Rosa Luxemburg: Contra la pena de muerte

En septiembre de 1918 cayó el frente occidental alemán de la Primera Guerra Mundial y estalló una nueva oleada huelguística. El fin de la guerra se vislumbraba ya. El gobierno, deseoso de ampliar su base social para tratar de salvarse, decretó la amnistía para los presos políticos. Karl Liebknecht fue puesto en libertad el 23 de octubre y llevado en triunfo por las calles de Berlín hasta la embajada soviética, pero la amnistía aparentemente no incluía a Rosa Luxemburg, que se hallaba detenida por orden administrativa, sin sentencia. A fines de octubre se alzaron los marineros de la base naval de Kiel y comenzaron a surgir Consejos de obreros y soldados, organizados según el modelo ruso, en toda Alemania, que exigían que se reconociera su autoridad. El 9 de noviembre estalló una huelga general que obligó al gobierno a renunciar. El canciller, príncipe Max von Baden, entregó el poder al dirigiente socialdemócrata Friedrich Ebert. Presionados por el llamado de Liebknecht a la creación de una república socialista, los socialdemócratas abolieron la monarquía y proclamaron en Alemania una república democrática. Rosa Luxemburg, que se hallaba aún en prisión, fue liberada el 9 de noviembre cuando las masas de Breslau forzaron las puertas de la cárcel. Canosa y considerablemente avejentada por los años transcurridos en prisión, volvió a Berlín y colaboró en la dirección de la Liga Espartaco durante los dos últimos meses de su vida. Uno de sus primeros escritos al salir de la cárcel fue “Contra la pena capital”, aparecido en Rote Fahne (Bandera Roja), periódico de la Liga Espartaco. Allí denuncia de la inhumanidad de la “justicia” capitalista y expone los objetivos humanitarios de la revolución socialista y el trato para con los prisioneros. Esta versión proviene de “Alemania después del armisticio: informe basado en el testimonio personal de alemanes representativos, acerca de la situación imperante en 1919”, de Maurice Berger).

Por Rosa Luxemburg (noviembre de 1918)

No deseábamos la amnistía ni el perdón para los presos políticos del viejo orden. Exigíamos el derecho a la libertad, a la agitación y a la revolución para los cientos de hombres valientes y leales que gemían en las cárceles y fortalezas porque bajo la dictadura de los criminales imperialistas habían luchado por el pueblo, la paz y el socialismo.

Ahora están todos en libertad.

Nos encontramos nuevamente en las filas, listos para el combate.

No fue la camarilla de Scheidemann y sus aliados burgueses, con el príncipe Max von Baden a la cabeza, quienes nos liberaron. Fue la revolución proletaria la que hizo saltar las puertas de nuestras celdas.

Pero la otra clase de infelices habitantes de esas sombrías mansiones ha sido completamente olvidada. Nadie piensa ahora en las figuras pálidas y tristes que suspiran tras los barrotes de la prisión por haber violado las leyes comunes.

Sin embargo, también ellos son víctimas desgraciadas del orden social infame contra el cual se dirige la revolución; víctimas de la guerra imperialista que llevó la desgracia y la miseria hasta los extremos más intolerables de la tortura; víctimas de esa horrorosa masacre de hombres que liberó los instintos más viles.

La justicia de las clases burguesas fue nuevamente como una red que permitió escapar a los tiburones voraces, atrapando únicamente a las pequeñas sardinas. Los especuladores que ganaron millones durante la guerra han sido absueltos o han recibido penas ridículas. Los ladronzuelos, hombres y mujeres, han sido sancionados con severidad draconiana.

Agotados por el hambre y el frío, en celdas sin calefacción, estos seres abandonados por la sociedad esperan piedad y compasión.

Han esperado en vano, porque en su afán de obligar a las naciones a degollarse mutuamente y distribuir coronas, el último de los Hohenzollern olvidó a estos infelices. Desde la conquista de Lieja no ha habido una sola amnistía, ni siquiera en la festividad oficial de los esclavos alemanes, el cumpleaños del káiser.

La revolución proletaria debería arrojar un rayo de bondad para iluminar la triste vida de las prisiones, disminuir las sentencias draconianas, abolir los bárbaros castigos –las cadenas y azotes-, mejorar en lo posible la atención médica, la alimentación y las condiciones de trabajo. ¡Es una cuestión de honor!

El régimen disciplinario imperante, impregnado de un brutal espíritu de clase y de barbarie capitalista, debería modificarse radicalmente.

Pero una reforma total, acorde con el espíritu del socialismo, sólo puede basarse en un nuevo orden social y económico; tanto el crimen como el castigo hunden sus raíces profundamente en la organización social. Sin embargo, hay una medida radical que puede tomarse sin complicados procesos legales. La pena capital, la vergüenza mayor del ultrarreaccionario código alemán, debería ser eliminada de inmediato. ¿Por qué vacila este gobierno de obreros y soldados? Hace doscientos años el noble Beccaria denunció la ignominia de la pena capital. ¿No existe esta ignominia para vosotros, Ledebour, Barth, Däumig?

¿No tenéis tiempo, tenéis mil problemas, mil dificultades, mil tareas os aguardan? Cierto. Pero controlad, reloj en mano, el tiempo que se necesita para decir: “¡Queda abolida la pena de muerte!” ¿Diréis que para resolver este problema se requieren largas deliberaciones y votaciones? ¿Os perderíais así en la maraña de las complicaciones formales, los problemas de jurisdicción, la burocracia departamental?

