final no sabemos bien en que cree DM al respecto. ¿O es una salida salomónica para quedar bien con dios y con el diablo?. O lo que es lo mismo, ¿una expresión de la doble moral y su manifestación en la distancia entre el decir, el justificar, el pensar, el hacer, al quedar bien, el no buscarse problemas?.

De aquí en adelante el tema parece centrarse en el fatalismo geográfico. La pregunta clave para DM sería: ¿Socialismo en un solo país?.

En un giro a dimensión estratosférica, DM nos dice que: “si consideramos la respuesta a la pregunta del título bajo la premisa de un ideal de socialismo pleno, de algo acabado e irreversible, entonces es obvio que en la actualidad no es posible a corto o mediano plazo. De hecho cabe pensar que mientras a escala planetaria no se produzcan transformaciones sociales que inclinen la balanza a favor de la superación del régimen capitalista, un socialismo así no es posible, tampoco en Cuba, y su proclamación entusiasta no es políticamente viable, ya que solo generará críticas porque no es alcanzable.” (subrayados nuestros).

¿A dónde nos lleva esto?, ¿qué quiere decir DM con ideal de socialismo pleno?, ¿se trataría de contentarnos con las estructuras y mecanismos actuales, a lo más algo reformados o “actualizados”?.

Pero, para que no nos quede duda alguna, él se encarga, más debajo de explicar su idea: “Puede formularse de otro modo más explícito si se aprecia el problema como el dilema entre retroceder al capitalismo dependiente o continuar buscando las fórmulas eficientes para organizar el metabolismo socioeconómico de la sociedad en su conjunto sobre la base de los principios socialistas (me refiero básicamente al predominio de la propiedad social sobre los medios de producción de bienes y servicios, infraestructura y recursos naturales, al papel del Estado en la organización de la actividad económica, organizativa, política y cultural del país, al papel de la ideología socialista, de la planificación, del antiimperialismo, de la política exterior de principios, de la democracia socialista y participativa)”. (subrayados nuestros).

O sea, para DM se trata de buscar fórmulas eficientes, de acuerdo a los principios socialistas, donde no queda claro si la propiedad social seguirá siendo la propiedad estatal alejada de la gestión y control obrero y popular (como planteaba Lenin), ni si el papel del Estado seguirá siendo el de ejercer la actual función omnipotente sobre la economía y toda la sociedad y sus ejercicio del poder seguiría siendo inalcanzable para el común de los mortales del país. Tal vez, el paliativo propuesto se encuentre al final de la frase con la declaración de una “democracia socialista y participativa” que todos los exponentes del socialismo estatal consideran que tiene su paradigma logrado en el nivel de participación popular que ya alcanzamos ¿¿?¿?. Y, en el mismo tono, contrapone lo que tenemos, al regreso a un capitalismo dependiente –que está claro que no muchos queremos-, pero en esa ecuación lineal de esto o lo otro, con todo el rosario de males que el se encarga de relacionar y que no repito aquí para no aburrir, sin medias tintas ni alternativas diversas y creativas, realizadas a la luz de una “nueva interpretación de las esencias del marxismo” que él mismo reclamara antes.

Una lógica elemental indica que para Cuba, donde el poder político responde a los intereses de las grandes mayorías?¿?¿?, y las instituciones políticas, ciertamente requeridas de modernización, están vigentes y mantienen sus potencialidades?¿?¿?¿?, y donde están vigentes las políticas sociales fundamentales, el dilema verdadero no es si retroceder al capitalismo o continuar el rumbo socialista, sino…. cómo atemperar los ideales a las posibilidades, cómo reorganizar el metabolismo socioeconómico para que estimule la reproducción de la iniciativa y la creatividad en todos los órdenes de la vida social, como profundizar la democratización de la sociedad, o sea, cómo asegurar el derecho de las grandes mayorías ciudadanas a participar y decidir, cómo movilizar las potencialidades productivas del país y aprovecharlas en favor de las grandes mayorías ciudadanas.”(interrogantes y subrayados nuestros).

De manera que DM da por sentado que hay una coincidencia entre poder político e intereses de las mayorías y que las instituciones políticas mantienen sus potencialidades (sólo hay que actualizarlas): Los mismos argumentos de los defensores a ultranza del status quo, del socialismo estatista autoritario.