¡Ah! Cuán alemana es esta revolución alemana! ¡Cuán habladora y pedante! ¡Cuán rígida, inflexible, carente de grandeza!

La olvidada pena de muerte es sólo un pequeño detalle aislado. Pero, ¡con qué precisión se revela el espíritu motriz, que guía a la revolución, en estos pequeños detalles!

Tomemos cualquier historia de la Gran Revolución Francesa, por ejemplo, la aburrida crónica de Mignet.

¿Es posible leerla sin que el corazón lata con fuerza y arda la frente? Quien la haya abierto en una página cualquiera, ¿puede cerrarla antes de haber oído, conteniendo el aliento, la última nota de esa grandiosa tragedia? Es como una sinfonía de Beethoven elevada a lo grandioso y a lo grotesco, una tempestad tronando en el órgano del tiempo, grande y soberbia en sus errores al igual que en sus hazañas, en la victoria tanto como en la derrota, en el primer grito de júbilo ingenuo y en el último suspiro.

¿Y cómo ocurren las cosas en este momento en Alemania?

En todo, sea grande o pequeño, uno siente estos son siempre los viejos y sobrios ciudadanos de la difunta socialdemocracia, para quienes el carnet de afiliado es todo, y el hombre y el espíritu, nada.

No debemos olvidar, empero, que no se hace la historia sin grandeza de espíritu, sin una elevada moral, sin gestos nobles.

Al abandonar Liebknecht y yo las hospitalarias salas donde vivimos en los últimos tiempos –él, entre sus pálidos compañeros de penitenciaría y yo con mis pobres, queridas ladronas y mujeres de la calle con quienes pasé tres años y medio de mi vida- pronunciamos este juramento, mientras nos seguían con sus ojos tristes: “¡No os olvidaremos!”

¡Exigimos al comité ejecutivo de los Consejos Obreros y de Soldados que tome medidas inmediatas para mejorar la situación de los prisioneros en las cárceles alemanas!

¡Exigimos que se elimine inmediatamente la pena de muerte del código penal alemán!

Durante los cuatro años de masacre de los pueblos, la sangre fluyó en torrentes. Hoy, cada gota de ese precioso fluido debería preservarse devotamente en urnas de cristal.

La actividad revolucionaria y el profundo humanitarismo: tal es el único y verdadero aliento vital del socialismo.

Un mundo debe ser virado al revés. Pero cada lágrima que corre allí donde podría haber sido evitada es una acusación; y es un criminal quien, con inconsciencia brutal, aplasta una pobre lombriz.

Publicado en Artículos Robados.

Fascismo

Aside

Fascismo

Por Miguel de Unamuno

No un manojo, una manada
es el fajo del fajismo;
detrás del saludo nada
detrás de la nada abismo.
1928

Publicado en Hora de España, núm. XI, Barcelona, marzo, 1938.

A propósito del asesinato de Federico: Contraluces para un caballo azul

Por Norge Espinosa Mendoza

A 75 años de su asesinato, permanece viva la pasión que sus obras aún despiertan. Ha transcurrido el silencio vil que cubrió o quiso borrar su nombres tras el acto infame que le arrebató la vida, y también han ido sucediéndose, por oleadas, las relecturas que sus escritos merecen. Del Lorca habitual en las academias y escuelas (el del Romancero Gitano, despreciado por Lorca y Dalí; y el de La casa de Bernarda Alba, La zapatera prodigiosa y Bodas de sangre), hemos ido llegando al retrato más profundo que él imaginó para su nombre, en escritos como Poeta en Nueva York y piezas como El público, Comedia sin título, o Así que pasen cinco años, frente a las cuales titubean no pocos directores, dada la temperatura experimental de sus concepciones, y los retos que, como reflejo de su conflicto interior, asatean a esos personajes. Hombres, Caballos, Figuras de Pámpano y Cascabel, Trajes de Novias, Fantasmas. Atravesar el biombo puede revelar lo que hemos cuidadosamente ocultado tras muy sofisticadas máscaras. Los asesinos no habían leído esas piezas de Federico García Lorca. Se hubieran espantado aún más ante lo que él proponía en tales proyectos. Tal vez le habrían disparado con más saña de la que le infligieron de haberle oído leer algunos parlamentos y estrofas de esas últimas entregas.

Ian Gibson, a quien los devotos de Lorca debemos tanto, ha regresado a su rostro y a su biografía para emplazarlo ya de modo definitivo en su carácter de mártir. Al firmar Caballo azul de mi locura, Lorca y el mundo gay, publicado en el 2009, subraya lo que su ampliación de las indagaciones a las que ha dedicado gran parte de su vida ya manifestaban. En Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca, editado en el marco del centenario del poeta, daba más detalles sobre la homosexualidad del granadino, y la lucha que sostuvo consigo mismo hasta esbozar un camino de expresión liberada en sus textos finales y menos conocidos. Agradeciendo la salida a la luz que en 1994 propició la Editorial Cátedra al dejar llegar a los lectores mucha de la juvenilia inédita de Lorca (los poemas, prosas, esbozos teatrales de su adolescencia que permanecían en los archivos familiares), encuentra ahí datos que explican las dudas, traumas y seguridades del gran autor futuro. Una novia imposible en la infancia, una relación no menos imposible con Eduardo Rodríguez Valdivieso, un joven de su Granada, y anécdotas de sus conquistas rápidas con muchachos de origen humilde en la misma localidad, Madrid, Buenos Aires o La Habana, son reveladas en este volumen, que también dilata lo que en Lorca-Dalí: el amor que no pudo ser, dejó que supiéramos. El tomo, impreso por Planeta, a pesar de sus más de 400 páginas, no deja de señalar que muchos datos permanecen silenciados por confidentes y amigos de Lorca, o sus parientes. Ya fallecidos la mayoría de ellos, parece que algunos secretos no se revelarán nunca, o siguen al cuidado de quienes, en algunos casos, han anunciado la destrucción de cartas y documentos que resultarían esenciales. A su manera, Federico se mantiene a contraluz, dejándonos entrever solo una parte de su biografía, escapándose un poco incluso de la mano veraz y comprometida de un investigador tan acucioso como Gibson.

En Cuba, donde Lorca es aún parte de una pasión inacallable, esos tomos no se han publicado y es una lástima. En 1998 se editó finalmente, entre nosotros, El público, la obra de ruptura que el autor de Poema del cante jondo comenzó a escribir en el Hotel La Unión de nuestra capital. A pesar de lo sabido, pruebas hay de que algunos preferirían que Lorca no fuese analizado mediante los textos en los que dejó clara su voluntad sexual, como una metáfora de libertad que llegó a costarle la vida. Hoy, es el autor de Yerma y Doña Rosita la soltera (esa pieza tan chejoviana, andaluza y sutil como pocas). Pero sería ingrato y torpe no entenderlo como el rostro de los Sonetos del amor oscuro, o el atormentado espíritu de la “Oda a Walt Whitman”, y esos fragmentos de cartas y memorias que sobreviven, y que pueden incluso salir a la luz en el momento menos esperado, para revelarnos nuevos detalles de su relación con Rafael Rodríguez Rapún, Cernuda y otros que de maneras diversas pero unidas por el mismo halo de encanto, supieron amarle. Si reducir a Lorca a mártir de los homosexuales sería constreñir su talento y grandeza a una sola esquina del asunto, honrarle como alguien que no dejase ver en ese conflicto parte de su espiritualidad sería, a estas alturas, pecar de ignorantes. Borges, que no simpatizó con él, dejaba creer que su asesinato era la base de su fama post morten. La pervivencia de sus mejores textos teatrales, la polémica que desatan las representaciones de sus obras más complejas (recuérdense las versiones de El público, que alzó aquí Carlos Díaz), desmienten esa afirmación del gran narrador argentino. Su talento, sin embargo, no ha podido librarlo de homenajes fútiles, de reapropiaciones de su legado que se regodean en su lado más externo, y cuántos espectáculos de recortería no hemos visto, que toman fragmentos de aquí y de allá para rendir un tributo servil a lo que debiera ser palabra viva. Eso, cuando no se limita su recuerdo a ocasión formal, con lecturas sordas y simplemente descriptivas, en tono hagiográfico, de lo que fue su existencia; o se persiste en ese Lorca escolar, imagen ya tardía, poco cercana a la que han ido sumando las investigaciones y datos más recientes. Lorca es uno de los pocos autores de la lengua que exige una revisión constante más allá de sus poses y sus lugares comunes. En eso, también, ha de haber parte de su mejor herencia. A ese Lorca quise evocar con Teatro de las Estaciones en un espectáculo como Federico de noche, en el cual un poeta niño se mira en el futuro de sus propias páginas, prefiriendo el reto a invocarlo mediante esas estrategias de pura forma o sastrería teatral tan redundante que casi siempre nos acosa.

Cuando, hace poco, se procedió a la apertura de las fosas comunes en las afueras de Granada para intentar localizar los restos del poeta, hubo también polémica. Sacar al aire ciertos fantasmas y cadáveres hace que las culpas más o menos calladas se remuevan, y pueda tornarse grito lo que para muchos quiso ser ya lápida de silencio. Lo más sorprendente es que, a pesar de lo tenido por cierto durante años, los restos de Lorca no aparecieron donde se esperaba. No se dejó ver, reducido a polvo, huesos o cenizas, lo que quedaría a la luz del poeta que supo sonreír y hacer feliz a tantos en lugares tan diversos. Desde ese contraluz, Lorca pervive. Y sobrepasando la avalancha de gitanos, caballos, lunas, cuchillos y tantos símbolos que algunos solo repiten mecánicamente, guarda un poco de su verdad, y un poco de su enigma, para que volvamos a él no solo en las fechas que recuerdan su nacimiento o su asesinato, sino en cada uno de esos momentos en los cuales vivir se nos descubra como una mezcla persistente de sacrificio y belleza.

Publicado en: bubusopia.blogspot.com/2011/08/federico-contraluces-para-un-caballo.html

Memoria sindical, racismo y mecánica celeste

Por: Yasmín S. Portales Machado

Estas semanas de junio han sido muy movidas en La Habana, llenas de palabras nuevas, como “afrodescendiente”, y de visitantes entrañables, como Danny Glover. Las cámaras de la TV viajaron a la sede del Centro Juan Marinello, y siguieron los debates que allí se desarrollaron, el aporte de Cuba a la reflexión sobre la diáspora africana que propone la ONU con su “Año Internacional de la Afrodescendencia”. Sin embargo, vale apuntar que no todo lo hecho fue transmitido a millones de espectadores a través del lente -a veces indiscreto- de Cubavisión y Cubavisión Internacional, por eso quiero compartir mi experiencia con este asunto. Sucedió así: el martes 14 de junio me bajé de la ruta 8 frente al viejo Convento de San Francisco y caminé a la sede del Instituto Cubano de Antropología (ICAN).