En cuanto a la última parte, por tanto, queda como declaración incierta de propósitos que no se sabe cómo se garantizarían, o si realmente se quiere que se garanticen. ¿Es que no se han adelantado ideas, desde Marx al presente, acerca de cómo lograr eso?. Podría remitirse a las ideas de un socialismo autogestionario y popular que ha sido ampliamente divulgado por las redes, ya que de otra forma no se permite.

Todo esto concluye en un lamentable reconocimiento –desconocimiento- de nuestras realidades: “La política de la revolución es socialista, el poder es del pueblo, el ideal es socialista y hay importantes características socialistas en el país, Cuba es socialista, pero en Cuba no hay un socialismo pleno.”

O sea, si todo es así como dice, no debemos cambiar nada, con lo que sus propuestas abstractas hacia la “plenitud” quedan totalmente vacuas. No hay nada que hacer.

Pero para seguir en el tembleque de los pa´tras y pa´lante, DM nos dice que:

“El cambio es de tal envergadura que toca prácticamente toda la vida de la sociedad, lo que hace imposible describir la infinitud de su alcance y manifestaciones.”

Pero no nos hagamos ilusiones, el problema es que: “los nuevos dueños colectivos nunca aprendieron antes a organizar la producción, manejar la economía, el control, la contabilidad, tomar decisiones, que surgen ahora nuevas realidades como lo tocante a las motivaciones para producir, el desafío que plantea un nuevo modo de distribución del producto social,…”. Todo lo cual raya en el ridículo, porque ni hay nuevos dueños colectivos (es uno de los problemas centrales a resolver con una economía realmente social), ni mucho menos nos apeamos hoy con que no sabemos organizar la producción, ni manejar la economía y la contabilidad, ni tomar decisiones, … Realmente ya estos resultan argumentos, cuando menos penosos, si no agresivos y demeritadores en extremo de las cualidades profesionales de los cubanos comunes (los supuestos dueños colectivos).

Después de referir que existirán diversas formas de propiedad y que ellas influirán en la subjetividad del cubano y que –claro está- la planificación y el estado deberán jugar un papel diferente en esas condiciones, considera eufemísticamente, que ello “donde no tendrá influencia alguna es en lo tocante al poder político, ese que ha sido conquistado y defendido por el pueblo trabajador y que es garantía de la transición socialista,”, dando por sentado verdades absolutas –si tenemos en cuenta los fenómenos de corrupción en nuestro país, en China, etc.- y de que es el pueblo y no una capa dirigente y representantes de la burocracia, quienes ejercen el poder real. De donde, por arte de birlibirloque, para DM no es la práctica real ni las relaciones sociales de producción quienes establecen el modo de vida de las personas, sino que descarga toda la garantía del triunfo inexorable en el papel de la educación, la formación cívica y ética, los valores ideológicos, etc…, como fenómenos extrapolados de la conciencia social que serían los que encaucen, de por sí, las nuevas realidades del “metabolismo socioeconómico” propuesto (no dejo pasar por alto la novedad metafórica del término).

En definitiva los “efectos” del modo de producción de nuestra sociedad –más cercano al socialismo real soviético de lo que se reconoce- son trocados en “causas”, adjudicando a los malos comportamientos de los ciudadanos los males que posee la sociedad: “Cuando afirmamos arriba que la sociedad cubana no tiene aún las condiciones materiales y espirituales para un socialismo pleno, nos estamos refiriendo en lo material al desarrollo económico-productivo, tecnológico, científico, a la infraestructura del país; cuando hablamos de las condiciones espirituales, subjetivas, nos referimos principalmente a la persistencia de la psicología de intercambio de equivalentes y al menoscabo del trabajo como valor por la pérdida de sentido del valor del trabajo que se ha producido como resultado de no haber tenido en cuenta esa psicología, algo ahora agravado por el hábito perverso de “resolver” las necesidades individuales a costa de los recursos que pertenecen a todos los ciudadanos, pero también unos individuos a costa de otros”.(subrayado nuestro).

Ello parece ser consistente con la política actual de exigencia de disciplina, responsabilidad y sacrificio, que es producto de las condiciones socioeconómicas y sociopolíticas vigentes, en vez de ser causa, y que cambiarían sólo en cuanto cambien las condiciones socioeconómicas que les dieron origen; la estatalización y alienación del trabajador del proceso y fruto del trabajo, la carencia de influencia real en los procesos decisorios de la sociedad, etc. Se suscribe, por tanto, el principio de la sociedad autoritaria estado-céntrica vigente, en desmedro de las víctimas del proceso.