Petroglifo de un Cemí taíno, símbolo del ICAN

Como seguidora de las propuestas del Observatorio Crítico -una red de intelectuales cubanos anticapitalistas bajo la sombrilla de CLACSO-, sabía que esa mañana estaba programada la tercera acción del ICAN en 2011 para promover el debate sobre el legado africano en la cultura cubana. Me perdí en enero la lectura crítica de la Letra del Año, y en mayo el III Coloquio Internacional sobre Investigaciones de las Religiones Afroamericanas, esta vez no dejaría pasar la oportunidad. Mientras subía desde la Plaza de San Francisco, esperaba llegar a tiempo para esta, la tercera y casi desconocida acción, que coincidía en tiempo con el amplio programa del Ministerio de Cultura. El anuncio publicado en la web y que circulara por correo electrónico anunciaba las intervenciones de la Dra. Angelina Rojas, el hermano Tato Quiñones —de la Cofradía de la Negritud—, y los investigadores del centro Mario Castillo y Dmitri Prieto —estos dos también coordinadores— en el panel “Afrodescendencia y movimientos obreros en Cuba”. Con el objetivo de analizar los cruces entre el desarrollo del movimiento sindical y el papel de varios líderes afrodescendientes de Cuba durante los siglos XIX y XX.

Según declaró Mario Castillo al iniciar reunión, poco se ha analizado en Cuba el movimiento de afrodescendientes –con sus expresiones culturales, políticas y asociativas específicas– en relación dinámica con el movimiento obrero. Abundan los especialistas de uno u otro campo, pero no los acercamientos que pongan en el punto de mira el intercambio de influencias, los impactos de la lucha antirracista en el desarrollo del sindicalismo cubano o el aporte de las experiencias asociacionistas de los afrocubanos en la lucha por los derechos laborales y las iniciativas culturales de los sindicatos cubanos. Para señalar el lastre que genera esa separación metodológica se decidió tomar de ejemplo las vidas de tres insignes afrodescendientes cubanos: Aracelio Iglesias, Alfredo López y Pablo Lafargue.

La primera intervención correspondió a la Dra. Angelina Rojas, quien trazó un panorama general de las lógicas en la violencia política de las décadas tercera y cuarta del siglo XX, cuando el enfrentamiento a las dictaduras de Cuba se complicó por la división interna del movimiento popular, promovida desde los medios de prensa de la derecha. Uno de esos casos fue el asesinato de Aracelio Iglesias, atribuido a los líderes del Partido Comunista. En medio de tal ambiente, la retórica racista tenía mucho peso, ya que un número importante de líderes sindicales eran negros o mestizos, personas de la más humilde extracción social e insobornable ética.

Para enfrentar ese asunto de modo específico, explicó Rojas, se intentó negar el aporte de las personas afrodescendientes a la gesta emancipadora. Un ejemplo de esos gestos fue la negativa de los funcionarios del Ayuntamiento de Santa Clara a colgar un retrato de Antonio Maceo en la galería de los próceres, por el color de su piel, medida que derogaron sindicalistas, comunistas y organizaciones de personas negras en acción conjunta. Otro recurso de la reacción fue organizar el Ku Klux Klan cubano. Este grupo de supremacía fue tolerado por las autoridades hasta que la violencia cobró la vida de un hombre mestizo de Santa Clara —alegaron sus asesinos que había cruzado el límite del Parque Vidal que separaba el sector blanco del sector negro. Para la compañera Angelina, además, es imperativo estudiar esos intercambios entre lucha antirracista y movimiento obrero de modo que recuperemos en la conciencia colectiva aquello que nos une como nación multiétnica.

Al intervenir en el panel, Tato Quiñones optó por compartir con la audiencia parte de la leyenda de Aracelio Iglesias, líder del sindicato marítimo-portuario en la capital de Cuba, en los años veinte y treinta del siglo pasado. Quiñones explicó —a modo de prólogo— que estos recuerdos se han transmitido de forma oral y así los aprendió él, descendiente de obreros del puerto, pero la decadencia de la Bahía de La Habana como espacio económico, ante el auge de El Mariel, ponen en peligro la memoria.

Aracelio Iglesias (La Palma, Pinar del Río, 22 de junio de 1901) vino desde los doce años a vivir a Regla y trabajar en el puerto de La Habana. Ascendió en la dirección del sindicato marítimo-portuario por su honestidad y hombría a toda prueba, lo que le permitía enfrentarse a gobernantes, dueños de muelles y obreros por igual. Contexto complejo, porque en esos años los miembros de la Sociedad Abakuá controlaban el trabajo en los muelles de La Habana y repartían los escasos puestos entre sus hermanos de sociedad. Iglesias no era miembro de la hermandad, pero con el uso sistemático y coherente del debate político —la Asamblea de Trabajadores tenía la última palabra— y la lucha contra las divisiones internas, logró romper este monopolio en beneficio de la clase obrera sin distinciones de raza, credo religioso o político. Fue así como con su dirigencia se implementó la “Lista rotativa”, para garantizar el acceso regular de todo estibador inscrito en la misma a los turnos de trabajo de los muelles. A quienes trataban de violar el sistema, amparados en la guapería, Aracelio personalmente los lanzaba al mar. También en esos años creció el nivel organizativo y de gestión del sindicato marítimo-portuario, hasta mantener un consultorio médico, una escuela y un sistema de seguros de vida que —en caso de muerte por accidente de trabajo— entregaba a la familia del obrero 1000 pesos (década de 1940) y corría con los gastos funerarios. El ejemplo de este hombre, explicó Tato en sus conclusiones, es importante porque demuestra que los dirigentes sindicales no se construyen en escuelas, sino desde la base. Aracelio devino comunista tras enfrentarse a la discriminación y liderar hombres en sus luchas laborales. Conocía el puerto y sus trabajadores le conocían a él, por eso podía lanzar a un Abakuá al mar sin miedo, si la causa era justa.

El 17 de octubre de 1948, Aracelio Iglesias fue asesinado por la espalda en la sede del sindicato marítimo-portuario, mientras esperaba para una reunión ordinaria.

La tercera exposición fue de Mario Castillo, para referirse al ejemplo de Alfredo López, líder del sindicato tipográfico en las primeras dos décadas del siglo XX. López experimentó la miseria desde pequeño, pues sobrevivió a la Reconcentración de Weyler (impuesta por el gobierno español durante la guerra anticolonial de 1895-98) en el pueblo de Sagüa la Grande, junto a su madre y hermanos —el padre había marchado al exilio, perseguido por su apoyo a la causa independentista—, también la discriminación racial, pues era mestizo y sus padres no estaban legalmente casados. Al integrarse al sindicato tipográfico en La Habana, la organización se encontraba en crisis, a pesar de que se trataba de una asociación de integrantes de amplia cultura —en esa época había que leer página a página para componer las páginas de metal—, pues los recursos organizativos del siglo XIX colonial no funcionaban en la república. Alfredo López sería pronto respetado por su carácter serio y formal y porque introdujo soluciones que permitieron la integración de las nuevas dinámicas laborales y la defensa de los derechos del gremio. ¿Cómo se le ocurrió? El joven era discípulo del hoy poco recordado Margarito Iglesias, de quien aprendió los métodos de las “sociedades de color” y de las organizaciones anarcosindicalistas. Esos mecanismos organizativos y de acción política los puso en ejecución de modo crítico para promover la lucha obrera.

Margarito Iglesias no era el único afrodescendiente que impactaba la esfera pública cubana en los años 1890-1910, recordó atinadamente Mario Castillo. Sin dudas las polémicas entre Martín Morua Delgado, Juan Gualberto Gómez, Marcelo Salinas y Rafael Serra —por citar algunos— sobre cómo, cuándo y dónde intervenir para la lucha contra la discriminación racial, influyeron en Alfredo López y otros líderes afrodescendientes de la primera mitad del siglo XX.

Una de las acciones de impacto más duradero que lideró Alfredo López fue la creación de la Universidad Popular “José Martí”, en colaboración con el líder estudiantil Julio Antonio Mella. Este proyecto docente no era solo reflejaba la lógica de construir la cultura propia de los proletarios –base del anarcosindicalismo–, sino que el proyecto demostraba la pertinencia de crear alianzas, en este caso entre anarquistas y comunistas, entre obreros y estudiantes, en la construcción de espacios que beneficiaran a las clases desposeídas. Además de defender a su sector, este joven fue uno de los fundadores de la Confederación Obrera de La Habana, lo cual daba fuerzas al pujante movimiento sindical de la capital. El secuestro y asesinato de Alfredo López en 1927, sus restos se recuperaron en una fosa común tras la caída de Machado en 1933, es la prueba más elocuente de su poderosa influencia entre la clase trabajadora de ciudad. Por desgracia, poca o ninguna bibliografía hay disponible sobre este joven, pero siempre se puede consultar la biografía de Olga Cabrera Alfredo López, editada por Ciencias Sociales en 1985.

El último de los ponentes fue Dmitri Prieto, conocido de los lectores cubanos por su libro Transdominación en Haití (Ciencias Sociales, 2010). Su intervención se refirió a un cubano que apenas hizo política aquí, pero cuya historia de vida es muy significativa: Pablo Lafargue, escritor, líder sindical y político marxista nacido en Santiago de Cuba en 1842, mestizo descendiente de franceses que vinieron a Cuba huyendo de la Revolución Haitiana. Aunque mucha gente conoce a Pablo sobre todo por su filiación familiar –se casó con una de las hijas de Carlos Marx, Laura–, lo cierto es que era un intelectual y líder sindical importante a fines de la sexta década del siglo XIX en Francia, y discípulo de Proudhon, uno de los teóricos del anarquismo. Con esa condición es enviado a Londres, como representante galo en la Primera Internacional, allí conoce a su futuro suegro. El intercambio de ideas con Marx –y la pasión por su hija– le deciden a permanecer en Gran Bretaña, poco a poco asume el marxismo como ideología y llegará a ser hombre de confianza del autor de El Capital.

Lafargue hizo una asimilación apasionada y profunda del marxismo, lo que le permitió producir un texto tan singular como El derecho a la pereza, primer análisis crítico que se enfrenta a la tradición industrialista del marxismo “clásico”, que en esa época era el único. En ese ensayo, él desmitifica el valor del trabajo y señala su carácter empobrecedor si sus mismas categorías no son transformadas, si el trabajo no se convierte en una opción, tan legítima como la pereza.