Para evitar equívocos, toda nuestra argumentación para nada disminuye el papel de la formación cívica e ideológica, ni el papel del estado como regulador, pero sobre otras bases, como señalaba Alvaro Liniera en el fragmento que inserté antes.

Finalmente, DM trastoca ideal por realidad y declara: “La transición socialista vista como actividad humana, como práctica, es un proceso consciente en el que los ciudadanos, los grupos, organizaciones, instituciones de la sociedad que de conjunto articulan el sujeto del cambio, adoptan -en diferentes grados y formas- una actitud correspondiente en general con los objetivos consensuados. La acción coherente, cohesionada del sujeto social múltiple, articulado y naturalmente diverso es funcional al cambio porque la base de la sociedad reproduce intereses compartidos, las estructuras políticas y jurídicas los amparan y el sistema de ideales, objetivos, conceptos, valores socialistas y comunistas articulan al sujeto múltiple en su diversidad y diferencias y es el fundamento del programa de acción en lo económico, lo organizativo, lo jurídico, lo político, lo social, lo cultural.”

Por eso, nos dice, es tan importante el papel de la ideología socialista. SI, ¿PERO CUAL?. ¿La que construyen las masas en debate con los ideólogos que se acercan más a sus intereses y necesidades?, o ¿la que elaboran las élites, a nombre de ellas, situadas más allá del alcance del control y la decisión popular?.

El cierre del artículo no puede ser más “impecable”: “Ahora bien, no se habla aquí del comunismo como de un esquema de algo que tiene que producirse de un modo dado, inevitablemente, o como la doctrina política de una organización, de un partido….”

Entonces, compañero Darío Machado, de lo que se trata es de un cambio profundo de TEORÍA y de PRÁCTICA, un cambio estructural profundo que retome las esencias del socialismo marxista-leninista en los énfasis de priorización de las relaciones cooperadas de trabajo, de autogestión social y económica, de democracia participativa y protagónica real, que pasa por el control y decisión de los trabajadores y del pueblo organizado desde sus diversos intereses, de creación de una Economía social multiactoral basada, principalmente en la autogestión obrera, la cooperativización o arriendo de los medios de producción a los trabajadores, la asociatividad pequeño y mediano-empresarial con interés privado-comunitario, la contratación de sectores público-privados con cogestión de los trabajadores, en fin, en constituirnos, gradual, progresiva y aceleradamente, en una sociedad de trabajadores empoderados, en las que el Estado, al decir de García Liniera, tenga el papel de “gobernar obedeciendo…: el soberano es el pueblo y el gobernante es simplemente un unificador de ideas, un articulador de necesidades, y nada más”.

Esa es la propuesta del socialismo autogestionario multiactoral y popular.

A propósito del mercado, la sociedad total y el socialismo

Por Ovidio D’Angelo

Necesidad de contextualizar y ampliar el debate

De acuerdo al comentario de Rolando López del Amo, aparecida en cubadebate el 27de julio de este año, parece que el libro del compañero Vascós Socialismo y Mercado puede ser interesante. De hecho, la relación entre socialismo y mercado ha sido, durante años, uno de esos temas excluidos a priori de la discusión sociopolítica. No el único, como veremos más adelante.

Sin embargo, me quiero referir primero a ciertas cuestiones planteadas que, me parece, merecen un comentario aclaratorio.

La primera, de Rolando López, plantea la opinión ciertamente ya esbozada entre algunos autores- de que la denominación Socialismo del siglo XXI debería sustituirse por la de Socialismo en el siglo XXI, algo con lo que pudiéramos estar medio de acuerdo ó medio en desacuerdo, en dependencia del énfasis argumentativo.

1- Si se trata, no de la referencia a una corriente que, en realidad, parece aún bastante difusa sino de un espacio-momento histórico de apertura a la superación de los socialismos reales ó de los socialismos de rumbo transnacional capitalista (en lo que coincido con algunos otros comentaristas sobre la realidad china, al menos mientras no se vislumbre una vía de re-encauzar la apertura capitalista hacia objetivos socialistas, más allá del impacto económico y de algunos indicadores sociales, mientras otros se mantienen críticos), entonces estaría de acuerdo en que el socialismo en el siglo XXI, aún con características propias de los países, estaría definiendo algo diferente a lo entendido hasta ahora por Socialismo volveré a esto-.

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