El otro rasgo que Dmitri señaló como valioso para Cuba, es el desarrollo de la relación de Lafargue con la familia Marx. Citando fragmentos del libro Textos escogidos (Ciencias Sociales, 2007), Prieto demostró cómo el intercambio epistolar refleja los prejuicios de las personas involucradas: el suegro usa a menudo términos racistas para calificar el carácter del joven prometido, pero esa actitud cambia en la medida que los lazos se estrechan. El ejercicio de descolonización en las relaciones entre el sabio alemán y el afrodescendiente caribeño, deviene ejemplo de cómo enfrentar las reservas que la diferencia de culturas puede generar.

En el debate que siguió a las cuatro intervenciones, integrantes del público llamaron la atención sobre la diferencia entre los líderes sindicales de principios del siglo XX y los dirigentes sindicales contemporáneos. Nuestro tiempo se llena con discursos y acciones lastradas por el formalismo, lo cual aleja a los colectivos laborales y desprestigia los espacios de debate obrero, de suma importancia en una sociedad socialista. Resumo aquí la intervención de Tato Quiñones, pues me parece que recogió la mayor parte de las inquietudes expuestas: Estos hombres transformados en leyenda (Aracelio Iglesias, Alfredo López, Jesús Menéndez) demuestran que el carácter de la lucha gremial no admite directivos formados en probeta —como ya señaló el Presidente Raúl Castro en el reciente VI Congreso del PCC—, sino que exige líderes salidos de la base, que conozcan las necesidades del colectivo, sus características humanas y que sean conocidos y respetados por sus electores. En los últimos veinte años, por desgracia, la crisis económica golpeó de modo especial a la clase obrera, la cual ha sido diezmada –Cuba produce mucho menos y se concentra en el sector de los servicios– y corrompida por la pérdida de valores, de modo que la conciencia de clase desapareció. El movimiento sindical se ha burocratizado y es como una guagua con la caja de velocidad trabada en reversa.

Al final no nos pusimos de acuerdo en cómo destrabar la caja de velocidades sindical, pero quedó abierta la participación a la cuarta acción del ICAN por el “Año Internacional de la Afrodescendencia”: El miércoles 20 de julio a las 10 a.m.: se estrenará el documental Osha Niwe, sobre el desaparecido Lázaro Ross, gran Akpwon de la música de origen africano en Cuba. ¿Volvemos a discutir de mecánica con fondo de tambores?

Publicado el 17 de julio de 2011 en CubaLiteraria: http://www.cubaliteraria.cu/articulo.php?idarticulo=13244&idseccion=25

Los rusos están desilusionados con las reformas

Por Marina Sélina

Ya pasaron los tiempos cuando los rusos estaban dispuestos a afrontar cualquier dificultad para buscar nuevos horizontes. A pesar de cierta mejora de la situación económica los habitantes de Rusia experimentan una profunda desilusión respecto a las reformas postsoviéticas.

Más de la mitad de la población del país desearía buscar una vida mejor en el extranjero o, al menos, ir a trabajar allí una temporada. En una sociedad que se estratifica cada vez más aumentan los sentimientos nacionalistas que pueden tener serias consecuencias. Así lo afirman los expertos del Instituto de Sociología de la Academia Rusa de Ciencias y la Fundación de Friedrich Ebert tras haber realizado, en vísperas del 20 aniversario del inicio de las reformas postsoviéticas, el estudio “20 años de reformas vistos por los rusos”.

En la sociedad de consumo no importa la democracia

Los rusos han cambiado su valoración de las reformas de principios de los años 1990. En los últimos 10 años se redujo del 59% al 43% el número de los que están descontentos con las reformas realizadas. Mientras el porcentaje de los que las valoran positivamente aumentó desde el 28% hasta el 43%. A la vez, la mayoría de los habitantes del país se muestran escépticos con respecto a los objetivos marcados por los reformadores.

Según arrojan los resultados del estudio, el 69% de los entrevistados consideran que el objetivo real de las reformas fue el reparto del poder y de la propiedad. Aunque entre los que creen que los reformadores actuaron exclusivamente en interés propio, hay algunos que califican las reformas de beneficiosas también para el país.

Además, hoy en día los ciudadanos rusos no aprueban que las reformas hubieran sido orientadas, en primer lugar, a implantar la democracia en Rusia. Una cuarta parte de los entrevistados están seguros de que había que lleverlas a cabo sin realizar cambios políticos. Desde 2005 aumentaron de 17% a 29% los que creen que había que desarrollar la economía de mercado manteniendo el régimen socialista.

“En los últimos 10 años se ha registrado claramente la consolidación de la sociedad de consumo. Las conquistas democráticas son menos importantes para la gente”, – señaló durante la presentación del informe el 22 de junio, Mijaíl Gorshkov, director del Instituto de Sociología de la Academia rusa de las Ciencias. Respondiendo a las preguntas relativas a las conquistas más relevantes del período reformatorio, los rusos mencionaron la saturación del mercado con los productos, la libertad de salir al extranjero y la posibilidad de ganar sin limitaciones. La libertad de expresión, por la que se luchó en los años 90, del segundo lugar que ocupó hace 10 años pasó al sexto.

La dolorosa “resaca”

Los autores del informe constatan que los rusos empiezan a olvidar qué es la escasez de los productos y ya no la temen. Pero más de la mitad de ellos creen que una de las más grandes pérdidas que sufrió la población del país a consecuencia de las reformas es el descenso del nivel de vida de la mayoría de los rusos. En los últimos años en la sociedad prevalecen sentimientos pesimistas. “Es probable que esto se deba a la crisis”, – supone Mijaíl Gorshkov.

Desde el año 2008 incrementó casi el doble (de 24% a 44%) el número de personas que consideran alarmante el nivel existente de corrupción y burocracia. También empeoraron notablemente las valoraciones de los rusos de sus propias conquistas y resultados de las reformas. Antes de la crisis los sueldos crecían muy rápido y la gente empezó a acostumbrarse a esto olvidando la escasez de los años anteriores. Ahora llegó la dolorosa “resaca”.

Según los autores del informe, la distancia mental entre la realidad y la idea de cómo tiene que ser esta realidad va aumentando. Tan sólo una cuarta parte de la población está contenta con la situación que tiene, mientras uno de cada diez rusos lo valora negativamente.

Dejarlo todo y marchar

A pesar de que, tras la crisis, la situación en los países desarrollados deja mucho que desear, cada vez son más los ciudadanos rusos que se plantean la posibilidad de emigrar. No les asusta el desempleo masivo en EE.UU. ni el posible colapso económico de la Unión Europea.

En los años 90 al extranjero querían marchar, generalmente, las personas que nunca habían salido fuera del país. Sin embargo, ahora, según señala Mijaíl Gorshkov, desean abandonar Rusia los que ya conocen cómo es la vida en el extranjero y son conscientes de las dificultades que tendrán que afrontar.

Los expertos aseguran que esto significa que los rusos viven un período de desilusión. De acuerdo con los resultados del sondeo, la mayor parte de la población ahora tiende a pensar que las reformas sí brindaron las posibilidades de éxito pero sólo un reducido círculo de personas tiene acceso a ellas.
“Se ha quedado atrás el tiempo cuando la gente estaba dispuesta a aguantarlo todo porque pensaba que era un período transitorio”, – comenta Natalia Tíjonova, vicedirectora del Instituto de Sociología de la Academia de las Ciencias. Hoy el 13% de rusos quisieran emigrar, el 9% sueñan con estudiar o hacer prácticas en el extranjero y el 29% desearían ir a trabajar fuera. Sin embargo, dentro del territorio nacional la movilidad migratoria entre gente joven disminuyó. Es que para la mayoría de los jóvenes el traslado dentro de Rusia no es económicamente interesante, señala Tíjonova.

Se pide moral y orden

¿Cómo es el estado ideal para los rusos?

Los expertos constatan que, aun defendiendo ideologías opuestas, los ciudadanos coinciden en algunas cosas fundamentales. Se trata, sobre todo, de los valores morales. Los autores del informe suponen que en la sociedad rusa, por una parte, germina la llamada multimoralidad. “La persona puede tener unos valores morales muy arraigados, pero acepta que otros son libres de tener otros principios”, – explica Mijaíl Gorshkov.

En la época cuando todo vino a ser permitido, los rusos optaron por renunciar a la moral porque esto les beneficiaba económica y socialmente. Al mismo tiempo, la sociedad rusa es propensa a las ideas tradicionales y ahora los ciudadanos empiezan a preocuparse por el estado de la moral. El 76% de los entrevistados están de acuerdo con que los valores morales de la sociedad actual se ven quebrantados.

También la mayoría de los rusos comparte la demanda de más control estatal de la economía. Los autores del informe afirman que la población no acepta el modelo de la economía de libre mercado. El 41% apoya el modelo económico fundado en la propiedad estatal, y el 28% está a favor de la economía planificada, regulada por el estado. “Esto significa que los rusos quieren que las autoridades pongan orden y hagan funcionar todos los mecanismos estatales”, – cree Vladimir Petujov, sociólogo de la Academia rusa de las Ciencias.

Las perspectivas alarmantes

No obstante, el afán común por el orden y la moral no hace que en el país haya concordia. El informe constata que en la sociedad rusa va aumentando la división. Los rusos discrepan en la valoración de las perspectivas que tiene el país. El 60% de los entrevistados creen que el camino elegido es el justo y, tarde o temprano, dará resultados positivos. Mientras el 39% están seguros de que Rusia marcha hacia un callejón sin salida.

Pero el principal problema consiste en que continúa ampliándose la brecha entre los ricos y los pobres. Esto, a su vez, provoca el aumento de agresión y sentimientos nacionalistas, señalan los expertos. Si en 1995 el 65% de los rusos pensaban que todos los pueblos de Rusia tienen que tener los derechos iguales, ahora son sólo el 47% de los ciudadanos que piensan así.

Los autores del informe no descartan que en un futuro son posibles unas serias confrontaciones interétnicas.

Sin embargo, quedan algunas razones para el optimismo. Vladimir Petujov está seguro de que Rusia es encuentra ante los grandes cambios. Y esto permite esperar que dentro de algunos años los rusos vean el futuro con más seguridad.

Fuente: RIA Novosti (LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI)

Instituto Cubano de Antropología: Jornada “Afrodescendencia y movimientos obreros”

Como parte de la conmemoración del Año Internacional de los Afrodescendientes, el Instituto Cubano de Antropología (ICAN) le invita a participar de la Jornada de Debate “Afrodescendencia y movimientos obreros: Pablo Lafargue, Alfredo López, Jesús Menéndez, Aracelio Iglesias”. Coordinador: MSc. Dmitri Prieto Samsonov.

Día: Martes 14 de junio; lugar: Sala Fernando Ortiz, 3er piso, en la sede del ICAN (Amargura 203 entre Habana y Aguiar, La Habana Vieja); hora: 10:00 a.m.

Jardín con guillotina

Por Dmitri Prieto Samsónov

En San Petersburgo (Rusia), hace un tiempo hicieron un concurso de jardinería. Se había pedido a los participantes que se inspiraran en temas franceses.

El primero lugar lo obtuvo el diseño de un jardín con guillotina. En medio de los árboles y arbustos, con un fondo de hierba verde, el mortífero dispositivo se mostraba como un elemento armónico y coherente. Detrás, aparecía un cantero de flores de color malva.

La guillotina está hecha de materiales que lucen muy naturales; parece que es madera con barniz y hierro forjado. Materiales, probablemente, reciclados. Guillotina ecológica: no contamina el entorno.

El jardín se llama “Jardín de la Convención”, aludiendo al órgano parlamentario de la Gran Revolución Francesa.

Creo muy significativo que aparezca en Rusia un jardín con guillotina, y que además que gane un premio. Continue reading

Militares egipcios con puño de hierro

Por Cam McGrath

HAVANA TIMES, 9 mayo (IPS) — Miles de civiles egipcios, entre ellos manifestantes que ayudaron a derrocar al régimen de Hosni Mubarak (1981-2011), son juzgados en tribunales militares sin que se cumpla el debido proceso.

“El uso de juicios militares a esta escala no tiene precedentes”, dijo el abogado experto en derechos humanos Adel Ramadan, de la Iniciativa Egipcia para los Derechos Personales. Los registros judiciales señalan que los tribunales militares egipcios han emitido más de 7.000 sentencias desde el derrocamiento de Mubarak, el 11 de febrero, cuando el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas asumió el control del país.

La mayoría de los juicios han involucrado a acusados de saquear, incendiar e intimidar, y se han efectuado en el marco de leyes penales más duras tras el derrocamiento de Mubarak.

Los tribunales también han sentenciado a cientos de manifestantes críticos de la manera como gobierna el consejo militar. “Cada caso involucra a entre uno y 35 acusados, así que estimamos que alrededor de 50.000 civiles fueron sentenciados en los últimos tres meses”, dijo Ramadan a IPS. Continue reading

Un día lindo para una revolución: ¿Por qué el Primero de Mayo deberíamos levantarnos para cambiar el sistema?

Por David Harvey
(
City University of New York)

Traducción al castellano: cortesía Observatorio Crítico.
Un análisis de las razones para el protagonismo solidario de los movimientos sociales contra el capital global.

Proletarios, uníos: Trabajadores indonesios marchan el 1 de mayo de 2003 (Reuters)

El Primero de Mayo es la ocasión en que celebramos los grandes logros de los trabajadores del mundo en aras de hacerlo un sitio mejor, mucho mejor para vivir. Pero desafortunadamente no hay mucho que celebrar por estos días. Los 30 años más recientes están salpicados de batallas y escaramuzas que resultaron de una derrota tras otra para la clase obrera organizada.

La ensoberbecida clase capitalista ha consolidad su poder de mandar y corromper casi todas las instituciones principales que regulan el cuerpo político: los partidos políticos (de derecha o de izquierda por igual), los medios de comunicación social, las universidades, el Derecho, sin mencionar el aparato represivo del Estado ni las instituciones internacionales. La democracia del poder monetario impera hoy. Una plutocracia global ejerce su voluntad sin resistencia casi en todas partes.

Entonces, ¿qué hay para celebrar? No tendríamos, por supuesto, lo que aún tenemos (desde las jubilaciones a los remanentes de una atención sanitaria razonable y de la educación pública) si no fuera por el movimiento obrero. Pero hacer nostalgia sobre los indudables logros y heroísmo del pasado nos lleva a ninguna parte.

El Primero de Mayo, por tanto, debe ser para relanzar un movimiento revolucionario hacia el cambio del mundo. La idea misma de hacerlo así –o simplemente decirlo o escribirlo- es tan exhilarante como sorprendente. Continue reading

El origen del Primero de Mayo

Por: Rosa Luxemburgo

La feliz idea de instaurar un día de fiesta proletaria para lograr la jornada laboral de ocho horas nació en Australia, donde ya en 1856 los obreros habían decidido organizar un día completo de huelga -con mitines y entretenimiento- como una manifestación a favor de la jornada de ocho horas. Se eligió el 21 de abril para esa celebración.

Al principio, los obreros australianos pensaban en una única celebración, aquel 21 de abril de 1856. Pero como esa primera celebración tuvo un efecto muy fuerte sobre las masas proletarias de Australia, al animarlas con ideas agitadoras, se decidió repetirla todos los años. Efectivamente: ¿qué podría proporcionarles a los trabajadores más coraje y fe en su propia fuerza que un paro masivo, decidido por ellos mismos? ¿Qué podría proporcionarles más valor a los eternos esclavos de las fábricas y de los talleres que el reconocimiento de su propia gente? Continue reading